aitor vs Nawin

Nawin ven a luchar yo te desafio.

-Acepto el duelo.
Me coloqué en el centro de la sala. Agarré con fuerza el báculo, y dejé que absorviese energía. Estaba algo nerviosa, ya que era mi primer duelo, y la experiencia me había enseñado a no subestimar a nadie. Y Aitor parecía ser alguien de cuidado.
Respiré hondo y comencé a concentrarme. Notaba la bibración de Haiass, como parecía decir que ya estaba preparado. Entonces, me moví con la luz. Me desplacé hacia su izquierda, he hice caer un pequeño rayo cerca suya. Pero solo era un aviso, una distracción. Porque ya me movía hacia su derecha, alzando el báculo centelleante por encima de mi cabeza, dirigiendo otro rayo hacia él.

vi que me atacava con un rayo pero no me dio sin enbargo otra ya venia saque mi guadaña i con una onda de viento desvie asia mi derecha el rayo i me volvi a colocar como al prinsipio dije:tendras que esforsarte mas rasa inferior

Esquivé el ataque, con cierta dificultad.
-Vaya... te gusta jugar duro ¿eh?
Volví a alzar el báculo e invoqué de nuevo un rayo. Pero no iba dirigido hacia el cuerpo de mi adversario, sino que lo dirigí al suelo. Cuando cayó, la tierra comenzó a agrietarse bajo sus pies.
-Quieres jugar... pues juguemos.

Ja! vas mejorando pero no es suficiente dije mientra saltaba a si a atrás entonces las piedras que saltaban a si a arriba con poca fuerza le di con la parte de atrás de mi guadaña lanzándolas a todas las direcciones de mi adversario cuando iba a topar con el suelo clava la punta de mi guadaña i me coloque en el palo ahora inclinado.
No te será tan fácil i esto acaba de empezar dije.

Cree un escudo protector alrededor mía para detener las piedras, pero no se cerró del todo a tiempo, y una de las piedras me dió en el brazo. Me hizo un corte. Me permití un momento para observármelo. Al menos, era superficial. Agarré el báculo con fuerza, enarbolándo de un lado a otro. Lo sentí caliente, vibrante. Sabía que lo que iba a hacer consumiría buena parte de mi energía, pero no tenía opción. Detuve el báculo y lo alcé por encima de mi cabeza. Con todas mis fuerzas, dí una estocada al aire. Era uno de mis trucos favoritos. La onda cortante se extendió, buscando el cuerpo de mi adversario.

cuando vieso me sorprendipero no abia ni un momento que perder rapida mente salte asia la tierra de donde antes me avia escapado y me escondi en uno de esos rescrevajadas rajas del suelo pero no cavia asique me trasforme en poliya pero ya me avia cortado en el pie me volvi amiforma origina jajaj veo que ahora comiensa la marcha.

Estaba a gotada, y algo decepcionada por el poco efecto del hechizo. Jadeando, me apoyé en Haiass. Para recuperar el aliento. Respiré hondo e intenté dejar que la energía fluyera a través de mi. Me quedé esperando el sigiente movimiento de mi adversario, preparada.

al ver que no me atacava invoque un nigromante que la fue a atacar ya que no queria que la erida se avriera mas i a la larga me isiera perder.

ULTIMO GOLPE

Maldije mi suerte por lo bajo en élfico. Esquivé uno de los ataques del nigromante rodando por el suelo, hasta que quedé oculta tras una roca. El suelo había quedado destrozado tras aquel hechizo, dandonos lugares de sobra para escondernos y protegernos. Había dado una ventaja a mi adversario sin darme cuenta. Bueno, al menos, también podía usarla yo. Oculta tras la roca, me puse a pensar en cómo derrotar a mi contrincante. Apenas podía atacar con hechizos básicos, cosa que ambos sabíamos muy bien como neutralizar. No, había un campo que los magos negros no dominaban: la magia blanca. Igual que podía curarlo... podía hacer todo lo contrario. Me concentré, buscando esa energía que latía en mi interior. Cerré los ojos. Sí, allí estaba. Me levanté de un salto, con decisión. Alcé a Haiass apuntando hacia mi contrincante. El hechizo salió con fuerza, casi a borbotones, buscando la manera de neutralizarlo. No comprendí cómo no se me habría ocurrido antes usar un hechizo tóxico.