Interfectorem el forajido: Episodio Final [Privado]

Abysso había hablado con la niña demonio, porque para mi a fin de cuentas era lo que era, y sabía perfectamente que no eran de las mejores compañías para ir, pero ahora estaba en la guarida de uno de ellos y Abysso había nombrado a dos con los que muy probablemente nos encontráramos porque había deducido que no era un lugar muy apropiado para estar. Miré hacia los lados pero no se me ocurría bien por dónde sería mejor pasar: por un lado estaba el lugar por donde habían desaparecido los guerreros en busca de demonios y por el otro algo que desconocíamos, además había que añadir que era un lugar relativamente muy cercano a la sala del trono. Ese sitio estaría bien protegido ya que representaba el poder de Averno y que lo tomara el enemigo significaba que o había caído el hermano de Abysso o que su posición en batalla era débil. Era algo que no se permitiría. Pero luego estaba también el tío de Abysso, ¿qué papel pintaba él en todo esto?

- Sinceramente Abysso, me estoy perdiendo con tantos demonios, deberías presentármelos porque sólo conozco a tu hermano y el tal...- me puse a recordar- Mors y el otro... ¿Tenebroso? - era incapaz de recordarlo- tú sólo dime: puntos débiles y si son matables- era básicamente lo que me importaba saber de aquellos dos sujetos. Y obviamente matarlos por separado para que fuera más sencillo dentro de lo que cabe.

Por otro lado seguía sin saber a dónde ir, podíamos ir a la pelea, hacia donde habían ido los guerreros, o bien tirar hacia el ramal desconocido... pensé en los perros, ellos siempre saben hacia dónde ir. Lo intuyen... lo huelen... lo sienten... eso es.
Giré la cabeza hacia Abysso con los ojos como platos con la ilusión de haber encontrado la posible solución.

- Abysso...¿los demonios podéis sentiros? Me refiero a si podéis percibir vuestra esencia como el aura o el aroma y saber quién viene antes de que llegue- y aguardé la respuesta

Estaba mirando a todas direcciones echando cabeza desde los rincones hasta los corredores, me ponía nervioso creer que podrían hallarnos allí cerca de la celda de la niña demonio, y creer que esa carita angelical en el fondo es una criatura delorkiana; y entonces a nuestra plática Alywe añade su cuestión:
—Sinceramente Abysso, me estoy perdiendo con tantos demonios, deberías presentármelos porque sólo conozco a tu hermano y el tal...
Cuando hizo la pausa creí que había visto algo o alguien y me giré a verle a la cara...
—Mors y el otro... ¿Tenebroso?— completó la oración y suspiré profundo.
—...tú sólo dime: puntos débiles y si son matables
—Pues, han de haber mejorado desde lo poco que los llegué a conocer una vez pero... Ténebri el grandote es un tonto de reacciones lentas cuya debilidad es la misma que la de un elefante, si clavas una flecha en sus tendones lo inmovilizarás bastante, pero su piel es tan gruesa que debe ser un flechazo muy hondo, un corte de espada no le sería difícil bloquear ha no ser que sea una estocada en alguna parte de su cuerpo sin músculos o hueso, sí...— expliqué volviendo luego mi atención a los pasillos —Y a Mors lo tengo en la mira, tenemos un duelo amistoso inconcluso el cual deberá convertirse en combate a muerte, es ágil y flexible, nunca supe con claridad cuál era su debilidad pero, por deducción es incapaz de sobrevivir al fuego, a la congelación, a un hachazo en la cabeza, ¡es mi karma ese bastardo!

No pasó un instante que Aly de repente me miró con los ojos de un búho y yo creí que con mi charla había adicionado uno de esos silencios incómodos, pero no, ella había estado razonando al respecto y...
—Abysso...¿los demonios podéis sentiros? Me refiero a si podéis percibir vuestra esencia como el aura o el aroma y saber quién viene antes de que llegue
—Aquí dentro no, lamentablemente todo es confuso en el plano de ese sexto sentido mientras estemos en esta Fortaleza, de no ser por Interfectorem con quien tenemos ese vínculo raro que nos permite identificar cuando el otro está cerca; deberíamos estar entre humanos para que yo pudiera notar a un demonio, así como entre demonios me es más fácil percibir tu aura como la de cualquier presa humana a la que he asechado alguna vez, lo siento.— ilustré devolviéndole la mirada dando a entender por qué estaba tan nervioso, con ella cerca había cierta posibilidad de que alguna clase de demonio siervo de mi hermanastro tuviere la posibilidad de sentirla como podía yo.

De imprevisto unos pasos acelerados paralizan nuestra conversación y recién en posición defensiva me percato de que son Othara y Blake...
—¡Tenemos serios problemas!— agitado informó el draconiano.
—Blake pudo anular a la mitad de los hechiceros Oscuros que en estado vegetativo le dan vida a este lugar pero...— continuó la asesina.
—¡Mors! ¡Nos encontró el bicho blanco y...!— quiso resumir el escamoso.
—¡Ya cállense! ¡A ver! Arpía, en esa celda está tu hermana, lo mejor será que ni bien esté fuera de esa celda aproveches la disputa entre los soldados interfectoristas y los campeones religiosos, ¡Blake! por ese pasillo tienes algunas riquezas con las cuales cobrar tu deuda así que...
—¡No Abysso!— me interrumpió el joven dragón —Vengaré a Perro, los ayudaré en ésto, para empezar abriré esa puerta convirtiéndome en mi forma original.
Le tuvimos que abrir paso al encapuchado y sus ropas se disolvieron como espejismo en su cuerpo que creció rápido hasta esa apariencia de lagarto superdesarrollado, ¿cómo saber cuántos respiros teníamos antes de que Mors se apareciera? tal vez llegaría él solo por pedante que es aunque si aún no estaba aquí es porque Ténebri lo acompaña, ¡gracias a Darhaler que estos dos no encontraron durante su huida!

—¡Hermanita, soy yo!— expresó la niña.
—¡Aléjate de ese rincón que un dragón destrozará la puerta lo suficiente para que pases!— advirtió la asesina neurótica por la salud de su pariente. Yo sólo me quedé mordiendo la mitad de mi labio inferior con un ojo entre abierto y el otro bastante más, dejándole un vistazo veloz a la pícara y por poco declarando "Nos vemos en el mundo de los muertos" con dicho gesto a la vez que retrocedíamos para presenciar el coletazo de nuestro aliado.

La verdad que agradecí que Abysso me dijera que con tanto olor a demonio fuera complicado saber quién venía o dejaba de venir, pero lo que no fue un alivio es que yo si fuera fácil de localizar así como los que no tenían sangre demoníaca que corriera por sus venas.
Un ruido me sobresaltó y me coloqué en una posición algo pobre de defensa a causa de haberme pillado desprevenida, por suerte sólo era Othara y Blake que se habían vuelto a reunir con nosotros. ¿Sería por mi olor? Ahora si que estaba emparanoiada. El caso es que las noticias que traían era si cabe más divertidas, el tal Mors venía en pos suya y no sabíamos de cuánto tiempo disponíamos hasta que se apareciera en nuestra posición.

Abysso sugirió a Blake que se hiciera con su parte de la recompensa pero éste estaba movido por el deseo de venganza a Perro y decidió que lo más fácil sería hacerse en su forma original, como dragón, me aparté lo que el espacio me dio y Othara avisó a su hermana para que se guareciera en un lugar seguro y no le cayeran piedras o escombros cuando Blake derribara la puerta o bien de un coletazo o de un zarpazo.

La verdad que contra Mors, un dragón era bastante mejor a cuatro individuos humanoides, por lo menos no tendría todo el espacio que quisiera para lanzarnos cosas pero nosotros podíamos aprovechar para hacerlo como si fuéramos pulgas que van de un lado a otro sin que los animales sean conscientes de por dónde realmente se están moviendo.

- Me colocaré debajo suya, soy rápida y podré esquivar sus maniobras y evitar sus pisotones o golpes- le dije Abysso señalándole la parte de entre las patas delanteras de Blake. Desde ahí podría lanzarle flechas a los ojos o a las zonas más carnosas de Mors e incluso arriesgarme a cortarle algún tendón en las piernas o tras las rodillas y volver a guarecerme bajo el dragón. También tenía pensado que si por lo que fuera Blake se caía poder pegarme a un lado de la pared para no ser aplastada.

Spoiler:

—Ahí están Ténebri.
—¡Morsog, están liberando a la pisionera, por un demonio!
—Olvida a esa escoria, ya tenemos a Abysso, encárgate del dragón traidor que ustedes dos estarán igualados en fuerza; yo haré papillas a los otros dos, Arpía las pagará luego.
—Buena idea, Morsog.
—¡Ya no me llames así, maldita sea!

El dúo vasallos de Interfectorem tenían en la mira a los intrusos, venían con tres soldados de élite los cuales perseguirían a Othara sin más opciones; en cuatro patas el elástico Mors se lanzó al ataque contra Abysso más que centrado en Alywe, para Abysso era una revancha épica y al vasallo no le importaba asesinar al paliducho pese a que sus órdenes eran otras, confiado aún siendo que podría enfrentar a dos contrincantes al mismo tiempo. El invulnerable colega chocaba como una gigantesca maza contra Blake en su estado dragón, sería como "un duelo de titanes" a ojos de cualquier capra, humano, o elfo promedio. —¡Aly, atrás!— ordenó antes del impacto el draconiano interponiéndose para que ella no recibiera tal choque; estos dos seguidores de Averno habían tomado por sorpresa a los cuatro aliados, no esperaban al demonio "bola de músculos" a la par del flexible blanquecino y las estrategias se desvirtuarían en ese sitio tan incómodo.

Spoiler:

—¿Lo sientes tío? la Fortaleza ha perdido gran parte del poder que estaba siendo sostenido por los hechiceros esclavos
—Tú también no estás tan vigoroso como hacía un instante, Averno.
Llegaban al a la Sala Trono por un camino distinto notando que las cosas no iban muy bien pero...
—No importa tío, sólo mírame, aún estoy tan impresionante como un dios— esclareció Interfectorem encendiendo una llama verde con su mano mientras ostentaba la gruesa armadura que tanto demoró en ponerse.
—No te confíes, ¿recuerdas lo que pasó la última vez que fuiste así de pedante?

Spoiler:

—Tú no eres la armadura, cuando te encuentres con tus rivales extermínalos de primera.
—Menos a Abysso, ¿eh? el Trono sigue intacto, aún podemos hacer el ritual.
—Por como vamos de tiempo, sobrino, de ser necesario también deberías eliminar a tu hermanastro— explicó pensando en su propio bienestar más que nada.
—Ya veremos, ya veremos, depende de que tan divertido se ponga todo y... hablando de 'depender' ¿¡Dónde demonios están Ténebri y Mors!? se suponía que ellos dos estarían en la Antecámara de Forja custodiando que los hechiceros esclavos no dejaran de canalizar la energía vil por los cristales ¡Mierda!
—¿Sabes qué? comenzaré a preparar la Mesa-Ritual, tú ponte en posición y déjate de histeriquear, te necesito enfocado Averno, ¡enfocado!
—Sí sí, "enfocado" ... "enfocado" ... me estoy aburriendo de todo ésto, mataré a todos si me sigo estresando, estresando, estresando, eszzztrezzando, que palabra tonta... "estresando" ¡¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAA!!
—Ay mierda contigo— concluyó Decipiat el tío susurrando en muy bajo tono de voz mientras comenzó los preparativos, confiado de que Abysso pisaría el Trono pronto.

Los cristales que se hallaban en cada pared del astillo parecía que perdían su sobrenatural brillo, como si poco a poco fueran privados de su fuente de energía, eso podría bien ser que como yo les había pedido, habían acabado con aquellos que estaban alimentando el conjuro del castillo o bien, alguien había extraído toda la energía de aquellos recipientes cristalinos, aunque de ser así, hubiera podido comprobar que hubiera sucedido algo, lo cual no pasó.

Quizás la diosa fortuna había decidido brindarnos una oportunidad, puesto que en un momento dado, durante mi incansable recorrido, pude percibir perfectamente el estremecimiento de la estructura, como si hubiera sido sacudida por una carga de asedio. Dragones, hombres, un asalto. Parecía que no éramos los únicos que poseíamos el conocimiento de la existencia de este lugar, para bien o para mal, dependía de los motivos de este nuevo ejército atacante. Un muro cayó, dejando ver un abismo, nos encontrábamos en un sitio bastante elevado, o tal vez nos encontrábamos en la cueva más grande y más profunda que jamás haya visto. Daba igual.

Para bien o para mal, tal vez venían para derrocar al tiránico señor de la fortaleza y reanudar la armonía, o quizás podrían intentar hacerse con sus poderes creando a un nuevo tirano. Todo daba igual, de una manera o de otra, me facilitaba el trabajo de crear una distracción para ayudar a mis compañeros mientras que a mí me ponía en una situación difícil, si me confundían con una de las mascotas de Interfectorem supondría que tenía que lidiar contra dos ejércitos al mismo tiempo, cosa que no me hacía ninguna gracia.

Batallas, disputas, el ruido del metal contra el metal, el choque de espadas contra escudos y armaduras, todo ello mezclado con los gritos y quejidos abismales de ese lugar propio de la pesadilla de un demente, un ruido infernal que resonaba en mi cabeza causándome un malestar y unas ganas de dejar de escuchar aquello, volver al silencio. El sonido se expandía por los pasillos como un eco lejano, todo era caos en los corredores, cuerpos esparcidos por el suelo, charcos de sangre, miembros de distintas especies, humanos, criaturas avernales y exóticas, torsos desmembrados y algún que otro incendio causado por volcar algún recipiente que contuviera fuego.

Los olores, los sonidos, la vista, todo era horrible, nunca me había gustado las guerras, pero a lo largo de mi existencia he podido comprobar que es la otra cara de la moneda, para mantener el equilibrio, guardar la armonía, uno debía luchar, contra ejércitos o contra uno mismo, por su pueblo, por los seres que quería, la destrucción y la creación, estamos muy ligados a las dos. Pero aunque lo hubiera aceptado no podía evitar que al ver aquello se me estremeciera el cuerpo y se me hiciera un nudo en la garganta, solo podía pensar en mi objetivo, ignorar todo lo demás.

Si me cruzaba con algún grupo o patrulla en una lucha contra los asaltantes, pasaba al lado de ellos sin dejarles tiempo a reaccionar, saltaba por encima de muchos y me impulsaba en las paredes, todo ello para evitar un combate del que no saldría vencedor.

Por fin llegué, ante unas infinitas y gigantes escaleras que con casi toda seguridad conducirían a Interfectorem, a Averno, realmente daba igual como lo llamara, puesto que un nombre no cambiara a la persona. Subí raudo para encontrarme en el último escalón a una última fila defensiva, cinco soldados, en un pequeño pasillo con la enorme puerta doble de la sala del trono en el fondo, detrás de una línea de soldados armados con escudos y lanzas mientras situaban estas en mi dirección.

Tenía que pasar y ellos no me retrasarían, si hacía falta me los llevaría por delante. Agaché la cabeza mientras me preparaba, dirigí mi mirada a cauda uno de ellos mientras tensaba todas mis patas, como si me hubiera convertido en un toro, con una pata la movía hacia delante y hacia atrás, como si fuera a cargar para después dar un feroz rugido y comenzar con los pelos de mi cuerpo erizados aumentando mi volumen haciéndome más grande de lo que era. Sacaba la lengua mientras enseñaba los colmillos, todo ello para conseguir infundir el temor que necesitaba en sus corazones.

Era un duelo de aguante, quien bajaría la guardia primero, en el centro, bajo el casco se podía apreciar un rostro joven, temeroso, lleno de duda, y en un momento dado, gané. Rompió la formación alzando la pica y dejándome una grieta que atravesar, me abalancé sobre ellos tirando a algunos con mi cuerpo mientras otros intentaban darme estocadas pero fallaron, dándome a mí la oportunidad de continuar hasta la gran puerta, la cual me incorporé y mientras caminaba sobre dos patas, apoyé una en la unión de las puertas, en la grieta en las que se juntaban.

Cargué todo mi peso sobre aquella extremidad y descargué echándome hacia atrás mientras las puertas se habrían de par en par chocando contra las paredes mientras me adentraba en el lugar y retomaba mi forma humana que seguía cansada, pero no lo suficiente para impedirme andar o hablar.

-¡Interfectorem, he recorrido este lugar de locura y demencia, desde los calabozos hasta el trono, buscándote! ¡Mi nombre es Alby, Alby Rocnus, líder de los buscadores! ¡Y soy un licántropo, aquel que extrae el poder de la luna y por ello me entrego a ti! ¡Mi vida a cambio de la de Abysso y sus compañeros, déjalos ir y te daré aquello que necesitas, al completo, no parcial como sucedería si emplearas a tu hermano! -tenía que convencerlo, llevarlo a donde quería que llegara, a que me usara para el ritual, para cumplir lo que había pensado hacer, absorber los poderes del astro que reina en la noche para así poder derrotarle- ¡Yo puedo extraer toda la energía que necesitas y más, a cambio de la vida de mis compañeros!

Extendí los brazos a los lados, esperando que en momentos como estos mi labia y mi diplomacia no fallara con aquella criatura demoniaca, por el bien de mis compañeros y el mío, no podía fallar, o al menos, debía ganar el suficiente tiempo como para que el hechizo se rompiera y comenzara a restaurar mis poderes y mi energía. Me costaba caminar y más mantener en pie por lo que en determinados momentos tenía que inclinarme y apoyarme en mis piernas para no caer al suelo, podía ser una vista patética, pero era signo de cuanto había luchado en mi camino al trono, y eso seguramente lo viera aquellos seres.

(perdon por tardar)

El impacto entre Blake dragón y el demonio fue brutal, hice lo que pude por esquivar y obedecer la orden de Blake, estaba claro que no quería morir aplastada y menos por un aliado, eso sería demasiado triste, no me imaginaba una esquela que rezara algo así de mi, de ningún modo.
Me aparté pero cuando entrechocaron fue inevitable que me llovieran piedrecillas y algo de arena y polvo entrara en mis ojos, palpé con las manos las paredes y me fui agachando con tiento al suelo, abría lo poco que podía mi ojo derecho para guiarme y al menos poder evitar un segundo empellón.

Cuando me encajé entre unas rocas hice que me lloraran los ojos y me los sequé bien con la manga, sacudida previamente para no meterme de nuevo esquirlas. Sería lo que me faltaba. Cogí mi espada y me recoloqué de nuevo, esta vez por detrás del demonio, puede que fuera una locura, pero creo que si le daba la espalda a Blake tenía mucho más que perder y yo mucho que ganar, puesto que me sentía como un ratón. Blake tendría el tiempo suficiente para atacarle por detrás antes de que me pudiera hacer ningún daño mortal.

Cogí mi espada y apreté de los gavilanes con toda mi fuerza insertando en su tobillo hasta la mitad de la hoja, con suerte se insertaría en un tendón y lo dejaría medio cojo.

—¡Oye, eso es trampa!— comenté al ver que mi clon-títere no fue mayor amenaza para la embestida de Mors.
—¡Para mí todo vale!— me respondió sin dejar de atacar entre piruetas y desplazamientos corporales anatómicamente impredecibles para mi defensa.
—¡Aly, me vendrían bien tus manos aquí!
—¡No metas gente en lo nuestro! ¡¿Quién es tramposo ahora!?

—¡Interfectorem, he recorrido este lugar de locura y demencia, desde los calabozos hasta el trono, buscándote! ¡Mi nombre es Alby, Alby Rocnus, líder de los buscadores! ¡Y soy un licántropo, aquel que extrae el poder de la luna y por ello me entrego a ti! ¡Mi vida a cambio de la de Abysso y sus compañeros, déjalos ir y te daré aquello que necesitas, al completo, no parcial como sucedería si emplearas a tu hermano!— dijo Alby al presentarse cara a cara con Interfectorem el forajido.
—Vaya, vaya, parece ser que la fiesta tenía otro anfitrión para presentarme— contesta el demente.
—¡Yo puedo extraer toda la energía que necesitas y más, a cambio de la vida de mis compañeros!

—Escúchale sobrino, parece ser una oferta interesante, tan sólo huele su brillosidad.— intervino Decipiat colocando un bastón frente a las rodillas de Interfectorem como prediciendo lo que el apasionado forajido estaba por hacer.
—Maldita sea tío, ¿que no ves que insultó la belleza de mi fortaleza improvisada? este ha de ser uno de esos que cree que estoy loco.
Decipiat al oir las palabras de su sobrino puso cara de "¿Y... que no estás loco acaso?" casi como diciendo "Si no fuera por mi asesoría estarías muerto", pero sólo lo pensó, no podía decirlo por el bien de sus fines egoístas y el plan personal; el diplomático demonio sangre pura debía tragarse toda la rabia de saber que de no ser por él Averno hubiera matado a más de mil contando a sus aliados, que jamás hubiera llegado a Abysso ni establecido una base intoxicada de los Cristales Rojos, ¡y estaría conversando con rocas y cadáveres por horas, perdiendo el tiempo!
—Interfectorem, no tenemos nada que perder, ¡cohíbe tus impulsos un momento! Podrás hacer lo que desees cuando te conviertas en un semi dios artificial.
—¡¡Aaaaaahhhh!!— lleno de ira gritó con indignación el demente rompiéndo la enorme mesa de roble de la sala con una patada que la mandó a volar contra las estatuillas de marmol en una esquina, continuó con las armaduras y objetos decorativos al tanto chillaba agudo como un lunático combinando sus cuerdas vocales en un coro de tres voces diferentes... Decipiat se cruzó de brazos mirando al mago blanco casi avergonzado por ese intermedio en el cual se estipulaba una pequeña espera inevitable, se tomó del caballete con sus dedos índice y pulgar al ver que la cosa tardaría más de treinta segundos y se frotó los párpados incomodado por la engorrosa situación.
—Oye, tienes razón tío...— repentinamente al minuto y algo expresó Interfectorem con voz calmada y amistosa volteándose a mirar al mago Rocnus.
—...¿qué propones Alby? detállame tu oferta.

El gesto facial helado del tío fue el producto de tal remate reflexivo en su sobrino, lo que menos le preocupaba eran los dogmáticos Campeones intentando invadir la fortaleza pero, el tiempo marchaba y cada grano de arena lo alejaba de sus objetivos, si sus soldados perdían muchos minutos con los guerreros religiosos pronto no tendría refuerzos para cualquier imprevisto relacionado a Abysso y todo acompañante que fuere una amenaza. Para colmo de su tranquilidad la Fortaleza tenía ya casi a todos los aliados de Averno en la entrada luchando, pronto sólo podría rezarle a los vasallos fieles a su sobrino y... vaya confianza.

Los movimientos de Ténebri aunque torpes eran pesados, bruscos y llegar a sus tendones con tantos sacudones no era fácil, cuando sintió a Alywe herirle manoteó hacia atrás como de pasada sin querer perder la concentración frente a Blake quien no tan bueno como él en combate al menos tenía un tamaño considerable bastante trabajoso de soportar.
—¡No eres rival para mí, dragón! ¡Ni tú ni tu roedor mascota escurridizo!
—¿Y por qué tu cara se ve tan preocupada y fea?— se burla Blake intentando desequilibrarlo con las garras para tomarlo con las fauces, pero esos puños eran como mazos de acero y le estaban ablandando la quijada escamosa en cada descuido; el lugar de duelo era muy angosto para lanzar llamas, podía llegar a chamuscar a Abysso o a Alywe con sólo cometer un error... sin dudas estar en forma dragón le había restado considerable movilidad allí, sus zonas blandas (pecho y abdomen) estaban en peligro y lo sabía, por suerte la pícara estaba recortando los tiempos de repuesta del rival al dividirlos entre dos atacantes.

Ante mi vista se libró un leve enfrentamiento verbal entre mi objetivo y un acompañante presente, podía escuchar su conversación pues aunque la sala fuera grande, el eco y el vacio me ayudaban a poder oírles. De no ser por la intervención de este segundo sujeto, el demoníaco señor de este castillo de locura se hubiera abalanzado sobre mí, lo que me hizo fijarme más en ese pequeño hombrecillo comparado con el corpulento aspecto de su “sobrino”.

Habían tenido una conversación, habían mencionado algo de convertirse en un semidiós artificial, lo que me hizo suponer que aquel desconocido también estaba envuelto en aquello, sus habilidades para manejar al demonio, su habla que denotaba manipulación y sus conocimientos mostrados me hicieron sospechar que posiblemente estaba ante el cerebro de la operación, el titiritero que movía al brazo ejecutor, Interfectorem.
El cual se comportaba ahora como un niño impulsivo y caprichoso, demostrando una gran brutalidad y violencia al empezar a romper y destrozar el mobiliario de la sala, no, él no podía haber planeado esto, al menos no sin ayuda, él simplemente era el cuerpo, el carnicero que obedecía al maestro, aquel extraño individuo, aunque claro, todo eran suposiciones infundadas en una sola conversación, pero era lo suficientemente sólido como para que le pusiera un ojo encima a aquel hombre.
Pero el demonio ya se había tranquilizado y para sorpresa de su “tío” parecía haber entendido y aceptado su decisión de escucharme, por lo que me miró y me pidió que detallara mi oferta, todo ello acompañado de un tono amigable, impropio de alguien que instantes antes había estado a punto de atacarme y había destrozado media sala. Pero era mi momento, era la hora de que saliera a escenario, como en una obra de teatro, tenía que recitar mis líneas acompañadas de los gestos y expresiones, era fundamental, si causaba otro incidente no sabría cuanto podría impedirle la embestida por parte de Averno su tío.

La sala se sumió en el silencio mientras yo me humedecía los labios resecos y me aclaraba la garganta que me raspaba, había pasado tiempo sin beber agua, después de aquello la necesitaría urgentemente. De fondo, como había pasado por los pasillos, se escuchaba el sonido de metal contra metal, de escudos y espadas, gritos de dolor y piedra derruyéndose, mientras en el exterior se libraba una batalla, un asedio, nosotros permanecíamos sumergidos en nuestros asuntos, como en una burbuja.

-Mi oferta es la siguiente, escuchad con atención pues se nos agota el tiempo y la luna no espera a nadie: Dejad libres a Abysso y a Alywe, su acompañante, retirad a cualquier soldado, bestia o criatura que les esté dando caza ahora por los pasillos, dejadles escapar, que abandonen el castillo sanos y salvos.-No había mencionado a Blake ni a Othara pues el nombrarlos podía ser una confesión de su traición lo que les podría ocasionar más problemas de los que se podrían encontrar ahora, puesto que las traiciones podían pagarse muy caras. Una vez explicadas mis demandas pasaba a sus beneficios- A cambio de eso, yo sustituiré a Abysso en el ritual-agaché la cabeza mientras extendía mis brazos a los lados y me arrodillaba terminando con las dos rodillas tocando el suelo.

-Yo soy licántropo, puedo absorber mejor, nutrirme de la luna más de lo que podría hacer él o cualquier otro demonio, ¿No era lo que queríais? ¿Un recipiente en el que almacenar toda la energía recogida de la luna para después consumirlo? No es difícil de averiguar si uno lo piensa detenidamente, tú mismo me lo hiciste comprender, Lord Interfectorem-dije mientras esbozaba una sonrisa burlona, imperceptible para ellos al estar yo mirando al suelo- Un ritual en el que necesitabas a otro demonio para que absorbiera energía para luego consumirla ¿No es así?

-Esto es lo que os propongo, os entrego mi vida por la de mis compañeros y la de los demás presos, después de que te conviertas en un ser más poderoso podrás hacer cuantos quieras. Usadme para el ritual, un licántropo está más ligado a la luna que un demonio, haced conmigo lo que queráis- esperaba que mi plan saliera fructífero, hasta este punto no había mentido, puesto que no iba con mi actitud el mentir, simplemente, no decía toda la verdad, no decía mis verdaderas intenciones al ofrecerme yo, había dicho la verdad, pero era una verdad a medias. Las cartas estaban repartidas, yo las había echado, ahora todo quedaba en manos de la diosa suerte y caballero del destino.

—Esto es lo que os propongo, os entrego mi vida por la de mis compañeros y la de los demás presos, después de que te conviertas en un ser más poderoso podrás hacer cuantos quieras. Usadme para el ritual, un licántropo está más ligado a la luna que un demonio, haced conmigo lo que queráis— dijo Alby el mago al demente forajido.
—¡Guardias! ¡retírense ahora mismo y busquen a los que vinieron con él! Mors sabrá qué hacer.— contestó Interfectorem dirijiendo sus palabras a los guardias que venían tras el Mago Blanco como accediendo a la oferta de éste, al quitarlos del medio a sus hombres ahora sólo quedaban el lunático con su tío y el sustituto de Abysso. Los tres en esa enorme sala del trono.

—Ya no podemos seguir esperando, la luna llegará a su posición y allí estará en un auge que no podemos perder; Rocnus, allí están los grilletes contra la pared, si te acercas los trasgos harán todo el trabajo... y cuando esté inmóvil, Averno asegúrate de traerme aquél talismán, aquellas runas y el baúl.— explicó con tono apurado y ansioso el noble Decipiat mientras con la mirada se aseguraba que los trasgos estuvieren saliendo de sus madrigueras para cumplir su propósito...

Spoiler:

—No impacientes a mi tío, hechicero, cumple tu parte y cumpliremos la nuestra— enseguida agregó Interfectorem que ahora se le veía más calmado, serio, ya no tenía la cínica expresión en el rostro que venía emanando desde hacía horas; de seguro olfateaba en el aura de Alby Rocnus algo que le daba mala espina, pero no sabía qué puesto a que repudiaba por igual a todos los centelleos luminosos interiores de cualquier criatura de Luz... y aún confiaba en el fervor que corría por su sangre, el cual sería mayor de no ser por que ahora tenía menos hechiceros Oscuros permitiendo el flujo de energía infernal por los cristales. De alguna forma sospechaba Decipiat que Abysso quería tenderle una trampa a su hermanastro, pero sólo eran especulaciones, por las dudas sus nervios estaban latiendo, y más ahora que comenzaría el ritual con un elemento nuevo e imprevisto, un recipiente el cual no era el pronosticado para esa noche, y tal vez le tomaría un poco más de trabajo y concentración darle forma a su alquimia demoníaca.

—¡¿Por qué rayos tú no te fuiste con tu pelotón, soldado inútil!?
—M-mi-Milord, el escuadrón del nivel cuatro descubrió a Othara escapando con la rehén...— se justificó el militar de Averno exponiendo esa información pero temblequeando asustado.
—¡Esa arpía traicionera y sin devoción! ¡Cuando terminemos aquí la iremos a...!
—Eso no es todo mi Señor, Blake la ha ayudado según suponen los trasgos de los corredores inferiores.
—A ese no lo dejen escapar ¡Mátenlo ahora mismo sin titubear! ¡¡...que yo estoy ocupado aquíiihh!!— el forajido en ese instante perdió la calma que al principio había alcanzado, odiaba que existieran personas capaces de aludir su persuasión amenazadora casi mágica.
—¡S-ssí sí Milord!

Pareció que mi propuesta era aceptada puesto que ordenó a los guardias que había dejado atrás, que ahora se aproximaban para arrestarme ahora los mandaba a retirarse y buscar a mis compañeros, además de añadir que un tal Mors sabría qué hacer, seguramente sería uno de sus lacayos y subordinados, quizás uno de sus generales o sus guardaespaldas, realmente daba igual, lo único que importaba ahora es que mi plan saliera como esperaba.

El tío retomó la conversación, me indicó donde debía situarme después de comentar que no debíamos perder más tiempo ya que la luna pronto llegaría a su auge, yo simplemente me tendría que acercar a los grilletes y los trasgos sirvientes se encargarían del resto. No me fiaba mucho de este tipo de criaturas, eran bromistas, traicioneras y si llegaban a reunirse en un grupo numeroso podrían resultar peligrosas, pero realmente, de esta sala no me fiaba de nadie, solo de mi mismo. Caminando tranquilamente avancé a la pared indicada mientras escuchaba y miraba a Averno por el rabillo del ojo el cual me decía que no impacientara a su tío, que cumpliera mi palabra y ellos cumplirían la suya.

Pensándolo, entre guerreros era normal la llamada “palabra de honor”, cuando se realizaba un acuerdo, si una de las dos partes incumplía el trato acordado, se le repudiaba y tachaba de deshonor, era despojado de cualquier signo de honor y reconocimiento además de que su palabra pasaba a resultar insignificante y vacía. En este caso, sabiendo como de violentos podían llegar a ser algunos demonios (Como Interfectorem) el castigo por una deshonra podría resultar mucho peor que el de los humanos, los elfos o incluso los enanos.

Eso no quería decir que confiara en Interfectorem, puesto aunque no cumpliese su palabra, si el ritual resultaba como yo esperaba, no tendría tiempo de acabar con mis aliados puesto que estaba dispuesto a proporcionales de cuánto tiempo necesiten. Por fin llegué a la pared, dos cadenas nacían de la pared y caían pero al no ser lo suficientemente largas, quedaban suspendidas en el aire, mire a los trasgos los cuales se acercaban lentamente y me miraban con algo de temor y duda, tal vez estuvieran oliendo mi esencia magia, la luz.

Me giré, coloqué las piernas separadas y los pies alineados a mis hombros, doble los brazos y los levanté colocando los antebrazos y manos señalando al techo mientras mis codos miraban a los extremos de la sala. Las criaturas verdes se movieron rápidas siguiendo las órdenes de los señores demoniacos, cogieron los grilletes del suelo y me los colocaron en los tobillos mientras que otras dos treparon por la pared y recogieron los otros dos para ponérmelos en las muñecas.

Mi semblante era serio y sin expresión, carente de emoción, frío como el hielo, puesto que mi mente me recordaba que no era la primera vez que me habían encadenado, tiempo atrás, por mis propios compañeros, en la ciudad que me vio nacer, encarcelado por un crimen que no cometí. Esta vez era diferente, me había entregado voluntariamente para conseguir mis propósitos, derrotar al enemigo que posiblemente pondría en peligro cientos de vidas y eso no me gustaba nada, debía evitarlo, tenía que vencerlo y conseguir destruir esta tenebrosa fuente de oscuridad, para evitar que aunque Interfectorem desapareciera, vinieran otros tras él para reemplazarlo. Siempre se repetía la misma historia, se puede matar a un tirano pero ten por seguro que por cada dictador aparecerán diez más.

Había que cortar el problema de raíz, para evitar que la planta no volviera resurgir. Y eso suponía acabar con este sitio, donde acumulaba a sus ejércitos y su poder, esos cristales, esas criaturas.

Mientras reflexionaba no pude evitar oír la conversación que tuvo mi objetivo con uno de sus soldados, que había llegado para enviarle un mensaje, de que Othara y Blake lo habían traicionado y estaban ayudando a los rehenes, tarde o temprano se enteraría, de habérselo dicho yo simplemente hubiera adelantado esa reacción. Ahora la vida de esos dos recaía sobre mis compañeros, les había proporcionado una ventaja, ahora eran ellos quienes debían aprovecharla, esperaba que al alocado demonio pálido, Abysso, y a su mestiza compañera idearan algo con lo que escapar junto a los dos traidores. Sería un enfrentamiento triple, yo contra Averno y posiblemente su tio, Abysso y Alywe contra los soldados para escapar y salvar a Blake y Othara. Por ultimo, el ejercito asediante contra las tropas de Averno.

Si bien le había pedido una mano a Aly para enfrentar a Mors ante la desventaja que acarreaban mis hombros, la entendía, Ténebri era un rival duro de frenar y el tamaño de Blake en su forma dragón obligaba al demonio musculoso a moverse intensamente... tal vez el draconiano la necesitaba más que yo ahora, ¿pero cómo estar seguro de eso si en lo único que podía pensar era en los afilados ataques de Mors? este sujeto se escurría entre mis ataques con su anatomía semi amorfa, destrozaba mis tentáculos con sus manos en forma de cuchillas, ¡su habilidad era una verdadera molestia donde-y-como sea que la haya aprendido!

Para no estorbar el poco espacio de Blake me empecé a alejar de ese sitio por el corredor que llevaba hasta el trono, arrojaba todo lo que encontraba sobre mi rival... armaduras y antorchas, cadáveres y restos de escudos o pared, lo que sea que me encontrara. La verdad no estaba avanzando muy rápido, él era bueno combatiendo y yo no, tardaría mucho en llegar a la habitación del Trono así que torcí mi rumbo dirección a las cámaras por las que seguro hallaría a los hechiceros Oscuros cautivos que estaban dándole fuerzas a estos cristales rojos de mi hermanastro... y sí, era mejor plan, si de alguna manera entorpecía el accionar de esos brujos la Fortaleza perdería su toque encantado, el maleficio se diluiría poco a poco hasta convertirlo en un simple escondrijo gigante en ruinas; tal vez antes perteneció a alguna secta de dragones, los símbolos que he estado viendo me dan a entender que este lugar perteneció a un clan de dicha especie.

Me estaba cansando de Mors, cuando me defendía me golpeaba y cuando huía me alcanzaba, él parecía ni sudar, ¡el maldito respiraba como si estuviera en un simple juego de mesa! A su lado me sentía un asmático y pronto quebraría mis evasiones. Debía lograr algo pronto o sería mi ruina.
Decipiat ya había comenzado a emitir sus conjuros, la luz de la luna ahora en posición fue desviada por unos espejos, reliquias plateadas y cristales hasta llegar a iluminar a Alby; mientras, Averno usaba su habilidad de absorber energía sobre las runas: ésto provocó que despidieran cierta brillosidad que combinada con ese haz lunar que tocaba al mago blanco encendieren el efecto de los amuletos ya posicionados alrededor de él.
—Es verdad sobrino, está funcionando, ésto será mejor de lo que planeamos para Abysso.
—Más te vale que sea un poder mayor al que sería con Abysso como recipiente, tío, por tu bien.

Sir Decipiar continuó:

Ina nanna elenu
Su wussuru... ebebu
Annu bitum bassu mulki mala!
Damu! Damu! Damu!

Sunu mitu parasu
ana-simtim alaku!
Annu kia innapi
Annu kia innapi!

Alla Xul
Dingir Xul
Gigim Xul
Gidim Xul
Mulla Xul
Uggae uruku!
DUMUZI
EBABBAR
GIBIL
Alla Xul
Dingir Xul
Gigim Xul
Gidim Xul
...

Las esculturas en los techos e imágenes en las paredes llenaron sus ojos cristalinos con un raro resplandor que pasó del brillo lunar a uno rojizo como de sangre. Sólo pasaron dos minutos y ya los artefactos que rodeaban a Alby Rocnus le bañaron con rayos sólidos que parecían electricidad a simple vista...
—¡Se acerca mi ascenso tío, puedo sentirlo, como salido directo de la luna el Poder Divino ha llegado a esta habitación y aquí estoy para recibirlo— eufórico expresó Lord Interfectorem con sus brazos extendidos y sujetando los elementos rúnicos, en su cara de maniático se podía advertir que en pocos minutos más él al fin obtendría toda esa energía que latía por las paredes hacia Alby, de una sola vez aumentaría sus habilidades infernales hasta convertirse entonces en aquello que Decipiat le profetizó.
—¡Prepárate a morir humano!— pausó su conjuro para avisarle al encadenado que sería sacrificado (en lugar de Abysso) en nombre del "nuevo dios" Interfectorem, finalmente así podría darle conclusión a ese espectáculo de luces y relámpagos. Ya el forajido soltó las runas que con una daga en mano saboreaba su ascensión poniendo en la mira el pecho de Alby y listo para absorber su vitalidad como lo hace Abysso con sus víctimas.

(perdon por tardar! encontre trabajo y tengo practicas a la vez -.-)

Abysso me había pedido ayuda, cuando saqué la cabeza miré hacia su posición, ¡error! golpe en la cabeza, pero no supe de si había sido Blake o el demonio, intuí que Blake, porque de haberme dado el demonio habría ido a matarme y no darme un capón. Intenté llegar hasta él, pero era imposible, podría morir aplastada por Blake o que el otro bicho aprovechara para atacarme por la espalda, así que decidí quedarme allí.
De hecho, eso de llamarme ratón no me gusto ni un pelo... ¡se iba a enterar con la ratoncita!

El demonio estaba aprovechando el atasco de Blake para golpearlo sin tregua y herirle en su parte más blanda, el abdomen. Debía encontrar el modo de ayudarle, aunque resultaba complicado. Ya le había atacado en el talón pero ahora debía pensar en otro punto, eché un vistazo de abajo hacia arriba... bingo... el hueco de los oídos... y yo tenia un arco y tres flechas, por suerte (y no es que me alegrara mucho) estaba demasiado entretenido con Blake como para moverse demasiado, porque ya lo estaba atrapando entre sus fuertes brazos. El suelo temblaba bajo mis pies, temía que se fuera a ir hacia abajo, no me fiaba de la mano de obra y la ingeniería goblin o vasallos viles similares. Muestra de ello era que de la pared se asomaban pequeñas raíces que habían sido cubiertas por las buenas, desde luego entre cristales y plantas eso no duraría demasiado ni sin ataques.

Sorteé los obstáculos que se me cruzaban como piedras o baldosas, así como me cubría la cara para evitar que me entraran esquirlas en los ojos, ahora necesitaba toda mi visión y si podía encontrar un sitio estable, mejor que mejor. Para lo segundo tuve que alejarme unos metros por detrás del demonio, así tampoco me vería y pensaría que o había huido o estaría muerta debajo de alguno de ellos dos. Cogí el arco y cargué una flecha, tensé la cuerda y apunté. Ahora se movía ligeramente hacia los lados, esperé más o menos los movimientos se habían acompasado y se repetían, derecha e izquiera y un poco hacia delante... y vuela a lo mismo. Mi objetivo: oído derecho, su cavidad más bien. Así que tendría que esperar,...
izquierda, delante...¡ahora! Disparé y la flecha salió como una saeta cargada de odio ¡derecha! Oí como rugía la bestia, soltó a Blake para llevarse la mano al oído y me vió. Blake no fue tonto y aprovechó, pero yo tenía otro plan, ahora sí iba a echar a correr... pero un momento, ruido a mis espaldas y en una lengua de tonos oscuros...¡mierda! era o volver con Blake o ir a encontrarme con otros enemigos y atraerlos hacia la posición de Blake y que se enteraran de lo que estaba pasando y de dónde había ido Abysso. No, no... sólo había un camino.

El demonio se estaba girando, vendría a por m, y yo miré a mi alrededor vi esas raíces medio secas por la energía oscura pero aún había vida en ellas, ¡ojalá pudiera echarme una mano la Madre Tierra! Justo cuando me estaba agachando y fintando para evitar una de los golpes del demonio, que además de ver que su herida en el tendón al andar le era más molesta y que su nueva herida en l oído le tenía como alelado y desequilibrado, algo sucedió, esas ramajas comenzaron a salir de las paredes y a agarrarlo

¡¿Qué está pasando?! me dije con la boca abierta. Tardé en responder, pero era ahora o nunca, me colé por debajo del demonio y me reuní con Blake.

- No sé qué ha pasado, pero creo que deberías chamuscarlo ahora que estoy en este lado, cúbreme con tus alas para protegerme del fuego, pero quémalo ya antes de que se libere de las raíces, están muy secas y no resistirán mucho más





**Nota: las raíces enredadoras aguantan dos turnos, eso en un entorno propicio. Éstas al estar más bien mustias y medio muertas no llegan en condiciones al turno siguiente y son más frágiles.

El ritual comenzaba a prepararse, una vez yo estuviera sujeto a la pared gracias a los grilletes y cadenas, solo faltaba que ellos emplearan los elementos de un cofre previamente colocado para extraer los utensilios tales como runas que brillaban, como muestra de que estaban absorbiendo la luz de la luna que ahora era enfocada hacia mí por un simple sistema de espejos, quizás en un momento dado debería deshacerme de ellos para poder así que la luz bañara la sala al completo y no solo una ínfima parte proyectada.

Ahora se iluminaron los amuletos colocados en el suelo, a mí alrededor formando una semicircunferencia, quizás porque había hechizado con aquellas runas estos objetos para poder así hacer que yo absorbiera la máxima energía posible. Mientras tanto, su tío era el que se encargaría de recitar aquel conjuro y llevarlo a cabo, para después Averno obtuviera todos los poderes que anhelaba, eso me hacía suponer o bien, que era un tipo de ritual que no se pudiera aplicar a uno mismo, o simplemente, que las dotes mágicas del demonio fueran lo suficientemente débiles para no poder aun que sea, intentarlo.

Debía aprovechar las pocas oportunidades que tenía para analizar a mis contrincantes, tío y sobrino parecían discutir, Interfectorem le amenazaba de que si el ritual no funcionara seguramente le castigaría, mientras tanto, su pariente se mantenía sereno al tiempo que comenzaba a hablar en una lengua oscura y propia de la nigromancia, el extraer la fuerza de vida de otras criaturas. Hasta el momento había podido comprobar que El señor demoniaco podía ser del tipo berserker, aunque no lo hubiera visto en combate, su actitud, su locura y su impulsividad lo caracterizaban como un guerrero que se lanzaba a batallar sin antes pensarlo, enfrascándose absolutamente en la lucha y en la pelea.

Disfrutando, causando dolor, esparciendo la sangre y las entrañas por la tierra y el suelo, seguramente actuaría como un pesado contrincante, moviéndose lentamente por su constitución física y las armaduras con las que estaba ataviado, se asemejaría a un toro en la lucha, embestiría en línea recta con una brutalidad propia de una bestia, pero este tipo de criaturas eran fácilmente evadibles, solo había que predecir la trayectoria y apartarse a tiempo. Y esa era mi especialidad, la evasión, el combate a medias y largas distancias, la velocidad, la huida y la distracción con invocaciones.

En cambio estaba este nuevo sujeto, no parecía un guerrero, se asemejaba más a un diplomático, un hombre que rara vez luchaba y no destacaba principalmente, tampoco sabía cómo actuaría, pero por lo que había visto, seguramente dejaría enfrentarse a mí y daría consejos a su sobrino, como buen compañero y aliado, pero como no podía confirmarlo, quizás participara o tal vez se escondiera como una rata y esperar a que nosotros nos aniquiláramos mutuamente.

Sea como fuere, gracias a la intensificación de la luz hasta podía sentir como mi magia iba recargándose poco a poco, debía descansar, prepararme en estos minutos en los que debía estar listo para enfrentarme al cargo más alto, al rey y dueño de este lugar maldito. Aunque los grilletes me apretaran, aunque mi cuerpo quedara suspendido hacia delante, no me importaba, entre cerré los ojos, sumergiéndome en mis pensamientos, concentrándome, buscando la tranquilidad, la serenidad y por último, mi plan de actuación. Primero, soltarme de los grilletes, segundo, romper el último espejo para que la luz se esparciera por toda la sala, tercera, luchar, tendría que deshacerme de esa armadura, quizás empleando una estrategia parecida a las que ya había usado en el pasado.

No era la primera vez que luchaba con un guerrero pesado, una vez, en la arena, tuve que batallar contra aquel que llamaban el artesano de la guerra, Pantheon.

Entonces noté como era azotado por corrientes de energía, el ritual estaba llegando a su fin, chispas eléctricas de los amuletos impactaban en mi cuerpo llenándome de energía, lo podía sentir, aun siendo un simple humano, mi elemento era la luz, y por consiguiente, su derivado, el rayo y la electricidad. Si así era como me podía sentir en mi forma humana, estaba deseoso de probar mi forma lupina, quien verdaderamente podría absorber la luz de luna, sería imparable, incluso podría enfrentarme en iguales condiciones a Averno aun estando cansado de correr.

Interfectorem exclamó algo, percibiendo como la energía, la magia emanaba de la luz e iba a mi cuerpo el cual lo absorbía con gusto, no quedaba tiempo, el ritual estaba acabando, de un momento a otro tenía que actuar. Una última voz habló, el tío de Averno, que también debía ser el de Abysso, me avisaba de que había llegado mi hora, por lo que levanté la cabeza y ente los mechones de mi pelo pude ver al señor de la fortaleza portando un cuchillo, dispuesto a matarme. Pero antes de que lo hiciera, dije algo.

-Antes de que me mates, de que me sacrifiquéis, os voy a hacer una última pregunta. Averno, en los momentos que has pasado conmigo, o incluso ahora mismo, ¿Puedes oler a un licántropo en mí?-antes de que pudiera responder, o incluso cortando su contestación, mi cuerpo se iluminó para después fragmentarse en cientos, miles de luciérnagas blancas y luminosas que revoloteaban como un enjambre alrededor de los dos demonios, molestándoles y haciendo agitarlos brazos mientras los amuletos eran alterados de su posición.

Las luciérnagas susurraron algo como un ligero murmullo en el viento-Yo no soy un licántropo, yo soy mucho más. Yo soy un hibrido, un cuerpo humano, un cuerpo de licántropo, dos almas, dos cuerpos, pero en una misma persona, y por encima de todo, yo soy… ¡Un Shikigami!-no esperaba que comprendieran aquella palabra o termino puesto que no era de origen goldmita, sino terráqueo, concretamente, japonés antiguo.

Los insectos se apartaron repentinamente y se fueron moviendo en círculos como pequeños tornados hasta el centro de la sala, bajo el centro de la cúpula por donde se colaba la luz que era dirigirá a ese lugar de la sala en concreto, aquella pared. Rápidamente me recompuse al combinarse todos los seres de luz, con la diferencia de que había convocado a mis dos báculos, que rebosaban de energía al alimentarse de la luz.

Al instante alcé un báculo al cielo, Lunius, el cual disparó un proyectil al último espejo para que la luz se esparciera, y mientras la esfera avanzaba en el aire, yo recitaba unas palabras a mis adversarios- ¡Yo os dije que sustituiría a Abysso en el ritual, cambiaría mi vida por la suya, pero en ningún momento mencioné que os ayudaría a que Averno adquiriera más poder ni que os dejaría completar el ritual!

Acto seguido, mientras el proyectil impactaba en el espejo haciéndolo añicos mientras esparcía sus trozos como una lluvia cristalina a mi alrededor, provocando un leve destello que los cegara, yo me agaché clavando mis dos báculos en el suelo y me desprendía de mi capa, quedándome en mi pantalón negro y camisa negra, para después comenzar mi metamorfosis en licántropo.

Sería un enfrentamiento en el que mi velocidad, mis ilusiones y mi astucia se enfrentaría a aquella pareja de demonios, realmente, estaba deseoso de saber que sucedería en este combate.

La poca introspección que tenía Ténebri lo llevó a caer fácilmente en las artimañas de Alywe, al atorarse en las raíces perdió impulso y su fuerza bruta no estaba siendo lo suficientemente eficaz. Blake muy lastimado aún tenía voluntad de seguir y protegiendo con sus alas a la intrépida humana acató a su plan, arrojó sus incandescentes flamas empujando desde el diafragma con todo su ánimo; primero se incineraron las raíces y parecía ser que el corpulento rival estaba acostumbrado a ese calor, pero el draconiano no se detuvo y los pasos insistentes de Ténebri se fueron aplacando a tanto sus manos cubrían su rostro y gritaba con bronca mas que dolor.
—¡Busca a Abysso, Alywe! Me iré despidiendo de este maldito— dijo el dragón cuando agotó su aire, pero enseguida al hacer un puente con su cola hasta el corredor que tomaron Mors y Abysso, recargó su diafragma inhalando con firmeza ante el arrodillado oponente que otra vez se proponía avanzar aunque ahora sin suficiente vitalidad.
—Muere.— susurró Blake.
—¡Yo jamás seré vencidooooooooooooooo!— respondió lanzándose a la carga a través del fuego contrincante.

Ténebri llegó a la boca de Blake y sólo pudo darle un puñetazo, pero súbitamente encontró su fin en su último esfuerzo. Agotado el dragón no tenía la energía para encapsular su apariencia en una forma humana, sólo podía recostar su enorme tórax lastimado allí mismo, no cabría por ningún corredor de esos siquiera así que buscó con su mirada a ver si Aly le había obedecido, virar la cabeza levemente era algo que aún podía... era cuestión de recuperar un poco de empuje tal vez, eso esperaba.
—Antes de que me mates, de que me sacrifiquéis, os voy a hacer una última pregunta. Averno, en los momentos que has pasado conmigo, o incluso ahora mismo, ¿Puedes oler a un licántropo en mí?— comentó el mago.
—¿Q'que- de qué hab...?— se desconcentró el sanguinario por un segundo.
—¡¿Qué rayos sucede Averno!? — se perturbó Decipiat al ver las luciérnagas.
—¡Lo convertiste en bichos, tío!

—Yo no soy un licántropo, yo soy mucho más. Yo soy un hibrido, un cuerpo humano, un cuerpo de licántropo, dos almas, dos cuerpos, pero en una misma persona, y por encima de todo, yo soy… ¡Un Shikigami!— añadió Alby en ese estado semi incorpóreo.
—¡Maldita seaaaaaa!— expresó Sir Decipiat al ver el rayo enemigo arruinar su ritual mientras corría a esconderse atemorizado de lo que no comprendía.
—¡Yo os dije que sustituiría a Abysso en el ritual, cambiaría mi vida por la suya, pero en ningún momento mencioné que os ayudaría a que Averno adquiriera más poder ni que os dejaría completar el ritual!

Lord Interfectorem devuelta en sí, se llenó de una vesania inmensa tensando sus músculos hasta sentir la armadura muy ajustada, las venas notorias en su cuello agregaban más información de cuán monstruosa se pondría su conducta...
Como un rinoceronte corrió hasta el Luminoso oponente revistiendo su armadura de ondas psíquicas a tanto su piel se teñía de un color gélido y sus ojos encendían una oscuridad penetrante, había obviado tomar su maza de demonio debido a tanta adrenalina inyectada de golpe.

Blake me obedeció y consumió sus últimas fuerzas en lanzar fuertes llamaradas, pasé calor tras su ala, sentí que me quemaba en parte y eso que en estaba protegiendo... no me quería imaginar cómo tenía que ser quemado vivo por un dragón, aunque recapacitando imaginé que no duraría ni tres segundos, antes me convertiría en cenizas lo más seguro.

Después, fue él el que me dió la orden, justo cuando el demonio venía enrabietado contra él, sin duda no le habría gustado mucho notar todo ese calor.
La orden fue clara - ¡Busca a Abysso, Alywe! Me iré despidiendo de este maldito- dudé un momento, pero imaginé que sería lo mejor. Además, él había confiado en mi cuando le dije lo del fuego, ahora le tocaba mover a él, lo demás acabaría viéndose.

- Cuando esto acabe saldremos de aquí y nos tomaremos unas cervezas lejos de este lugar- le dije mientras me alejaba corriendo tras los pasos que momentos antes había dado Abysso. De Othara no tenía ni idea pero al ver la celda vacía supuse que se habría puesto a salvo con su hermana, entendía su prioridad pero nos había dejado colgados, una cosa era yo... ¡pero se supone que Blake era su amigo! Bueno, a lo mejor se había ido con Abysso, quién sabe, en esos momentos estaba algo ocupada como para fijarme poco más que en otras "personas" que no fueran yo.

Cuando había avanzado unos metros me giré vi a Blake recostado contra la pared, pero aún se veía la forma de la tripa y lo más importante, que seguía teniendo movimientos hacia arriba y hacia abajo, respiraba, aunque parecía agotado. A continuación rastreé un poco la superficie del suelo. Las marcas de polvo y, porqué no decirlo, heces y restos humanos con alguna que otra huella ensangrentada reciente indicaban el camino que debía seguir.

No encontré obstáculos en mi camino, eso era buena señal... o no. Contaba con dos flechas y tenía la adrenalina por las nubes.
Giré una de las esquinas y pude comprobar que al fin, había logrado llegar hasta el paliducho deudor.

- ¡Chhst!- le dije para que girara

Al parecer el combate se reducía a Interfectorem y yo, su tío en acto cobarde salió corriendo a ocultarse en el primer lugar que encontró, por el momento no parecía una amenaza como ya había supuesto, seguramente él no fuera un guerrero, simplemente se limitaría a hechizos y rituales como el que intentó hacerme pero a la hora de luchar, huía cual rata ante el peligro. Ahora todo se reducía a un enfrentamiento de uno contra uno, aquí, en este lugar, decidiríamos el destino de la fortaleza, estábamos muy igualados, Averno tenía sus cristales y a esos hechiceros con los que nutrirse de energía, en cambio, yo aprovechaba los mecanismos y artefactos enemigos para absorber los poderes de la luna intensificados como nunca.

Bajo mi forma lupina mi corazón palpitaba, una repentina fascinación por la luna, como si me llamara, como una madre que ve a su hijo desde la ventana de la casa mientras este juega en el patio. Debía derrotar al señor demoniaco, o al menos durar hasta que la fase lunar se desvaneciese, para así poder anular completamente el ritual, aunque lo segundo era solo temporal ya que sería cuestión de tiempo que cogieran nuevamente a Abysso y lo usaran como me utilizaron a mí. Además, debía de añadir un dato a la información que tenía de mis enemigos, Averno parecía algo ingenuo o de pocas luces, pues al principio pensó que su tío me había convertido en insectos, sin pararse a pensar que lo había hecho yo.

Pero no era momento de quedarse quieto pues el demonio no parecía muy alegre que diga, parecía furioso, sus venas y músculos se tensaban, marcándolas en su piel y rostro, como si no le hubiera gustado que jugase con él, todo ello acompañado de una afirmación llena de odio. Quería desayunar mi alma, pero por la mañana, supongo que dejaría mi alma para el final mientras se encargara de desmembrarme y que sintiera un dolor infinito en mis carnes, pero no de lo iba a permitir, no era la primera vez que luchaba con demonios, estaba muy ligado a ellos, al poseer la magia blanca, era como un faro que atraía a las polillas, a ellos.

Como había predicho, atacaría embistiendo como un toro, puesto que parecía que no portaba de ninguna arma salvo la daga que se había olvidado de ella puesto que ahora empleaba de su magia o energía para envolver su cuerpo en una masa negra como la de un proyectil mientras sus rasgos se volvían más tenebrosos, pero era lo que yo estaba esperando, al correr en línea recta y al tener tal masa corporal con el añadido de que estaba cabreado, no se pararía a intentar dirigir su trayectoria, por tanto, con esquivarle hacia un lado o saltar por encima de él sería suficiente.

Apoyé mis patas delanteras en el suelo mientras tensaba las traseras para estar listo cuando llegara el momento, esperé pacientemente mientras el guerrero infernal cargaba velozmente contra mí, pero cuando estuvo a casi unos dos metros de donde me encontraba yo, salté hacía mi izquierda para después agarrarme al suelo para que mi cuerpo se encargara de girarme aprovechando el impulso, volviendo a mirar a tiempo de ver como el demonio seguía su trayectoria.

Terminó estampándose contra algunas piezas decorativas de la sala, algunas estatuas y altos pedestales en los que se hallaban trozos de madera prendida para iluminar la sala, terminando esto haciéndose añicos envolviendo a Interfectorem en una nube de polvo. Debía seguir así, si podía aprovechar su furia, tal vez enfadarlo lo suficiente para que terminara cegado por esta, así no pudiera pensar ni concentrarse para usar la magia sabiamente y simplemente la desperdiciara gradualmente en impulsos y berrinches, si conseguía que se centrara solo en golpearme y no pensara en armarse con nada podría aguantar e incluso tener ventaja.

¿Cómo podía enfadarle? Solo veía una opción, y no es que me gustase, cuando luchaba prefería mantener un mínimo de respeto con el adversario, pero si quería enfadarlo debía recurrir a este tipo de métodos- ¿Te hiciste daño miniño? ¿No decías que me ibas a devorar el alma? ¡Ah, no! ¡Que eso sería por la mañana! ¡Ahora solo me diviertes rompiendo cosas! ¿Dónde está el terrorífico señor de la fortaleza ahora?

Mientras pronunciaba esto aprovechaba para realizar mi siguiente movimiento, aprovechando que la luz de la luna me daba directamente, mi pelaje empezó a acumular energía, incluso más que la de costumbre, causando que de vez en cuando saliera alguna chispa de mi cuerpo y golpeara el suelo, me sentía poderoso y repleto de energía, incluso puede que en exceso, como si fuera a explotar.

Averno emergió de la nube de humo y polvo totalmente ileso, demostrándome cuan resistente podría ser, pero había un punto débil en él que yo sabía perfectamente, un punto débil que tenían todos los guerreros pesados contra mí, y no era más que su propia armadura, todas eran de algún tipo de metal, por tanto, atraerían mi electricidad además de ser una perfecta grieta en la muralla que aprovechar para abrir un boquete en las defensas enemigas. Estaba furioso, mis comentarios no le habían sentado bien, incluso rugió y bramó mientras cargaba nuevamente contra mí, salvó que yo le tenía preparada una sorpresa.

Abrí ligeramente mi boca al tiempo en el que se empezaba a concentrar una gran cantidad de energía en ella, aumentando el tamaño de la esfera. Pero incluso esta técnica tenía un fallo, y es que me originaba un punto ciego delante mío, ya que para apuntar necesitaba levantar mi hocico y por tanto no poder ver que tenía delante, por tanto solo me podía valer por mi sentido del oído.

Cerré los ojos mientras me concentraba, podía escucharle, sus agitados pasos, tronando en el suelo, aproximándose velozmente, pero tenía que aguardar al momento exacto, que llegó pronto. Justo cuando se encontraba a una distancia similar a la anterior, salté pero esta vez por encima de él, pero mientras estaba en el aire, en las fracciones de que segundo en las que permanecí encima suya, balanceé mi cuerpo para posicionar mi boca apuntándolo y disparé. Como si el tiempo se hubiera detenido para que yo pudiera llevar a cabo aquello y en el momento en el que disparé volvió a circular, no hacía falta trazar la trayectoria exacta a Averno puesto que su armadura funcionaría de pararrayos, atrayendo la esfera hacía su cuerpo y por tanto impactándole de lleno.

Pero la diferencia de potencia entre un disparo normal y este disparo intensificado me empujó desequilibrándome y lanzándome de espaldas contra el suelo a un par de metros de donde me encontraba antes. Sentí el impacto de mi espalda contra las frías losas y como rodaba hasta volver a estar sobre mis cuatro patas, pero me aguanté el dolor par poder dirigir la cabeza para comprobar el resultado de mi estratagema.

Alby Rocnus ya estaba en el comienzo del duelo, Decipiat se arrastraba entre los rincones pensando en un plan puesto a que no tenía ninguna habilidad especial, era un simple político que tenía limitados conocimientos alquímicos y de magia negra, pero nada consistente para usar en una situación así; debía ser ingeniárselas.

El estado iracundo del embravecido Interfectorem le impidió escuchar las palabras de su oponente, hasta que su mente no diera un giro inesperado se sostenía en esa fase de ira ciega... no comprendía palabras. Pese a ello no era ningún tonto y cuando por segunda vez el licántropo le evadió con similar método se giro a verle para contraatacar sorpresivo, para su suerte el disparo de Alby ya estaba planteado y cuando en dirección a él chisporroteó el aire, el forajido exhaló un fuerte grito con su boca bien abierta extendiendo también sus manos, produjo una onda psíquica tal que bifurcó el ataque de Luz haciéndole correr por el contorno de su cuerpo hasta achicharrar el suelo.

Un cuerno metálico en su armadura se partió finalizada su defensa y eso le cambió la cara, obligado a arriar esa ofensiva con mucha de su potencia mental no le quedaron más opciones que despertar de su ceguera instantánea; ahora enojado al menos comprendía el estilo de su rival, ese fragmento destacado que le permitiría accionar con menos desventajas, además su Persuación Oscura no dio resultado ante la seguridad interna del enemigo.
—Eres un cachorrito ingenuo, Alby, la magia blanca jamás podrá contra la Oscuridad que habita mi ser...— comenzó a emitir discurso a tanto caminó a empuñar su maza, una pesada maza de acero que en sus manos era algo ligero de mover... siempre y cuando estuviera con su don psíquico en buena forma.
—... es una lástima que no seas capaz de arrodillarte ante tu verdadero rey una vez que se te presenta la oportunidad, justo ahora que se convertirá en tu dios, ¡yo, Lord Interfectorem!
Concluye su diminuta plática egoteista con euforia-odio remarcando su última oración con una descarga paranormal proyectada desde su mente hasta su dedo índice, el rayo translúcido era para el pecho del shikigami: un toque que de sostenerse chocando en el cuerpo del objetivo no cesaría el impacto continuo... pero lo hizo levantando su maza a la vez, tramaba algo el forajido a esa distancia, su tío conocía las tácticas de su pariente y lo estaba leyendo desde lejos.

Una vez entre los hechiceros Oscuros que en ese trance hipnótico o algo así sólo podían darle funcionamiento a los Cristales Rojos que fortalecían a mi hermanastro, no pude hacer nada, Mors estaba barriendo el piso conmigo y hasta llegué a dudar de sus intenciones: ¿quería matarme, ridiculizarme o ridiculizarme hasta la muerte?
El último trastazo que eludí sacrificando a mi clon-títere me llevó a rodar por el suelo hasta cerca de la entrada por la que pasé, ¡no lo pude ni engañar para que desactivara a los durmientes bajo descuido!
—Te oigo jadear Abysso, ¿te gustaría que te entierre ahora mismo o este juego te ha empezado a gustar tanto como a mí?— tuvo la cortesía de burlarse de mi estilo de combate (huir-rehuir-evitar-arrastrarme- ser golpeado), al menos denoté que mucho no se esforzaba por aplastar mi existencia en su comentario.
—Creí que el gracioso era yo, pero veo que tanta junta con mi hermano no sólo te han convertido en un rival digno, sino...
en plena desesperanza y con ganas de toser, cuando ya no sabía qué chiste usar para olvidarme de mis moretones asquerosos, cortes y agotamiento, allí se aparece Alywe la huérfana chistando... bueno, era fácil encontrarme: era cuestión de seguir el rastro de sangre, desbarajuste, e indignidad.
—¿Qué ibas a decir Abysso?
—Ehm-eh eee... yo, sí, que...— devolví mi atención a Morsog para que no notara que mi compañera estaba presente, sólo tenía que hacer lo que mejor me salía: actuar y manipular, de hecho era lo único que podría hacer en esas condiciones de salud; aunque tal vez exagero, sí, lo hago porque es más gracioso así.
—...este juego está muy divertido Mors, pero lamento decirte que ya te dejé ganar suficiente y, como me aburrí te voy a mostrar de lo que estoy hecho...— poniéndome de pie le dije al blancuzco con tono de borracho sólo para que combinara con mi andar de perro con tres patas; el maldito comenzó a lagrimear de la risa y poco a poco con mis pasos me fui posicionando como para que éste quedara de espaldas a la pícara...
—¡Ay, Abysso! ¡eres tan ridículo! Aveces hasta he llegado a reflexionar que si te hubiera arrancado la cabeza en aquellas oportunidades se me hubiera terminado el entretenimiento, eres el payaso más ridículo y patético que jamás en la historia delorkiana...
—¡...Que no he terminado contigo, dije! ahora conocerás mi nuevo ataque imparable-mente divinidad... imparablemente divino.— lo interrumpí para amenazarlo con voz y cara de alguien muy aturdido y delirante, aunque sospecho que me estaba saliendo bien porque no estaba tan fingida la cosa.
—Dejaré que hagas tu última payasada sólo porque has sido el oponente más absurdo que un guerrero de mi talla le ha permitido duelo, muestra tu estrafalario super irrisorio ataque-adefesio ya, no puedo esperar a reirme con tu escasa, mezquina, pobre, exigua, minúscula e insignificante actuación menguante.
Antes de que finalizara esa verborrea le guiñé el ojo a Alywe, este sujeto estaba distraído enfocándose en mí; acabada su cháchara no sabía qué inventar pero con mis manos comencé a simular un hechizo mientras meneaba mis pies como invocando algo más-que-sólo-genial. Vaya, era sin dudas mi fin.
—Has algo Aly, voy a morir

Cuando llegué y vi a Abysso parecía que acababa de llegar a un circo, no sabía qué era más cómico si ver a Abysso haciendo y diciendo tonterías a un demonio enorme y pálido que se veía que no tardaría en hacerle pedazos o la situación surrealista de todo ello.
Al menos, sólo me vio Abysso y no giraron los dos esa estúpida acción podía haberme costado un buen disgusto. Por lo que se veía era la hora de Abysso y se le había concedido un deseo, su último deseo... ¿y lo gastaba en hacerse el zombie?
Reconozco que en una situación normal tendría su gracia ver a un demonio imitando a un zombie pero por todos los dioses, ya que te conceden un último momento al menos intenta luchar por tu vida.

No sé qué narices estaba haciendo a última hora, pero su mirada de desesperación me llevó a echar mano del arco y una de las dos flechas, tenía al demonio de espaldas, completamente distraído con el teatrillo de Abysso, que eso había que reconocérselo, actuando tenía un pase, aunque siempre fuera el papel del loco.

Una vez cargado el arco intenté buscar un punto flaco, estaba todo musculado aquel bicho, iba a ser difícil pero no tenía mucho tiempo la verdad. Eso y que contando que una vez disparara e impactara la flecha el focus de esa enormidad sería yo. Si le golpeaba tenía que ser en un punto que le doliera y que no le hiciera más cosquillas, para reír ya tenía a Abysso.
Examiné el cuerpo desde los pies hasta la cabeza, pasando por piernas y espalda,... pensé en los animales, todos tienen un punto en la cabeza, en el cuello o patas, una zona más blanda... ¡bingo! justo en la nuca, gracias a mi pequeño tamaño podía ver bien el ángulo con el que tenía que disparar la flecha, apoyé una rodilla en el suelo para apuntar correctamente, tensé la cuerda todo lo que pude. Hasta pude oír el quejido de la cuerda y tuve miedo de que se rompiera, pero era ahora o nunca. Solté y la flecha salió disparada como una estrella cuando cae e impactó en el sitio donde debía, ahora éramos dos objetivos.

Sería demasiada suerte el que mi enemigo cayera por segunda vez en mi trampa, puesto que en el momento en el que salté, se detuvo para girarse y mirarme, pero eso lo llevó a recibir de lleno la esfera eléctrica que le había lanzado, en cambio, empleó su energía oscura para protegerse seguido de un grito que acompañara a su poder. Los rayos y chispas circulaban por su cuerpo pero él no se inmutaba, simplemente hizo descender el poder de la esfera hasta el suelo donde rompió y agrietó las losas, pero aquello no le dejó ileso, parte de su armadura, un trozo decorativo se había roto, al menos sabía que no había sido totalmente en vano el ataque.

Aquella mella en su armadura parecía que le había sacado de su estado de trance y ceguera causada por la ira y la furia, o al menos eso podía ver puesto que comenzaba actuar de forma diferente, podía suponer aquello que había vuelto a su estado normal por tanto podría llegar a ser verdaderamente peligroso.

Empezó a hablar mientras yo me preparaba, con mis cuatro patas apoyadas en el suelo y mi pelaje que comenzaba a recargarse mientras no le quitaba ojo de encima a Interfectorem, el cual me decía que solo era un cachorro ingenuo, que la magia blanca nunca podría contra su oscuridad. Aquello me divirtió un poco, puesto que no era el primero que me había subestimado, ahora ya se convertía en el segundo que había osado menospreciarme en menos de un día, el primero fue Sinnombre del cual no podía percibir ningún rastro suyo en este impío lugar.

Quizás el mismo señor demoniaco había acabado con él después de comprobar que sin sus poderes de nada le servía ahora, o quizás simplemente no había sobrevivido a nuestro enfrentamiento, daba igual, lo único que importaba ahora era el combate, esta lucha. El enemigo se había armado con una gran maza pero que con su constitución física la movía con facilidad, aquello dificultaba las cosas, hubiera sido más sencillo de haber permanecido desarmado pero ahora se acrecentaba el peligro.

La última parte de su discurso no la escuché ni le preste mucha intención o importancia, puesto que comenzaba a adentrarme en mis pensamientos y en mi mente para planear mi siguiente estrategia. Mientras tanto, me dije a mí mismo-Ahora es cuando combate empieza verdaderamente-para después cerrar los ojos y comenzar a edificar un plano en mis pensamientos.

Aparecí en un lugar oscuro y sombrío, todo era negro y no había nada aparte de mí. Alcé las manos y de ponto se dibujó un escenario con líneas de colores, un lobo blanco en un extremo, con las atas tensadas, preparado para reaccionar en cualquier otro momento. Se dibujó un suelo, unas líneas que marcaban el contorno de las losas, se alzó una figura de color rojizo, Averno, portando una maza que alzaba en el aire mientras me apuntaba con un dedo preparado para atacar. Con líneas de luz se completó el resto del escenario, el cobarde oculto en un lado, con líneas rojas como estaba hecho aquella replica de su sobrino, todo el escenario estaba listo para comenzar a tejer una estrategia.


-Hemos llegado hasta el rey, pero no podemos echarnos hacia atrás, si fallamos puede suponer que Gold será azotado por un tirano con el poder obtenido de la luna-Una nueva figura emergió de entre la nada, mi propio reflejo pero con aspecto diferente, mientras que yo vestía de negro tal como me había disfrazado, él llevaba las típicas túnicas de mago que solía llevar, además de estar sentado en un taburete con una pierna apoyada sobre este mientras tenía el antebrazo sobre su rodilla.

Pero no estaba solo, una sombra se movía tras él, una silueta que conocía bien, una persona a quien respetaba y apreciaba, mi guía e instructora. Mi maestra. Colocó su mano en el hombro de mi reflejo mientras me miraba con su típico rostro sereno y apacible, echó un rápido vistazo al tablero de juego y volvió a posar su mirada en mí.

-El enemigo está ataviado con una armadura metálica pero la electricidad de nada sirve contra él puesto que se protege con su magia oscura-pronuncié al aire.

-Habrá que buscar una forma de romper ese escudo mágico que le protege.

-¿Has averiguado su comportamiento y sus tácticas?

Reflexioné durante un instante mientras recordaba todos los actos que había llevado a cabo el demonio en combate.-En un principio se cegó de furia y embestía como una bestia embravecida, pero de pronto paró y optó por conseguir un arma y prepararse para atacarme.

-Entonces es posible que te estés enfrentando a un enemigo de personalidad inestable y demente, no se sabe cuando de pronto va a cambiar ni cómo va actuar, si va a ser un combate en el que en cualquier instante se ciegue nuevamente y comience a embestir nuevamente o ataque como cualquier otro oponente, con armas o magia.-mi maestra entornó los ojos mientras miraba a la copia del señor demoniaco.-Lee sus movimientos, gestos y predice en qué estado se encuentra o como va a actuar.

-Sigo teniendo el problema de que mientras su magia le sirva de escudo y los cristales le alimenten de energía, no podré alcanzarlo.

Ella apartó la mano y cerró del todo los ojos mientras se cruzaba de brazos metiendo las manos en la manga del brazo contrario, como solía hacer ella con su largo traje.-Creo que estás limitando tu visión, deberías ver más allá de tus propias capacidades y analizar el entorno que te rodea.

En un principio no entendí sus palabras, pero si me las decía debía ser por algo, por tanto, me concentré en analizar el escenario. Estatuas, columnas y muebles decorativos, nada por el momento, el personaje que se ocultaba, quizás habría que tener cuidado con él puesto que podría ayudar a su sobrino prediciendo mis movimientos, pero si le atacaba, suponía que Interfectorem podría atacarme mientras yo estaba ocupado con su tío.

Entonces me di cuenta de algo que faltaba en el escenario, los espejos que proyectaban la luz de la luna al interior de la sala y otro detalle, mis báculos, clavados justo debajo de los rayos lumínicos, alimentándose y nutriéndose con aquella energía.

-Eso es-mi maestra asintió.

Tal vez pudiera emplearlos, proyectar la magia de ellos para atacar a mi adversario, quizás si conseguía canalizar la suficiente energía lograba romper sus defensas, sí, podría conseguirlo, aunque luego tendría que enfrentarme a Interfectorem, cuerpo a cuerpo estaba seguro de que me destrozaría, no podría igualarle.

-Una última cosa, recuerda, el mayor enemigo que existe es uno mismo, uno mismo es el que se pone los límites y si piensa que no puede conseguir algo, aunque lo intente cien veces no lo conseguirá, por ello, cuando uno no valora sus capacidades o se considera inferior no podrá conseguir nada. Yo creo en ti y en que ganarás esta lucha, la pregunta es ¿Crees tú en ti mismo?

Era como si me hubiera leído el pensamiento, quizás porque era una imagen de mi maestra creada por mi subconsciente y lo que sabía de ella o quizás era el vínculo entre un Shikigami y su maestro, quizás ella era real.

-Gracias-acto seguido de escucharlo, ella se dio la vuelta y desapareció mientras yo sabía que debía hacer, lo tenía claro. Y abrí los ojos.



Al tiempo de ver como Averno me lanzaba un rayo mientras alzaba su maza dispuesta a lanzármela, tenía tiempo para actuar así que empleé la estrategia que más conveniente mi venía, salté mientras de mi cuerpo empezaban a emerger distintas replicas mías y mi cola se juntaba junto a otras ocho que aparecieron al instante de empezar a realizar esta habilidad.

-¡Nine shikigami’s illusions!

Mis habilidades influenciadas por la luna se potenciaban y en un principio lo que iban a ser ocho copias se empezaron a multiplicar hasta casi duplicar ese número. Saltamos y empezamos a correr dispersándonos en dos grupos, uno de nueva y otro de ocho, pero pronto empezó a reducirse ese número, el rayo había alcanzado a uno de los lobos blancos mientras que la maza había sido arrojada y alcanzaba a otro, pero en un momento dado, la maza se cubrió de un ligero manto negro y comenzó a levitar en la dirección nuestra.

Nosotros corríamos divididos en dos grupos, alrededor de Averno, en círculos mientras buscábamos el desorientarlo.

-¡Interfectorem, Averno, me has subestimado, no soy tan indefenso como tu supones, he luchado contra demonios antes, no es la primera vez, he sobrevivido a todos ellos! ¡Pero tú has cometido el mismo error que tantos otros, me has menospreciado y subestimado, tal como hizo tu lacayo Sinnombre! ¿Será que las mascotas y sus amos se parecen? ¡Sí, Averno, yo fui quien le arrancó de cuajo y extirpó sus poderes a Sinnombre, yo fui quien causó su muerte!

Los rayos brotaban de los dedos del demoniaco ser mientras se esparcían por el suelo y a su alrededor persiguiendo a los lobos, la maza colaboraba con estos arrojándose y golpeando el suelo rompiendo losas en cada intento que hacía por alcanzar los cuerpos lupinos. Corríamos y saltábamos, apoyándonos en las paredes nos impulsábamos, todo ello para que Averno se distrajera lo suficiente para el siguiente movimiento, el cual acudió raudo.

En el momento en el que él dio la espalda los báculos, yo me separé de mi grupo hasta colocarme entre ellos, mientras tanto, los demás lo seguían distrayendo. Pronto, me transformé volviendo a mío forma humana y me hacía de nuevo con mis bastones, pero eso suponía que debía ser rápido puesto que al tomar mi otra forma, los lobos empezaron a desaparecer gradualmente en nubes de luz.

Alcé mi báculo Lunius hacia la luz mientras este empezaba a absorberla y el cristal que tenía se iluminaba, mientras tanto, con el otro brazo, levantaba a Domo-Rocnus y apuntaba a la espalda de mi rival con él.

-¡Toma el poder que querías obtener de la luna!-canalicé a través de mi báculo el cual transmitía su energía por mi cuerpo hacía su compañero el cual centelleaba y emitía chispas hasta que de pronto, disparé un gran rayo luminoso. Sentía un hormigueo por todo el cuerpo, la magia me recorría de arriba abajo y era transmitida a mi báculo para reforzar el ataque.