Parece que después de decirle al tipo ese que no iba a ir al Jardín de la paz, y que aceptaba que viniese conmigo, se había relajado y estaba un poco más despistado, por lo que en un momento que se distrajo, aproveche mi habilidad mimética para esconderme por el bosque, y dirigirme al lugar en el que debía encontrarme con Dayana. Ese lugar daba la casualidad de que era el Jardín de la Paz. No me importaba que alguien me viese con ella, pero no quería que ese tipo volviese a intentar atacarla. Cuando llegué a un pequeño lago en medio del jardín, donde la luz del sol daba de pleno en el agua cristalina, dejando entre ver los peces que paseaban tranquilos. Entonces realicé el hechizo que Dayana me había enseñado: Cogí un poco de agua entre mis manos, la dejé resbalar entre mis dedos, y mientras caían las últimas gotas, pensé en Dayana. Entonces, agachándome hasta el agua, metí la cabeza dentro, y pronuncié su nombre. A los pocos segundos sentí una brisa fresca en la nuca y levanté la cabeza. Dayana ya había llegado. Me giré y la vi, jugueteando con un mechón de su cabello azulado, mientras su piel, de color blanco con un leve bronceado marrón, reflejaba los rayos de sol, produciendo pequeños brillos. Me miró sonriendo y dijo:
-Por fin podemos hablar tranquilos Dielf. Tenía muchas ganas de verte.- se acercó a mi, y me cogió de las manos. -Tengo un regalo para ti, por tu cumpleaños- y mientras me decía esto, noté como su fuerza mágica fluía por mi cuerpo a través de sus manos, era una sensación conocida, era igual que cuando me enseño mi hechizo Blodau. De repente el conocimiento llegó a mi cabeza, y aprendí un nuevo hechizo, pasado directamente por Dayana a mi espíritu. Ahora, cuando quisiera podría transformar partes de mi cuerpo en las de un animal, pero adaptando el tamaño de estas a mi cuerpo.
-Gracias Dayana, no desperdiciaré tu regalo, y yo también estoy muy contento de haberte vuelto a ver. Pero ahora deberías irte, no quiero que te veas envuelta en más problemas.
-Puedo defenderme yo solita, pero gracias por preocuparte por mi. La verdad es que si que me tengo que ir, pero por que me voy a casar en poco tiempo.- me dijo sonrojada.
- ¿Ah si?, ¿Con quién? - le dije alegrandome por ella, si que había crecido, hasta se iba a casar, que suerte pensé, que no tiene que preocuparse por nada.
- Con un elfo del bosque, pero bueno, ya te lo presentaré, ahora me voy, que tengo mucha prisa. - Me dijo mientras se desvanecía en vapor de agua.
Me despedí de ella con la mano y continué paseando por el Jardín de la paz, meditando sobre mi nueva habilidad, mientras escribía en mi cuaderno sobre todo lo que iba viendo en ese hermoso jardín. Mientras paseaba de repente escuché unos ruidos.
Era un conejo. De repente me entró la vena aventurera y decidí irme de allí y viajar un poco.
OFF Rol: Me voy al desierto del pesar.
Dejo Post.