Interfectorem el forajido [Libre]

Mi medio hermano había escapado de su prisión en Delork'kas, si había algo peor que un demonio con sangre impura como yo a ojos de mi "sociedad infernalis" era un traidor como él, había aprendido a usar sus poderes de absorber energía vital de otros seres pero de una manera corrupta: asimilaba a su Poder la vitalidad de otros demonios ¡se nutría de manera caníbal!

Sediento de Poder-Infernal o Chthonico fue considerado una amenaza para los de su raza, una vergüenza pese a su noble ambición de ser poderoso ¡el mejor! ...un traidor, y por mucho tiempo fue encerrado como tal, a diferencia de mí él no desperdició su encierro con meditación que mantuviera su mente en estado reflexivo, sensato, prudente ¡lejos de la demencia total que producían las prisiones de Delork'kas! ...Ay esas torturas, si a mí me robaron tantos años de entrenamiento psíquico, ay, a él lo convirtieron en monstruo de seguro, sus crímenes siempre fueron peores, ¡bueno...! siempre competíamos a ver quién se salía más de las reglas ya sea en nuestra familia, clan ¡o hasta en la misma sociedad infernalis! ...sí... qué tiempos aquellos, llenos de estupidez infantil e ideas inmaduras, y así nos fue.

Sus años encerrado se la pasó asimilando las torturas a un punto tal de nutrirse de ellas, ya no conocía el fino hilo entre placer y dolor, aprovechando ello comenzó a crear habilidades superiores a las mías... siempre tan competitivo Interfectorem, nuestro padre te estimaba más que a mí por ser un sangre-pura, mi profano nacimiento me hacía inferior a tí ante sus ojos ¿eh?

Spoiler:

Y la gota que derramó el vaso fueron los vasallos que te vieron como el mesías de nuestra Tierra, unos súbditos tan locos como tú...

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Mors era capaz de imitar las habilidades de quien estuviere combatiendo en ese instante que combatía, podía cambiar su forma a gusto incluso imitando armas con sus extremidades.

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Sinnombre, capaz de posesionarse del cuerpo de quien dormía y hacerse humo si lo atacaban.
Y...

Spoiler:

Pura fortaleza y constitución física, pero nada de cerebro, un fiel servidor sin dudas, encargado de las tareas pesadas obviamente... todo un idiota.

Se había estado dando unas vueltas por la Isla Prohibida según me contaron unos ex aliados míos que tuve en Delork'kas cuando yo solía visitar tal lugar, y robaba, y apostaba, y estafaba... y filosofaba. Parecía ser que quería encontrarme, según me cuentan mis colegas él quiere que me una a su "nueva Nación" (...¡loco de mier***!) o algo así, prometiéndome aumentar mi poder a escalas inimaginables con un ritual que había aprendido que necesitaba de nuestra unión en pacto-profano y... ¡en fin! Parecía ser que quería un acuerdo diplomático conmigo ¡Yo quiero verlo, claro! a ver qué trama y todo eso, pero no estoy tan desquiciado como para ir solo y convertirme en su virgencita lista para ser sacrificada ¡siendo que el come demonios! ...yo sólo era un buen orador (y cazador de inocentes débiles) ¡No iba a enfrentarme a un sujeto con aliados, escudo y su gran...! ¡...gran....! ¡...Mazo de guerra!

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¡No!

Por un lado yo quería ese Poder que él me prometía (el cual tal vez era un engaño) y por otro lado quería también la gran recompenza que el hermanastro de mi padre ofrecía a cambio de su captura ¡que primero igual había que capturar a un psicópata así! ...y no, además no confiaba en el hermanastro de mi padre, me odiaba porque maté a mi padre y... ¡todo era un final nada feliz! Medio hermano, medio loco.

Mis ex aliados me aconsejaron buscar gente que luchara por mí, ¡eso haría! buscar aliados para esta posible misión personal/familiar, así al menos me encontraría con Interfectorem (que ridículo sobrenombre se puso por cierto); me dejaron además unas coordenadas de donde hallarlo, ...
La Llanura de Fuego, en Reino Dragón
En todo mi recorrido desde Rosbasha hasta aquí había dejado notas, con un título que en vez de decir "Se busca una tripulación" solicitaba un equipo, aventureros, guerreros con sed de recompensas, riquezas o tesoros, sí, me buscarían enseguida...
¡Bueno-bueno! ... la mayoría renunciaba al escuchar la "misión" ¡Por los rayos del dios de los truenos!
La llanura no era buena zona para contratar bárbaros, piratas, ni aventureros o exploradores ¿no? uagh... Ni cuando yo mentía sobre el botín a compartir que mi pseudo tío

Spoiler:

prometió a quien lo aprisionara otra vez ¡al enfermo hijo de...!

Recién salido de la Torre Oeste decidí encaminarme hacia una misión. Estaba ansioso por probar de lo que era capaz de conseguir con mis nuevos poderes.

Aquel condenado anciano se maldecía por la incertidumbre de no conocer al individuo al que había concedido el don de las montañas...

Mi primer destino sería el llamado reino dragón, estaba ansioso por batirme con verdaderos adversarios, los dragones serían un buen comienzo. Tomé un transpote a un par de días de la torre, en el puerto de una ciudad pesquera, habitada por gente un tanto reacia a los extrajeros. Tras una larga charla con un mercader de las tierras del sur, accedió a llevarme hasta las cercanías de la Llanura de fuego. Una vez en aquella inmensa meseta esperé hallar a algún dragón dispuesto a enzarzarse en alguna batalla conmigo, pero...para mi desgracia fueron tres días de agotador y tedioso viaje solitario. Se me hacía raro no toparme con nada, ni siquiera con una alimaña, ¿quizás me tendrían miedo?

Cuando llegué a la primera ciudad decidí descansar en alguna posada, la verdad todas tenían una pinta horrorosa para mi gusto, pero mis fondos era escasoso, de modo que entré en una cuyo nombre me pareió llamativo: El Dragón Rojo. Era una idea original desde luego, cómo no se iba a llamar de otra forma.

Como me imaginaba el interior era tan decepcionante como el nombre de la pensión. Tuve que abrirme paso a codazos entre los parroquianos ebrios de aquel brebaje dorado y espumoso que en aquel establecimiento corría a raudales.

Alguién me empujó y choqué contra un poste, me enfadé profundmente, agarraré la empuñadura de mi espada dispuesto a matar al malnacido atífice de aquel agravio cuando del cielo me cayó un papel, más bien una nota. No tardé en leerla. Era una misión, no es que tuviera una recompensa muy sustanciosa, pero la experiencia de aquello valía la pena. Al parecer tenía que contactar con un tal Abysso, que se alojaba en una posada cercana.

<¡Qué suerte la mia!> pensé.

Sin más demora partí hacia su encuentro, era de noche, por lo que seguro que le encontraría descansando.

El cielo grisáceo vestido con pomposos nubarrones anunciaba que las precipitaciones nacerían dentro de poco. Esta región, enmarcada en el reino dragón, aparentemente irradiaba tranquilidad. Era un día de estos que me gustaban… ¡un buen día para esclavizar un par de bestias de estos lares! Sin embargo, hoy me había levantado con el pié izquierdo.

Para nuestra ventura, aquel pobre wyvern, antes de agonizar y caer pesadamente al suelo, bramó clamando auxilio. No tardaron en llegar más de aquellas criaturas con forma dracónica. Al final de la encarnizada batalla, ante mí se extendían una docena de cadáveres de wyverns y poco más de treinta demonios caídos. Sí, parece que el día se fue a la porra. Y pensar que podíamos domar a unas cuantas de estas bestias, y que al final degenerara en frenesí y desmadre. Poco después de limpiar la hoja sangrienta, enfundé katana de plata y me examiné. En principio, no me habían herido tanto: un par de golpes contundentes y embestidas. Puff, menos mal que conseguí bloquear sus garras y colmillos…

''Pos'' nada, hora de volver a Delork-Kas, con las manos vacías. Me sentía un verdadero fracasado y ello repercutiría en mi reputa-ción como Señor del Caos. ''No puedo regresar así como así, sin nada épico'', me dije para mis adentros mientras caminaba por un sendero poco visible.

Conforme avanzaba, las nubes seguían moviéndose ahí esponjosas, con un ambiente gris de los más deprimente para aquellos sentimentales. Bueno, en realidad, ya estaba anocheciendo y confié en que no surgieran imprevistos. En cualquier caso, volvería a jugar con unas de las dos katanas al cinto. De repente, pisé algo que no era tierra. Era un papelajo con garabatos, o eso me pareció a mí. ''Mierda, otra vez la impotencia de no saber leer'', rechiné dientes. Esto de la lectura ya empezaba a colmarme profundamente.

Sin embargo, no todo era mala suerte, pues un vendedor ambulante que pasaba por ahí tuvo la suficiente modestia (y valor) para decirme de qué trataba. ¡Otra vez Abysso con sus chanchullos! ¿Qué será esta vez tan importante como para buscar una ''tripulación''? ¿Una orgía, acaso? No, en serio, de él nada bueno se podía esperar, pero, al menos, en la última ocasión me lo pasé bomba (lo del mercenario ese). El vendedor también me indicó adónde ir (cierta posada) y todo eso. Antes de largarme, y para mi sorpresa, de mis labios se escapó algo:

- Gracias... - me dio la impresión de que lo dije casi sin pensar.

Posteriormente, fui allá, curioso por saber de qué trataba, aunque la verdad era que de Abysso no se podía esperar ni paz ni aburrimiento. A lo lejos avisté la posada citada. Aún ignoraba si estaba atestada de borrachos, pero me fijé en que un individuo ya iba a entrar por la puerta. Apenas lo vislumbraba, así que me conformé con llegar hasta la posada donde Abysso aguardaba a la supuesta ''tripulación''.

Venía rechazando a unos cien casi doscientos...
—A ver señores, ¡a ver! Me parece que no estamos progresando en nada, para empezar dije una fila ¡¡Una sola fila maldita sea enferrrmos con deficiencia cerebral!! Ey ¡Ey, deja esas tijeras ahí tú!
...y la cosa no venía bien, en ese momento entre tantos ineptos sin intelecto recordé la buena compañía de Azoxeroth, con él sí había una especie de empatía —¡Oigan ustedes! ¡¿Para qué demonios se forman de nuevo en la fila si ya les había dicho que NO!?
—¿Para qué demonios? tú eres el único demonio, obvio que para tu fila
—¡Pedazo de un payaso, muerde mis tentáculos!
...Eh, ¿dónde estaba? ah, sí-sí, Azoxeroth... con él sí había buen equipo, lástima que mis palomas esta vez no lo localizaron: le había enviado dibujitos y jeroglíficos para que me entendiera el mensaje y no, nunca lo hallaron, además no podía esperar a encontrarmelo porque no sabía leer, vaya sujeto.

En ello ya fatigado de tantos insolentes grasosos y sin cerebro realizo un descanso, reposando en mi silla tras la mesa me sujeto el rostro y mi mano peina hacia atrás mi cabellera; entre la bola de bárbaros y mis suspiros diviso a un individuo que se destacaba por su apariencia, me recordaba a mí mismo hacía cinco años, sólo por ese detalle superficial se me ocurrió reclamar su atención:
—Oye, tú, sí tú, ¿puedes venir hasta aquí?
Era de complexión atlética, su estatura como de 1.80 y de seguro era vampiro aunque el hedor de su aura me era confusa pues la vitalidad que emanaba me sonaba a alimento; sus rasgos faciales muy delicados, como los de una mujer... —¿Vienes aquí por mi solicitud o quién eres tú? ... ¡Oigan borrachos! ¡...a jugar a eso afuera!
—Ya me cansó tu actitud, desde que llegaste te has estado creyendo el dueño del lugar, paliducho engreído— me contestó interrumpiendo mi charla con el chico de tez albina.
—Sí, estoy con Ura Khan— correspondió otro bárbaro, aclarando:
—...te dieron esa silla por caridad ¡cretino!
Y en ello, la mayoría abandonaba el lugar para evitar la pelea, pero unos quince comenzaron a darse paliza al azar entre sí, cinco se me venían persuadidos de arrancarme los ojos, o la lengua (no entendí bien el mensaje corporal no-verbal de esos lelos).

Y fue cuando... ¿Azoxeroth? ¿aquí? ¡Por las canas de mis santificadas damnificadas! No me lo esperaba, sin dudas no lo esperaba, ésto sería un desmadre como nadie aquí se podía hacer una idea.
—Bueno joven, luego me respondes ¿ahora no te apetece una ronda de escabechinas y decesos múltiples con degollina a la hecatombe?— con retórica complicada le expresé chsitoso al muchacho blanquecino que se uniera a mí en combate, los estragos en equipo eran un deleite proporcional a la mortandad de los presentes.

El individuo ofertante del trabajo parecía aquel hombre palido, como un cadáver, y consumido, como si hubiera llevado semanas sin probar bocado, quizás fuera débil y por eso el motivo necesitba más fuerza para acabar una misión tan pormetedora.

La taberna estaba repleta de borrachos, que en un par de minutos empezaron a enfrentarse como las bestias que eran. Miré con asco aquel acto tan deplorable.

—Bueno joven, luego me respondes ¿ahora no te apetece una ronda de escabechinas y decesos múltiples con degollina a la hecatombe?- me dijo el individuo albino

Esgrimí una media sonrisa: me había leido el pensamiento.

Antes de que pudiera alguno de aquellos animales se lanzarse sobre mí, desenvainé mi espada y comenzé a combatirles a espadazos, abriendo en canal a todos y cada uno aquellos cerdos esos cerdos...

¡Jópe, la posada estaba abarrotada de gente! A lo lejos, pude distinguir a Abysso discutiendo amigablemente con los aspirantes a ''tripulación''. Al parecer estaban todos ansiosos, pero sus ánimos se truncaron con la palabrería del demonio. No me iba a molestar en alcanzarlo, ya sabía de sobra que le acompañaría hasta el mismísimo infierno... Una cosa que no pude pasar por alto era que había otro individuo, con una cabellera blanca y que me recordaba a alguien. Al poco de girar, descubrí su identidad: mi antiguo encargado de la limpieza Bellum Draconis (o Ratonis, daba igual). ¿Qué haría aquí? ¿Tenía algo que ver con la ''tripulación'' de Abysso? Una cosa a resaltar era que Abysso, visto entre tantas armaduras, me recordó a cierto demonio. No lo recordaba muy bien, pero creo que la última vez que nos reunimos fue hace once o doce años.

Entretanto, mientras los demás discutían, yo me abría paso sin vacilación ni remordimiento, empujando o a codazos si las circunstancias lo requerían. Llegué hasta la barra y, alzando el brazo derecho, chasqueé dos veces con los dedos para llamar la atención al posadero. Al poco de servirme mi jarra de ron añejo, los humos se extendían por el ambiente. Se ve que no estaban del todo contentos con Abysso. En ese lapso de tiempo, me dio tiempo a entablar una pequeña conversación con el posadero:

- ¿Algo interesante por aquí, posadero?

- No mucho, la gente va y viene, deja su dinero y llena el estómago, qué más se puede pedir de un local como este, hijo. Sin embargo, poco antes del atardecer, llegó ese sujeto, en busca de una tripulación. Según me contó, necesitaba una tripulación para un propósito ''benéfico'' - esa última palabra entre comillas jamás concordaría con Abysso - Pero hay un par de rumores que mencionan algo sobre un familiar suyo, que están confabulando... - eso ya sonaba más interesante y propio de mi aliado demoníaco. Sin embargo, el discurso no pudo prolongarse más, puesto que se había iniciado una salvaje refriega en la posada. Y todo por culpa de Abysso con sus ponzoñosas palabras.

- ¡Ah, por favor, detengan esto! - vociferaba el posadero - ¡Largaros a luchar afuera, malditos borrachos! Con lo que cuesta quitar la sangre del suelo...

Vacié el contenido de mi bebida alcohólica y advertí que se iban a ensañar entre todos, incluidos Abysso y Bel. Dejé el jarrón en la barra y murmuré al posadero:

- Habrá que ir despejando esta mierda...

Uno se lanzaba a por mí. Me apeé a la barra aún más y le di una zancadilla que lo mandó con vuelo de ida hacia la puerta del ajetreado edificio. Las katanas, en mi opinión, no iban a hacer falta, pues aquesta gente estaba ebria y majara. Simplemente, me metía en el centro del caos y separaba para echarlos a patadas de aquí. Verdad que recibía puñetazos o golpes a traición, pero eso para un demonio de mi ralea era poco.

Otra cosa que llegué a oír fueron acometidas de espada. Alcé la cabeza y vi al cabroncete de Bellum disfrutando como un ''shanshito'' en un charco de barro, cortando y matando a diestro y siniestro. La posada iba vaciándose poco a poco, tanto de vivos como de muertos por Bellum. Mientras que yo simplemente me esforzaba en echarlos, Bel recurría a métodos más drásticos. Había conseguido echar a más de media docena, pero áun había unos pocos que se encaraban con Abysso... A ver cómo se las arreglaba mi pálido camarada...

Las noticias volaban por tierra y aire cuales libres aves que disfrutaban de demostrar su glorioso esplendor entre los cielos, nuevas que no predecían nada bueno, y como no, los buscadores no nos quedaríamos sin enterarnos de la fuga de un demonio. Si ya era conocido el brutal comportamiento de la mayoría de demonios, nos temíamos lo peor al saber que se les había escapado a alguien que habían encarcelado por sus brutales crímenes.

Era momento de echar un vistazo, determinar el grado de peligro al que nos enfrentábamos y hacer lo que estuviera en nuestra mano por solventarlo de manera pacífica, además no nos extrañaría que en una sociedad demoniaca, se encerrara a aquella persona que intentara ser buena, aunque hacer castillos en el aire no era lo mío. Puede que fuera una sociedad diferente, tendríamos que verla con nuestros propios ojos para después hacer hipótesis, nada servía imaginarlas sin tener argumentos con los que compararlas.

Es igual, debíamos encargarnos de este caso, y lo digo en plural pues iba acompañado, aunque no quería poner en riesgo la vida de los buscadores, sabía perfectamente que si nuestro enemigo resultaba ser “endemoniadamente” fuerte, requeriría ayuda para combatirlo. Y por ello tenía conmigo a Sawashi, una buscadora de los pueblos nómadas del desierto; y a Eferon, un talentoso joven humano.

Sawashi al ser de los pueblo del desierto tenía una piel oscura gracias al ardiente sol que fulminaba la tierra desértica, pero no era humana, era una mestiza, concretamente una semielfa, de pelo blanco y ojos cobrizos.

Eferon, que no me llegaría a sobrepasar en edad, era un joven humano de pelo pelirrojo y ojos verdes, si estaba con nosotros era pues que sus talentos con la magia lo convertían en un perfecto miembro de apoyo en el combate, aunque aun era mago que aun no había aprobado todos los exámenes de magia intermedia, destacaba por su vitalidad y energía.

Los tres habíamos escogido como medio para desplazarnos a nuestros grifos así que estábamos volando, para mi desgracia, dirigiéndonos al lugar más cercano de donde fue avistado el fugitivo, las llanuras de fuego. Pero la noche llegó temprano y nos vimos forzados a aterrizar y descansar en la primera taberna que nos encontramos, un lugar que no se encontraba en las mejores condiciones posibles.

Habíamos decidido dejar que los grifos volaran libremente para evitar problemas con la población local en cuanto a donde debieran quedarse durante la noche, por ello teníamos nuestros silbatos, para llamarlos cuando fuera debido.

-Odio volar, me revuelve las tripas como si me hubieran atado a las aspas un molino y le estuvieran dando vueltas un par de gigantes-dije mientras andaba algo costoso al no encontrarme muy bien, pero aun así debíamos dirigirnos a la taberna en la que observamos algo.

-Nadie diría ahora que fueras nuestro líder-dijo mi compañera del desierto con tono burlón.

-¿Acaso aparenta el asesino ser un asesino? ¿o el depredador aparenta ser depredador para cazar a la presa? Cuanto menos piensen que yo soy el líder mejor, me ahorró bastantes problemas como intentos de asesinato, secuestro, etc…-respondí mientras me asaltaba parte de mi vena filosófica mientras veía como empezaban a echar gente a patadas de la posada-Creo que habrán algunos problemas, taparos con las capuchas.

Cogí los bordes de mi capucha y la coloqué sobre mi cabeza mientras mis compañeros me imitaban para aparentar simples viajeros. Abriéndonos paso entre la gente que se aglomeraba fuera del local en el que parecía terminar una pelea. Mientras nonos involucráramos no nos pasaría nada, solo seríamos clientes más.

-Mantened la guardia y no digáis nada, aquí se aglomeran contrabandistas, forajidos y barbaros-murmuré a mis acompañantes mientras busca una mesa en la que sentarnos los tres. Una vez descansé sobre una silla pasé mi mirada por todo el local, aun echaban a gente y alguien se estaba divirtiendo matando. Salvajes. Pero algo me hizo esbozar un rostro de asombro tras la oscuridad de mi capucha, un viejo conocido.

De un troll humanoide a un orco con mala vista logré escabullirme entre la muchedumbre que se revolvía rápido —Bien, ya no tengo a nadie apuntandome como a un blanco móvil— pensé, pero al levantar la mirada lo ví, ese hechicero Blanco ¡¿Qué rayos hacía aquí!? había perdido a mis atacantes, unos cuantos ya no se movían del suelo ¿y para qué? ahora a este tal Rocnus lo tenía en frente —...que no me vea, que no me reconozca— murmuré virando mi dirección pero, no encontraba a Azogue, ¡hacía un rato estaba allí!

Finalmente el alboroto se acabó cuando el posadero inundó el lugar con un estallido ensordecedor, no denoté qué mecanismo usó pero, unos cuantos se echaron para afuera del lugar y otros se sentaron en sus mesas como si nada hubiera pasado jamás ahí (pese al puñal en su acromion y clavícula, qué gracioso).
—¡...Y tú!— me señaló el dueño aprovechando el repentino silencio —¡¡Te largas ahora mismo de mi establecimiento!!— remató con esas palabras, no era ni la mitad de luchador que todos éstos desaseados pero, algo en su voz me hizo obedecer ciegamente, persuadido como si se tratase de mi jefe.
—Bueno bueno, está bien, me lo merezco, nos vemos luego y...
—¡'Luego' nada! ¡No quiero volver a verte entrar aquí!— me interrumpió tomando una ballesta de su pared para que yo apurara mi paso, nada nuevo, otro lugar al que ya no podía concurrir; sólo deseaba que el hechicero Blanco no me siguiera hasta afuera (con tan denunciante escena sin dudas yo estaba delatado a ojos de todos).

En última instancia ahora me quedaba esperar afuera del establecimiento, aquellos a los que le había dicho para entrar en mi tripulación ya no deseaban saber de mí, parecía ser que en este Reino el posadero éste era un tipejo respetado... ¿carisma innato tal vez?
Por otro lado, ahora sin esos seis que ya no iban a estar conmigo en la misión mis pensamientos se desviaron a atender cuando saliera Azogue, no podía esperar a presentarle al afeminado que había conocido antes del alboroto que "yo provoqué" sí-claro ¿cómo-no? El joven caucásico había demostrado ser un buen peleón, y no digo "aliado" porque no confío en su galante talento.

—¡Que te alejes de mi puerta también! ¡Lejos!— desde adentro seguía oyendo al posadero, no le iba a hacer caso pero como disparó la ballesta desde adentro y casi me da en el pie seguí retrocediendo.
—¡Por el carácter de mi abuela! Esta vez sí que la embarré del todo... ya cosecho odio ajeno en vez de miedo a mi persona, ¿¡algo más que quieras compartir conmigo Universo!?— me apoyé en un caballo amarrado para descansar un pie y limpiarme las manchas en mi ropa, mugriento lugar que tizna.

Tras el potente anuncio del posadero los borrachos salieron por patas, y los más cobardes, o quizás los que no se consideraban lo suficiéntemente borrachos, se sentaron como si nada hubiera pasado.
Para mi sorpresa el cabreado dueño del establecimiento no reparó en mi presencia, o si lo hizo seguramente prefería medir sus palabras. Había derremado mucha sangre aqeulla noche, pero aún quería más, no eran rivales dignos, sólo era unos malditos borrachos. Envainé mi espada, pero antes la linpíe con un pañuelo de tela, que, luego, dejé caer sobre la cabeza decapitada de una de aquellas bestias.

Decidí segir los pasos del individuo pálido, pero antes eché un último vistazo a la posada. Había un ligero murmullo que turbaba el aire, me percaté entonces de unos extraños individuos encapuchados, que posiblemente entraron durante la pelea, me daban mala espina, así que no me entretuve más y salí corriendo tras los pasos del ofertante.

En el exterior había empezado a caer una débil llovizna, de modo que me puse la capucha. Mi blaco estaba cerca de su montura, le intercepté:

-Buenas noches. Me gustaría saber si puedo unirme en esta misión- concluí, mostrándole la nota de la misión.

Lo más impresionable fue que quien se encargó de atenuar la tensión fue el mismísimo dueño del local. Muchos salían y otros se sentaban, mientras que el posadero desterraba a Abysso de su modesto edificio. ''Cómo la lía el Abysso'', me dije para mis adentros. Aunque me hizo un poco de gracia que le amenazaran con una ballesta...

Aparentemente las cosas volvían a su sitio: la gente se calmaba, Abysso se largaba, Bel lo seguía, cadáveres por suelo yacían... Ah, sí, faltó un último detalle: esas tres figuras encapuchadas, que venían muy a su placer a causar sospechas entre los componentes de la taberna. '¿Serán de alguna fanática secta?'', dejé esa deducción por inválida, pues no tenía ganas de conocer a esa gente, de momento.

Dejé dos monedas en la barra en la que estaba atrás el posadero y fui en pos de los dos pálidos sujetos. Oh, vaya, ya empiezan las precipitaciones... Esperemos que no arrecien.

Con manos en bolsillos, me acerqué a los dos que hablaban:

- ¡Cómo la cagas, Abysso! Bueno, de qué va el tema de tu ''tripulación''... - en cuanto Bellum se giró a verme, me sobresalté, simulando hacerme el sorprendido - ¡¿Qué haces tú aquí!?

Esto prometía ponerse interesante...

Como desde los tiempos más remotos que hubieran existido, el caos fue anulado por el orden. Nuestro querido anfitrión, el buen tabernero hizo que todas las personas que durante nuestra llegada, estuvieron peleando y molestando, ahora se tranquilizaban a causa de un misterioso terror causado por nuestro malhumorado patrón. Mi antiguo camarada fue exiliado del local como la gente exiliada de su tierra tras ser conquistada, teníamos a nuestro “amistoso” tabernero cargando una flecha en su ballesta que había sacado de debajo de la barra tras dispararle una a Abysso como advertencia.

-Sawashi… ¿qué piensas?-susurré a mis compañeros mientras me apoyaba en el respaldar de la silla.

-El tabernero ha de ser alguien muy “poderoso” por estas tierras si con tres simples frases consigue que toda una banda de barbaros y criminales borrachos se tranquilice en mitad de una pelea-me respondió mi antigua compañera de aventuras, aquella que conocí tiempo atrás durante mi estancia junto a los pueblos del desierto cuando quise regresar la Fortaleza de las Edades.

-¿Un veterano de guerra quizás?-pregunté tontamente para ver si mi acompañante había conseguido averiguar lo mismo que yo y probar su habilidades de deducción.

Hizo una pausa y me respondió mirándome por el rabillo del ojo- No creo, esta tierra es diferente a la de los humanos, ese respeto por la gente antigua y veterana no existe por estos lares; es más posible que sea un jefe de un clan o un colaborador de un grupo importante por aquí, es más creíble.

-Bien, cambio de planes, nos marchamos-dije mientras me levantaba de la silla y veía como mi joven acompañante parecía algo nervioso y pálido, era como si el tabernero le hubiera echado la bronca a él-Eferon, tranquilízate que nadie te va a hacer nada-le susurré mientras ponía una mano en su hombro para tranquilizarle.

-¿Qué piensas hacer? ¿Cambio de planes? Hemos venido aquí para encontrar un demonio ¿Qué te propones?- me preguntó en voz baja mi compañera que también se había decantado por levantarse.

-Solo voy a hablar con un viejo amigo, el objetivo sigue siendo el mismo-le contesté mientras veía que algunas miradas se fijaban en nosotros, y nuestro tabernero “favorito” se aproximó a nuestra mesa para ver que sucedía.

-¿Ocurre algo?-preguntó.

-Nada buen señor, simplemente estábamos comentando sobre los acontecimientos ocurridos, entramos cuando ya comenzó el conflicto y no nos enteramos de que fue el detonante de aquel enfrentamiento-dije en voz alta con un tono diplomático y cortés.

-Fue aquél paliducho que acabo de echar, vino diciendo que quería formar una tripulación y empezó a reunir a gente y la iba rechazando como si fuera el dueño de mi local-respondió con un poco de asco al referirse a Abysso.

-Siento oír eso, mis acompañantes y yo habíamos decidido abastecernos en este establecimiento para continuar nuestro viaje, somos peregrinos del convento cercano, nuestro sacerdote nos mandó en un viaje por estas tierras pero noto que puede que nuestra presencia incomode a sus clientes. Si es tan amable, querríamos comprar algo de comida para marcharnos lo antes posible.

Después de unos momentos de transacción ya habíamos comprado alimentos y abandonamos el local mientras Eferon dejaba la bolsa de monedas que le había encargado que le diera al tabernero para pagar la comida que ahora llevábamos en las bolsas que guardábamos dentro de nuestras túnicas de viaje.

Observé entonces donde se encontraba mi antiguo compañero que era acompañado de otras dos personas que también habían intentado parar la disputa en el local, cada de una manera.

-Manteneros a una distancia segura, hablaré yo con ellos, si llega a ocurrir algo os haré una señal para que tengáis libre acceso a las armas, Sawashi, si lo ves necesario, tienes libre acceso a tu arco-expliqué a mis buscadores.

-¿Pero… eso no es peligroso?-preguntó Eferon, inseguro.

-Tranquilo, he sobrevivido a cientos de situaciones, esta no es ni la mejor ni la peor, pero en cambio, tú, deberías tener más confianza en ti mismo y ser menos inseguro-aconsejé a mi joven buscador, me sentía como el padre de una familia, la familia eran los miembros de los buscadores, y yo, el líder, me sentía como el padre protector que debía de cuidar de ellos.

Avancé hacia las tres figuras de las cuales solo conocía a una y a esa fue a la que me referí- ¡Dichosos los ojos! Se ve que la diosa fortuna ha querido recompensarnos con un nuevo encuentro, oloroso y antiguo compañero. ¿Qué hace por aquí alguien de tu clase?

El joven que me recordaba a mí al fin salía, se presentó pidiendo unirse a "mi tripulación" la cual ya no existía, por lo que deduje que él y Azoxeroth serían los acompañantes: él por su excelente demostración de valía ante esos embriagados, Azoxeroth por el simple hecho de que ... bueno, yo lo conocía lo suficiente para saberlo, hacía bastante que no lo veía, jamás esperé encontrarlo por este reino.

—Bien muchacho, si quieres unirte a esta peligrosa misión y cobrar la recompensa luego, aceptado, sólo dime por cuál nombre dirigirme a tí; a mí puedes llamarme Abysso— extendí la mano para estrecharla en su antebrazo. Ahora de cerca se presenciaba mejor el aroma de su aura, era humano para mi sorpresa, ni vampiro ni demonio, vaya personas con las que me suelo encontrar entre borrachos, bárbaros y grasientos, ¿será mi vida un espiral cíclico siempre así? Dos cosas estaban claras, primero: debía cambiar mi actitud frente a los bárbaros; y segundo: me quedaré sin lugares de calidad donde apostar y beber si sigo siendo echado de todas las posadas de Gold.

Azogue salía finalmente, pobre de mi reputación frente a sus ojos, siempre era la misma historia, ojalá no pensara él que Abysso era un monotemático... y hasta conocía a este otro.
—Ah, ¿ya se conocen? Y yo que no creo en esas cosas del destino, qué loco, pero bueno, vayamos al grano ya que por lo que sé seremos nosotros tres los que...
Ni bien así lo dije a modo introductorio para explicar la situación, como una burla del Universo (otra más, maldito sea el Universo), se nos ancla Rocnus a la conversación... al menos se acercaba en tono amigable, magnífico: no era mi funeral.
—¿Mi clase? ¿a qué te refieres mago de Luz? no, no importa eso, la pregunta en realidad sería, ¿Por qué estás tú aquí? no ha de ser casualidad que realizando yo una solicitud de equipo te aparezcas en una zona tan criminal como ésta, este "callejón olvidado" que podría bien ser la vergüenza del Reino Dragón.
Mi intriga al verlo fue una, que a diferencia de Azogue y el joven, a él no le extendí la mano. Ahora sí habría mucho de qué charlar en el camino.

Al parecer no era el único interesado en la misión, de hecho en aquel instante el destino paracía haber unido todos los mecanismos para el desastre. Como si fuese un delta invertido en el que tres de nosotros ya nos conocíamos respectivamente. Escaramuzas pasadas, delitos pasados... La tensión se palpaba en el ambiente como si un cuchillo pudiese cortarlo.

La verdad, la incorporación de aquel encapuchado me incomodaba, su aura era turbia y mezclada, era extraña, olía a perro mojado. Por otro lado estaba aquel desagradable demonio que hacía un par de días fue mi instructor, el cual me hizo realizar una tarea de lo más humillante, mas yo le prometí que algún día me cobraría mi venganaza. No me hacía gracia tener que compartir con él mi primera misíon. Ignoré su comentario como si se hubiese perdido en el aire. Aunque una parte de mí se alegró al verle.

Esché un vistazo a la secta de encapuchado, el desconocido mago Blanco, no estba solo, eso daría problemas en caso de que las cosas se torciesen. Me pregutaba si sería un rival digno con el que batirme. Además las pequeña batalla de la taberna me había sabido a poco.

Me giré hacia Abyss ignorando por completo al resto de los presentes- Bien pues me guataría concretar un par de detalles acerca de la misión, por cierto llamame Bellum.

La llovizna seguía tenue y pacífica, como una aparente calma que precede a la tormenta. Tras estrechar brevemente la mano a Abysso y unos pocos intercambios de palabras, se acercó un tercer sujeto: el encapuchado de la posada. No le haría caso si no fuera por Abysso, que lo conocía. Al sonar las dos palabras ''mago de Luz'', mi rostro de bonachón desapareció, degenerando en una neutralidad parcial. Con los ojos entrecerrados, lo miré de reojo. Bueno, a primera vista, parecía inofensivo, pero yo no me fío de ningún mago... Los temas puros y luminosos no iban conmigo.

A lo lejos, unos escasos relámpagos rasgaron el horizonte, seguidos consecutivamente de sus truenos. Mis manos seguían guardadas en los bolsillos, entanto que permanecía a la espera de que los demás llegaran a algo. Por encima del hombro del mago de Luz que hablaba con Abysso estaban los otros dos encapuchados. Aproveché un poco de las gotas de agua que me azotaban para peinarme modestamente, mientras los demás sacaban tajada de su charla.

''Paso de hablar... Fijo que de aquí no se espera nada bueno'', meditaba perezosamente. En el fondo, estaba impaciente por salir ahí y encararme con el problema de Abysso, pero primero dejé que estos terminaran de acordar términos y condiciones. Otra cosa a husmear sería aquel mago de la Luz y compañía: supuse que no estarían aquí para que les diesen peras gratis.

''Hummm, qué buen día hace hoy...''

Una verdad que se me pasó por alto, un detalle minúsculo pero esencial. Al parecer, mi antiguo y oloroso compañero había venido a este tipo de lugar para reunir a un grupo de gente o equipo como él decía o quería llamarlo. Realmente no sabía que pretendía pero conociéndole era mejor tenerle un ojo puesto encima en todo momento.

Sus dos acompañantes no se quedaban atrás, uno era blanco cual nieve de montaña, casi parecía un cadáver al que le habían extraído hasta la última gota de sangre, era algo extraño e inquietante, podría ser vampiro, pero no estaba seguro, su actitud durante el combate, derramar por el suelo tanta sangre sin ningún ápice de sed…

En cambio el otro era más fácil reconocer sus características demoniacas, su extraña mandíbula y aquel agujero en pleno centro del abdomen, era extraño, casi parecía acabar de salir de una pelea en la que acabó malherido, pero aun así parecía estar bien. Su actitud parecía algo forzada a no fijarse en nada en concreto, tal vez mi presencia al saber que era mago blanco, gracias a la colaboración de Abysso a revelar información, le había causado aquel extraño comportamiento.

Regresando a la conversación con Abysso, decidí dar un voto de falsa confianza a esas tres personas, me retiré a capucha mientras le respondía a mi antiguo camarada-Desconocía si quiera que estabas en busca de un grupo, simplemente estaba de viaje con unos compañeros y se nos echó la noche encima, andábamos sobrevolando esta zona y este era el establecimiento más cercano que encontramos.

-¿Y tú? ¿De qué se trata esto del grupo que estas reuniendo? ¿Qué pretendes hacer?

Me había dirigido hacía dos semanas al reino dragón, mi intención era ponerme más al día sobre esas criaturas, tipos, poderes, tamaños, formas de ser... Era bueno conocer de todo, el mundo era muy variopinto.
me encontraba feliz, había dormido en varias posadas, dedicado al pillaje, luchado en peleas tabernarias (cosa que adoraba claro) y tuve algún que otro encontronazo con una banda de semi dracónicos,...¡pobres! estaban tan confusos sobre su identidad que fue muy fácil aprovecharse de ellos. Fingí querer unirme a su banda y participé en algún que otro ataque, claro que, como todo bicho de sangre más fría que caliente sufre cuando ve que su traicionera compañera de viaje escapa nadando cual pececillo y ellos iban quedándose dormidos en el agua y no despertarían jamás, pobres tontos. Yo a cambio tenía un buen botín que me había fundido en apuestas y juergas y sólo me quedaba comida para tres días. En cuanto pasaran esos tres días... no lo pasaría tan bien.

Iba caminando por la calle cuando me topé con un hombre que iba borracho... bueno, más bien lo siguiente. Su estado no tenía nombre. Iba farfullando algo de "estúsfsda... asdpulacjdfhón" y detrás de él había otro tipo con la nariz sangrando a chorros, miré más al fondo. El cartel de una taberna era iluminado por una luz muy tenue. Alrededor de la puerta había un grupo reunido y en el suelo se veían sombras, bultos de personas que habían sufrido los efectos de una pelea. Me agaché a ver si podía sacar algún tesorillo de sus maltrechos bolsillos.
- ¿Continúa la pelea?- le dije a uno que parecía que estaba algo más consciente
Negó con la cabeza. ¡Otra vez que llegaba tarde! ¡Maldita sea!

Seguí de camino hacia la taberna, con la esperanza de que se hubiera equivocado (iba cruzando los dedos). Fijándome más ahora en el grupo,... era como si en vez de uno fueran dos...Puede que hubiera otra pelea...eso estaba poniéndose interesante.
A medida que me acercaba la luz me permitió discernir varios rostros increíblemente pálidos, entre ellos uno que me hizo retroceder dos años atrás. Mis ojos se abrieron como platos
- Maldito traidor moroso- pensé en alto. Llevé mi mano a la empuñadura de mi espada, por si acaso.

—Pues... ehm ¿...Rocnus es tu nombre, verdad? no quiero confundirte, ¡como sea! Resulta que un pariente mío escapó de su celda de extrema seguridad en Delork'kas y por lo que me han contado camino a este reino ya no es sólo un problema para los demonios, él...— no pude terminar la explicación otra vez, porque como broma del Cosmos (y ahora sí era el colmo) denoté a una chica concentrada en lo que hacíamos, a lo mejor si la fauna de esta zona no fuera pura testosterona no la divisaba allí a buena distancia...
—...Uh la'lá, miren eso chicos, ella...— quise comentar algo machista por verla pero enseguida la reconocí, era esa pequeña niña escurridiza que alguna vez perseguimos con Azogue, de hecho fue cuando conocí a mi camarada demonio.
—Azoxeroth, es aquella niña que perseguimos la noche que te conocí— dije en un susurro que simulaba grito —...y nos está mirando— añadí devolviendo la cara al demonio para enseguida regresar la mirada a la joven, la sorpresa me hizo improvisar un saludo con la mano ...qué ridículo... queriendo arreglarlo antes de que Azogue me respondiera algo decidí hablarle, de todas formas no estaba tan seguro si era ella, me lo diría Azogue, o lo sabría si me plantaba una flecha entre los ojos.

—¡Saludos! ¡Quisiera decirte algo! ¡Te daré tu dinero, ven!— expresé en tono amigable, si no era la que yo creía pues, quedaría como alguien que la trata de mujer fácil, sólo que si realmente lo era ¡Uff! ¿confiaría en mí? Tenía pensado pagarle poco menos de la mitad del oro que traía conmigo
["5 monedas de 15"].

Era la escena más cómica que los dioses me habían plantado en el camino: otra vez llovía, otra vez hubo problemas con bárbaros y ello me llevó a conocer a un espadachín nuevo, ¡Y ahora la pícara! Por un lado su llegada ayudaba al mago Blanco, la cara de Azogue se desviaba a querer dañarlo, ella era buena distracción.

—¿Así que Abysso anduvo repartiendo papeles para juntar gente, eh? Bien hecho Mors, es buena información, vayamos camino a esa zona a preguntar cómo hallarlo, si eso está haciendo ha de haber estado reflexionando unirse a mi Nueva Nación Naciente, será maravilloso ¡Ha pasado mucho tiempo hermanito! ...y no me visitaste nunca.

Spoiler:

Estaba perdido en los recuerdos, muchos los cuales camino a mi medio hermano seguirían apareciendo como escenas imperdonables, pinturas surreales, mi cuerpo ya no sabía la diferencia entre dolor y placer, ¿por qué en mi mente todo estaba tan confuso? Mis cómplices me hablaban, lo sabía, los escuchaba, pero sumergido en este mar de recuerdos e ideas desordenadas sólo podían esperar silencio de mi parte, y rogar que no los succionara hasta la muerte.

Las cosas no dejaban de ir a mejor...

¡Ahora se nos incorporaba una niña!, desde luego aquel individuo de Abysso era una caja de sorpresas, parecía tener más conocidos que hormigas había en el mundo. Mi corazón ardía en deseos de acabar con alguno de aquellos insignificantes presentes, pero debía permanecer sereno y calcular bien la situación, un sólo paso en falso y los cuatro se volverían contra mí.

Me detuve mirando a la recienllegada. La oscuriodad de la noche no me permitía vislumbrar del todo su rotrso pero como deduje por su apariencia era una joven de unos dieciocho años, sus ragos era muy extraños, sí en cierto tono eran humanos, pero poseían cierto carácter silviano...extraña, y es que la reunión parecía un revuelto de individuos más raros que un gato verde.

En vista de las circunstancias, decidí cerrar tajántemente el tema de las bienvenidas...

-Disculpen que interrumpa este momento tan enternecedor, pero acierto al afirmar que todos estamos aquí por una razón, ¿no es así?. Debemos atrapar a un fugitivo ¿no?, entonces hemos de ser prestos en nuestros movimientos, debemos dejar esta tdiosa presentación para un momento de descanso...


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OFF ROL: Muy bueno Abysso por las imágenes

Iba a perderme en mis infernales pensamientos cuando de repente, otra persona se presentó. ''¿Qué es esto? ¿Más carne de cañón?'', pensé por un momento, pues mi vista me demostraba que ya éramos seis los que formábamos el grupillo: por un lado, estaban esos tres encapuchados, de los cuales resaltó el mago de Luz llamado Rocnus. Los otros dos se mantenían al margen, como si Rocnus fuera el líder del trío. Por otro lado, se contaba a Abysso, mi aliado demoníaco y el buscador de ''tripulación'', y Bellum Draconis, quien se lió a espadazos en la taberna y se le veía con más ganas de repartir hostiones. Sólo restábamos yo y esa moza, que superficialmente tenía aspecto humano. Si no fuera por Abysso, no recordaría quién era. Le dediqué una simple y fugaz mirada: bueno, al menos llevaba arma.

Estaban ya por terminar con los acuerdos, y hasta Bel propuso que dejaran el cotorreo pa' luego. Yo también tenía ganas de acabar esta farsa y largarme a Delork-Kas, pero me fijé en que la situación se tensó un poco cuando la pequeña humana echó mano a la empuñadura de su espada. A ver si se desencadenaba una refriega fuera de la posada, pero esta tendría menores repercusiones y dimensiones.

Pufff, esto de estar callado y pendiente de los demás no era de mi estilo, mas qué podía hacer. Yo en realidad dejaba que la katana hablase por mí...

Guardé el peine de marfil y dejé nuevamente las manos en los bolsillos. Seguía con la mirada cansina y el rostro abotargado, no por la presencia de ese blaquito (no, me refiero a Rocnus... tres blanquitos hay: Abysso, Bellum y Rocnus), sino por la impotencia de estar frente a esta gente, sin nada que hacer y a la espera de que ocurriese algo.

De momento, me limitaría a acompañar a Abysso. Luego, ya veremos...

Ahora el puzle encajaba, la pieza perdida había sido hallada y puesta en su respectivo lugar, el puzle era un enorme escenario que abarcaba todo Gold, en el que estaba yo, mis compañeros, Delork-kas y la última pieza era Abysso y sus compañeros. Claro estaba, no le iba a decir que iba a arrestar a su pariente, sería como decirle a la presa que la vamos a matar, tal vez se volviera contra nosotros y dejara de ser un potencial aliado.

Pero el tiempo de debatir acabó en el momento en el que una figura con malas intenciones entro en escena, nuestro compañero demoniaco nos hizo dirigir nuestra mirada a una recién llegada que no dudó en agarrar el pomo de su espada, conflictos, era lo menos que me esperaba. Un ruido como de sacando un objeto de algo, una cuerda tensada, dirigí mi vista hacia mis compañeros, Eferon estaba asustando mientras Sawashi tenía su arco listo para disparar hacia la recién llegada ¡No!

No era momento para un enfrentamiento, arruinaría todo, un combate era lo menos que necesitábamos, debíamos actuar rápido, parecía que mis compañeros aun no se habían fijado en los actos de mis buscadores, era el momento de actuar. Y me fragmenté en cientos de luciérnagas que se dirigieron raudas a detener a mi buscadora que se proponía a descargar su ráfaga sobre la recién llegada.

Y me volví a recomponer agarrando el arco y dirigiendo la trayectoria de la flecha hacia el cielo que se perdió en la oscuridad de las nubes lluviosas ya que el susto de la buscadora al no esperarse que alguien de improviso agarrara su arco.

-No te tomes las posibilidades con tanta libertad, que no estamos en el desierto, aquí aun siendo un barrio bajo no son todos potenciales bestias homicidas, controla tus actos-le reproché por lo bajo a mi compañera que no hizo más que asentir para después pedirme disculpas y guardar el arco.

En ese momento me giré hacia la chica que acababa de llegar y avanzando hacia ella y diciendo cortésmente-Siento si mi amiga la haya podido molestar, no queremos que nazca un conflicto entre nosotros, por ello la invito a que se sienta libre de pedirme cualquier cosa en compensación de lo que acaba de ocurrir, siempre y cuando depongamos las armas y no me pida algo que sea dinero o demasiado personal-terminé con una reverencia que me mantuvo agachado hasta que la recién llegada respondiera a mi proposición.

Como suele pasar en todos lados, la nueva presencia capta la atención de todos los reunidos, unos con curiosidad, otros con no tanta gracia y otros de forma pasiva, como al que no le importa porque no tiene nada pendiente con esa persona.
Yo había conseguido las tres cosas. ¡Pero por todos los dioses! ahora que me fijaba, se les veía muy bien, la luz los iluminaba casi por completo ¿¡es que no tomaba ninguno el sol!? ¡Por los dioses que palidez más insana!
Iba a contestar al demonio que me habia timado, que por lo visto estaba dispuesto a pagarme lo que me debía, iba a decirle que con los intereses atrasados de dos años más una persecución e intento de asesinato con nocturnidad y alebosía (puesto que era mucho más pequeña por ese entonces en todos los sentidos), cuando una figura que estaba ahí de repente lanzó una flecha hacia mi, y eso que sólo posé la mano sobre la empuñadura, ni siquiera la había agarrado con ánimo de desenvainarla
¡pero que demonios! Uno de los que parecía que iba con ella desvió la flecha ayudado de magia, pero si no hubiera hecho eso, de seguro que me habría acertado porque fue un ataque a traición y totalmente injustificado. Así que el hombre que me debía pasta, mejor dicho, el demonio paliducho con aires de grandeza, tendría que esperar mi respuesta.
Por otro lado, otro también muy pálido, comentó que estaban ahí por "algo", ¡a saber qué era!

El hombre que había desviado la flecha que se acercó hacia a mi, mi actitud seguía siendo la misma, hasta una maniobra sospechosa que pudiera ver llegar, contrario a mis pensamientos, se disculpó por su compañera y en una actitud sumamente educada incluso hizo una reverencia

- No hay nada que pueda pagar un intento de asesinato- dije de forma contundente mirándola a ella- además, ¿es que acaso no tiene ella lengua para disculparse?

No me importaba ser descortés ¡me había intentado matar!

- Además, de aquí sólo me interesa ese paliducho- dije señalando al demonio deudor- creo que... ¿Aby?- rematé en tono burlón- no me debes lo que me debieras, si no eso y los intereses de al menos un dos por ciento mensual más una compensación por traición, persecución e intento de matarme- por su culpa me resfrié y me castigaron a una semana únicamente bebiendo agua mala y humillaciones constantes por parte de mi padre adoptivo que llegó a raparme la cabeza- quizá puedas pagarme si en esa misión de la que habláis hay una importante recompensa- concluí

La llanura vestía de rocosas elevaciones y montículos, vegetación de jubiloso color aún con el clima que se avecinaba...

—Lo siento Bellum, pero la cosa se pondrá difícil si no saldo ciertas cuestiones— le respondí al de vampírica apariencia apoyando la palma en su hombro mientras me iba hasta donde estaba la recaudadora, era una situación definitivamente incómoda, es como cuando estás en una fiesta donde eres el anfitrión y todos te conocen pero entre sí no tanto y... ay, me atrasaba con la misión mientras dejaba a algunos de lado por otros, la cara de Azoxeroth lo decía todo, sólo esperaba que su sopor no se convierta en tedio y nos decapitase a todos por la espera.

Rocnus había hecho bien su movimiento, era entonces un punto a mi favor para entablar con diplomacia una rara alianza o al menos tregua:
—Tal vez empezamos con el pie equivocado: nunca quise dañarte en realidad, me gusta jugar y ha pasado tiempo ya ¡cuánto habremos cambiado desde entonces, ¿no crees?! Por las molestias y todo te daré...— dije con mesura a la pequeña buscando en mi inventario —...ésto— enuncié tomando un poco menos de la mitad de lo que llevaba [Se transfieren 5 monedas de Abysso a Alywe: 15 - 5] y procurando alcanzárselo casi ansiando no ser atacado (lo dudaba, si Rocnus estaba cerca funcionaba como un embajador por su acto, sí, el resultado del cálculo es clemencia temporal en el mejor de los casos, ¿o eran mis ojos rodando fuera de órbita?).
—...y, ehm... como dijiste también puedes acompañarnos, pues hay una recompensa en esta tarea de interactuar con el forajido Interfectorem, mi medio hermano Averno, si participas pagaré no sólo el resto, sino el atraso— concluí mis explicaciones, no estaba nada seguro de poder pagar todo eso, no porque no pudiera sino porque lo que tenía ahorrado lo deseaba usar para un clan que teníamos pensado con Azoxeroth (hasta se me ocurrió incluír al humano ni bien lo vi actuar en la posada). Recordaba muy bien que mi oratoria no funcionaba con esta adolescente engreída, lo que se podía deducir era que su lenguaje era el dinero, o al menos lo material y tangible, estar entregando esa parte de mi oro debía ser un convincente incentivo, sugestivo y seductor, contundente sólo si el trauma de aquella noche no le fue muy grande y espero que no: una aliada como ella en una situación como la de enfrentar a mi hermanastro era más que sólo provechoso o rentable.

Aunque me llamó "Aby" tenía que aguantarlo ahora y aunque Azogue me viera en una actitud impropia de mi y eso frente a él fuere apocado o humillante, no me quedaba más que agregarle a la balanza esta dosis de doblegamiento, una conducta indigna hacia mi mismo; definitivamente los asuntos con mi hermano me transformaban, y yo odiaba la seriedad interna, ¡por los espíritus de la Llanura! me gustaba que vieran en rostro la severidad, ¡pero detestaba que ésta se inoculara en mis adentros!

Las cosas no cesaban de mejorar. La incorporación de aquella espía a la conversación habia hecho saltar las alarmas, y al grupo sectario actuó con presteza tratando de aniquilarla, ardía en deseos al ver que por el rabillo de ojo uno de los ancapuchados la estaba apuntando con un arco, deseaba ver esa flecha atravesar su cabeza, pero repentinamente el mago blanco desapareció haciendo alarde se sus poderes. Era una prueba indiscutible de que era un enemigo en potencia habría que tener cuidado con él.

Tratando de calmar los ánimos el anfitrión hizo uso de un largo y tendido discurso, que en mi opinión no eran más que patochadas.Trataba de ganar el favor de aquel ser inferior que se había acercado cual vil rata callejera...Definitivamente la tropa se multiplicaba por momentos y eso no era una buena señal, significaba, menos recompensa y más gente a la que eliminar, pero el tiempo lo remedia todo... Quizás habría que echarle una mano....

Bueno bueno bueno..., porbe chica- me acerqué a la recien llegada- ¿cómo osaís actuar de esa forma?, desde luego vuestra postura queda clara- acusé al mago blaco señalándole con el dedo- no sois gente de fiar, atacar así a una pobre niña indefensa en medio de la noche, cuando seguramente la pobre acudía a su hogar o a cobijarse bajo algún techo para pasar la noche...sois unos desalmados...

El cielo nublado persistía y la suave lluvia humedecía el sendero por el que nos encontrábamos. La gente continuaba con su conversación, pero un pequeño incidente sacudió nuestra calma. La humana hizo amago de querer empuñar su espada, lo que alteró un poco a los demás, sobre todo al trío Capuchones, pues el tal Rocnus se convirtió en unos insectos que se trasladaron hasta sus compañeros, justo a tiempo de desviar el flechazo que uno de ellos iba a soltar. ¿A quién pretendía matar? Dudé se fuéramos nosotros (Abysso, Bel y yo), pues la supuesta amenaza convergía en esa chica. Sinceramente, no creo que formáramos un gran equipo aún…

Tras esto, maguito luminoso regresó hasta la chavala, disculpándose encarecidamente. ''¡Anda que el pestazo a protocolo…!'', pensé por la forma de hablar del aquel mago, pálido como el papel. Bah, al cuerno con el tratamiento refinado. Como respuesta, la actitud de la joven se mostró bastante severa y parecía tener un punto de autoridad, pero eso sólo eran fluctuaciones mías.

Aun así, el tema de la charla derivó a otros derroteros, pasando al interés que mostraba la pequeña en el problema de Abysso y diciendo no sé qué de una compensación. En fin, esto tenía pinta de no acabar nunca y me apetecía bostezar. Por último, volví a oír la voz de Abysso y Bel reprochaba a Rocnus por los precipitados actos de su compañero encapuchado...

Mis cejas se dispararon hacia arriba y enseñé una mueca de media sonrisa. ¿¡Ha dicho Averno!? ¡Por todas las pesadillas! Ahora me acordé de ese sujeto, que en un cercano pasado fue aliado mío. Sucedió hace un buen tiempo… creo que once años aproximadamente: habíamos provocado una sangrienta carnicería en las afueras de Delork-Kas. Luchando codo con codo, entre Averno y yo llegamos a aniquilar a tres docenas de seres diabólicos… ¡Fue el día más chulo del año! Aunque también recordé que el muy hijo de perra me abandonó a mi suerte cuando vinieron las otras autoridades infernales, con el objetivo de enchironarnos. Mi lealtad y vocación fueron sojuzgadas por el Señor del Submundo y los demás Señores del Caos: se suponía que el deber de mi estatus era custodiar y salvaguardar al infierno y a sus gentes, pero yo tenía espíritu de conquistador e indómito. Como consecuencia, se me impuso la pena de los sesenta y nueve latigazos… A partir de ahí, ignoré del paradero de Averno y de su existencia.

Volviendo al presente, mis deseos de abandonar el encargo por culpa de la espera decrecieron. Ahora tenía más ganas que nunca por acompañar a Abysso hasta su medio hermano. Quería ver a Averno con el objetivo de saldar la deuda del por qué huyó y no afrontó las consecuencias. Hummm, ¿se acordaría todavía Averno de mí? Lo dudo… Un trueno sonó en la lejanía, pero yo no atendía a mi alrededor en ese preciso momento, sino que estaba distraído en mi mundo mental. ''Veamos, objetivos a tener en cuenta: uno, como dice Abysso, interactuar con su medio hermano Averno, y dos, conocer a los componentes de la supuesta tripulación…''


Me ceñí el cinturón que sujetaba las dos katanas y permanecí al lado de Abysso, mientras que Bel y Rocnus se acercaban peligrosamente hacia aquella joven... ¡Averno, cabrón, espero que no estés muy lejos de aquí!

Me temía que los acontecimientos que se desarrollaban no acabarían en buena prosperidad, los compañeros de Abysso se ponían en mi contra, al menos uno, un hombre paliducho hasta la saciedad, casi enfermizo, a diferencia de nuestro anfitrión, que tenia tonos grisáceos en el pelo y en la cara que le otorgaban un aspecto juvenil de demonio, este sujeto era todo lo contrario, blanco cual nieve recién caída.

En eso se nos acercó Sawashi para comunicarme un mensaje que me hizo esbozar una sonrisa que camuflé rápidamente bajo un manto de neutralidad, acababan de informar los otros buscadores que habían visto actividad demoniaca en la Llanura de Fuego, justo la región en la que estábamos, tal vez se tratara de nuestro objetivo y en caso contrario, siempre vendría bien información de “colaboradores demoniacos”.

En ese momento ví que mi compañera hablaba a la que momentos antes había intentado atacar- Siento los problemas ocasionados, por la tierra en la que me crié, hermana mestiza, cualquier gesto que trajera malas intenciones podía ocasionar la muerte de alguien, era un constante peligro, no podías saber en qué momento se podría abalanzar sobre ti un depredador; el desierto es peligroso, letal, como un buen cazador.

-Bueno, creo que ya hemos ocasionado suficientes problemas entre el grupo, si nos disculpáis creo que es el momento en el que abandonemos la conversación y puede que también el barrio, tenemos un largo viaje de camino-dije mientras con una reverencia me disponía a alejarme del grupo para ir a donde estaba Eferon esperando, Sawashi me seguía.

Pero paré en seco a medio camino, sin darme la vuelta le dije a Abysso-una última cosa Abysso, esta no será la última vez que nos encontremos, pero, por el bien común, trata de que no vuelva ser en el campo de batalla-terminé con un tono burlón, entonces saque mi silbato y junto a mis compañeros montamos a nuestros grifos que acudieron a la llamada, en poco tiempo levantaron el vuelo y abandonamos el pueblo para seguir nuestra búsqueda por las llanuras de Fuego.