Llegué, hacía más viento de lo normal; allí había unas personas (magos del bosque) que estaban entrenando, me acerqué a ellos y les dije:
-¿Puedo entrenar con vosotros?
Ellos, gustosos, dijeron que sí. Pasado el rato me fui, pero no sin haber aprendido nada. Había aprendido un poco más sobre mi nueva magia.