Ya hacia tiempo que no visitaba este lugar, ya que los últimos tres años había estado meditando en una cueva, en la costa de mas al Este de Gold, a la cual solo se puede acceder a través del Jardín de la paz. Yo, Dielf, ya estaba completamente preparado para continuar con mis viajes a través de los distintos parajes de Gold, y había decidido empezar por el sitio mas cercano a la cueva, el Jardín de la paz. Nada mas llegar, miles de aromas y colores inundaron mis sentidos; apresurado, saqué mi cuaderno y mi pluma describí en él mis sensaciones, antes de que estas se marcharan. Me adentré poco a poco entre las sombras de los bellos árboles, contemplando cada diminuta flor, cada sonido... Inspiré profundamente y me acerqué a un árbol mas frondoso, en el centro del jardín, y me tumbé apoyando la espalda contra el tronco. Desde mi posición podía contemplar un ramillete de cinco flores blancas, que inmediatamente identifiqué como Sueños dulces. De pronto mi mente comenzó a volar lejos de allí, y mi pluma corría veloz por el papel, rellenando hoja tras hoja. Así pasaron las horas lentamente.
Después de varias horas escribiendo sin parar, ya casi tenia listo un pequeño cuento, pero eso no me satisfacía, y como la noche ya caía sobre las copas de los árboles, decidí desplazarme nuevamente, esta vez en dirección a la gran ciudad.
DEJO POST.