La promesa de aventuras cumplida (Nami y Dielf) (LIBRE)

Hacía unos días, que estando en la academia, vino a visitarme una antigua alumna mía: Nami. Se trataba de una dragona, con la que me había llevado especialmente bien, y que me dijo que algún día nos iríamos juntos de aventuras. Parece que ese día había llegado, y yo paseaba felizmente por el camino que se internaba en el Jardín de la Paz, esperando impaciente a la dragona. Hacía mucho tiempo que no salía de la academia y estaba deseando volver a mi vida habitual. La verdad, esto me lo tomaba como unas merecidas vacaciones. Me senté a la sombra de un árbol cercano al camino y me puse a escribir, a la espera de que llegase Nami. Observé mientras todo lo que me rodeaba, cuya belleza siempre me fascinaba, embriagando mis sentidos con sus colores, olores y sonidos. Disfruté de estas vistas durante minutos, quizás fuesen horas, no lo sabía, ya que mi mente se encontraba soñando lejos de allí y mi pluma volaba sobre el papel. De pronto algo me despertó de mi sopor.

Llegue con un fuerte aleteo, al fin después de tanto tiempo nos íbamos a ver de nuevo tenía muchas ganas. Cuando por fin le encontré se encontraba debajo de mí, me puse en un claro un poco lejos unos tres13 metros, los arboles ocultaban el claro, pero yo estaba segura de que me abría visto o escuchado antes de que viniese me trasforme en ángel y le espere con las manos atrás y sonrojada, hacía tiempo que no nos veíamos y estaba nerviosa.
El paisaje era hermoso, un buen lugar para reencontrarse y disfrutar, en el claro se podía observar que las flores habían sido aplastadas con la forma de un dragón y yo en el centro, un ángel. Esperaba que se diera cuenta de que era yo su antigua alumna.

Escuché el ruido de un aleteo, que me sonaba bastante. El ruido se dirigía hacía un claro cercano, por lo que decidí levantarme e ir a comprobar si se trataba de Nami, aunque... ¿cuántos dragones más podría haber por ese zona? Pocos o ninguno. Me acerqué al claro bastante rápido, ya que tenía ganas de empezar la aventura, y de ver a Nami, y preguntarle como le había ido todo. Una vez llegué al claro, apartando los últimos arbustos que me separaban del lugar, me llevé una gran sorpresa: En el centro de las plantas, no se encontraba la dragona a la que yo estaba esperando, sino una ángel. Me quedé parado unos segundos, intentando asociar ideas. Entonces fue cuando vi las marcas del aterrizaje de la dragona en el suelo, y supuse que aquella ángel era Nami, por lo que era seguro que se había hibridado. Entonces la miré de nuevo, de arriba a abajo: Tenía el pelo de color castaño clarito, y era un poco más bajita que yo, aunque no mucho. Los ojos también los tenía castaños, y era bastante guapa. Llevaba ropas mucho más livianas que la armadura que llevaba cuando era dragona, y tenía las manos hacía atrás. Entonces me di cuenta de que llevaba bastante tiempo mirándola sorprendido, y quizás estaba haciendo el ridículo. Enseguida volví en mi mismo y, nervioso y mientras me tocaba la nuca con la mano derecha, dije: -E..esto... ¿Nami?, si, eres tu...- me puse un poco rojo por el incomodo silencio de antes, y di una explicación- Lo siento, pero me has pillado de sorpresa..., la verdad, no me esperaba que te hibridases.... Al acabar de decir eso, me acerqué más a ella, hasta estar a un metro de ella. -¿Como te ha ido todo?- añadí con una cálida sonrisa.

Antes de que aquella figura apareciera de entre los arbustos, se oyeron un nos ruidos y dielf salió, se que do un tiempo alelado, y yo me reí, al fin se había dado cuenta de que era nami y me había hibridado

-Estoy bien, las cosas me han ido pues normal, sin aventuras por ahora ¿ y tú que tal estas, alguna novedad?-

Dije mientras movía los pies de un lado a otro y los chocaba por la parte de las rodillas, aun con las manos atrás, pensando en un montón de cosas que me venían a la cabeza de cuando estaba en la academia, el corazón me palpitaba y era una sensación bastante agradable, como mariposas revoloteando por dentro, (solo) cuando veía a dielf.

Reaccioné por fin del todo y se me pasó la estupor de haberla visto así, pero todavía la recordaba como en la academia, y cada vez que la miraba, tan cambiada... no estaba acostumbrad a hablar con las chicas fuera de mi academia me costaba un poco, pero pronto respondí: -Pues la verdad es que no he tenido ninguna novedad, sigo dando clases y... bueno, pues no he hecho mucho más.- De repente se levantó un poco de viento, y se me enredó el pelo. Miré de nuevo a Nami, y dije sonriendo: -Bueno... esto... ¿nos vamos?-
Esperé su respuesta mientras me volvía a poner el pelo en su sitio, y recordé cuando había montado a lomos de Nami, y lo agradable que había sido sentir el viento en la cara.

-si-

Dije mientras corría y le agarre la mano

-vámonos adentro a disfrutar del hermoso paisaje-

Mientras me encaminaba hacia el mí melena se movían ondulada por el viento, y mis pies tocaban las flores que estaban muy fresquita, después de darle la mano y darle un empujón me pare y le dije:

-vamos volando por el cielo será mas bonito desde arriba dije señalando al cielo.-

No ser porque pero algo m había hecho actuar de ese modo un tanto extraño, para mi actitud normal, pero no le daba mucha importancia a eso.

Nami me dijo que si, y de repente me agarró de la mano, llevandome con ella. Me puse muy nervioso y me sonrojé, ya que nunca había cogido de la mano a una chica, pero se sentía bien, asi que no le solté. En ese momento Nami me dijo que si quería que fuesemos volando. Me lo pensé unos segundos, ya que no quería soltarle la mano tan pronto, pero enseguida recordé la emoción de volar encima de un dragón, y asentí repetidamente con la cabeza. Le solté la mano un poco nervioso y me alejé unos metros para que Nami pudiese hacer la transformación. Pero entonces se me ocurrió una idea. Mientras esperaba a ver si Nami hacía o no la transformación, me concentré, y transformé mi espalda en la de un Wisul, creciendome unas hermosas alas azuladas. Entonces las desplegué de golpe, dejando caer algunas plumas por los alrededores. Una vez hecha la transformación miré a Nami sonriendo.

-pues si tienes eso, no…. Me trasformare iré volando con esta forma, ¿Qué volamos ya jajaja-La pregunta que ejecute fue dicha mientras me elevaba un poco del suelo y me empezaba alejar.
-vamos sígueme- Mire hacia delante el cielo estaba despejado y muy bonito las nubes formaban lindos dibujos en un fondo azul, y debajo el majestuoso jardín de la paz nunca había visto nada tan bello.

Subí aleteando junto a Nami. Observé las nubes mientras ascendía, y sus formas, junto con la luz del sol, me inspiraban paz y tranquilidad. El pelo se me movía al son del viento, y apartandomelo con la mano miré hacía el suelo y vi una explosión de colorido floral. Miré a Nami, que parecía pasarselo bien, y me quedé unos segundos mirandole empanado. Después, espero que fuese antes de que se diese cuenta de que la estaba mirando, volví a mirar al suelo, maravillado por la armonía de colores que abundaba en el suelo. Era realmente uno de los momentos más bonitos de mi vida, y me puse a escribir sobre ello en mi cuaderno, mientras esperaba que Nami decidiese donde ir a continuación.

Notaba algo raro entonces cuando giro la cabeza veo a dielf.
-¿ bueno dielf bajamos ya mira podemos bajar….?-
Antes de poder terminar un poco más atrás de nosotros se ve que empieza a salir humo y se oyó un fuerte pum
-¿dielf que asemos?-
Le dije apurada y nerviosa no era normal, deberíamos ir pensaba pero no se sí sería lo más sensato así que espere a que dielf dijera algo de si íbamos o no.

De repente se escuchó un fuerte ruido. Nami me miró preguntandome que era lo que debíamos hacer. Me apresuré a guardar el cuaderno, y bajando hasta el suelo le dije a Nami: -Creo que deberíamos ir a ver que esta ocurriendo, podría haber alguien en peligro.- Mientras esperaba a Nami, observé la columna de humo... no parecía estar lejos, y podríamos llegar rápido. Volando habríamos llegado antes, pero si hubiesen enemigos nos habrían visto llegar desde lejos. Hice desaparecer mis alas, volviendo a la normalidad y reponiendo el gasto mágico.

Estaba muy distraído haciendo pedazos algunas cosas, entre respetar a los seres vivos y mi aburrimiento sepulcral sin dudarlo quemaría cosas en algún momento ¿y qué mejor momento?
—¡Y lo más irónico de todo es que aquí es muy pacífico tal cual su nombre!— dije en voz alta pues el lloriqueo de los animales era un coro de agonía constante y sin pausas.

La madera se carbonizaba, el aire ennegrecía y el aburrimiento en mi interior era como las llamas a los alrededores.... aún no cesaba.

Tras unos pocos días de ajetreo y desenfreno bélico, volví a encontrarme con Abysso. ¿Y en qué mejor lugar que en el reino élfico? Al parecer, no teníamos interesantes nuevas, pero tras dar un pequeño paseo por ahí, llegamos hasta el Jardín de la Paz. ¡Qué nombre más estúpido! O eso fue al menos lo que pensé cuando observé que el ''bueno'' de Abysso comenzaba a meterle fuego a la vegetación. ''Qué loco...'', murmuré para mis adentros.

En verdad, podía decir que él tenía una Maldad superior a la mía, pues yo me reservaba más para combates y conquistas que para lo demás. Aun así, continué contemplando cómo aquel malvado ser demoníaco violaba la pura vegetación de los elfos, sin remordimiento ni desazón alguna...

Vi como se prendía fuego y se oían los llantos de los animales en peligro, dielf bajo un poco lejos yo no sabía porque estaba muy cabreada asique descendí en el punto exacto vi a dos personas frente a mi.

-¡ Qué hacéis ¡, ¡ parad ya ¡-
Dije real mente disgustada, estaba a unos 7 metros de ellos y el fuego , con las alas abiertas y las manos igual el pie derecho adelantado, y preparada para prender el vuelo si fuese necesario, tras unos segundos dije

-¡ dielf rápido ven ¡-

Cada vez salía más humo, y Nami fue directamente volando al origen del humo , cosa que me preocupó bastante, pero después recordé que en su verdadera forma era una dragona bastante fuerte. Aun así fui corriendo al lugar de donde provenía el fuego, y al acercarme un poco escuché la voz de Nami llamandome. Aceleré el paso y cuando llegué allí vi las flores y árboles que tanto me gustaban, ardiendo en una orgía de humo y fuego, también vi a Nami y a dos tipos que no podía ver bien por el humo. De repente escuché la voz de Lían en mi interior: - Hey tio, ten cuidado son dos demonios muy liantes, y uno de ellos parece bastante peligroso.- Era raro que Lían me avisara de esas cosas, por lo que empecé a preocuparme más de la cuenta, además no me gustaba nada esa actitud de destrucción que tenían, y menos profanando el Jardín de la Paz. Me acerqué a Nami y me coloqué a su lado. De repente y para mi sorpresa, identifiqué a uno de los demonios: -¡¿Azogue?! ¿Pero que haces aquí? Es más, ¿por qué estás haciendo esto? - le dije enfadado. Esperé una respuesta mientras apagaba el fuego con mi magia del bosque a toda potencia.

—Oye, oye, para empezar soy quien anda haciendo destrozos, él sólo me hace compañía por cortesía o buenos modales— me interpuse con esas palabras al ver que estaba arreglando las cosas que me divertían estropeadas —...y por otro lado, igual no estaba siendo tan divertido como pensé que sería y, ¿lo conoces Azogue? tiene una amiguita interesante

Un raro humano con conocimientos mágicos (el cual creí haber visto alguna vez rondar por la Hermandad) se apareció repentinamente con su ¿ángel personal? tal vez era alguien importante ya que tener una criatura de esas cerca ¡Woahw! Ahora lo entretenido serían ellos, tal vez este reencuentro con Azogue no sería en vano, lo raro era asimilar que mi camarada tenía un conocido cuya acompañante era un ángel.

El encuentro no pudo ser más interesante y tenso. Al poco de provocar Abysso un incendio que devoraba con su voraz apetito a la naturaleza proximal, sentí dos presencias acercarse hasta donde estábamos nosotros. Me giré hacia su dirección, pero el humo entorpecía sus identidades. Probé examinar sus auras. Veamos: uno parecía poderoso, bastante, como si de un poder ancestral. ¿Ancestral? Eso sonaba a Dragón. También noté en su interior un aura pura, como la de un ángel.

El otro halo me era más familiar, pero no conseguía identificarlo. Al poco, sentí una parte vampírica y sonreí para mis adentros. ''Coño con el profe, qué rápido es en encontrarme..''

Cerca de nosotros, avistamos entre Abysso y yo a una joven. Su habla sonaba a femenino. Poco me importaba lo que dijera, pero ya di por sentado que nos tomaron por pirómanos. A quien hice más caso fue a Dielf, el bipolar.

- Oh, hola, maestro, estamos aquí, jugando con fuego... - tenía en el careto una sonrisa entre buen amigo y ''asesino a punto de apuñalar''.

Después, me giré hacia Abysso y le hablé en demoníaco, para que no nos entendieran esos dos:

- Sí, ese tío me ofreció un pequeño duelo y un papelucho. A su amiga ni la conozco, pero tranqui, que si pasa algo, ambos pagaremos los platos rotos

No había más alternativa: en el infierno, los demonios podían discutir y matarse todo lo que quisieran; pero en la superficie, la ayuda mutua contra otras razas era imposible de prescindir... O al menos, así fue cómo me enseñaron esas costumbres.

De momento, me quedé con los brazos cruzados, a ver lo que hacían los demás, tanto aquel mestizo de dragón-ángel como mi antiguo y cabreado profe.

Con un movimiento de las manos,( de derecha a izquierda ) intenten llamar la atención
-yuju, que también estoy aquí-
Aun que mientras lo decía pensé un poco, y… al parecer por lo acontecido frente a mi ya se conocían, y según entendí dielf conocía a uno llamado azogue, yo la verdad es que tenía ganas de aplastar a aquellos personajes, por hacer arder el hermoso y majestuoso jardín de la paz quebrantando su bello y frágil equilibrio, que era perfecto. En lacara se veía mi enfado dibujando en el rostro una cara de desprecio hacia aquellos dos

Ya había acabado de apagar el fuego con mi magia, y escuchando las respuestas supuse que era el otro demonio el que estaba causando los problemas, y que Azogue solo se dejaba llevar por la mala influencia del otro. Aun así no me relajé, ya que aunque antes fuese mi alumno, ahora podía ser perfectamente un enemigo. Entonces recordé algo: No eramos enemigos, sino que el otro demonio pertenecía a mi clan, cosa que sabía por que al ser el Portavoz, le había visto llegar al clan y era yo el que estaba encargado de investigar a todos los miembros. Supuse que al ser del mismo clan, igual podríamos solucionandolo hablando. En ese momento vi como Nami atraía su atención, aunque esperé que esto no desembocase en un pique. Entonces me dirigí a Azogue y le dije: -Ejem, a ver, tu eres mi alumno, y como tu profesor te pido que detengas esto. Y a ti...- me giré hacía el otro demonio y añadí: -a ti te he visto por el clan del que yo soy Portavoz, y como tal, te pido que pares de...- de repente me caí al suelo de rodillas, debilitado. Entonces algo extraño empezó a pasar: en mi interior empecé a escuchar la voz de Lían:
-Dielf...Dielf... dejame salir-
-No, ¿a que viene esto?-
-Dejame salir joder, necesito sangre, dejame salir.-
-Que no, vuelve a callarte, no estoy de humor para discutir.-
Entonces Lían se volvió a quedar en silencio y yo me levanté para continuar la frase como si nada. No sabía porque Lían había reaccionado así, pero después tendría una larga charla con él.
Continué: -...quemar este bosque.- después de decir esto esperé a que rectificaran su conducta.

—Ya te recuerdo, tú eres Dielf, el hablador del clan, y por lo que veo un tipo con problemas mentales serios; yo que creí que el desubicado era yo, ¿o sea qué le pasa a este mundo? ¿no basta con lo que hago que siempre hay uno por encima?— contesté mirándolo como para saludarlo pero, luego me quedé ultimando mi charla a las nubes, sólo para devolver mi atención luego y exteriorizar lo que se supone que debería haber preguntado en una situación así:
—A ver, ya, ¿qué fue eso Dielf?

Me había desvirtuado de mi propósito al verlos llegar, ese objetivo que era centrarme en la angelical fémina, ahora de cerca ya no se veía tan celestial pues, había cierto perfume en su presencia que decía algo más... a lo mejor si comenzaba a contener mis arranques de estupidez transitorios podría sacarle jugo a la situación y sería más divertido al final, ¡d'ah, ya estaba pensando en un final! con razón siempre me aburre la existencia: tal vez debía meditar más de lo que lo hacía.

Arrojé los materiales con los que estaba chamuscando el Jardín para mostrarles que ya nada se iba a seguir incinerando de mi parte... por ahora... calcinar cosas estaba por el momento en segundo plano ¡Aprovecharía cualquier instante que se presentara para tapizar de interrogantes a esa hembra, si no es que ella era su novia.

La cosa ya no iba por temas de fuego, sino que se desvió hacia el método menos utilizado por mí para resolver algún problemilla: hablar. Entre el semisilfo y el demonio se estableció algo de un clan que tenían. ¿Estaban compinchados en algún objetivo o cada uno iba a su bola? Hasta me sorprendí cuando Abysso desistió de seguir jugando...

Ah, y otra cosa que no pude pasar por alto fue que el profe cayó al suelo por motivos desconocidos. ''¿Cómo será eso de ser un semisilfo y vampiro a la vez? Fijo que nada fácil...'', medité un breve rato.

Entre tanto, la otra intentaba llamar la atención. Yo, por mi parte, metí manos en bolsillos y esperé a ver a dónde llegaba semejante cotorreo. Me observé en ese lapso de tiempo mi nueva arma, una katana con el filo tan negro como el corazón de Abysso. Miré al angel, y luego a Dielf. Con con una sonrisa esbozada:

- ¿Es que estás en una cita, maestro?

(Off Rol: Lo siento mucho chicos pero voy a tener que abandonar el post. Cuidadme bien a Nami ¿he? Bueno, inventaros algo de porque me he ido. Cuidaros mucho chicos, lo digo enserio, y no dejeis de postear aqui. De verdad lo siento por dejaros aquí tirados)

Dielf recibió al mismo tiempo que yo una señal luminosa del Clan, parecía ser que al fin asuntos importantes nos reclamaban en la Hermandad. Sin decir más de lo necesario se retira, y por un camino diferente igual yo ¿Ahora qué sucedía en esa Hermandad Oscura? malditos, nunca tienen algo interesante qué aportar a mi existencia como Clan y ahora justo a borde de la diversión la urgencia nos arrastra.

—Te veré luego Azogue, disculpa los inconvenientes pero, como dijo Dielf, es de importancia... nos veremos de seguro en Derlok'Kas, luego, cuida mis palomas ¿ok?

[[DEJO POST]]

Al parecer, tenían asuntos urgentes que atender en el clan. Por esta razón, abandonaron el Jardín de la Paz. Como no tenía nada que hacer y encima de todo la acompañante del profe estaba como sonámbula, pues me limité a girarme de talones y volver por el lugar del que nunca debía salir este día: Delork-Kas.

¿Y que más decir? Una vez estuve allí, me limité a encerrarme en mi torre de Señor del Caos. El día iba aburrido ya que estaban todos ocupados en sus locuras. ''Un buen momento para entrenarse...'', me dije para mis adentros.

Mi torre, en la cual yo residía desde hace más de cuarena años, tenía varias plantas. En la segunda se encontraba mi sala de entrenamientos: unos cuantos instrumentos, pesas de 50 a 100 kilos y algunas barras desperdigadas.

Allí, me quité el chaleco y dije en voz alta, mientras agarraba la pesa de 66 kilogramos con la diestra:

- ¡Comencemos!

Pasé el resto del día curtiendo a tope brazos y otras partes como tríceps, abdominales... El día había quedado reservado para no hacer más que ejercicio físico...