Crónicas de Abysso: en el nombre del padre [libre / +18]

Tras un tedioso enfrentamiento contra Ivy Githa Abysso pierde su brazo izquierdo ante el flameante acero de la caza-demonios, sin saber a dónde huir el pálido asesino recurre a encontrarse con Sarah rondando en el cementerio donde enterraron a su mejor amiga y luego de una semana finalmente dio con ella. Sarah ya no quería tener nada que ver con los asuntos de Abysso pero justo son localizados por Ivy quien usó el brazo de su presa para rastrear; con la rubia de por medio la cazadora no se podía arriesgar así que lanzó un conjuro de transportación arcana para combatir con el demonio albino en Gold, las cosas no salieron según lo planeado y con Sarah como escudo fue que Abysso también la arrastró a ella a tal mundo.

Todo se veía mal para el bellaco cuando entonces una niña sale como de la nada y usando la daga de éste inmoviliza a la triunfadora penetrándole la fascia toracolumbar...

Spoiler:

...al girar adolorida fue que Ivy la vio, ¿quién rayos era? La pequeña se alejó para no recibir el enojo de esa mujer, Sarah se había mantenido al margen pero Abysso aprovechó la intromisión para caerle a su agresora con una patada frontal que clavó de lleno la daga en ese estilizado cuerpo. Ivy cae de rodillas al suelo soltando su plateada arma, alza la mirada desde los piececitos que se paran frente a ella escalando con sus ojos hasta ver la macabra sonrisa de esa niña que ahora sostenía su espada argéntea... la cabeza de Ivy rueda hasta las botas del demonio albino sucesiva al zumbido metálico.

—¿Quién eres?— preguntó Abysso omitiendo las quejas constantes de Sarah.
—Tu hija, Myla Ainsworth— una respuesta espontánea de la inocente niña que heló la sangre del infame así como silenció a la rubia histérica. El cuerpo de Ivy se consumió en llamas repentinamente y con él se llevó la daga Oscura, sólo quedaron a mano la espada que ya no flameaba ni chispas, y la cabeza de la oponente fallecida.
—¿Estás jugando conmigo niña?
—Cuida tu tono, papá, salvé tu vida.
La voz delicada de dulce niña estaba revestida por una frialdad casi apática, era tenebrosa...
—¿Así te habla tu hija, Abysso?— como burlándose Sarah le dijo en esas palabras a su amigo platónico, una forma de castigarlo por traerla allí sin su consentimiento sería esa y ¿por cuánto tiempo? algo que Abysso no se respondería.
—Y vos, vos has de ser Maara— añade la chiquilla desviando la mirada y soltando la espada a los pies del demonio cerca de la cabeza chorreante.
—¡¿Cómo sabes tanto!?— se impacienta el albino.
—Un viejo amigo de Blake el draconiano me ha contado historias sobre vos, padre mío, tantos han llegado a él aterrorizados exigiendo justicia en tu contra; siendo mi sirviente muchas cosas me revela, y yo como persona de la nobleza soy muy curiosa con lo que sea conocimientos.
—¡Tú eres hija de...!— enseguida Abysso lo entendió todo.
—...Gabrielle, una ilustre que osó mentirme por muchos años sobre mi origen, si no hubiera sido por Alderan gran amigo de Blake el pillo jamás hubiera abierto los ojos a tantas mentiras; ella dijo ser mi madre, sí, pero mi padre no era su esposo, fuiste siempre tú, el que la ultrajó... un vagabundo vulnerando a tal dama de Poder, ya no me sentí en contradicción: entendí mi naturaleza Oscura a la cual denominaban inmadurez, y mi palidez natural la cual no es por la nobleza, ¡todo, padre, todo!
Ella abrazó por la cintura al que ahora estaba atónito, Sarah no tan sorprendida aún no podía soltar ninguna palabra; parecía ser que Alderan fue compañero de Maara en los tiempos que ella fue doncella: antes de escapar con Abysso a consumar ese amor profano y bastardo. Eso explicaba por qué Blake se había unido en primer lugar a Interfectorem, su amigo odiaba a Abysso porque él le quitó a Maara, la criada que amaba en secreto.
—Realmente eres mi hija.
—Sí, y te he estado buscando...
—¿Sola?
—No, Morgos me ayudó, ¡ah! Y creí que Maara estaba muerta, papá.
—Que no soy Maara, ya dejen de insistir con eso; me llamo Sarah, ¡Sarah!
—He visto pinturas en el palacio, sos ella, aunque aún no lo sabes; es difícil recordar cosas luego de morirse, ¿no?
—Espera un segundo Myla, ¿quién te ayudó a encontrarme?
—Morgos, me dijo que era amigo tuyo, hasta me ayudó a escapar de mi falso hogar.

—Hola Abysso, ¡yo soy Morgos!
Aproveché a aparecerme ni bien la intriga se plantó en los ojos de mi objetivo, ahora servía a los Maestros de la Fortaleza de Cristal; me había salido de la misión en el desierto contra mi voluntad, una desaparición misteriosa para mis compañeros, sin duda, pero resulta que la oferta de los no-muertos fue más tentadora que la del rey:
``Atrapar a Abysso a cambio de gran Poder y riquezas´´

Finalmente lo encuentro a través del fracaso de Ivy, soy el arma secreta que hace su aparición ¡o sea! el último recurso de los Maestros porque tengo la corporeidad que ellos no en Gold, y a cambio de deshacerme de mis tontas habilidades para curar haré bien mi trabajo, obtendré mi paga...

Spoiler:

...Estoy utilizando un títere muy especial para combatir al demonio paliducho, dentro de este juguete yacen las fortalezas de Roana Lynnette, la vampireza, ¡hará pedazos a Abysso! los Maestros me han asegurado la victoria desde que me transportaron en forma gaseosa a mi destino...

Spoiler:

... a mi oponente.

Ese tal Morgos tomó a Myla como rehén...
—¡Pelea contra mi juguete nuevo, o la mato!
Como Abysso utilizaba tentáculos, con ellos atrapó a la niña; el demonio no encontró opciones, quedaba pelear, al menos ahora estaba en Gold y el aire de su mundo era inspirador, en especial en el pantano.

La Roana de madera comenzó a agitar su bola de acero mientras el albino invocaba a su clon lancero para que peleara por él; era fácil para el Abysso Marioneta esquivar la ofensiva del contrincante pero aún así no podía acercarse a contraatacar ante dicha clase de lucha, rodando por el suelo y saltando de un punto a otro ni siquiera podía ahogar la distancia a Morgos. Bloquear la maza de la Roana Títere era un acto suicida con la potencia que ese remolino de acero irradiaba, a lo que Morgos energías no estaba desperdiciando la angustia sofocó la concentración de Abysso quien no podría sostener en combate a su clon por tanto tiempo...
—Hagamos ésto interesante, Abysso.— propuso el humano con ojos de reptil plantando intenciones con sus ojos en Sarah.
—¡Maldito!— respondió él denotando que usaría a la rubia como señuelo.

La Roana de madera se mandó hasta Sarah quien buscó refugiarse al trote por detrás de los árboles, los troncos estallaban sobre su cabeza y no sabía donde posicionarse; el títere de Abysso arrojó la espada que fue de Ivy hasta Morgos que en su descuido casi no la evade e intentando que Myla no se le escape pierde el control de Roana cuando el cubo cristalino que usaba para controlarla se rompe sobre una roca.
Con su daga en mano mantuvo cono rehén a la chiquilla, Sarah corrió hasta por atrás de Abysso esperando ser socorrida y la guerrero de madera no se detuvo que como autómata estaba enfocada en la terrestre; más fácil fue colarse ahora para el Abysso Marioneta que resbalando de rodillas por la fangosa superficie de ese lugar oloroso no sólo traspasó el ataque de la criatura de madera sino que llegó con el filo de su lanza hasta el ojo del atacante y más allá, derramando ese cerebro verde y refulgente hacia todos lados, allí de rodillas recibió algunos chorros de esa sangre ácida la cual provocó su liquidación inmediata: la agonía que ingirió el clon la pudo sentir de forma vívida el titiritero, a lo cual entre los chillidos de Roana y sacudones se pudo distinguir el alarido del demonio... Sarah lo contuvo en sus brazos y Morgos ahora no sabía como darle continuación a su mala entrada, a su mala actuación en duelo.

El rostro de la vampiresa emergía del cráneo del títere asesino, era su espíritu sufriendo, esa panorámica atormentó la tranquilidad de Abysso... una especie de culpabilidad le acribilló el pecho; ahora sus ojos miraban con furia al humano Morgos, la tensión fue tal que...

...tuve que salir huyendo, ese sujeto se había puesto demente y de seguro le importaría un bledo la salud de la niña con tal de arrancarme la cabeza; no sabía si me estaba siguiendo, yo comencé a correr con torpes pasos tropezándome con todo lo que se me cruzaba en ese pantano, resbalándome y arrastrándome noté que cada vez menos visibilidad tenía del sendero improvisado. Los sonidos de insectos y anfibios no me dejaban escuchar si el demonio estaba aún detrás de mí, ni era de noche pero ya las sombras cubrían todo por tanta vegetación y niebla; sin poder gobernar mi respiración del miedo, me paralicé y agitado me oculté en un hueco relleno de lagartos pequeños, no podía ver bien, estaba empapado de mugre, musgo, excremento, agua sucia y otras porquerías... Pasó un minuto... ya respiraba más calmo... claramente lo había perdido, era evidente. Viré a ojear a otra perspectiva y vi un ojo abrirse a mi lado, ¡un cocodrilo! intentóme morder pero justo a tiempo me salí gateando de espalda lejos de su alcance... pero mi mano ahora tocaba algo... ¿una bota?
—Hola Morgos, ¡yo soy Abysso!— me dijo, entré en pánico y me congelé hasta los huesos; a paso calmado se paró frente a mí sosteniendo esa espada que fue de Ivy... —¡No espera!— rogué, y sentí el filo abrir mi abdomen a penas, hundió su mano en el tajo y de la horrenda aflicción sólo pude escupir sangre con los parpados muy abiertos, dando arcadas sentí como halaba de mis tripas y ni mis manos podían detenerlo de la fatiga que ocasionaba tal tormento...
Tirando de mis vísceras caí de frente al suelo, con mis brazos busqué erguirme pero al observar él ya no estaba frente a mí ¡AHGH! ¡Estaba atrás mío! ¡Con mis propios intestinos estaba ahorcándome!

Se retorció como una lombriz en un anzuelo, Morgos estaba siendo asfixiado; el demonio albino lo soltó a último momento y arrastrándose por el lodo el humano con ojos de reptil no pudo evitar llorar aterrado mientras recuperaba el aliento...
—Estoy muriendo, ¡voy a morir! ¡Tengo miedo, no quiero morir! ¡Maestros... Maestros! ¡lo prometieron Maestros sabios!

—Al fin llegas, Abysso, creí que me dejarías con esta mocosa irrespetuosa que se expresa con la labia de mi abuelo— al ver al demonio de sangre impura así se expresó Sarah.
—Tranquila Maara...
—Sarah.— corrigió ella.
—...Sarah. Es sólo una niña, además soy yo quién viene impregnado de sangre.
—No quise causarte estos problemas papá, mi intención siempre fue conocerte en persona, saber de vos... sos un guerrero.
—No, hija, sólo soy un asesino, un criminal— esclareció él dirigiendo sus pupilas de Myla a su compañera —y esa es, esa es la verdad.
Sarah se giró a darle la espalda decepcionada, no podía contestarle nada al de blanquecina piel; ha no ser la chiquilla que sí pudo exponer algo....
—¡Te amo, papi!
Abrazó con fuerzas a Abysso por las caderas apoyando su mejilla en su ombligo como si lo conociera de toda la vida, ahora que le faltaba el brazo izquierdo no pudo corresponderle. Ella le provocaba pavor al albino, tal vez aún más que a Sarah que indudablemente aún no se había percatado de lo ocurrido, ya con ver la decapitación de Ivy se había saturado de terror, la adrenalina de haber sobrevivido a Roana escabulléndose como un roedor escurridizo ya había acabado ... ¿qué le sucedía?
—Myla, aún no me cierra mucho tu historia con todo eso de Alderan y Blake el draconiano, en el camino quiero hacerte preguntas, ¿sí?
—Será todo un placer para mí papá contestar a tus dudas, lo que sepa al respecto no te lo esconderé.
Tal certidumbre y tranquilidad en la conducta de esa niña, que parecía bastante madura para su edad, o trastornada por algo... sí, era perturbadora, en especial porque Abysso ya había tenido pesadillas que advirtieron ello, ella...
... algo turbador, y misterioso.

Esa esencia casi corpórea de la Capitana Roana Lynnette había dejado una sensación rara en mi cabeza, sentí que había perdido algo ni bien me atravesó el pecho sin tocarme, pues esperaba a que no, ya con tener el trabajo de investigar cómo recuperar mi brazo era demasiado, y no podía volver a recurrir al cirujano que me presentó Azoxeroth, le debía mucho dinero de cuando me devolvió mi pierna, además ésto era diferente: cuando la maldita zorra cortó mi brazo al instante se cauterizó por las ardientes flamas de su espada, o sea, mi espada, mi nueva espada la cual es una simple arma blanca en mis manos ¡es decir: "mi mano" maldición!, ¡que me trague una hidra! Si tan sólo pudiera volver a encontrarme con Azoxeroth, ya ninguna paloma que enviaba a los rincones de Gold podía hallarlo, y encima ahora la vampiresa se convierte en un gran peso en mi consciencia, ¡hablo de mí que ni siquiera me importa el bienestar ajeno (...de no ser que me fuera a beneficiar)! ¡¿Quién soy!? ¡¿A dónde voy!? ... Hablando de eso, ¿Enserio soy padre!? ¡Por los cuernos de mi prima Nissa Rhoswen, digo Rosetta! ¡cómo se llame!

Regresaba a caballo al punto donde había dejado a Sarah cuidando de mi hija Myla, ese campamento improvisado es suficiente para ocultarlas de cualquier peligro pues casi que es un túnel rocoso en el piso y recubierto con musgos y otra vegetación útil. Este caballo no es mío, no es salvaje, pertenecía a una anciana que me encontré en un sendero semi-natural cuando buscaba algún animal el cual asesinar para que mis acompañantes comieran, ella detuvo el carruaje cerca de mí con la intención de prestarme una mano... le arranqué la mano, metafóricamente...

a ella y a su conductor; nada personal.

Spoiler:

Sería más práctico viajar de a tres con este corcel vigoroso y saludable.

—Mi papá volvió, Maara.
—¿Con una yegua?— se sorprendió Sarah, ya no nos corregía más, se resignó al apodo Maara.
—¡Nos vamos, señoritas! ¡Un carruaje con alimentos dentro nos espera!— anuncié.
—¿A quién asesinaste, papá?
—¿Por qué piensas eso, Myla? simplemente encontré transporte, iremos más cómodos y llegaremos antes a un sitio seguro; luego arreglaremos las cuestiones inconclusas de todo lo que haya quedado erróneo, ¿entendido, Sarah?— expliqué enlazando el estado de Sarah al verle a la cara en mis oraciones finales.

La medianoche nos atrapa en el húmedo camino donde las hojas que flotan con bajo la leve brisa separan las partes pantanosas de las que por la estación del año no parecen del territorio, decorando nuestras inseguridades suenan en coro los gemidos salvajes de animales de varias especies; la fauna nocturna admiró nuestro avance hasta mi objetivo, silente se mostró al arribar a destino, ¿por qué? Y lo ví, al llegar hasta el vehículo denoté que éste estaba tumbado, fue al bajarme del corcel a investigar que de un salto me sorprendió...

Spoiler:

...el responsable de que tanto silencio colmara las proximidades, ¿era un lobo? ¿era un licántropo? ni idea, pero quería defender su comida, o sea, al par que aniquilé, él se me abalanzaría en pocos respiros y la rubia estaba paralizada, y la niña seguía con ese rostro inalterable, inmutable, estable e inexpresivo, facciones infantiles de fragilidad y ternura, ¿cómo podían quedarme dudas de que era mi hija si cada vez más enfermizo era el accionar de ella frente a cuestiones cuyo reaccionar debía ser otro? ¿O me he vuelto prejuicioso y débil de tanto contacto humano? Desde aquél percance con mi hermanastro Averno yo había estado identificando qué era un acto de locura y qué no, obviamente ya no era el de antes, estaba infectado de la influencia de Rocnus el mago Blanco, él y su formato de moralidad, se había inoculado en mi conducta de alguna manera parcial.

Cuando quise concebir a mi títere clon, no apareció y fue cuando percibí la energía de ese espectro con el aura de Roana que salió ayer del enemigo de madera, lo que en la Tierra llamaban karma estaba manifestándose en mi carne, los Maestros del territorio que visité en la Fortaleza de Cristal habían logrado algo en mi contra, anularon con algún maleficio o sello el flujo interior del canal espiritual que me permitía darle forma a mi Ditallu Lalassu, tan sólo elaborarlo era ya doloroso y lioso, pesado, desagradable... es como ser espadachín zurdo y perder la mano izquierda, ¡y vaya! también había perdido la mano izquierda dicho sea de paso, algo que se hacía reiterativo en mis pensamientos, estaba quedando como uno de esos viejos amargados que no salen de sus casas ni a comprarse el pan.

¿Quién le teme al lobo feroz?

El lupino nos tenía en la mira, mi hija salida de la nobleza no se veía amedrentada en lo más mínimo a lo que tal vez estaba confiada en mis habilidades o mi fama de suertudo; Sarah estaba pálida del miedo, tanto que ahora ya se parecía a Maara de forma innegable (de no ser por esos tatuajes). Con pasos acechadores bajó del carruaje tendido el sanguinario animal y yo vacilaba sobre qué hacer... un asesino ventajista en contra de un asesino verdadero y peludo. Me adelanté a caminar para que sólo a mí me enfocara como oponente, realizamos lentamente un semicírculo incompleto cada uno al trasladarnos sin quitarle los ojos de encima al otro —Tranquila Maara, deja de agitarte que papá es invencible— comentó a mis espaldas la niña.
—¿Por eso le falta un brazo?— cuestionó la rubia concediéndome los ánimos que necesitaba para perder el duelo mano-a-mano.
—Vos sólo observalo, incrédula.
Necesitaba más que palabras, tal vez un cañón, ese hocico de perro babeaba sangre ajena y yo sudaba cobardía, de ahí que a lo mejor las palabras de Sarah las sentí aún más sobre mi oído de lo que fueron...

Spoiler:

El cuadrúpedo acometió enceguecido y tuve que usar mis habilidades psíquicas para evadirlo haciéndome a un costado en un rápido impulso, por suerte caí dentro del carruaje pues su velocidad duplicaba la mía y una acción que ejecuto le dio para redirigirse súbitamente luego de notar el amago, si no hubiera quedado cubierto por el piso del carro me arrancaba la cabeza; cuando sentí el impacto de sus fauces romper por poco el roble en mis omóplatos brinqué adelante al siguiente asiento y al girarme vi como sus garras ya había llegado al anterior. Ni bien metió su cabeza lo golpeé con tres de los tentáculos azabaches en el morro lo cual surtió efecto pero no el conveniente que su bocota tomó uno de ellos y halando me sacó de adentro hasta arrojarme contra unos troncos muertos en el ajetreo.

Maara había tomado el corcel en dicho momento sin avisarme, se largaba con Myla entre sus brazos sentadas en la montura —¡Lo siento Abysso!
Y hacía lo correcto al ayudarme a ayudarlas, pero el encarnizado cuando me había mandado a volar por encima de sí me perdió de vista el par de segundos perfectos para divisar la huida a caballo, instintivamente cambió su rumbo y les dio caza, las iba a tarascar aunque primero llegó a los muslos del equino provocando el desplome de las féminas... la bestia quedó masticando al bello corcel mientras ellas huyeron en dirección a mí que me ponía en pie:
—Seguidme ya, ambas, por aquí— aseveré usando mis psico-extremidades para cargar a Myla subestimando su velocidad de escape, Sarah pudo mantener el paso conmigo debido al peso extra sobre mí y nos alejamos, lamentablemente sacrificando al desdichado mamífero trotón.

Spoiler:

Siguiendo por la parte más densa del pantano dimos finalmente con una cabaña en buenas condiciones, ya no tendrían que comer reptiles, batracios e insectos mis acompañantes, aunque a Myla no pareció molestarle en lo absoluto.
—Ahora sí tendremos un poco de cobijo lugareño— comenté como si hubiera estado en mis planes hallar el área.
—¿Ah sí? ¿Y qué hay de mí? Ya no sé que desearte Abysso, me has mentido, me has secuestrado, ¡me has alejado de mi hogar! ¡Me has hecho caminar por lugares peligrosos en plena noche por un pantano mortal!— conestó Sarah.
—¡Escúchame bien maldita desagradecida...!— le contesté ya harto de sus quejas tomándola por el cuello, era la primera vez que reaccionaba así ante su fastidioso comportamiento —...soy yo el monstruo, soy yo quien puede convertirte en mi mascota, ¡el que puede hacer lo que quiera con tu carne!— concluí, había dejado de verla como a Maara justo en ese momento, me había estado tragando la rabia pues soñaba con que era la reencarnación de la única con la que conocí amor; no dudo que ella había estado guardándose gritarme de esa forma por miedo a que la abandonara o le hiciera algo feo, ¿esperó a tomar la confianza necesaria para hartarse y desahogarse?
—¡¿Cómo puedes hablarme así!?— me empujó desgarrando su voz al protestar. Con mis miembros negruzcos la tomé del cuello y la elevé del suelo, ya no pudiendo patalear más continuó su reclamación entre quejidos y querellas quedándose sin aire:
—Eres in-fe-rior, te crees superior por tratar así a una mujer, er-es escoria Ab-bys-so.. agh-gh
No podía dejarla morirse luego de que dijo eso, la solté y calló en cuatro tosiendo y exhalando agitada, mi hija sólo había quedado mirando todo el contratiempo como si fuera un circo para niños, con payasos y potros. No sé qué iba a suceder en ese momento pero un sonido nos interrumpió... sollozos, alguien llorando... camino a la cabaña nos acercamos a esos macabros sonidos de lamento y...

Spoiler:

...una chica, no sé de qué especie era pero parecía una rana mitad pez y, bueno, igual era sexy, pero sus sollozos eran intimidantes.
—¿Y ustedes pelean?— nos dijo, por suerte sabía hablar en el idioma básico de Gold, tenía un acento a Rosbasha.
—¿Que te sucede, princesa?— la interrogó Myla.
—No soy una princesa, pequeñita, pero gracias por preguntar...
Si tan sólo supiera la chica-rana que mi hija había podido levantar una espada solita y con sus manos decapitó a una caza-demonios, ¡jahj! y no cualquier Cazadora: sino a la mujer que logró cortarme el brazo izquierdo, ¡a mí, Abysso!
—Me llamo Traia Kargath Mannorog— se presentó secándose las lágrimas aún posando en ese tronco enmohecido —...preferiría que sigan su camino, no quiero conocer a nadie ¿sí? odio que hayan visitantes o seres con la capacidad de pensar en mi territorio.
—Descuida, Abysso no es un ser con la capacidad de pensar— opinó Sarah buscando ridiculizarme.
—Lo que mi acompañante quiso decir es que estamos necesitando un poco de ayuda, Traia.— aclaré con cara de "no mates a la rubia, Abysso"
—Les daré algo de comer si quieren, de mi cabaña, y alguna orientación de como llegar a donde quieran, pero ni bien la tengan se marcharán.
—¿Quién se cree esta batracio para hablarme así? Si supiera de lo que soy capáz, ni que fuera una hechicera o druida para mandonearme así.— pensé enseguida con ganas de convertirla en ancas de rana.

—Gracias por la comida, Traia
—No hay de qué niña. Ustedes dos deberían aprender de esta niña, sus egos están destruyéndolos uno al otro, y a sí mismos.
—Contadnos qué te pasó a vos, Traia, ¿llorabas?— interrumpió Myla para evitar más discusiones, de seguro ella estaba hastiada de las discusiones.
—Como dije afuera, no tengo ganas de hacer amigos ni de intercambiar con nadie, si ya no gustan comer más: les daré la guía para llegar a donde quieran y de inmediato se alejan de mi territorio.
—Quiero volver a New York, a la Tierra, ¿me entiendes, Traia? si sabes cómo, ayúdame por favor.
—Un tal Elric me pidió eso una vez, un hombre guerrero era, cuando se lo expresé me robó mi cetro, tuve que asesinarlo... los poderes de mi cetro se los llevó con él al más allá y...
—...Oye, yo conocí a ese individuo, el único poder que obtuvo fue el de transportar seres vivos a la Tierra, la vez que lo usó conmigo fue por petición de los conocidos espectros que se hacen llamar Maestros, al hacerme eso despertó el interés de esos espectros hasta que se lo arrebataron "porque era un poder no apto para su inferior condición de sabiduría, por ser guerrero"... un día se me apareció en una pesadilla, me contó todo, estaba arrepentido por caer en el viejo truco de "Si me obedeces te haré más poderoso" el cual también se tragó Morgos, ¡ese extraño hijo de...!— me interpuse para contar sobre mí, no me gusta no ser el centro de atención: ¡el protagonista soy yo! Pero no pude finalizar mi historia que la mujer-rana continuó sobre mis palabras con su voz enaltecida:
—Si quieres volver a tu Mundo de Enfermos, Sarah, debes pasar por el Mundo de los Muertos antes, no digo que sea la única forma, pero sólo conozco esa chance.
—No te vayas Sarah, vivir en Gold es genial, siempre he vivido aquí pero, créeme que todos tus sueños pueden hacerse realidad si tan sólo te adaptas.
—¿Qué te hace creer que en mi dimensión no se harán mis sueños realidad, Myla?— curioseó la rubia.
—Tu dimensión está por colapsar, ricitos de oro, tu gente le ha hecho tanto mal al orbe que llamas Tierra que si regresas no vivirás muchos años más de los que tienes ahora, tal vez allí no se den cuenta, pero si has vivido de la misma forma que yo se hace muy simple observar que esa es la verdad, aunque mi cetro sea deficiente aún puedo ver lo obvio.— contestó la ermitaña en vez de la niña.

No me interesaba el tema que estaban tratando de todas formas, así que me puse a mirar por la ventana de la cabaña y llegué a percatarme de una figura que se acercaba no muy lejos... ¡el lobo! ¡otra vez!
—No quiero interrumpir su emocionante charla la cual es todo un éxtasis pero una bestia lupina viene en dirección a donde estamos— comuniqué colocándome en medio de todos al colocar la única mano que tenía sobre la mesa con ímpetu.

La mujer verdosa emitió un agudo silbido y desde lo profundo del agua pantanosa emergió su mascota...

Spoiler:

...al ver a ese bicho me fue más fácil entender por qué me hablaba como me habló, y cómo fue que mató al aguerrido Ulric; imponente monstruosidad.

Tal vez Traia y su mascota estaban bajo un embrujo, ¡quién sabe qué sortilegio! pero estaban siendo muy útil en contra de nuestro fiero depredador, encarnizados en una inclemente serie de mordiscos parecía que ninguno sobreviviría a la cruenta riña, se movían muy rápido e intervenir sólo estorbaría, a simple vista era el lobo el que tenía la ventaja pero el ambiente cenagoso le concedía chances de victoria al verdusco animal de ojos rojos.

Traia arrojó una roca a la cara del cánido pero rebotó como si nada en la frente, en ello Thrall el batracio mascota recibió una herida mortal sobre el cuello, con mis atra bracchia le quité al lobo de encima golpeando su hocico como la última vez, a trote ligero la bestia corrió exhibiendo una circunferencia y a tres humanos de distancia se arrojó con furia al verdezco abdomen de Thrall; me interpuse usando todos mis tentáculos psíquicos disponibles como escudo pero su fuerza los traspasó hasta llegar a mí, a una pierna de separación tenía al que protegí de una muerte segura mientras que con mi único brazo existente me refugiaba mi pecho y cogote de esa secuencia de mordeduras que me estaban despedazando. Sentía mis huesos romperse, mi carne estrujarse como un trapo que chorreaba sangre a lo loco, sin importar lo elevada que tenía la adrenalina la agonía era inaguantable; por encima de mi cabeza veo a Thrall tirarse con su último aliento sobre el agresor, el encaje fue excelente: no sólo le cayó encima inmovilizándolo con todo el peso de su cuerpo impactando, sino que la mordida desde esa posición fue tal que intentar liberarse de ella sólo provocaba en la víctima acelerar la fatalidad de su muerte...
—¡Thrall!— angustiada corrió la mujer batracio hasta su mascota, yo no podía ponerme de pie y seguía entre alaridos de aflicción, ¡era un dolor insoportable! ¡y tener que ver mi último brazo menearse sin vida hecho trizas! La perdida de sangre me obligó a desmayarme.

Abría mis ojos, me dolía la cabeza, Myla estaba a un costado de la pila de paja en la que yacía mi cuerpo, ella estaba acariciando con su mejilla... ¿mi mano derecha sana y salva? roto la mirada y al otro lado Traia sostenía dormida ¡...mi mano izquierda!
—Despertaste...— llegaba por el frente Sarah con una bandeja con medicamentos raros, su llegada despabila a la verdosa quien me hinca una mirada de afecto.
—¡Papá despertó!— enseguida comentó Myla.
—¿Qué ha sucedido?— intentaba comprender buscando sentarme pero Traia con sus manos me obligó a permanecer acostado...
—Aún no deberías levantarte, Abysso.
—Traia y su mascota tienen la habilidad de regenerar sus miembros perdidos, con su alquimia ecológica y lo último de su cetro te ha devuelto los brazos, las manos, los dedos, todo eso.— me informa Sarah.
—Estuviste dormido 32 horas, papá.
—¿Y Thrall?— quise averiguar.
El rostro de Traia cambió, una tristeza profunda se dibujó en su cara pero no dudó en responder:
—No sobrevivió, fue a través de su fallecimiento que fue posible ayudarte a recuperar tus extremidades.
—P-pero... si no sobrevivió, ¿por qué? ¿Por qué me premias?
—Pese a todo diste tu vida para salvarlo, podrías haber muerto inclusive, además él decidió usar sus últimas energías en socorrerte, si perdió su vida por tí no podía dejar que fuera en vano... agradécele a él... tenía un buen corazón.
Por eso era que Traia sólo quería convivir con seres que no tuvieren razonamiento, ahora lo entendía, y su dolor era mayor que todas mis penas juntas, era más lacerante que haber estado en el Mundo de los Muertos y no haber podido ver a Maara una vez más.

Traia les pidió a mi hija y a la rubia que la dejaran a solas conmigo un rato, Myla no quería despegarse de mí pero accedió a la petición; la triste mujer conversó abiertamente mientras yo no pude serle sincero en nada pues, para empezar ella estaba gastando de sus medicamentos en asegurar que realmente estuviere sanando o curado, mientras fue por mi culpa que ese lobo llegó hasta su cabaña y asesinó a Thrall. La plática terminó con unas palabras difíciles de digerir que me dejó sonando —Ahora Thrally vive en tí, en tu interior, de alguna forma, recuerda lo que hizo por tí cada vez que uses tus manos, aprende de su ejemplo Abysso.

Al mediodía partiríamos, Traia nos había dado unas indicaciones de a dónde ir y qué hacer para devolver a Sarah a la Tierra, no estoy seguro de si ella aún quería regresar, luego de todo ésto creo que debía quedarme más que claro que estaba desesperada en volver a su hogar pero, algo en sus ojos revelaba muchas dudas al respecto.
—Es un milagro que tengas otra vez tus brazos papá, ahora podrás abrazarme con ganas, ¡alzarme, aúpa!
—Será un milagro que lleguemos vivos al portal que me retornará a mi mundo.— musitó Sarah dándonos la espalda para mirar hacia afuera por la puerta abierta, la tumba del valiente Thrall.

Volvíamos montando los tres un enorme lagarto cuyo nombre o especie desconocía...

Spoiler:

Al principio para atravesar la ciénaga y lo muchos fangales de la zona, nos fue provechoso mas luego sobre suelos más firmes comenzó a ser un engorro; recordar lo que era andar a caballo empeoraba mi viaje sobre el reptil, y eso que yo me quejaba de los achaques de viajar sobre equinos: uno lo extraña cuando aparece algo peor...

Spoiler:

Preferible era no pensar en nada ni en nadie; si bien el dolor existe, el sufrimiento es opcional.

Sarah montaba atrás, sujetándose de mi torso con sus extremidades, a tanto Myla iba adelante de mí entre las mías, yo era el que manejaba y mi hija era la intermediaria que nos mantenía charlando con sus curiosas preguntas: provocaba que Sarah oyera mi voz y yo la de Sarah. Una niña muy astuta sin lugar a dudas, tal vez por ella la escarpada nueva relación que tenía con la rubia se sostenía lo más intacta que una relación al filo de la defunción podía sostenerse... además con el tosco andar del lagarto estaba obligada a rodear mi torso con sus brazos, parecido a un abrazo, bastante bochornoso efectivamente.

La niña notó mi silencio de diez minutos terrestres:
—¿En qué piensas papá?
—Estoy meditando, Myla.
—¿Qué es eso?
—Algo que dejé de hacer hace bastante, es silenciar la mente, no pensar, o sea: una forma de ser y estar de manera atemporal; como si estuviera concentrado de instante en instante sin distraerme con cual sea el pensamiento que apareciera, estar alerta, ver las cosas sin etiquetas, ni resistencia, sin censura o esfuerzo, todo es, sólo es y...
—¿Por qué lo haces?
—Es la forma más pura de ser, cuando estoy en el estado de no-mente, sin distracciones, no hay dualidades ni comparaciones o intenciones, por lo que no veo conflicto, me calmo, no emergen deseos o aflicciones ni caprichos, es...
—¿Me enseñas a hacer eso?
—Está bien, tenemos todo el recorrido para aprender juntos.— le asentí con una sonrisa. Ella era un tesoro, con ella a mi lado ya no me aburría, es como que hubiera llenado aquél vacío egoísta que provocaba mis deseos pérfidos, pervertidos, perturbados; a su lado sólo me bastaba con verla alegre, era un rayito de luz en mi océano de tinieblas, una sensación que había tragado por última vez con Maara, la mujer que me enseñó lo que era amar pero en cuya muerte sus enseñanzas quedaron intoxicadas por mi ansiedad codiciosa y pensamientos de venganza.

Encaminados quedamos como acompañantes de Sarah, ella insistió en llegar a su mundo Tierra y fue Traia la que nos envió a uno de los pocos lugares mágicos donde ese deseo podía volverse realidad; no quería acompañarla, lo hacía por mi pequeñuela más que nada.