Cinegética de cazadores

—Esten alerta, ojos abiertos caballeros, el demonio del que los mercaderes hablan ronda esta zona— dijo el que lideraba a los tres mercenarios.
—Sí, la paga será abundante de seguro— añadió el segundo en lo que psico-brazos de energía activaron unas trampas que apresaron a los cuatro al unísono.

—¡Oh vaya sorpresa la que me trajo un perico! Caer en trampas tan simples ¿ustedes? gente que caza gente ¿cazados?— una voz con tono socarrón destapó la ubicación de quien estaba escondido, Abysso, burlón se acercó al agujero en el que yacían dos mientras hamacaba las cuerdas que sujetaban los pies de los otros dos de cabeza.

—¡Nos sueltas ahora maldito o lo lamentarás!
—Creí haber oído que lo lamentaría de todas formas, así que mejor no suelto a nadie— cambió el demonio su voz a un tono nada amigable; agarró por el cuello al que colgaba cabeza abajo y apuñalándolo absorbió su vitalidad asustando al camarada.

El líder no se quedó de brazos cruzados, usó la espalda de su aprendiz y salió del hueco sin su espada, desenfundó su cuchilla e intentando degollar al demonio se trastabilló con los psico-brazos que Abysso lanzó a sus pies como tentáculos. Aprovechando el conflicto el que colgaba cabeza abajo se soltó con su navaja y ahora serían dos contra uno; tal vez Abysso tenía los días contados...

Buena tarde hace para dar un paseo-me dije a mi mismo mientras caminaba por el lugar que en el pasado me había enfrentado a un demonio, no eran buenos recuerdos, me habían tendido una emboscada y me habían dejado tirado para que pereciera. Ese día hubo demasiadas emociones para tan poco tiempo, había conocido a otro licántropo que me había enseñado lo más básico, yo no decidí convertirme en lo que soy. El sol empezaba a descender de su vista en los cielos mientras me adentraba más y más en la espesura del gran bosque que se extendía por los límites de los Reinos Humanos.

Bueno, viejo amigo, creo que es hora de una carrera por los viejos tiempo-volví a decirme mientras me quedaba parado a mitad del camino, observe por última vez mi ropa, mi larga túnica blanca y mi traje para después transformarme.

Como era típico en esto, mis músculos se agrandaron, mis uñas se afilaron adoptando un aspecto bestial. La ropa fue desapareciendo para ser sustituida por una gran mata de pelo negro, mi aspecto antes humano, en unos pocos minutos había adoptado la apariencia de un gran lobo negro.

Caí sobre mis patas delanteras mientras volvía a sentir como era todo cuando estaba en esta forma, los olores se habían intensificado, mis sentidos, ahora agudizados, percibían cosas que antes no lo habría conseguido. Una vez acostumbrado a este cuerpo, lo que me costó un par de minutos andando en línea recta, empecé a correr por el bosque hasta perderme en la espesura. Salteando obstáculos como eran troncos de árbol, piedras o raíces, llegue hasta un lugar alto, tal vez un pequeño montículo de tierra, el cual daba a una escena de lo que parecía un enfrentamiento. Dos hombres amenazaban a uno con un aspecto pálido, ligeramente elfico tal vez, estaba desarmado mientras se acercaban esos dos tipos armados con navajas. Al lado suyo habían unas trampas, seguramente hechas por el hombre pálido pues en ellas habían atrapados personas con el mismo uniforme que los dos personajes.

No era usual ver eso, tal vez serian salteadores que habían acabado en una trampa de un hombre bueno. Con aullido típico de los lobos me quede unos instantes aullando hacia el cielo para después dar un salto para entrar en escena, colocándome tras los dos hombres armados.

—¡Demonios Earl! ya sal de ese agujero que hay más de una bestia para matar aquí— dijo el líder tomando la espada que el que estaba aún atrapado cuando éste se la arrojó a las manos.

Clifton Cromwell también tomó la suya que se había caído al ser tomado del pie por la cuerda-trampa —Hemos hecho esto desde antes de que nacieran engendros, entréguense por las buenas o venderemos sus tripas a los mercaderes— agregó enseguida buscando estocar la boca del lobo con su filosa arma.

Frederick Rownham, el líder, siguió tras el objetivo primario quien era Abysso quién no se dejó atrapar sin antes dar batalla, el sable cortaba los psico-brazos abriéndose paso hasta el demonio, sin dejarlo atacar aprovechó el mercenario a tomar el trozo de cuerda con la que se hizo la trampa y la lanzó hasta donde estaba Earl atrapado, tal vez así saldría para atacar en trío.

Abysso vio oportuno al animal lupino, como si le estuviera ayudando, aún así no se podía confiar por nadie; manifestó en sus manos una esfera psíquica la que golpeó la rodilla de Frederick, el dolor lo obligó a perder el equilibrio a lo que el demonio tomó su espada con destreza para colocarla en su cuello... Repentinamente una piedra lo golpeó en la frente alejandolo del vencido...
—¡Excelente puntería Earl!

Cazadores, esos hombres nos estaban intentando dar caza al hombre y ahora a mí. Mi primera reacción fue reírme por dentro, si de verdad querían cazarme no les sería nada fácil, no podrían matarme, no se los permitiría. Tenía mejores cosas que hacer que perecer a manos de esos guerreros, por ejemplo meterme en política, cuidar de mi amada hija, bañar a mi grifo. En cuanto vi a uno de ellos acercárseme para intentar darme una estocada en el morro, reaccione poniéndome en guardia y clavando mis colmillos en la hoja del arma, sujetándola con fuerza y con ello inmovilizando al hombre.

Tener metal en la boca no era un sabor agradable, era asqueroso, pero entonces se me ocurrió una idea. Metal-pensé mientras miraba a los ojos al hombre que intentaba sacar la espada de mi boca o por el contrario hundirla pero el arma se mantenía en el mismo sitio como una estatua. De pronto esboce una sonrisa mientras mi pelaje se iluminaba y adoptaba un color blanco, cuando la primera chispa salto de mi cuerpo, la espada se convirtió en un conductor eléctrico hacia el hombre el cual recibió un fuerte calambrazo haciendo que gritara. Cuando se soltó se alejo retrocediendo mientras se sujetaba la mano la cual tenía un color más oscuro.

Rápidamente lance la espada aun cargada con electricidad a un lado para seguidamente escupir al suelo mientras decía: ¿Pero cuándo fue la última vez que lavaste tu espada, guarro? Y en lo que respecta los demás… deponed las armas y rendíos antes de derramar sangre en vano.

Cromwell aterrado pidió retirada, no sabía que el lupino era capaz de razonar y ello lo dejó atónito. Frederick denotó la variación de los hechos y realizó un rápido cambio de planes...

—¡Retirada caballeros! los mutilaremos luego junto a todo el equipo, ahora no hay nada más que hacer aquí— el líder así diciendo provocó la huída de su grupo aclarando que no había rendición.
—Yo quería pelear jefe...
—¡Ay, ya cállate Earl!— Frederick y Cromwell esas palabras expresaron a la vez al tonto en pleno escape.

—Supongo que me dejarás agradecerte, lobo, me has salvado de una bastante apretada; ahora tú también estarás bajo sus rastreos y en la mira
Abysso agradecido se acercó al animal con una reverencia para así limpiarse el polvo de su túnica luego. Él sabía que no debía dejar las cosas así, ahora no sólo estarían tras su cabeza sino tras el lobo; antes no hubiese pensado en dar la ofensiva, pero ahora frente a alguien con la misma situación tal vez podía planear una alianza o pacto, junto al lobo sería probable terminar de una vez con ese Equipo Nobis de mercenarios.

Al parecer a los guerreros esos les había impresionado que supiera hablar, no sabía que habían pensado de mí, si creían que era un simple lobo o que los licántropos no sabemos hablar, daba igual, lo bueno era que ahora se habían marchando aunque diciendo que volverían con el resto del equipo.

Bueno, no se que se supone que tiene este lugar pero siempre han intentado matarme aquí, tendré mala suerte o no me quiere esta parte del bosque-dije sin fijarme en que me estaba hablando mi nuevo ‘’compañero’’- Ah, perdona, estaba pensando en voz alta… que por cierto, aun no me he presentado…

En ese instante volví a transformarme en el humano que era, mi ropa volvía a estar donde en un principio se encontraba, como si nunca hubiera desaparecido, mi báculo se encontraba a mi espalda sujeto tras la mochila mientras que mi espada se mantenía en mi cinturón. Extendiendo el brazo izquierdo a modo de saludo dije: Mi nombre es Alby, Alby Rocnus, encantado de conocerte, al parecer el destino ha querido que nos topáramos en esta situación. Gracioso destino, hubiera preferido conocernos en otras circunstancias pero me parece que no ha sido posible. Por cierto, aun no se tu nombre, compañero.

—Puedes llamarme Abysso, y créeme, me has dejado sorprendido a mí con esas transformaciones; un gusto conocer a tan poderoso aliado en un momento así—respondió el demonio estirando el brazo para estrechar su mano en el suyo.

—¡...por cierto! no quiero sonar aguafiestas pero te has metido en un lío, ¿sabes qué opino? deberíamos unir fuerzas, nuestras habilidades de la mano pondrían fin a esos carroñeros Nobis; me han estado siguiendo por días, si quieres que no comiencen a rastrearte a tí también... ¿qué dices?— añadió apoyándose en el árbol donde colgaba el cadáver de uno de los mercenarios para hamacarlo suavemente.

Llevaba tiempo andando y algo en el ambiente estaba mal, el aire se sentía pesado, y la lucha vibraba en cada lado del camino y a mis lado no se veía nadie, algo extraño, pues el paso solía ser transitado por todo tipo de personas, intenté escuchar, y cuando conseguí distinguir un sonido en la lejanía corrí hacia él Luna salió de mi bolsillo y me mordió el brazo, no quería que me acercase, le cerré el bolsillo y seguí corriendo, cuando por fin llegue al lugar del que pensaba que procedía el sonido me frené en seco, saqué mi arco y una flecha y me acerqué con sigilo, unos hombre salían corriendo, me dieron mala espina, parecían cazadores y no de los normales, sus armas no eran para cazar animales, me acerqué al lugar de donde venían y vi a alby y a otro hombre este último estaba apoyado en un árbol, bajé las armas y me acerqué oteando para ver si quedaba algún cazador más:

-¿Estáis bien? ¿Qué ha pasado aquí? ¿Y quienes eran esos hombres? Am... perdón por mi mala educación-sonreí y tendí la mano al que no conocía- Soy Alanna, encantada de conocerte.

Me contó que se llamaba Abysso, un curioso nombre, que se había sorprendido de mis transformaciones, empezaría a pensar que soy un bicho raro un día de estos. Tras decirme que estaba encantado de tenerme como un poderoso aliado me comento que me había metido en un lio.

Créeme, suelo meterme en bastantes líos, creo que ya es hasta rutina, la verdad es que me parece buena idea aliarnos-dije mientras reflexionaba- detesto a los cazadores y la verdad es que aun tienen que aprender a limpiar sus armas….

En ese momento hizo entrada en escena una nueva compañera de la que había conocido durante mi estancia en Erenh, era amiga de una compañera de los Buscadores y heredera al trono de los Elfos. ¡Alanna!-exclamé- Que grata sorpresa encontrarte por aquí, demasiadas lunas han pasado desde nuestro último encuentro ¿Cómo te encuentras? ¿Y cómo esta vuestra amiga Arwen? Y en lo que respecta a esos hombres… me parece que nuestro nuevo amigo sabe más de lo que dice… no es cierto ¿Abysso?

Alanna se había presentado, cortés incliné mi cabeza en son de presentación diciendo mi nombre alejándome del cadáver suspendido.

Escuchando a Rocnus entendí que ya se conocían bastante lo cual me jugaría a favor ahora que además el licántropo mago estaba de mi lado; ante palabras de Alby debí escupir la información de una manera leal a mis necesidades:
—Sí, así es socio, ellos no son meros cazarrecompensas, tienen una especie de pequeño clan de mercenarios al cual pertenecen...— expliqué y en eso el cuerpo se soltó de la soga e inerte hundió la cabeza en el piso, el crujir de su cuello me hizo cerrar un ojo silenciándome ese segundo, entonces proseguí —...y como verán no soy un humano cualquiera, ¿ven mis ojos de dragón? les han pagado para usar mi parte dragón para algún conjuro o maleficio del que no sé...— mentiroso detallé de esa manera —...tal vez quieren mi sangre, mi corazón o, pues no sé, gracias a tí Señor Rocnus no me han atrapado, ellos jamás cazarían un dragón real pues es difícil encontrarlos ha no ser en las tierras de éstos: jamás se arriesgarían, aprovechan a ir tras de mí pues he matado a varios mercenarios de ese clan y no soy aceptado entre dragones por mi herencia bastarda, se hacen llamar Equipo Nobis, supongo que son actualmente trece miembros; no dudarán en buscarte a tí socio, son rencorosos y saben rastrear ¿Qué dices Alanna? ¿nos ayudas a ponerle fin a estos sanguinarios?— finalicé mi explicación virando el rostro hacia la joven mientras fingía tomar aire como si hubiere hablado demasiado, sólo para romper el hielo.

Un cadáver, había caído un cadáver, no quise mirarlo, no me atrevía, así que seguí prestando atención a la explicación de abysso, cuando terminó contesté a Alby:

-Estoy bien, y Arwen también, bueno, bien, dentro de lo que cabe, después de lo de Nathan, pero bueno, es fuerte, por el niño-sonreí de forma triste, pero me repuse y dije- por lo que veo te has vuelto a meter en un lío, dos veces que nos vemos dos veces que estás en problemas-bromeé- está bien, os ayudo, pero antes explícame, qué le ha pasado - casi exigí señalando el cadáver del suelo-, una cosa es protegerse y otra hacer una carnicería, te ayudaré porque lo he prometido y mis promesas las cumplo, pero antes me gustaría saber que le ha pasado exactamente.

Abysso al parecer sabia más de lo que contaba pues empezó a contarnos sobre esos mercenarios y sobre su relación con ellos, según él, lo estaban persiguiendo para intentar realizar algún tipo de ritual con él. Reveló que no era un simple humano pues al parecer tenía una parte de dragón, en simples palabras, era un mestizo, aunque algo en mi interior e revolvía al mirar sus ojos. Algo primitivo, como el instinto, tal vez mi parte de mago me estaba avisando de algo.

Ya había tenido encuentro con unos cuantos mestizos de dragones, todos ellos se caracterizaban por tener una piel algo escamosa, alas o incluso una cola, pero este individuo no… Observarlo me recordaba a alguien, ya me había topado con él… No, me había topado con alguien similar a él, pero ahora no recordaba quien.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por una extraña noticia por parte de Alanna, al parecer algo le había pasado a Arwen. ¿Nathan? ¿El esposo de Arwen? ¿Qué le ha pasado?-pregunté queriendo saber a qué se refería con lo de Nathan, también añadió con un tono burlón que ya me había vuelto a meter en otro lio, me recordaba a mi hermana en eso. Ella, siempre recordándome en los líos en los que me metía de pequeño y sacándome de unos cuantos más- Pues… Yo no he tenido nada que ver con ese hombre, es la primera vez que lo veo, yo he intentado razonar con ellos de forma pacífica así que a mí no me mires.

—Pues bien, me defendí Lady Alanna, al morirse cayó sobre la trampa que hice para cazar la cena y ¡Uff! casualidades de la vida— Respondí al verlos preocupados por las condiciones físicas del cadáver.

No esperaba que se detuvieran a escudriñar sobre mi víctima así que dejé que la conversación se desviara al tal Nathan y su Arwen. Anochecía poco a poco, tal vez desde donde estábamos caminar de noche no era buena idea; a lo que se respondían me dediqué a observar una zona adecuada para que cenaran y emprendiéramos un descanso, al fin y al cabo yo ya había cenado al cuarto oponente y de ese modo no me metería en líos con este dúo.

—Vaya otoño, a donde miro las hojas amarillas revisten todo, hasta al viento; podría hacerme una casa con ellas si quisiera maldición.

-No es necesario que seas tan formal, puedes llamarme simplemente Alanna, ahora estamos en mismo barco.-su explicación no me convenció, pero ya le asaltaría más tarde con otras preguntas, antes me parecía que la que debía explicarle a Alby unas cuantas cosas era yo- Nathan fue atacado por un vampiro, lo encontramos desangrado en un camino, Arwen estuvo barios días sin salir de su habitación, pero parece que se va recomponiendo, intenté estar con ella, yo se bien lo que es perder a quien más quieres, parece que se está haciendo fuerte, por el niño, tiene que hacerlo.- notaba que mis ojos se habían humedecido y que las lágrimas luchaban por salir- ojala nunca hubiese tenido que pasar por esto, pero habría sucedido antes o depués, la vida de los guerreros nunca es muy larga- lancé un suspiro, moví la cabeza y me quité las ideas pesimistas de encima, le sonreí Alby y volví a girarme hacia Abysso- no me acaba de convencer tu explicación, y tengo muchas preguntas para ti, pero lo más importante ahora es encontrar algún sitio donde poder escondernos para trazar un plan, no quiero un derramamiento de sangre una vez consigamos escondernos tu, nos debes una explicación.

Alanna me conto lo que le había sucedido a Nathan, al parecer había sido atacado por un vampiro, aquel enfrentamiento le costó la vida, enviudando a Arwen la cual estaba embarazada. El guerrero había dejado este mundo dejando a su esposa con un hijo no nacido, mi rostro se ensombreció, había hecho daño a unos de los miembros de mi clan, aparte de ser una de los que colaboraron para refundar a los Buscadores. Si hacían daño a mis compañeros, indirectamente me lo estaban haciendo a mí y cuando me lo proponía podía llegar a ser terrible, pero no era el momento ni el lugar para eso.

Primero habría que buscar un lugar para ocultarnos como había explicado Alanna, con una reverencia sugerí: Permitidme a mí mostraros un lugar donde ocultarnos, ya he estado varias veces aquí además de que me parece que si vamos sobre mí en mi otra forma, avanzaremos más rápidamente que a pie-dije con una sonrisa mirando a mis compañeros- Además, huellas de un lobo en el bosque no levantaran sospechas como las de tres personas ¿Me equivoco?-añadí

Alby nos escoltó en su forma animal hasta que encontramos un lugar donde descansar en discreción, ahora que lo pensaba tal vez todos los lobos de gran tamaño son licántropos... bueno, no sé tanto del tema.

La acumulación de hojas ene se punto era estratégicamente apropiado para acampar, pero por motivos obvios no encendería ninguna fogata...
—Estupendo, en pocas horas emprenderemos con la misión, antes de que salga el sol si se puede— expuse recostándome contra un árbol sentado en postura de meditación cerré los ojos para desvirtuar la posibilidad de que recordara Alanna comenzar a preguntarme sobre mi interpretación de los hechos.

La sutil luz de la luna casi llena era nuestra única vela, la tenue iluminación perfecta para ese espacio, aún si un enano roncaba las melodías de la fauna nocturna lo acurrucarían sincrónico a la sonoridad en al naturaleza.

Intenté borrar las huellas o atenuar las, para que si las veían no pensasen que podían llegar a ser sospechosas, al llegar abysso se tumbo tranquilamente pero yo aun tenía mis dudas, me acerqué y me senté enfrente suya:

-Nos debes la verdad, hay algo que no nos has dicho o que no es completamente cierto, si vamos a arriesgarnos por ti merecemos saber el qué es. ¿Nos lo contarás? -le pregunté haciendo un pequeño mohín y frunciendo un poco el ceño- después podremos trazar un plan pero necesitamos saberlo todo, así podremos averiguar como piensan y por qué razón se comportan como se comportan y tal vez darles esquinazo, quiero evitar muertes innecesarias.

Tras avanzar con mis compañeros en el lomo bajo mi forma animal por el bosque, tuvimos que detenernos en lo que parecía un lugar seguro pero, ¿Por cuánto tiempo? Quedarnos a la intemperie podría resultar peligroso que estas protegido en una cueva o en un… edificio, sí, un edificio estaría bien y este lugar me era familiar. Ya había estado por aquí antes, tal vez con algún compañero. Aun bajo mi forma lobuna me puse a andar en círculos intentando reconocer el lugar y recordar de que me sonaba aquel lugar, sí.

Aquí se encontraba aquella mansión abandonada en la que una vez vivo una familia posiblemente rica para después albergar a un viejo amigo como lo era Piros, sin yo darme cuenta, a mis espaldas se desarrollaba una conversación entre mis compañeros de grupo, a la que tuve que acercarme para enterarme de algo. Pero en cuanto me acerque me invadió un nauseabundo olor…era conocido, ya lo había experimentado antes, era el olor a la azufre, no lo había percibido hasta ahora porque no podía olerlo tan bien en forma humana. Tuve que retroceder unos pasos de donde se encontraban mis compañeros para que ese aroma no me siguiera atormentando, desde la sombra de un árbol que camuflaba mi figura dejando solo a relucir unos brillantes ojos amarillentos.

Azufre-murmure mientras miraba a Abysso y a Alanna, p rimero me fije en él, luego en ella para después detenerme en el chico.

—La noto desconfiada estimada Alanna, pero descuide, la información que necesite se la daré con gusto; soy un hombre de bien y odio que los inocentes caigan de por medio— le respondí en tono cortéz como un caballero viéndole a los ojos con una sonrisa de compasión; todo parte de una buena actuación.

—Pues termino entonces de detallar la historia: estos sujetos cazan seres exóticos, hechiceros y magos les pagan por llevarles partes de dragón, unicornio, hada, lo que sea que sirva para hacer una potente poción, o maleficio. Son despiadados, les importa sólo el dinero sin importar quién caiga, así sea un ent o sirena: no les importa si al final consiguen las escamas o las ramas, ¡no les importa! no sólo arriesgaremos la vida por Alby y mi cuello sino por otros y todo ello, es un servicio que va más allá de nuestra salud pero... si no quieres convertirte en un tiro-al-blanco en serio vete ahora, aunque el buen Alby conmigo solo no le será suficiente y viceversa— concluía mi explicación como todo un poeta o bardo esperando haber sido muy persuasivo con esas tácticas de manipulación.

También aclaré que de los trece cuatro usaban arco y flecha, dos arrojaban navajas y cuchillos, tres peleaban con espada o sable, dos con lanza o pica, uno con cadenas de clavos y maza, y si había otros ni sabía.

-Siento si mis preguntas le ofenden, no suelo comportarme así, pero he perdido a tres buenos compañeros,-negué con vehemencia-no, no solo compañeros, eran amigos, en muy poco tiempo, comprenderá mi estado de ánimo, y no quiero ser maleducada, pero me parece que usted también entiende que tras la más brillante sonrisa, se puede ocultar el más ferviente de los odios. No se si puedo confiar en usted por completo o no, pero le doy un boto de confianza, haga el favor de no ponernos en peligro, se lo que quiere decir con que lo que vamos a hacer será de mucha ayuda pero no quiero que muera gente de forma innecesaria. No me voy a marchar, cuando doy mi palabra la cumplo, espero que usted también.

Me levanté le tendí la mano para ayudarlo a levantarse mientras sonreía, ya había dicho lo que quería y mis preguntas habían obtenido respuesta, después me giré hacia Alby y le dije:

- ¿Adónde dices que podemos refugiarnos? es hora de empezar a trazar un plan.

Desde mi posición bajo el árbol escuchaba a mis compañeros hablar aun con la misma palabra en la mente, azufre, un olor proveniente de nuestro nuevo compañero el cual había conocido en medio de un ataque, si decía ser realmente un dragón su aroma debería haber sido de reptil.

Aunque también podía ser un aroma Humano o Elfico pero no, azufre era su aroma, no había oído de nadie que compartiera lazos de sangre con los dragones que poseyera ese olor, podía haber olido a fuego, a mar, a cielo, pero ese olor era característico de seres… demoniacos. Aunque aun había que confirmar que ese olor provenía de él, una persona como esa tal vez llevara consigo alguna bolsa con azufre y de allí saldría ese olor. Entonces se me presento la oportunidad de descubrirlo, Alanna había preguntando que donde había dicho de refugiarnos.

Yo tumbándome en el suelo para facilitar que mis compañeros se subieran a mi lomo dije: subid a mi espalda y os llevaré.

Espere a que estuvieran sobre ella para después comenzar a correr por el bosque cuesta abajo por entre los arboles hasta toparnos con una vieja mansión en ruinas oculta en el bosque, mis recuerdos eran acertados, ahí estaba la vieja casa donde había vivid o Piros y la puerta como siempre estaba abierta.

Nadie nos buscara en este lugar-comunique a mis compañeros esperando a que bajaran para adentrarnos en la casa, yo aproveche para oler el aire, sí, el olor se intensificaba en Abysso.

Alby tuvo una excelente idea, parecía conocer mejor esta zona y se ofreció a llevarnos, muy amable. Lo que me intrigaba era la potente intuición de Alanna, sentí como si hubiera leído mi aura, mi mente, o algo así, su preocupación me dejó alerta durante el viaje.

—Me parece que deberíamos tocar antes de pasar— al arribar dije reflexionando que era un lugar demasiado definido como para estar abandonado.

Un rugido desde el interior me frenó, esa clase de rugidos me sugería que allí había un troll pues más que gutural sonaba a eructo; si mis sospechas eran ciertas y el lugar había sido abandonado por alguna razón, alguien más así como nosotros pudo decidir entrar a quedarse.
—...¿Oyeron eso? Alguien, o algo está ahí adentro, creo.

Llegamos a la casa de Piro, y sin esperar a nadie Abysso intentó acercarse a la puerta pero retrocedió al escuchar un rugido proveniente del interior.
No pude menos que reír, y sin responder le abrí la puerta y entré, un enorme animal se me lanzó encima, pero no para atacarme, empezó a lamerme la cara, era una de las mascotas de Piro, desde su muerte debía encontrarse muy solo.
Luna saltó de mi bolsillo y se puso sobre la cabeza del enorme animal, que se quitó de encima mío y se quedó a mi lado mientras yo me levantaba y avanzaba, al único que gruñía era a Abysso, mis sospechas eran cada vez mayores.

Abysso pareció asustarse de un ruido proveniente del interior de la casa pero a mí no me alarmó pues sabia el secreto de este lugar, un edificio que antes habitaba un viejo amigo Buscador pero ahora andaba desaparecido y sin conocer su paradero.

No os alarméis, aquí vivía Piros, un viejo amigo Domador que utilizaba este lugar para albergar en su interior a las criaturas que domesticaba, no me extrañaría nada que ese ruido lo produjera una de esas cosas-dije aun sin cambiar de forma, avancé hasta la entrada para presenciar una escena de afecto entre una de las mascotas y Alanna. Extrañamente este animal gruñía a Abysso lo que me causaba que aun creyera más en una alocada teoría que se basaba en que nos estaba engañando.

Yo riendo, aunque más que una risa era un ladrido, me acerque a Abysso para decirle en voz baja: Me parece que no le gusta el olor a azufre. Sonreí para después internarme en el interior de la mansión en ruinas, todo estaba algo cambiado, os muebles tenían una capa de polvo y telarañas por encima, aunque estaban colocados en el mismo lugar. A Oscuras, la casa adquiría un aspecto lúgubre y tenebroso así que por fin me transformé para poder iluminar la sala con la luz que emanaba el cristal de mi báculo.

Sera mejor buscar alguna vela, una luz pequeña que no se perciba, siempre es mejor que andar a oscuras en una casa vieja-comenté.

Gracias a los dioses me había equivocado, parecía ser que no eran más que vestigios de lo que fueron mascotas de Piro, no sabía que él amaba tanto a las bestias. Para mi verdadera preocupación entonces, resultó ser que Alby Rocnus ya sabía sobre mí... —Pasé por alto la posibilidad de ser olfateado, ¡por las tinieblas del Dios Oscuro!

Para mi mediana suerte al menos las criaturas que estuvieran ahí no me dañarían si veían que el mago blanco me tenía de aliado... —Hubiera preferido que me matara un ogro, un troll ¡Un basilisko igual! trágame tierra que este muerto tenía perritos cuidándole la entrada.

—Muy elegante, muy elegante, tienes muchas sorpresas bajo la manga mi estimado socio; tentado estoy por conocer lo que tiene para mostrar usted Lady Alanna, siempre se oyen cosas excepcionales de ustedes los elfos— así expresé vaciando mi mente para recobrar la calma frente a lo desconocido, tal vez bajo ese carácter les emanaría un sosiego más jovial y confiable.

Disimuladamente me aseguré de dejar advertidas a esas bestias que deambulaban por allí con una mirada encendida bastante infernal, claro que ello ni bien les presté la espalda a mis acompañantes. Así estaría más precavido en ese lugar.