Un alto en el camino.

había sido un día muy duro y largo, estaba cansado pero feliz ¡acaba de aprobar mi examen y ya podía controlar el fuego! ahora solo quería sentarme en una de las sillas de la posada y relajarme con el silencio. ¿relajarme con el silencio? pobre de mi, había un gran alboroto en la cocina, parecía que habían tenido algún tipo de accidente pero yo, simplemente saque mi pequeño cuaderno de bolsillo y me dedique a esbozar a uno de los hombres que estaba allí con una enorme espada que colgaba de su espada-tiene una buena apariencia-pensé-bien podría servir para mis historias- seguí garabateando a aquel personaje que veía a través de la puerta, parece que le acompañaba otro tipo-¿alguien puede atenderme?- pregunté en voz alta para que escucharan

Para mi sorpresa, me reencontré con Alanna y con Dragunov, aquél asesino con el que compartí misión en el Paso del Este.
Dragunov saludó levantando la mano y Alanna, como de costumbre, se lanzó a darme un abrazo. Todavía no terminaba de acostumbrarme a ellos. Luego me sentó en uno de los sillones y me preguntó por mis motivos a ir hasta aquella posada. Me disponía a responder, de hecho ya tenía la boca abierta, cuando una voz que provenía del cuarto de al lado me preguntó qué quería para comer. Iba a responder a aquella voz cuando, una vez más, otra voz preguntó si alguien podía atenderle.
No es que me molestara, pero intenté responder rápido a todo aquello antes de que me volvieran a dejar con la palabra en la boca.

-¡He venido a descansar y a comer! ¡Quiero comer, comer un buen plato de lo que sea!- dije bastante rápido. Sin darme cuenta, había alzado la voz. -Disculpadme- dije agachando levemente la cabeza. -Comeré lo que sea, no te preocupes.- rectifiqué, refiriéndome a la voz que me preguntó por mi comida.

Acto seguido hice un leve gesto con la cabeza, como señalando hacia la entrada, para advertir o recordar que alguien pidió atención.

Me reí un poco cuando alzó la voz, era tan impropio de él que quedaba incluso mono, al poco paré y dije sonriendo-le:

-Bienvenido entonces- me levanté de donde estaba sentada y me acerqué al recién llegado- Hola, soy Alanna, me estoy encargando de la posada, encantada, ¿en qué puedo ayudarle?- dije tendiéndole la mano al nuevo visitante.

Terminaba de currarme los tríceps cuando ya venía otro y los demás conversaban. Era... un momento, me sonaba bastante... ¡Era Exodian! Ahora ya lo recordé todo: me había encontrado con él hace tres años en Paso del Pantano y había luchado codo con codo junta a él frente a un oponente en la arena. Mi memoria, normalmente despreocupada, resucitó por una vez.

Al igual que con Dante, le saludé alzando la mano y con media sonrisa en la boca. Posteriormente, me fui a uno de los sillones, a la espera de que llegase la manduca. Con tanta gente, el semisilfo podría tardar más, así que como estaba impaciente, fui a echar un vistazo a Dielf. El propósito que tenía era ver si iba todo como la seda, ahora bien, el ayudarle con la comida...

Después de haber levantado un poco la voz, el nuevo invitado me dijo que le daba igual lo que comer, asi que, suponiendo por su voz que sería un aventurero con mucha hambre, decidí prepararle lo mismo que a Dragunov. De repente se escuchó otra voz en la puerta. -Ala, otro más para comer... a este ritmo voy a tardar una eternidad.- Decidí que era mejor no preguntar y prepararle lo mismo que a los demás. Yo y Alanna en cambio, comeríamos algo un poco mas ligero. Empezaba a no dar a basto en la cocina, no por hacer la comida, sino por tener que hacer los viajes a por los alimentos al huerto, y por tener que trocearlos. Todos los fogones estaban ocupados por diversas ollas y sartenes, las flores crecían por toda la cocina: aromatizantes, decorativas, para aumentar el sabor... De repente escuché un ruido en la puerta de la cocina. Era Dragunov. Decidí no desperdiciar esta oportunidad:
-Hombre Dragunov, que bien que hallas venido. Tengo algunos recados para ti: Primero, ves a ver si en el huerto hay mas patatas, si hay me recoges unas 5 o 6 y me las traes. Segundo, cuando hallas acabado con las patatas, ponte a cortar esos puerros que hay encima de la mesa. Por último, agarra aquella sandia y pártela en cinco trozos iguales.- No esperé a que este reaccionara a mis órdenes y continué removiendo pucheros y cortando alimentos. Por último añadí: -Cuanto antes lo hagas antes comeremos.- Sonreí para mis adentros pensando que eso sería razón suficiente como para que me hiciese caso.

no me lo podía creer, allí estaba Drag-¿como no lo he reconocido?-pensé, guarde mi cuaderno, y me dirigí para saludarte, pero un tipo se puso delante de mi y comenzó a darle ordenes, tras alejarse de el me acerque-vaya vaya, ¿ahora te dedicas a poner mesas?-dije tras una carcajada, tranquilo te acompañaré.

Alanna se levantó a saludar al nuevo, aunque este no le prestó demasiada atención. Dragunov se levantó para ir a echarle un vistazo a la cocina y entonces escuché al cocinero, la voz que preguntó por mi comida, dándole una serie de órdenes. El nuevo bromeó con ello, parecía que se conocían casi todos.

Me quedé sentado un rato más, aunque no demasiado. La idea de quedarme casi a solas con Alanna me ponía los pelos de punta, así que me escabullí hacia la cocina.

-¿Es el cocinero?- pregunté entreabriendo la puerta. -¿Puedo ayudar en algo?- dije estando ya dentro.

El nuevo pasó de mi, así que pensé que ya que la cocina ya estaba llena sería mejor que subiese a preparar las habitaciones.

Subí al segundo piso y cogí una escoba para barrer las 6 habitaciones que iba a preparar, pusé la ropa de cama y quité el polvo de los muebles y del interior de los armarios, luego bajé a ver como iba lo de la comida, era un poco tarde pero si aun no estaba lista tampoco me importaba esperar, entré a la cocina para ver que hacían en ella los chicos, pero al ver tanto alboroto me eché hacia atrás y volví al salón, me senté en un sillón con las piernas dobladas, no quería estar cerca si eso explotaba, al final sin querer me quedé dormida abrazandome las rodillas.

Exodian se mofó de mí por hacerle caso a un simple cocinerito, por lo que entrecerré los ojos y me mosqueé un poco. Pero, al final, lo que los demás digan es menos importante que lo que el semisilfo se tenía entre manos.

Salí de la posada en dirección al huerto. Allí rebusqué entre las matas y cogí media docena de patatas gordas y de aspecto redondo. Volví hasta Dielf y las dejé en la mesa en un ruido lo suficientemente sonoro como para que el tío de las flores advirtiera que le he traído lo solicitado. Cogí un cuchillo de la cocina, uno mediano y alcancé los puerros que estaban al lado. Inicié mi labor de cortar los puerros en unos trozos regulares y troceados. No me llevó más de 10 minutos.

Tras eso, dejé el cuchillo y eché mano a uno más grande. Cogí un afilador y saqué punta al cuchillo de cocina grande. Acto seguido, me dispuse a cortar la sandía en cinco trozos semejantes... Coloqué la pesada fruta levantada y la miré por arriba. Lo siguiente fue imaginarme unas líneas que parecieran que la sandía estuviera compuesta por fronteras de igual extensión. Sin dejar de concentrarme, puse el filo del cuchillo y apliqué presión, hiriendo limpia y cruelmente a la pobre sandía. Terminé de cortar y pasé a las cuatro últimas líneas imaginarias que partir.

Cuando terminé, solté el utensilio y miré a ver si tito Dielf estaba acabando...

Todo ya casi estaba preparado, y la mayoría colocado en los platos. De repente escuché un ruido al lado mio: Las patatas. Las pelé velozmente, haciendo uso de toda mi habilidad y las eché en la olla de las verduras. A continuación use algunas de las flores, que había hecho crecer, para condimentar y adornar los platos del jabalí y los dos de verduras. Nada mas acabar esto, escuché una voz que me preguntaba si era el cocinero y si podía hacer algo para ayudarme. Le respondí velozmente mientras retiraba la sopa de verduras: -Si, ves sacando los platos a la mesa, los tres de jabalí y las patatas fritas con los huevos de gallina. También pregunta a Alanna, la posadera, donde están las bebidas y pregunta a los demás que es lo que quieren para beber. -
Nada mas impartir las órdenes, saqué la sopa de verduras y la condimenté mientras la echaba en un par de platos hondos y los adornaba con un par de Pelicas. Apagué los fogones y me dirigí hacia el plato de sandia. Agarré cinco flores de Azahar y pasé sus pétalos por las rajas, haciendo que estas tomasen un poco de aroma a Azahar, después las puse de decoración al lado de cada raja. Para finalizar levanté la voz y dije: -¡La comida ya está servida!- Después de esto me dirigí a la mesa con los platos de sopa de verduras y la sandía. Estaba cansado, pero esperaba que esto fuera suficiente para demostrar a todos mis dotes culinarias y empezar a conocerles con buen pie.

Me acerqué al muchacho que estaba sirviendo la comida, parecía que allí era el quien "partía el bacalao" así que me acerque a presentarme con miedo a ser una molestia o a que pensasen que estaba allí simplemente para aprovecharme de la comida-Saludos, perdón por interrumpir me llamo Exodian...esto...- no se me daba muy bien conversar con la gente- veo que ya tienes todo controlado pero si necesitas ayuda me gustaría colaborar en algo a cambio de un lugar en la mesa- le estreché la mano al joven cocinero que parecía risueño y muy simpático-¿y bien?-pregunté.

Acaté de buena gana las órdenes que dio el cocinero y me llevé los platos a la mesa. Antes de salir de la cocina, con los platos en las manos, pregunté a los que estaban ahí que querían para beber. En cuanto me respondieron salí de la cocina para ir a la mesa. Los platos tenían una pinta espectacular, se me caía la baba.

En cuanto los coloqué volví al cuarto donde se suponía que se quedó Alanna, pero en cuanto llegué estaba dormida en uno de los sillones, abrazándose las rodillas. Me quedé un instante en la puerta, pensando en despertarla o no. Intenté hacer algo de ruido, forzando toser y dando unos leves golpes en la puerta, pero no se despertaba. Entré del todo y me acerqué un poco, llamándola por su nombre pero sin alzar la voz demasiado. Sin darme cuenta, ya estaba prácticamente a su lado susurrando su nombre cuando despertó. El verla despertar me despistó, o algo parecido, se me olvidó para qué vine a despertarla y me quedé allí parado, sin poder apartar la mirada.
Hasta que escuché al cocinero gritar que la comida ya estaba lista, entonces reaccioné.

-Sí, perdona.- dije apartándome. -Perdona por despertarte, venía para preguntarte donde guardas las bebidas y de paso saber qué querrías tomar.- mi voz sonaba algo temblorosa, jamás lograría dejar de ponerme nervioso en este tipo de situaciones.

Me desperté porque me pareció que alguien me llamaba, era como un susurro muy cercano, abrí los ojos suavemente como intentando no terminar de despertar pero finalmente lo hice y medio dormida escuché a Dante disculparse, me senté con las piernas sobre el sillon y mientras me rascaba un ojo con el puño cerrado le dije con voz adormilada:

-Cómo? las bebidas? em... a ver... a si, el agua está en el pozo de fuera, hay que sacarla y el vino y la cerveza... si en la alacena en el estante de arriba.

Me levanté del sillón y le sonreí:

-Voy a lavarme la cara y enseguida voy, id empezando porfa.

Subí hasta el cuarto que había preparado para mi y me lavé la cara, luego bostecé y comencé a bajar las escaleras, fui de las últimas en sentarme. Aún seguía medio dormida, me costaba reaccionar ante cualquier cosa.

Tras auxiliar al tío de las plantas, salí afuera para refrescarme en el pozo y, de paso, lavarme las manos y beber varios tragos. Después, oí a Dielf llamando a comer. Salí corriendo como alma que lleva el Oscuro.

A diferencia de la elfa, fui de los primeros en sentarme. Los platos eran vistosos, coloridos, de muy buen aspecto. En mi opinión, el semisilfo hizo un gran trabajo, pero creo que se le fue la mano con tanta florecilla. En fin, ¿quién era yo para quejarme de la sagrada comida? ¡Nadie! Dejé las armas en un lado y me froté las manos antes de sentarme en uno de los taburetes que había libres.

Mis ojos se clavaron de inmediato en aquel jabalí, no pensaba perderlo de vista. En cuanto nos sentáramos todos, lo cogería sin dudarlo ni un segundo. Respecto a la bebida, pues podía conformarme con agua, pero aposté mi cuello a que en la posada había bebidas alcohólicas.

La espera se me hacía odiosamente eterna. ¿Por qué tardarán tanto?

Mientras dejaba los platos en la mesa, un chico nuevo se acercó a mi y me dijo que se llamaba Exodian y que si podía ayudarme en algo a cambio de poder comer.
-No es mi posada chico, yo solo estoy cocinando hoy, si quieres comer adelante, pero tendrás que hablar con Alanna, ella es la encargada.- le contesté sonriendo- Pero encantado de conocerte, mi nombre es Dielf. Tan solo siéntate en la mesa, ya esta todo, solo faltan las bebidas.-
Después de dicho esto, deje el resto de platos en la mesa y observé como Dragunov ya se había sentado y miraba con avaricia al jabalí. Solté una leve risita: Dragunov no había cambiado en absoluto. Eché un vistazo por la posada y vi como Alanna se dirigía a lavarse la cara y el otro chico iba a por las bebidas. Decidí que yo también debía sentarme, ya que estaba exhausto, y asi, de paso, vigilaría a Dragunov para que no le hincara el diente a nada antes de que estuviésemos todos sentados.

me coloqué enfrente de Dragunov, de todas formas era al único que conocía de antes, parecía ser que la instructora que me hizo el examen de magia ígnea también estaba allí... todo tenía una pinta excelente especialmente el gran jabalí que presidia la mesa, observé a Drag quien también había "desarrollado cierta simpatía" por aquel suculento manjar- se me hace la boca agua- tenía ganas de empezar a comer aquella carne pero sabía que debía ser educado y esperar a que todos los comensales estuviesen en sus respectivos asientos. Parecía que la gente se acercaba a la mesa, mientras tanto yo saqué mi pequeño cuaderno de bolsillo y empecé a retratar a Dragunov quien había madurado en estos 3 años, también hice dibujos de lo que estaban acercándose a la tabla, me gustaba retratar a las nuevas personas que conocía y de paso mirar a ver si me servían en una de mis historias-¡espero que haya cerveza!- dije con una sonrisa de oreja a oreja, me sentía cómodo en aquel ambiente y tenía curiosidad por todas las personas que había visto.

Me dirigí a la cocina a por una jarra grande, le di con un pañuelo limpio para quitarle el polvo que pudiera tener y salí al pozo, a llenar aquella jarra de agua fresca. La dejé en la cocina y me dirigí a la alacena; miré en el estante de arriba y alcancé un pequeño barril de cerveza. Al lado habían varias botellas de vino, cogí la primera que alcancé, tampoco es que entendiera demasiado de vinos...

Agarré el barril de cerveza rodeándolo con el brazo y en la misma mano llevaba la botella de vino, mientras que en la otra mano llevaba la gran jarra de agua. Me dirigí a la mesa con todo aquello. Al llegar vi que ya estaban todos, llegaba el último. Me acerqué a la mesa y dejé las bebidas más o menos en el centro, con cuidado de no tirar nada al suelo.

-Perdonad mi demora, podemos empezar cuando queráis.- dije tomando asiento. Miré a un lado y vi al cocinero, sonreí mientras agachaba levemente la cabeza, pidiendo disculpas. Miré al otro lado y vi a Alanna, le sonreí de igual forma que al cocinero. -Genial, no podía haberme tocado en otro lugar...- protesté en mis pensamientos, iba a estar incómodo toda la comida...
Esperé a que alguien diera el primer bocado, no iba a ser el último en llegar y el primero en catar la comida.

Aunque la comida tenía una pinta estupenda la siesta me había dejado con más sueño que hambre así que después de que todos empezasen a comer yo me serví unas cuantas verduras y un poco de fruta y me disculpé para poder irme al cuarto, además notaba que Dante se sentía incomodo conmigo y era un huésped, no quería molestarle.

Una vez arriba me apresuré en ducharme y en cambiarme para meterme en la cama, quería empezar a escribir mi cuaderno de viaje, saqué un cuaderno, una pluma y un tintero que dejé sobre la mesilla de noche y mientras pensaba en como empezar me quedé dormida sobre las sabanas.

¡A tope! En cuanto se sentó Dante, mis manazas se alargaron descaradamente hasta el plato del preciado jabalí. Ni me molesté en pedir permiso, pues supuse que sería algo así como buffet libre. Agarrando el torso del animal cocinado con una mano, arranqué en un apreciable chasquido la pata trasera, la que me pareció más voluminosa. Comencé a darle fieros bocados a buena parte de la carne. No olvidé cerrar la boca al masticar, aún no perdí del todo lo que se podría denominar ''modales''.

Salvo la sandía, apenas advertía la presencia de frutas y verduras. No eran mi preferencia, pero no podía decir que no era omnívoro. En fin, después de dar varios cruentos mordiscos a la pata del jabalí, agarré el vino y lo derramé en una jarra hasta casi colmarlo. Tras un profundo pero efímero trago, volví al asalto del jabalí...

Cuando empezó la comida, me encontraba sentado entre los dos chicos nuevos, Exodian y el misterioso que parecía llevarse tan bien con Alanna. Viendo como Dragunov devoraba el jabalí, y los demás no se quedaban atrás, me serví unas pocas verduras. Nadie dijo nada en toda la comida. Dragunov estaba demasiado ocupado devorando el jabalí, Exodian tampoco podía dejar de comer si no quería quedarse sin carne, el otro chico parecía incomodo por algo y Alanna comió un poco y se levantó de la mesa para ir a su habitación. Cuando acabamos lo primeros platos y llegamos al postre decidí alegrar un poco el ambiente:
-Bueno, ¿que os ha parecido la comida, os ha gustado?- dije sonriendoles, con animo de empezar una apacible conversación.

-el jabali estaba de vicio, mis felicitaciones al chef-dije con un tono de burla y alegría, había sido una comida excelente y la cerveza estaba en una temperatura perfecta, el jabalí al cual me lancé junto con Drag, desapareció en poco tiempo y tomé de postre media sandía-no siempre se come así de bien hay que aprovechar- tras la cena, saque mi cuaderno y seguí dibujando ante los presentes un buen rato, con el estomago lleno me sentía completamente inspirado y mi manos me pedían crear y yo, no les negué ese derecho.

Todos empecemos a darnos un auténtico festín con el jabalí, estaba delicioso.
Me serví una buena jarra de cerveza y le di un buen trago, estaba bastante sediento, por poco me termino la jarra de un trago. Seguí devorando aquél manjar y me terminé un par de jarras más de cerveza. No es que soliera beber muy a menudo, pero estaba sediento y aquella cerveza tan fresca entraba de maravilla en aquél momento.

Alanna se disculpó por abandonar la mesa e ir a descansar un rato. Me sentí extraño, creía que estaría aliviado de no tener que estar pendiente de que había una chica a mi lado, pero era más bien lo contrario, me fastidió quedarme sin su compañía. En fin, me serví algo de vino en la jarra, para catarlo al menos, y terminé llenándome la jarra.

Cuando terminé con mi plato tomé algo de sandía a modo de postre.
-Jamás había probado mejor bocado, realmente un gustazo para mi paladar y estómago.- dije felicitando al chef, que sentaba a mi izquierda.

Me limpié los morros con mi servilleta, pues los tenía bastante oleosos del jabalí, y me dispuse a levantarme. Me tambaleé un instante, no debió sentarme muy bien tanto alcohol. Me agarré a la silla e hice un gesto con la mano, a modo de decir "todo controlado". Felicité una vez más al chef y me despedí de los que me acompañaron durante la cena.
Me dirigí a un cuarto vacío, esperaba que la posadera, Alanna, ya imaginase que iba a quedarme a dormir. Tomé un baño para despejarme, me estaba mareando un poco. Luego me acosté en la cama y me quedé profundamente dormido.

Bajé a las 5 de la mañana para limpiar el desastre que había quedado de la noche anterior y preparar la posada para abrir a las 8 como tocaba.


Todos se habían ido ya a dormir, normal, eran las 5 a eso de las 2 debieron subir todos, porque me había parecido escuchar risas cerca de esas horas, cerré las puertas de los cuartos ocupados y bajé al primer piso, encendí cuatro velas y recogí todos los platos, luego fui hasta la cocina y preparé el pan y los bollos, mientras se cocían en el horno fregué los platos, y los guardé. Saqué la comida del horno y la dejé en una bandeja luego salí al comedor y empezó la lucha contra las manchas, miedo me daba preguntar que habían hecho la noche anterior después de que me fuese.

A eso de las 7 toda la posada estaba limpia, incluso los cuartos vacíos del piso de arriba, me fui a mi habitación, me duche y después de volver a vestirme bajé de nuevo a la cocina y calenté leche y empecé a sacar las cosas a la mesa, y otras tantas a la barra, luego a las 8 en punto giré el cartel de la puerta y abrí la posada. Al instante comenzaron a llegar clientes, por suerte la comida de la barra aun seguía caliente y las infusiones, el café y la leche estaba en el fuego a cada momento, me parece que necesitaba 100 manos, pero por ahora me las apañaba como podía, al fin y al cabo todos dormían todavía.

La comida del semisilfo estuvo muy bien, pero me limité a decir:

- No ha estado nada mal... Congratulations, cocinero

Recuento: Medio jabalí y un trozo de sandía consumidas más media botella de vino catada. El alcohol pudo derivar a cosas más desmadradas, pero la comida reguló el efecto de la bebida. En fin, no estuve mucho tiempo a la mesa, pues en cuanto vi que Alanna y Dante se perdieron, acabé mi sandía y salí afuera con tal de perderme la oportunidad de limpiar la mesa.

Por la tarde, el viento empezaba a refrescar y yo aproveché para dar una vuelta alrededor de la posada. Estaba todo muy tranquilo y el sol reclinaba, tornando el cielo de un color naranja nostálgico. ¿Cuándo fue la última vez que me fijaba en semejante panorama? Creo recordar que ocurrió hace cosa de 5 años, cuando me limitaba a entrenar con espadas de sol a sol, contemplando las nubes al acabar mis ciento y pico abdominales. El alcohol estaba haciendo efecto, pues me percaté de que estaba recordando viejos ''tempos''.

A eso de las 9 de la noche me encerré en mi cuarto. Cerré la ventana, dejé las armas y me despeloté, quedándome en unos gruesos calzones de lino. El efecto a causa del alcohol se había retardado debido a la comida, así que estaba relajado y sin interés por nada.

Me limité a tirarme al suelo y empezar a hacer flexionesd. Cerca de las 11 de la noche comencé a sentir hormigueos, de tanta flexión. Me incoporé para desplomarme sobre la cama y evadirme de la realidad. Era un auténtico día de holgazanería y me había gustado. Debería repetirlo al menos una vez más este año...

Todos me dieron sus felicitaciones por la comida, lo que me resulto muy agradable. Después de una breve conversación, todos fuimos dejando la mesa, hasta que yo, que me quedé el último, miré los platos sobre la mesa y me dije a mi mismo que los quitaría a la mañana siguiente. Con un gran bostezo, me subí silenciosamente a mi habitación. Una vez allí pensé que había sido un día muy agradable, un poco ajetreado, pero muy agradable. Decidí levantarme pronto al día siguiente y dar una vuelta por los alrededores, por lo que me acosté rapidamente. Pensé en darme un baño, pero decidí que eso podía esperar al dia siguiente. A la mañana siguiente, me levanté de la cama, tomé un gratificante baño y bajé a la parte de las mesas. Habían algunos clientes, y Alanna parecía un poco agobiada, asi que me acerqué a ver si podía ayudar, ya que los demás dormían todavía.