Un paseo por el Reino

Era agradable haber decidido salir de mi habitual zona de tránsito para ampliar mis redes. Me apetecía cambiar de aires, conocer nuevos mundos, y tratar de sumar a más víctimas a mi lista, ya bastante larga de por sí. Lo cierto es que nunca había traspasado las fronteras del reino Humano, más que nada por el simple hecho de que las otras razas en ocasiones eran más reacias cuando me acercaba a por ellas, ya fuera en forma de vampiro o de súcubo. Parecía como si se alertasen al verme acercarme a ellos, como si olieran mi sed de sexo y sangre.

Con paso calmado, caminé por aquel nuevo lugar, haciendo que mis ojos se empapasen de todo lo que me rodeaba, grabando en mi memoria aquel lugar desconocido. Me apetecía catar otra sangre diferente a la humana, además de probar a otras razas en unos aspectos menos culinarios, por llamarlos de algún modo.

Y la suerte me sonreía, pues mi vista captó a dos personas: un ángel y un dragón, o eso parecía. Por instinto, reprimí mi parte demoníaca, quedándome con la vampírica, pues seguramente no me serviría mucho a la hora de tentar al ángel... sentía curiosidad por probar a alguien de esa raza.

-Oh, vaya, ¿que tenemos aquí?-dije esbozando una sonrisa lasciva, mientras los miraba con fijeza.

Mi pregunta fue ignorada, lo que me supuso un verdadero acceso de rabia, lo que en mí tampoco era nada fuera de lo común. Se podría decir que cualquier cosa tenía el don de ponerme de los nervios, aunque tampoco era nada recomendable, pues mi comportamiento era bastante inestable, y si algo me ponía de malas... bueno, era mejor no estar cerca de mí cuando eso sucedía.

Tenía que llamar la atención de esa gente como fuera, y justamente noté algo que me ayudaría, o eso pensaba yo: el chico acababa de desplegar unas alas demoníacas. Siempre podría atraerlo con mi parte demoníaca, o tal vez arriesgarme con mi parte vampírica. Me decanté por esta última, debido a que tal vez el ángel que rondaba por allí se alertase ante aquella presencia diabólica que la otra parte de mi ser despertaría.

Así pues, caminé con mis habituales pasos, firmes y algo contoneantes, para luego rodear con mis brazos el pecho del demonio desde atrás, esbozando una sonrisa lasciva, como todo en mí.
-¿Por qué me ignoras?-dije depositando un beso en su cuello, para luego rozarlo con mis colmillos-¿Acaso no sabes que puedo ver el deseo dentro de tu mente?

Había decidido dar un pequeño paseo por el Reino Dragón en grifo pero como detestaba los vuelos y estos terminaban mareándome y haciéndome vomitar hasta el desayuno de la semana pasada había optado por echar algún sueñecito, así que me había tumbado encima del lomo cálido y cómodo del grifo entre sus plumas. No tarde mucho en dormirme mientras mi grifo volaba un poco más bajo que antes hasta que en un giro para cambiar la posición en la que dormía me resbale del pelaje plumoso del grifo y ahora me encontraba cayendo mientras abría lentamente los ojos, mi primera visión fue continuada por un grito hasta que choque contra el suelo.

Menos mal que el grifo volaba a poca altura pues si hubiera sido de una caída superior hubiera terminado muerto, solo había sufrido un par de moretones y no sentía la pierna que había chocado contra una roca, me pareció que tenía roto el fémur, me agarraba la pierna derecha que me dolía bastante y con el brazo izquierdo me agarraba el hombro que debajo de la túnica se podían apreciar algunas gotas de sangre. ¡Es la última vez que duermo en grifo, me arranco los parpados si hace falta pero no dormiré otra vez en un ser que vuela!-dije sin darme cuenta que había caído cerca de uno de mis compañeros de los Buscadores de la Luz, una miembro de la raza de los ángeles, una vampiresa y una mestiza que la delataban las orejas y esas alas.

Un rugido de rabia brotó de mi pecho cuando mi visión se vio velada por una cortina de humo que se metía entre mis párpados, escociéndome en mis ojos e irritándomelos a más no poder, por no decir lo mismo de mi garganta, que sentía como se resecaba, impidiendo que pudiera usar un tono de voz que no fuera reseco, nada seductor, lo que conseguía que mi futura presa se resistiera mucho mejor a mis encantos.

Al parecer iba a tener que ser ocurrente a la hora de procurarme la cena del día de hoy, pues la que había señalado como víctima se me estaba escapando entre los dedos, como si fuera agua que hubiera cogido en el cuenco de las manos y ahora se me escurriera de nuevo hacia el lugar del que la había tomado.

Enfurruñada, comencé a planear una posible venganza contra la culpable de aquel chasco en mis ideas, cuando un nuevo bocado me cayó desde el cielo... un humano con una herida de la que brotaba sangre, una sangre que seducía mi olfato e inflamaba mi garganta, pensando en el líquido carmesí corriendo por ella... Necesitaba beber algo de aquel líquido, saciar mi sed de sangre, por lo menos. Así pues, a pesar de que el ángel curó la herida del humano, me acerqué a él, con una lujuriosa sonrisa curvando mis labios.

-Vaya, no esperaba que fuera a caerme un regalo del cielo-repuse, para luego entreabrir los labios, dejando que mis colmillos se introdujeran levemente en el cuello de este, y sintiendo como una gota de sangre se colaba dentro de mi boca.... ¡¿Dios, que era aquello?! ¡Sabía a rayos! No pude evitar escupir la gotita que había probado, con una verdadera mueca en mis facciones.
-¡Sabes a perro!-exclamé exasperada-¡Apestas!

Off Rol: siento la tardanza pero me hice un lió con los roles


La chica ángel se me acerco para curarme la herida del hombro mientras me dejaba los moretones, pero rápidamente note como alguien introducía unos afilados dientes en mi cuello para intentar succionarme la sangre. Me quede sorprendido pero aproveche el momento en el que me soltó cuando mi sangre pareció que le sentó mal, decidí probar mi nuevo hechizo. Mi cuerpo se ilumino y se dividió en cientos de luciérnagas que revolotearon hasta colocarse a tres metros de la vampiresa delante de ella.

Las esferas de luz se unieron para volver a formar mi figura y mis rasgos empezaron a surgir, una vez mi aspecto era humano de nuevo empecé a avanzar a paso lento hacia la vampiresa mientras hacía crujir mis nudillos. He llegado mareado por culpa del vuelo, me he dormido y me he caído de un grifo, me he roto una pierna y me he herido el hombro y una vampiresa ha intentado chuparme la sangre, no estoy de buenas-dije mientras empezaba a adoptar forma de lobo, mis patas se alargaron y se llenaron de pelo, mi ropa se rompió dejando ver como mi musculatura crecía hasta ser un hombre lobo. Entonces di un golpe con el puño cerrado a la palma de mi mano mientras la electricidad empezaba generarse tornando mi pelaje blanco.

Estaba enfadado y mi instinto me lanzaba a pelear pero aun así me mantuve en mi sitio, delante de la vampiresa a un metro para después decirle: ¿Vas a pedir disculpas?