Un alto en el camino.

el alcohol hizo mella en mi y derrame una copa sobre el suelo, tras acabar la cena todos se fueron a sus habitaciones, yo, que sabía que apenas dormiría ni me molesté en subir a la mía, me fuí a dar un paseo hasta altas horas de la noche, el tiempo era agradable y la luna se veía en todo su esplendor, estuve hasta las 3 y media por ahí y luego regrese a la posada, me senté en uno de los sillones y me puse a dibujar, poco a poco y sin que lo fuese notando me fui quedando dormido...
escuché unos pasos, alguien abandonaba la el lugar, a las 5 y media volví a levantarme, posteriormente Alanna apareció por la habitación y se puso a limpiarlo todo, no podía quedarme de brazos cruzados y le ayudé con la tarea, pasaron las horas y todo quedo recogido y listo

Me levanté a eso de las 9 y en los cuartos de arriba no se oía ni un ruido, todo lo contrario al escándalo que venía de abajo, imaginé que a esas horas la posada ya debió abrir y estaría bastante llena.
Me lavé la cara para terminar de despertar y me dispuse a bajar. Había gente desayunando, pero no vi a nadie de la anterior noche; me acerqué un poco más y al otro lado de la barra vi a Alanna, al cocinero de la anterior noche y a ese tal Exodian. Terminé de acercarme mientras bostezaba, estaba descansado del todo.

-Buenos días.- dije tomando asiento frente a ellos. Me serví algo de café y agarré un bollo, al que le di un bocado de inmediato.
Terminé de tragar. -Ayer no nos presentamos; mi nombre es Dante.- le dije ofreciéndole mi mano. -Alanna haría un buen fichaje contratándote de cocinero.- dije seguido de un sorbo de mi café.

Seguí desayunando tranquilamente. Cuando terminé, recogí lo de mi desayuno y me dirigí a la cocina. Quería echar una mano, así que me dispuse a lavar los platos.

La posada empezaba a llenarse con rapidez, y lo que pensaba que sería comida para una semana mínimo se quedaba apenas en 2 días, así que antes de que empezase a marearme, los reunía a todos en la masea de la cocina y dije:

-Bien, si queréis ayudar necesito que dos personas vayan a hacer la compra, otro en la barra y otro en las mesas. De la cocina me encargo yo, que aunque no tengan un aspecto tan impresionante como la de Dielf, no se me da nada mal. decidid vosotros quien hará cada cosa, a, y los que vayan a comprar me podrían hacer el favor? de escribir los lugares que crean de interés? lo único que le falta a la posada es una guía. Encargaos vosotros de decidir, vale?- terminé sonriendo.

Mientras les dejaba a su elección el reparto de tareas me fui a atender mesas y al momento volví a la cocina para preparar los pedidos.

¡Caray! No había dormido en una cama tan cómoda desde mi infancia, cuando aún podía sentir lo blando de una cosa. La noche duró un suspiro y la asistencia de gente empezó a llenar el ambiente. Me desperté a eso de las ocho y media. El sol reflejaba a través de los cristales y me impactaba molestamente en el careto. Quería dormir sólo unas cinco horas más, pero siempre sorteaba tal tentación.

Al levantarme di un largo bostezo mientras me estiraba como nunca. Ya podía oír cada vez mejor a la muchedumbre, así que pensé en un principio largarme ya. Lo que pasaba era que quería alargar un poco más mis ''vacaciones''. Antes de bajar p'abajo, practiqué una centena de abdominales para entrar en calor. Las tripas me gruñían levantando quejas...

Me coloqué la ropa, la armadura y las armas y fui hacia la multitud. Algunos se apartaban bruscamente de mí, pues era uno de los más enromes que había por la taberna. Puse rumbo al pozo, donde me lavé cabeza y manos. Posteriormente, me reuní con la panda de ayer.

La elfa estaba repartiendo encargos, dada la inesperada visita de los huéspedes. Tras acabar el discurso Alanna, me limité a decir:

- La barra ya está pillada.

Y encaminé mis pasos hasta la barra sin reparar en nada más...

Al cabo de un tiempo, cuando los demás se levantaron, Alanna empezó a repartir las tareas de la posada, ya que parecía que ella sola no podía con todo. Justo cuando acabó de decir los trabajos, Dragunov se pidió el trabajo en la barra de inmediato. Yo tampoco tardé mucho en pensármelo, y decidí que saldría a comprar, y de paso en mi cuaderno haría la guía de los lugares interesantes de los alrededores de la posada. Solo me faltaba esperar a quien me fuese a acompañar, ya que Alanna había dicho que era trabajo para dos personas. Me coloqué bien las sandalias, agarré pluma y cuaderno y por último me puse el sombrero, aguardando a mi acompañante junto a la puerta. Menos mal que Alanna había ofrecido este trabajo, asi podría caminar por el bosque mientras ayudaba a todos con la posada.

es perfecto- la unica pega que le veía era tener que andar con alguien mas pero sin pensármelo levanté la mano y dije- yo me apunto con la guía, podría hacer las ilustraciones- junto con las anotaciones de aquel tipo podriamos hacer una muy digna guía de viaje y de paso mataría el tiempo y tal vez viviría alguna experiencia interesante

Parecía que los platos no se acababan nunca, pero no podía quejarme, no estaba tan mal después de todo.
Al cabo de un rato entró Alanna en la cocina y tras ella fueron llegando los compañeros de cena de la anterior noche. Ella fue proponiendo trabajos, y al final a mí me tocaron las mesas. A pesar de que hacer algo de cara al público me daba bastante pánico, pensé que aquello me vendría bastante bien para perder estos miedos y nervios absurdos. Terminé de fregar lo que tenía en las manos y acepté de buena gana la tarea de camarero.

Mientras los demás ocupaban sus distintos puestos yo fui a cambiarme de ropa, no podía atender a las mesas vestido con mis ropas de asesino. Encontré una modesta pero elegante camisa blanca entre otras ropas en el armario del cuarto donde dormí. Me harté de buscar más ropa y agarré el primer pantalón oscuro que vi. Jamás me había visto así, no parecía yo, pero todavía me faltaba algo, no podía ir despeinado. Me metí en el baño de la habitación, me empapé el cabello y con la mano me lo fui colocando todo hacia atrás. Volví a mirarme en el espejo y tras verme tan cambiado opté por revolverme el cabello y dejármelo tal y como lo tenía.

Bajé a la cocina y ya solo quedaba Alanna encargándose de la comida.

-He cogido prestada algo de ropa, espero que no suponga ningún problema.- dije terminando de abrocharme la camisa. Era incómoda. Bastante incómoda; pero tenía que aguantarme. Qué menos, me estaban dando de comer y un techo para dormir.
-Dime, ¿dónde me pongo? ¿qué hago exactamente? ¿cómo lo hago? ¿cojo papel y lápiz?- ya empezaba a ponerme algo nervioso, así que frené para no atosigarla con más preguntas.

Todos fueron eligiendo cometidos y desapareciendo poco a poco, yo seguí con los pedidos, y al rato bajó Dante, por lo visto él se había quedado con las mesas. Había cogido ropa prestada del armario de su cuarto, y aunque seguía siendo él se veía tan diferentes que no supe que pensar, de repente me giré y cuando reconocí quien era me sonrojé y empecé a tartamudear para responder a las preguntas que había logrado escuchar solo vagamente:

- Em... si, digo... no, digo...- respire hondo para dejar de tartamudear- quiero decir, que no importa.-estaba por empezar a tartamudear de nuevo, me estaba poniendo nerviosa- y... esto... digo...-empecé a tocarme el pelo como siempre que me ponía nerviosa- si..., si quieres puedes coger papel y por ahí hay pluma y tinta. Solo tienes que estar en una esquina y si algún cliente te llama acudir y tomar les el pedido, luego me lo dices y cuando lo tenga listo te lo doy y se lo llevas a la mesa.- al ponerme a pensar en el trabajo, se me pasaron los nervios, le sonreí, me lavé las manos antes de volver a empezar a cocinar y esperé los pedidos.

La barra comenzó a llenarse de varios tíos que empezaron a pedir sin parar bebida, preferentemente la alcohólica. La mayor parte de mi trabajo se reducía al lapso de ir repartiendo algo que merezca la pena beber.

Iba de un extremo a otro de la barra, con jarrones en manos, llenando y recogiendo recipientes como si fuera un autómata. Algunos también me pedían ciertas tapas o raciones. En cuanto solicitaba a la elfa alguna de estas comidas, ella me daba alguna que otra indicación, o bien me preparaba el desayuno expedido por aquellos comensales. Aparte del ruido general de la posada, sentí tartamudeos en la cocina...Creo recordar que allí, aparte de Alanna, también estaba el conocido como Dante. Hmmm, mejor sería que alejara mis narices de los asuntos ajenos.

Cuando ya el tráfico de gente ansiosa por beber se calmó, yo comencé con mi desayuno. De la cocina extraje varios tocinos con un buen trozo de pan semiduro. Me apoyé un poco en la barra desde el puesto de tabernero y comencé a mordisquear el salado tocino. Anteriormente, me fijé en que Dielf y Exodian se irían de compras, mientras que los demás nos encargaríamos de dirigir la taberna.

Una vez catado mi desayuno, uno de los clientes me pidió ron. Le serví un jarrón lleno y cogí otro para examinarlo. Mirando de un lado a otro, me fui aproximando al barril del ron. El grifo activó la descarga de aquel líquido sobre mi jarrón. Y ya sin que nadie me viera, me tragué la mitad del contenido de ron. Sí, estaba bastante bien, pero lo prefería con menos temperatura...

Mi mano temblaba, pues estab intentando controlar la tentación de llenar otro vasito...

Me dirigí junto con Exodian a realizar las compras. Por el camino, y tal como nos había dicho Alanna, iba tomando nota de todos los lugares que me parecían interesantes, y mientras Exodian los iba dibujando, ilustrando la improvisada guía para la posada. Una vez llegamos a nuestro destino, compramos una cuantiosa cantidad de productos de alimentación y bebidas. Uno solo de nosotros sería capaz de llevarlo solo, pero aun así, ayudé a Exodian a transportarlo. Una vez ya nos dirigíamos de vuelta a la posada, y con la guía terminada, un extraño elfo se me acercó:
-¿Tu eres Dielf, el semisilfo?-
-Si, ¿por qué?- respondí extrañado.
-Deberías dirigirte ha la Torre Del Oeste, ya han aceptado tu hibridación y esta va a tener lugar, para más detalles tienes que hablar con tu alquimista.
La noticia me sorprendió bastante, pero debía dirigirme hacía allí antes de que esta oportunidad se desaprovechase. Me despedí de Exodian pidiendo disculpas varias veces y le dije que comentara a todos los de la taberna mi partida, y le diese las gracias a Alanna por acogerme. Partí hacia mi destino, triste por haber tenido que dejar aquel remanso de paz, y con miedo sobre lo que podía pasar por mi hibridación, pero tenía que volver a la aventura para conseguir ideas para mis libros. Me dije a mi mismo que algún día volvería por allí.

Off Rol: DEJO POST.

despues de hacer algunos dibujos de ciertos lugares, no muy dificiles, de repente unos tipos extraños llegaron y se llevaron a mi compañero de trabajo dejándome con todo el material entre manos, volví a la posada, pedí una cerveza y me senté a la barra a recopilar toda la información que habíamos obtenido en nuestro viaje, la marcha de Dielf me había hecho pensar-llevo demasiado tiempo de vacaciones- era hora de actuar, de volver a la acción de volver a los asesinatos y a los trabajos sucios y a malvivir de estas tareas, después de todo aquella era mi vida y no esta confortable posada donde parecía que el tiempo no pasaba y desde luego no era tan duro como luchar contra los indeseable de este mundo- gracias por todo aqui os dejo lo que hemos cogido-le dije a Drag-gracias por la comida y el techo le dije a Alanna que se encontraba en la cocina, ya volveremos a vernos- y sin mediar otra palabra me fui del lugar.

dejo el tema

En cuanto me vio Alanna pareció ponerse nerviosa. No estoy seguro del porqué, pero me alegraba de no ser el único que se ponía nervioso.
Intenté prestar atención a todo lo que me iba diciendo: debía permanecer atento a tuviera listo, llevárselo al cliente en cuestión. No parecía complicado.

Me puse manos a la obra, asentí y salí; al pasar por la barra vi a Dragunov sirviendo bebidas.
Al rato ya llevaba como media docena de viajes y no podía llevar la cuenta de todos los pedidos, así que en el próximo viaje a la cocina cogería papel, pluma y tinta. Eso facilitó un poco las cosas, pero tanto viaje empezaba a cansar. Ojalá hubiera sido rápido como Dragunov y hubiera escogido la barra, se estaba bastante bien ahí.

Al rato llegó Exodian, pero solo habló con Alanna y se fue sin decir nada más. Intuí que el que hizo de cocinero la pasada noche no volvería ya.

En fin, yo seguía a lo mío, que si me detenía demasiado tiempo se me acumulaba el trabajo. Me costaba creer que Alanna pudiera hacer todo esto ella sola... suponía que no todos los días serían así de ajetreados, o eso esperaba...
Ya se acercaba el mediodía y el hambre ya empezaba a hacerse notar, sirviendo tanta comida y sin probar bocado. Me acerqué a la barra para hablar un instante con Dragunov.
-Oye,- dije llamando su atención desde el otro lado de la barra. -¿no tienes hambre? ¿Cuando comemos?-
Aproveché un momento en el que parecía que nadie necesitaba nada para entrar en la cocina.

-¿Todo bien por aquí?- le pregunté a Alanna sonriente, igual necesitaba ayuda o algo. En realidad quería preguntar por la comida, pero me daba apuro. Agarré un pañuelo y fui a empaparlo con agua del pozo, me limpié la cara con él y me lo pasaba por la nuca para refrescarme. Menudo calor pasaba con la dichosa camisa. Al volver sí que pregunté.
-¿No descansamos para comer?-

empecé a hacer los pedidos a toda marcha, comparado con hacer el trabajo yo sola esto era facilísimo. Cuando empezó a hacer más calor y vi que era medio día también comencé a hacer la comida para los que quedábamos en la posada, cuando la estaba guardando en la despensa y poniendo un pastel a enfriarse en la ventana para sacarlo todo en un par de minutos, entró Dante preguntando por un descanso. le sonreí intentando que no se me notase nerviosa y le dije:

-Un minuto, porfa.

Salí al comedor y dije con voz clara:

-Disculpen cerraremos en quince minutos, por favor vayan acabando.

En cuanto lo hicieron les dije a Drag y a Dante:

-Dejad los platos para luego, ahora será mejor que comamos y descansemos un poco, ¿os parece?

Saqué los platos a una mesa que había en la cocina y puse los cubiertos y los vasos mientras ellos se sentaban. también saqué una jarra de vino, una de cerveza y otra de agua:

-No es tan impresionante como la que hizo Dielf pero espero que os guste.- dije sentándome.

Lo que había dicho no era modestia, la taberna era conocida por la comida de aspecto y sabor casero.

El tiempo pasaba muy lento, sin embargo, compensé ese problema dando algún que otro trago al barril de la bebida. La gente entraba y salía como Pedro por su casa y esto tenía que sobrellevarlo yendo de aquí pa''llá.

Dante me preguntó que para cuándo comíamos, a lo cual yo respondí encogiéndome de hombros. Mientras haya bebida de por medio, podría aguantar medio día sin comer. La comida se sirvió pronto y la elfa se disculpó por no ofrecer una comida equiparable a la del semisilfo, que por cierto, se había largado sin dejar rastro, y similar cosa sucedió con Exodian.

Bueno, eso era ahora lo de menos, pues Alanna ya preparó la comida. El hambre me inundaba y yo esperaba la ocasión oportuna para meter las zarpas en el alimento...

Creía que tardaría más en preparar la comida, pero fue todo bastante rápido. Alanna sacó los platos a la mesa, junto a una jarra de vino, una de cerveza y otra de agua.
La comida de Alanna no tenía nada que envidiarle a la de la otra noche, por lo menos tenía buena pinta. No era un entendido en gastronomía, pero juraría que el plato era algún tipo de legumbre con pedazos de carne y alguna salsa.
Dragunov parecía inquieto por la comida, apuesto a que tendría tantas ganas como yo o más.

Nadie parecía empezar, así que lancé la primera cucharada. Las legumbres eran bastante grandes, agarré unas tres, y también agarré algún pedazo de carne con la cucharada. Me lo llevé todo a la boca y, definitivamente, no tenía nada que envidiarle al jabalí del semisilfo.

-Buenísimo.- fue lo único que dije tras tragar. Di un par de cucharadas más y bebí de mi jarra de cerveza, aunque estuviera más bien templada. -¿La posada está siempre así de abarrotada?- pregunté a Alanna un tanto sorprendido, de ser así, yo no creo que pudiese hacerlo solo.

Empezamos a comer y Dante me preguntó si la posada solía estar tan llena:

-Lo cierto es que suele estarlo, normalmente es difícil estar en todo y cuando me dejan sola aun más, por suerte hoy estabais aquí para ayudar. Gracias- les dije a ambos sonriendo.

Al acabar de comer me levanté recogiendo y mientras dejaba algunos platos en un cubo, para luego fregarlos, dije:

- Esta tarde no abriremos la posada, así podremos descansar, si queréis subid a vuestros dormitorios o como prefiráis. -ofrecí como siempre sonriente.

Cogí una bandeja y me dirigí al salón, empecé a llenarla de platos mientras la sostenía, en un momento dado, teniendo la bandeja con unos 5 o 6 platos me tropecé con una silla y me fui directa al suelo, caí de rodillas y los platos comenzaron a caer.

Me desentendí pacialmente de la charla que mantenían Alanna y Dante, pues yo estaba abstraído en mi labor. Me daba igual la habilidad del chef para hacer los platos, yo lo que quería era comer. No se me olvidó agarrar un poco de vino como bebida.

Hmmm, pensándolo con calma, este día no ha sido tan laborioso. Sí, cierto que vino mucha gente, pero me dio la impresion de que el encargado de la barra apenas tenía que esforzarse. Con estos pensamientos estaba cuando Alanna se fue al salón.

De repente, cuando finiquitaba el último de mis cuatro platos, se oyó un estruendo que me hizo alzar la cabeza. Me levanté y fui al lugar del origen de la catástrofe. Asomándome, dije:

- ¿Qué está pasando?