Misión: Rebeldes Peligrosos Parte 2

No todo era tan fácil, uno de los rebeldes que estaba subido a un gran árbol te estaba apuntando con su arco. Tu velocidad y altura hacían un difícil blanco, pero nos encontrábamos ante un experto en tiro. -Verás lo que te espera joven iluso- susurró mientras se preparaba. Aguantó un poco la respiración, estiró bien la cuerda del arco y disparo la flecha, aún con poca fuerza se dirigía directa hacía el ala de tu montura.

Una vez disparo la flecha bajó por una cuerda del árbol y se se disponía a avisar a aquellos rebeldes que estaban haciendo la guardia. Si conseguía avisarlos o darte con la flecha lo tendrían muy fácil para seguir saliendo se con la suya.

Ninguno de los dos, ni grifo ni amo, nos habíamos dado cuenta de aquella flecha silbante. Sin embargo, antes de iniciar el aterrizaje forzoso, me fijé de dónde había provenido aquel proyectil. No había niebla, por lo que pude distinguir al desgraciado que hizo esto.

Agarrando a Rudi por el cuello, procuré dirigirlo a un sitio con con bastante nieve, pero no tan lejos del enemigo. Mis ojos estaban en pleno moviemiento, vigilando a dónde íbamos a parar y a aquel arquero.

El aterrizaje fue menos duro de lo que esperaba, pues mi grifo sólo sufrió a causa de la flecha, que estaba ahora clavada en su ala. Bajé rápido y fui en pos del aquel maltratador de animales... Empezaron a aparecer arbustos sobre la falda y yo me oculté entre uno de ellos.

Las pisadas se hicieron audibles y, en cuanto oí su entrecortada respiración, desenvainé el mandoble y lancé un corte horizontal hacia su cintura, en lo que podría llamarse un ataque por sorpresa. El éxito fue parcial: le rompí el arco y su mano derecha sufrió un corte, perdiendo el dedo gordo...

- ¡Hora de cobrar, perro! - yo me interponía entre la montaña y aquel arquero. Veía a la pelea inminente.

-Yo puede que muera pero tu vendrás conmigo- gritó lo suficiente para que sus compañeros lo oyeran y se suicido clavándose una flecha (del suelo) en el corazón. Unos tres guardias venían con espadones a atacarte, otros dos tenían lanzas pero se quedaron a ver si conseguían derrotarte. Más arriba de la montaña se acercaban unos soldados más pero esta vez acompañados de perros. Tardarían bastante en llegar pero los guardias estaban cerca y atacarían sin piedad. Todo parecía perdido pero por suerte no eran todo y no tenían mucha fuerza. ¿Que harás ahora...?

Lo más grave que puede hacer un hombre con su vida: cortar la suya propia. Su grito alertó a los demás: tres espadas pesadas y dos lanzas. Con los lanceros tendría que ser más precavido, pero con los otros ya planeé mi ataque.

- ¡Rudi! - vociferé. Instantáneamente, mi grifo saltó de uno de los arbustos y se abalanzó sobre uno de los luchadores con espadón, mientras que yo colocaba mi arma en horizontal para que los dos que hacían el tajo chocaran con mi arma. Fue tremendo y casi no lo pude contener.

Rechacé una de las armas y propiné un puñetazo en el vientre del rechazado, lo que le desequilibró un momento. Al otro lo alejé usando mi fuerza y redirigí mi arma al que anteriormente había hecho retroceder. La estocada atravesó tanto la columna como la médula espinal, sobresaliendo por detrás. Primer enemigo finiquitado. El otro se dirigía hacia mí en una furiosa acometida. Como respuesta, lancé una de las Predators, la cual se clavó en su rodilla, haciendo que el enemigo se parase de inmediato.

Intentó levantar su espadón para apoyarse en él, pero yo estaba ya delante de él y mi arma cayó sobre su cabeza, incrustándose el filo en su cráneo. Al finalizar con los dos primeros, recogí mis armas y me fijé en el oponente que se había lanzado Rudi. Ya estaba muerto a causa de las garras y los picotazos de mi querida y adorable mascota...

Entre los dos paramos y nos fijamos en los lanceros. Con estos había que andarse con ojo, así que tenía que probar algo diferente. Guardé mi espadón de toda la vida y desenvainé las dos Predators.

En ese mismo momento de la mochila que estaba enganchada en tu montura apareció una enorme luz. En ella contenía una nota con un signo que decía:
"Hace unos días recibí un pedido tuyo y le he pedido a los guardias que te dieran esta nota, esta nota tiene un sello mágico, debes ponerla en el suelo y atravesar la con tu espada. Una vez hecho esto tu nueva criatura aparecerá ante ti. Espero que te haya servido de utilidad, Piro."

Los enemigos estaban cegados pero solo por unos minutos, los lanceros caminaban lentamente y tambaleándose hacía a ti. Ya los perros estaban apunto de llegar y el verdadero combate comenzaría.
A lo lejos, a mitad de montaña se veía el humo de una hoguera, ¿estarían acampando allí?.

La luz me sorprendió tanto como a los enemigos. Tras leer velozmente la nota, reconocí el sello mágico y lo tiré al suelo, para, acto seguido, hincar una de las Predators en él. Me quedé sin respiración...

Delante de mí se encontraba un poderoso caballo envuelto en llamas. Tanto Rudi como yo estábamos atónitos. En efecto, ¡era Gea! Mi nueva mascota, la pesadilla, estaba en el modo ON y, reconociéndome en un parpadeo, se giró hacia los dos lanceros para lanzar una gran llamarada de fuego por su boca. Los dos rivales se encendieron como antorchas y, pese al frío, el fuego acabó por consumirlos.

- ¡Gea! - grité. Ella me miró y pasó a modo OFF al verme que iba hacia ella para montarme. Mientras tanto, Rudi emprendía el vuelo cerca de nosotros.

A los perros los arrollé con la potencia del casco de Gea a la vez que el grifo se llevaba a alguno con su pico. Y ya entre los tres emprendimos la subida del monte con el corazón henchido del espíritu guerrero...

Mientras volabas se divisaba en mitad de colina una cabaña de la cual salía un hombre con un espadón gigante. Ese hombre cerró la puerta y avanzó unos pasos mirando al suelo. Este sería el último enemigo de esta misión. Ya se podía ver perfectamente a este hombre desde la distancia en la que te encontrabas, levantó la cabeza y mostró unos ojos blancos como la nieve, se trataba del único guerrero ciego que había en este Reino, podría ser ciego pero sus sentidos eran el doble de agudos que los tuyo. El más fuerte de todos con habilidades espaciales, sería un combate digno de ver. -Ahora verás lo que es luchar contra alguien más fuerte que tú- te dijo mientras bajaba la cabeza y agudizaba el sentido del oido.

(Dos post más tuyos y terminaremos la misión)

Al fin llegamos hasta nuestra meta, donde un hombre me esperaba. Tras desmontarme pude contemplar su ausencia del sentido de la vista, lo que me hizo sospechar de sus dotes de guerrero. Portaba también un espadón como yo y esto prometía ser muy difícil.

Con la mano indiqué a mis dos mascotas que se apartaran unos metros, mientras que yo me deshacía de las dos Predators y de la Unholy, dejándolas aparte. Desenfundé mi espadón de toda la vida y me encaré a mi invidente enemigo. Era un duelo individual a muerte...

Me fui acercando a él lentamente y, ya a unos pocos pasos, cargué contra él ejecutando un golpe horizontal de espada pesada. Para mi sorpresa, el tipo la bloqueó con relativa facilidad, además de rechazarla y propinarme un rodillazo. Retrocedí un par de pasos y comencé a girar en su alrededor. El rival se quedó estático, sin expresión ni temor algunos.

Volví a acometer contra él utilizando para ello un tajo vertical, pero él reaccionó instintivamente y esquivó lateralmente mi corte. Su espadón giró formando un molinete. Si no fuera por la armadura recubriendo la zurda, me habría hecho un corte profundo.

El ciego no terminó de darme la lata y volvió a cargar otro ataque, el cual no me dio tiempo a evitar y me hizo un corte en el muslo derecho. Estaba perdiendo el balance de esta pelea y debía planear algo. El enemigo volvía a la carga, y con más ímpetu que de costumbre. Las dos primeras las pude esquivar, pero ya en el tercer choque se estableció un pulso entre la fuerza de la juventud bruta contra la experiencia de años y técnicas.

¡No me lo podía creer! A pesar de mis continuos forcejeos, aquel tío me estaba acercando más y más el filo de mi arma. Un rodillazo suyo en mi vientre me hizo caer de espaldas. Su espadón adquirió el papel de péndulo mortal. El tajo vertical se dirigía hacia mi cabeza.

En las últimas décimas de segundo, volví a levantar la espada pesada y pude bloquearlo mediante una mano sujetando el mango y la otra en el filo. Por esta última empezaron a perfilarse líneas de sangre fresca. La presión de mi enemigo era intensa... tanto que le hice una zancadilla para que perdiera el equilibrio fácilmente.

Iba a volver a incorporarse rápidamente, y atiempo estuvo de bloquear el violento revés que le arremetí, pero, para su desgracia, no pudo sujetar adecuadamente el arma y esta salió fuera de su alcance de vista, irónicamente hablando claro. Solté el espadón mío:

- Si tan fuerte eres, resolvámoslo como hombres, carroza - crují los nudillos audiblemente y me tiré sin más a por él.

En fin, no pude porque me sintió y me dio un tremendo gancho capaz de darle la vuelta a la cabeza de un gato. Pero para mí no fue más que un simple golpe de retroceso. Me limpié la nariz y vi sangre, la mía por supuesto. Ya me estaba hartando de tanto pagar el pato... Aún no terminó su repertorio, pues de repente se colocó delante de mí y empezó con puñetazos en vientre pecho e hígado para después pasar al careto. Los moratones nacían por toda mi parte anterior.

Su patada giratoria hizo que yo diese una vuelta de campana y quedara a su merced. Me dirigió un puñetazo de martillo, al cual yo respondí apartando la cabeza y agarrando su brazo, mientras que extendí la otra mano para... meter dos dedos en sus inservibles ojos. Aunque ya no le funcionaban, sí le dolió. Yo aproveché para incorporarme, agarrar su cabeza y retorcerla violentamente, rompiéndole el cuello. Bufff, este tipo había costado lo suyo derrotarlo...

Ya todo había terminado, una paloma llegó por el horizonte dejando caer delante de tus pies una bolsita que contenía 35 monedas de oro (y la experiencia que te la deberá subir el admin). Ya habías terminado la misión, tus heridas las podrías curar con material que te mandaron en la maleta. Esta misión le ha dado una buena lección a el Reino Elfico, ya nadie se revelara contra su señor y tu has quedado como una leyenda o un mito ante aquellos guardias que no creían que tuvieras suficiente poder para vencerlos a todos. El Señor de los Elfos había visto todo tu combate, o más bien uno de sus magos le enseño una visión de todo lo que pasaba, gracias a esto tu reputación subió y seguro que dentro de poco te llamarían para otra misión ya que para él, te has convertido en alguien de confianza.