Un encargo delicado [LIBRE: Alywe, Abysso y Azogue]

Contaba con 16 años, y aparentaba unos doce... ¡qué depresión! Nadie supo darme nunca una respuesta eficaz y razonable a mi problema de crecimiento. No es que no creciera, porque crecía, pero lo estaba haciendo a un ritmo demasiado lento, como un caracol. Hacía un año que un joven que a priori parecía buena persona, porque todo sea dicho, era atractivo y se había preocupado en darme alimento y una cama más o menos decente, me había sacado del orfanato. Él se sorprendió cuando le dije la edad que tenía, creía que era mucho más niña. Pero aún así, le dió igual. A él le importaba mi pequeño tamaño, y es que no debía superar el metro treinta y cinco.
¿Para qué mi tamaño? Sencillo, me colaba por casi cualquier agujero de la ciudad, era escurridiza y además flexible, lo que me permitía encontrar refugio en casi cualquier agujero. No había lugar en la ciudad que se me resistiera. Además, era bastante hábil con las espadas y tenía buena puntería. Lo único malo era la fuerza, que no tenía, pero me ayudó a vencer ese vacío. Zonas blandas del cuerpo, puntos mortales... Pero como ya he dicho, lo de buena persona sólo lo aparentaba. Sólo se aprovechaba de mi para sacar tajada sin mancharse las manos.

Esta vez, había recibido mi tercer encargo, pero era algo... peculiar y... delicado. De por sí a mi no me gustaba robar por robar, pero era eso o una paliza, y había aprendido a mirar sólo por mi, ya que a nadie le importaba nada realmente. No hacía falta un mensaje, lo tenía todo en la cabeza. Era mejor así. Más privado, más secreto.
Me había dirigido a la taberna de siempre, ese antro oscuro y húmedo para pensar. El de la barra no me serviría alcohol, pero ya llevaba una pequeña petaca para adulterar el mosto.
Sostenía la copa y la movía delicadamente hacia los lados mirando como el zumo mojaba las paredes del interior. Estaba pensando... era algo delicado...

Hasta que finalmente se van mis compañeros de juego, ¿cuándo aprendería a no apostar tanto? ahora ya ni me quedaba para derrochar en las tonterías que suelo gastar el dinero que robo, bueno: no es robo, porque están muertos cuando decido "encontrar" dinero en ellos.

Y aunque se fueron riéndose a las burlas de mi mesa, no me afectaban, más gracioso era ver a esa niña del otro lado haciéndose la adulta en un lugar como éste; en realidad era algo que llamaba la atención, pero no a todos por lo que veía ¿Será que viene seguido aquí? o era la hija de alguien poderoso y peligroso que pudiere arrancarme la cara.

Bien, las apuestas terminaron antes de lo debido así que era esperar a oír mis bolsillos llorar o, usar a esa pequeña como un escape del aburrimiento; sí, no me gusta aburrirme, me anestesiaría con adrenalina acercándome a ella a husmear...
—¿Qué podría estar haciendo una niña en un lugar así? ¿Tal vez perdida? Soy Abysso de Paso del Este, un deleite presentarme...— me introduje con tal improvisado monólogo en busca de quebrar el gélido trecho entre edades con mi festivo ajetreo de manos —...y como mañana es mi cumpleaños estoy de muy buen humor, tal vez pueda asistirte pues, imagino ya sabes que a estas horas hay muchos malnacidos malintencionados rondando, aguardando a que alguien frágil o pequeño ¡pueda caer en sus garras!— le expreso con mucha mímica y parodia, confiaba en no parecer un borracho embaucador, pero me dí cuenta tarde que con el rostro de banshee que tengo "lo gracioso" puede entenderse como "enfermizo" ¡Por los cuernos de Calsun!

Estaba inmersa en mis pensamientos, bebiendo poco a poco mi pequeña ración de zumo adulterad, sobre todo me mojaba los labios sin llegar a beber del todo. Ls ruidos de fondo como eructos, risas y amenazas se amortiguaban debido a mi empanamiento. Cuando de repente y como si hubiese salido de la nada, un tipo de lo más extraño en todos los sentidos se situa a mi lado y empieza a decir chorradas. Le miro un rato y luego, ahora sí, bebo un trago largo. Me quedo mirando la copa y luego le miro de nuevo. De humano no tenía mucha pinta precisamente...
- Pues felicidades- es lo único que se me ocurrió decir- pero no voy a ninguna parte con extraños ni con "gracisos"- me había incordiado mucho su forma de interrumpir mis pensamientos, encima... ¡niña! bah... ya pasaba de aclarar que no era una niña. Tenía cosas más importantes que hacer.
El tipo no me daba muy buena espina y el tabernero tampoco le quitaba ojo de encima. Me bajé de la silla pagué mi zumo y me dirigí a la salida. Guardé el monedero vacío en mi bolsillo. Siempre salía con lo justo, y es que el ladrón se piensa que todos son de su condición, por eso siempre salía con la cantidad exacta.
- Hasta otra- le dije con un deje pasivo en la voz, y me ahorré el "rarito" por si le cabreaba. En esa noche lo último que necesitaba era encontrar problemas, así que me mordí la lengua- que lo pases muy bien mañana en tu cumpleaños...

Lo que empezó como un escape al aburrimiento, una simpleza para divertir mi existencia, ahora con su apagada actitud me sentí destronado de mi puesto de orador profesional; ¡era como haber sido vencido por una chiquilla insolente! O estaba yo mal acostumbrado a encontrarme en esta taberna de mala muerte gente "fácil" ... mi ego me venció, ahora era un reto.

—Oh pero que, ¿ya se va, joven?— me interpuse apenas en su camino —tal vez me haya expresado mal, no quise asustarte...— añadí fanfarrón denotando que se iría sola, o sea que ninguno de esos bárbaros musculosos sin cerebro era su padre o tutor, ello la hacía más misteriosa y tal vez hasta peligrosa ¡Tentador, tentador! una oportunidad que jamás se presentó entre mis manipulados. De seguro si la trataba de "asustada" o "miedosa" la pondría en conflicto con su orgullo, y tendría que entregarse a mi palabrería.
—...Uno es extraño hasta que se lo conoce ¿no crees?

¿Pero qué? Vaya había alguien que necesitaba un poco de atención. Bueno, no era muy tarde y posiblemente había bebido, igual si le prestaba un poco de atención luego me dejaría en paz. O al menos eso esperaba.
- No me asustas- le dije con franqueza- simplemente no me fío de ti. Hay muchos que vienen con ganas de incordiar, ¿cuáles son tus motivos?

Me senté en una mesa que estaba vacía y cerca de donde me había cortado el paso. Por la última pregunta intuí que quería saber más de mi, o que yo supiera más de él. Aunque en mi memoria sólo retenía cosas o personas que merecieran importancia especial. La verdad habñia conocido demasiadas personas que habían pasado por mi memoria sin pena ni gloria. Y puede que él fuera uno más de ese grupo tarde o temprano.

- Muy bien,...- dije cansada- pues cuéntame algo de ti... ¿Nombre? ¿Edad? ¿Procedencia? ¿Hobbies?

Parecía más como una entrevista de trabajo, era curioso.

La joven era desconfiada y de seguro aguerrida, ¡maldición! Tal vez yo había perdido el toque, comenzó a dirigir la situación ella lo cual no era de sucederme ¡pero nada común! Mi monólogo había quedado desvirtuado a tanto que casi se ahoga mi oratoria bajo su sagacidad, una perspicacia que ofuscó mi teatralidad... —De seguro ha tratado con tipos como yo antes, ¡Nadie es como yo! ¡Yo soy único, creativo y genial! Hay personas de 60 años que no han vivido ni la mitad de lo que esta mocosa tiene de experiencia— llegué a pensar en el momento que se sentó en la mesa muy confiada.

—No esperaba tanta formalidad, plebeya, ¿O a caso crees que soy un mendigo en busca de un tratamiento de grupo?— expresé riendo sin mucha naturalidad, pues en ese momento me hizo sentir así, ¡qué pesadez!
—...pues ¡no! ¿cómo crees? Soy Lord Abysso— respondí al verle a los ojos antes de dejarla hablar, por las dudas —y trataré de serte sincero, verás, tu apariencia es de aventurera: a tu edad nadie porta esas cosas que llevas encima, y yo perdí mucho dinero hoy, ¡no puedes decirme que vienes a un lugar así sólo para ahogar tus penas! de seguro por negocios ¿verdad? es evidentemente irrebatible; y yo quiero inmiscuirme en algo peligroso, no pediré ni una moneda, sólo la suculenta sensación inaudita de sentir esa vida que llevas: Ayúdame a recuperar el dinero que perdí contra cuatro grasosos apostando, y la mitad será tuya— finalicé así mis argumentos en un vaivén fonológico de calma y agitación, llegando a poner ambas manos en la mesa con una dósis de pasión, ¡por las barbas del Dios Blanco! me había salido de mi personaje cortés, había logrado sacar la verdad de mi boca ¡Ella y su tonta expresión gélida! y me vengo a dar cuenta al terminar mi verborrea, justo a un día de mi cumpleaños número veintiocho quedo como un dipsómano miserable frente a una... una... ella.

Parecía que se había quedado blanco, bueno más blanco. Y yo me había apuntado un tanto en mi interior "¡toma! para que me vuelvas a llamar niña", parecía que le había logrado sacar un poco de quicio. No sé que rollo se había montado en su cabeza pero cuando empezó a hablar parecía que estaba interpretando un papel de algún personaje. Pero cuando acabó y pude hablar aclaré sus dudas.

- Yo no te he dicho que venga aquí a ahogar mis penas- le corregí- no te he dicho qué hago aquí.

Me rasqué la cabeza y chasqueé la lengua para luego proseguir -en efecto, mis ropas no me delantan... pero, y seguro que no has pensado en esto querido desconocido que se hace llamar Lord...- en realidad el nombre lo recordaba pero quería saber hasta dónde era capaz de tensar la cuerda- ¿no te ha llamado la atención que lo que llevo no es propio de mi edad? - aunque estaba claro que de mi edad sí eran normales, pero no de lo que aparentaba- y encima me dices que quieres darle una lección a esos tipos...- señalé la puerta indicando que habían salido- me dices que el dinero no es tu objetivo... que sólo quieres sentir el ansia aventurero de dar un escarmiento...pues si logramos el golpe, el dinero en su totalidad será para mi- le dije mirándole a los ojos. Tenía cosas más interesantes que hacer y sobre todo órdenes que cumplir, y no podía llegar con la mitad de una recompensa que pudiera ser escasa y no sirviera como excusa para haberme evadido de mi pedido.

Parecía ser que la granuja era una infumable embaucadora, me estaba empujando hasta un precipicio de orgullo ¡Había leído tan bien mis premisas que las estaba usando en mi contra!
—¿Cuándo fue que comencé a ser la víctima? yo siempre fui depredador.— reflexioné en un instante.

Los tipos se estaban por marchar, yo solo contra los cuatro no podría, pero contra dos era diferente... tenía que negociar rápido...
—Parece ser que eres una negociadora de alto calibre ¿eh? Entiendo que quieras una recompensa por el lío, pero amo mi dinero y no tendría caso luchar por él si te lo daré a tí; la mitad y un poco más es mi última oferta, ya que accederás a alimentar mi sed de respirar esa forma de vida arriesgada que tienes. Dime...

Tan sólo dirigir mi mirada hacia su rostro ya me estaba siendo penoso, pero más vergonzoso hubiere sido si los allí presentes que jaraneaban de manera desmesurada estuvieren escuchando como una rapaz chiquilla me hace pedazos la reputación de sucio manipulador.

Medité un instante su nueva oferta... Al fin y al cabo puede que no estuviera mal del todo. Había exprimido el tarro todo lo que se podía en dos cortas frases y además, los hombres aún permanecían en la taberna y no habían salido como yo creía, con lo que eso no me dejaba mucho margen más de tiempo para regatear.

- Vale- le dije aceptando su nueva propuesta- pero lo que les sea suyo, será para mi. Como comprenderás no hago favores gratis

Me levanté y me puse detrás de la silla, ahora él llevaría las riendas, decidiría dónde sería mejor realizar el golpe, pero antes de nada, por si acaso, lancé una advertencia

- Sabed que si me estáis mintiendo lo sabré antes de que podáis llegar a rozarme un ápice- no me fiaba de nadie, por eso prefería ir siempre detrás de él. Seguro que él también presentiría si o intentaba algo raro, pero eso no ocurriría, era una pequeña pícara por obligación, no por necesidad o por gusto.

En los últimos diez años, el salir a la superficie para explorar y descubrir cosas se tornó como una acentuada afición mía. En el averno, la vida era un auténtico caos. Era imposible pasar más 24 horas descansando en paz, y más siendo Señor del Caos. Es verdad que los demonios se disputaban conmigo el título y que simplemente me querían matar, pero yo m sobreponía a sus deseperadas aspiracionesw, derrotándolos en numerosas ocasiones. Bueno, resumiendo, que a los 212 años, sentía atracción por conocer más sobre Gold y sus rincones.

Y resultó que en uno de esos días, sucedió algo bastante interesante. Era un bonito día cuando entré por unas de las tabernas repartidas por la región. No destacaba mucho en ambiente, pero había que probar sus bebidas. Me senté al lado de la barra y pedí una de vodka. Súbitamente, sentí un aura demoníaca hablando con alguien detrás de mí. Me giré y lo vi: un demonio charlando con... ¿una niña? ¡El infierno se estaba cayendo a pedazos! ¿Es que pretendía raptarla o algo por el estilo?

Aun así, permanecí a la espera de aver lo que hacían. Parecía que hablaban de negocios...

Los tipos terminaron de saludar en la entrada y comenzaron a hacer su avance ya fuera de la taberna...
—Ya se alejan, plebeya, espero que me enseñes tus habilidades, no pienso llevarme a los cuatro yo solo
Y emprendí marcha, en la esquina sería una buena emboscada, la iluminación era precaria, por ello se lo comenté enseguida de sentir la brisa del exterior.

Iban bastante borrachos así que no estaban en condiciones de mover con agilidad esas hachas enormes; las carcajadas denotaron la señal perfecta para comenzar un ataque.
—¿Y bien? muéstrame la magia que acarrea tu existencia, antes de que lleguen a cruzar esa esquina, te sigo.

Asentía con la cabeza a la escucha de su pequeño plan, simple y eficaz. Rápido, como me gustaban las cosas. Sin embargo, para mi gusto, aún estábamos cerca de la taberna y si se liaba un buen jaleo, acabarían por llamar a la guardia y no sé si eso resultaba tan conveniente. Desde luego desde mi punto de vista no lo era en absoluto.
Lord Abysso (aún me hacía gracia sólo de pensarlo) se había lanzado al ataque, pero esos hombres no estaban tan ebrios como a él le hubiera gustado, y ahora se le echaban encima los cuatro. Se echaban en cara cosas que ni me iban ni venían, ahora sólo me interesaba vaciarles los bolsillos y pagar a menos durante una semana a mi "amo" para que me dejara en paz.
Saqué mi espada corta y corrí para interponerme, era tan pequeña que se fijarían sólo cuando ya les hubiera tocado.
Justo en el momento oportuno medí la distancia para evitar que me atropellaran, tenía que cruzar al otro lado de forma que interrumpiera su marcha hacia el desconocido.
Así que una vez calculado todo me interpuse y cogiendo carrerilla me agaché y derrapé sobre mis rodillas (no tan bien como hubiera querido porque siempre hay alguna piedra entre la arena prensada del suelo que logra romper el pantalón y se acaba clavando en la piel), pero la adrenalina del momento hizo que eso pareciera un rasguño de nada. Justo cuando pasaba por delante de sus rodillas di un tajo limpio, haciendoles perder el equilibrio y dando una ventaja al hombre que acompañaba.

En cuanto había catado un par de jarrones de bebida, me sentía ligero. Debía ser el efecto de la vodka. En fin, dejé el tema para no caer de bruces. A pesar de ser demonio, yo aún era un inexperto en lo que a alcohol se trataba, pues no bebía más que agua o alguna cerveza suelta.

Repentinamente, el ajetreo del exterior me alertó un poco. '' ¿Qué griterío es este? '', me dije a mí mismo. Decidí salir para averiguarlo. Ante mis ojos se mostró una agradable reyerta. Jó, por qué no se fuesen a pelear a otro lado, con lo que tranquilico y a gusto que estaba. Simulando que desconocía lo que pasaba, alcé la voz:

- ¿¡Qué está pasando!?

Había un puñado de tíos que tenían intención de linchar al del aura demoníaca. Lo que no llegué a ver fue cómo una niña cortaba sus piernas.

Los que cayeron al suelo quedaron aislados de poder golpearme, ahora tenían un pequeño problema que atender... "pequeño" sólo por la estatura de quién los tomó por sorpresa.

En vez de mandarme hasta el dúo que sobraba para mi daga, realicé un cambio de planes inesperado pues, y claro, no creí que serían tan resistentes y perseverantes; dí media vuelta y evadí sus hachazos escudándome en los caídos...
—¡Eres un cobarde, sal de atrás de Gorth!— me gritó buscando cómo partirme al medio con su monstruosa arma, en ello degollando al tal Gorth absorbí la vitalidad del mortecino frente a sus camaradas y...
—¡Es un demonio, corre Thask!
—No seas cobarde Khoro...— expresó Thask sin poder detener la huida de su amigo; ví como el segundo en el suelo se arrastraba para desmembrar a la jovencita, tal vez esa mocosa no era fuerte pero lo escurridizo le sobraba.

—Vamos Thask, sé que tú eres el que guarda mis monedas— le manifesté con una bondadosa voz llena de sarcasmo, pues obvio, ya había logrado lo que quería, ahora hablarían de mí en esta zona. Y fue cuando lo vi, ese sujeto que salió y pegó el grito, su energía vital era una fragancia de demonio, ahora sí sería divertido además de glorioso:
—¡Oye gritón! ¡Ven a ayudarme con estos Caza Demonios!— le vociferé al que estaba en la puerta esa mentira, todo sería muy chistoso entonces. Thask no se molestó por su amigo al verlo confrontar a una ¿niña? Su rabia la volcó en mí y en son de venganza por su camarada, me persiguió, lo estaba haciendo correrme hasta el de aura infernal al otro lado, su grito de guerra era implacable e inhumano, hasta pudo correr a esa velocidad sosteniendo semejante hacha...
—¡Aquí viene, nos quiere matar a los dos!— agregué actuando de alarmado pero sin miedo. Ojalá en esa corrida el gorila no haya tirado ni una de mis monedas, tenía mucho por falsear si todo salía bien.

Uno resultó más grave que otro, claro está el primero al que hice el corte, el segundo apenas sufrió ningún daño en la segunda pierna. Pero estaba acostumbrada a sólo poder hacer rasguños, era bastante flexible y delgada, con lo que mis brazos nunca alcanzarían una gran potencia física que ejerciera la suficiente fuerza como para derribar a un enemigo de golpe y evitar que volviera a ponerse en pie.
Los que cayeron permanecieron ahí y los que estaban en pie fueron a por Abysso, que parecía defenderse muy bien. De hecho había matado a uno y al hacer esto, uno de los hombre huyó despavorido mientras intentaba persuadir a su compinche para que hiciera lo mismo, más no lo hizo y se lanzó a por el demonio.
Nunca había visto uno, pero por lo visto el que había gritado que en un principio pensé que sería un posible guardia o uno que diera la voz de alarma, también lo era. Ahora a la vez que me tenía que defender del ataque de un hombre tres veces más fuerte y alto que yo, tendría que pensar en cómo huir de dos demonios. "¡Estúpida!" pensaba para mi una y otra vez.
Esa distracción me costó que me cogiera por el cuello y me alzara, pero debió matarme en vez de cogerme porque la espada aún la sostenía y además, tenía dientes, así que arañé su mano todo lo que pude y cuando me aproximó a su cara para decirme
- ¿Últimas palabras?- en las que percibí claramente todos los alimentos y bebidas que había ingerido por el olor de su aliento, le respondí con un mordisco en la nariz y un tajo en la cara, lo que hizo que me soltara de manera brusca y me hiciera daño al caer contra el suelo, pero gateé lo más rápido que pude para quitarme de su vista y evitar el hahazo que me iba a lanzar. Si hubiera ido armado con una espada me habría atravesado con ella en cuanto hubiera mordido. La próxima vez se lo pensaría dos veces.

A pesar de que mi estado se encontraba ligeramente embriagado, pude medir el riesgo y la consecuencia. Pero eso no fue todo, ya que el tío de tez blanca pedía auxilio con estos... ¡¿Cazademonios?! Me quedé temporalmente cohibido. En doscientos veintidós años que llevaba de vida, jamás oí semejante término. A mi parecer, los veía como unos rudos guerreros ansiosos de gresca. Pero, en fin, como no tenía tiempo para preguntar, iluminado por el fragor de la trifulca, decidí participar, pero sin llegar a extremos.

Advertí a deshora que el demonio pálido ya estaba a mi lado y me mascullaba que aquel tipo nos iba a reventar a ambos. Agarré a mi ''amigo'' demoníaco del hombro y lo empujé a un lado (más por apartarlo de mí que por protegernos), con lo que aproveché el que nos separáramos, consiguiendo sortear los dos la acometida de aquel individuo armado de hacha. Como contraataque, me abalancé sobre su costado derecho y arremetí un buen puñetazo. No llegaría a dañarlo seriamente, pero así, fijo que me llamaba la atención. Su hacha tenía un buena envergadura y me planteé la posibilidad de desenavainar mi katana, pero preferí esperar a ver el resultado, tanto de su reacción como de lo que iba a hacer aquel flipado demonio...

Por un momento, temí olvidarme de alguien. Bah, seguro que la niña habría puesto pies en polvorosa. Ahora tenía tantas cosas que averiguar y en tan poco tiempo, ¡qué pesadez!

—Oye Thask, deberías hacer como tu camarada y huír, ¿no sabes lo que es un demonio y quieres saber lo que son dos?— comenté socarrón antes de que comenzara a revelarle a este espadachín la verdad de lo que sucedía... mi cabeza en cacerola, claro. Dio resultado pues, en vez de responder con palabras respondió como bien lo sabía hacer, otro grito fervoroso de guerrero y un intento de hachazo horizontal, de seguro no sabía si el de la katana venía en mi apoyo; no planeaba acercarmele mucho ha no ser que quedara como su amigo el que inestabilizado en esa distracción, perdió la tráquea bajo mi filo ventajista. Evité que blandeara su segur con mi técnica Atra Brachio la que libera de mi torso unos tentáculos atezados hechos de energía, aunque los golpes no lo derribaban ¡Bien que lo hice bailar!
—No puedo contenerlo, yo que tú lo asesinaría ahora mismo, si sobrevive nos dará caza hasta aburrirte, ¡te pagaré!— volví a mentirle al espadachín hablando con finura, su arma de larga distancia era lo justo para esta ocasión, el berserk del gorila no había estado en mis planes: no poder aproximarme lo necesario.

Con irregularidades en la iluminación no llegué a ver qué pasó con el cerdo que le dejé a la embaucadora, de seguro o la hizo un destrozo de órganos o ella escapó: subestimar gente como esa rapaz era siempre mi rótulo, así nunca me decepcionaba.

Efectivamente, encolerizado, aquel hombre sostuvo su hacha con una sola mano mientras que con la otra se cubría parte del rostro intentando contener la sangre, aunque por el alarido de rabia diría que lo había dejado tuerto, porque además, parecía torpe por el lado izquierdo, así que me situé por ahi. Grave error, el del suelo con el corte en las rodillas seguía vivo y había estado esperando paciente ese momento. Me agarró por el tobillo y me tiró contra el suelo, esta vez, me aprisionó las manos agarrándolas con una sola mano suya y con la otra sostenía un puñal.
Pensé que era mi fin pero aún tenía piernas, así que cuando levantó el brazo para clavarlo en el corazón levanté las piernas y las puse a modo de tope contra su antebrazo para evitar el filo y que se clavara en algún punto vital de mi cuerpo.
Al ser más fuerte me estaba haciendo verdadero daño pero si quería vivir no me quedaba más remedio que aguantar en esa posición todo lo posible. Sólo había una ventaja, el hombre sudaba como un cerdo y las gotas se le metían en los ojos, me salpicaban (¡por los dioses que asco!) y el sudor impregnaba sus manos, la idea era coger la tierra del suelo que probablemente también estuviera mezclada con excrementos y orín y en cuanto pudiera liberar una mano lanzárselo a la cara y rodar lo más rápido posible lejos de allí.

Esos momentos se me hicieron interminables, pensé que me iba a partir las piernas y las costillas, ya casi no podía más cuando logré soltar la mano que no sujetaba la espada y le unté el ungüento que lo pudre todo en los ojos, rodé... pero el hombre estaba instruido y consiguió hacerme un pequeño tajo en la espalda (por si no tuviera bastante con mis dolores), la espada estaba a su lado. Estaba desarmada, pero viva, y las cosas podían cambiar. Eché una mirada fugaz a los demonios, no tenían muchos problemas la verdad

El combate llegaba a su punto álgido. Al parecer, el demonio paliducho estaba practicando magia en contra de nuestro enemigo. Como vi que se centraba más en él, decidí aprovechar para dar el golpe de gracia. Aunque al principio tuve que esperar, llegó la ocasión en la que los tentáculos me daban acceso hasta él, pues dejó los hachazos iniciales y parecía que realmente estaba emborrachado hasta las trancas.

Lo aceché con cautela y nada más acercarme, propiné un golpe de zurda a la muñeca de la mano que sostenía el arma. Esto tuve que hacer a una velocidad considerable, puesto que, antes de que el hacha se cayera, mi brazo derecho se extendió, permitiéndome blandir su arma. Pesaba, así que lo enarbolé con ambas manos para un manejo ''más mejor''. Advirtió tarde cuando alcé el arma y clavé la hoja diagonal y bruscamente en el trapecio. Una estampa de sangre se dibujó en la parte superior de su espalda. Soltó un gruñido de pavor y, si no fuera por la magia del demonio, caería de bruces...

Pero...¡un momento! Algo fallaba pues el ruido de los esfuerzos de la otra gente enemiga aún se oía en la atmósfera. Me giré como si simulara estar desesperado y contemplé a la niña contendiendo (o mejor dicho, jodiendo a más no poder) a uno que aún estaba en pié.

- Encárgate del capullo tumbado - le espeté al pálido.

Cargué mi ataque contra el tipo erguido. Por qué se suponía que debía ayudar a una mocosa... Bah, qué más da, ya habría tiempo para lo demás. Ahora debíamos exterminar a esos supuestos Cazademonios. Tiempo contaba de sobra, pues veníamos en plan de socorrerla, y si conseguía librarse o escaquearse de ahí, pues mejor que mejor.

Otra vez me tocaba ronda con un hacha. Tuvo tiempo de limpiarse la sangre y parar en seco mi corte de katana. Estábamos ambos forzando. Sí, era un buen musculitos, pero yo pertenecía a la raza de aguerridos demoníacos. Se quedó asombrado al ver que su arma retrocedía poco a poco. Tras unos segundos, me hizo una nueva ofensiva: un giro encadenado con hachazo en horizontal.

Aunque inicialmente quería detenerlo, se me ocurrió agacharme, desde donde dar el golpe definitivo. Ajusté la punta de la katana en dirección a su vientre y practiqué una estocada. Contempló horrorizado aquel suceso. Se la hinqué más hondo, hasta traspasar por detrás. Soltó su hacha en el momento en el que yo arrancaba sin compasión el filo de mi katana de su moribundo organismo. Con el ceño fruncido, vi que la hoja estaba sucia. Limpié en los ropajes del cadáver el tono rojizo que había adquirido mi arma y me giré a ver lo que se estaba cociendo con la demás gente...

Mi efectivo recuperado, y hasta un poco más, un golpe de suerte sin dudas; Thask ya no respiraba, y su sucia vitalidad ni era alimento para mí así que me apuré hasta donde el espadachín y la pícara se encontraban.
—Un gusto en conocerte guerrero, me has dejado sorprendido con esas maniobras de katana, un arma que veo por tercera vez en mi vida, mi nombre es Abysso, y me gustaría entablar una presentación pero primero te daré la mitad de lo que me has ayudado a recuperar— expuse afable un poco agitado del incidente para así extender la mano y pagarle...
—Ah, y por cierto...— viré la mirada hasta la chiquilla —tú no te llevas ni una moneda plebeya, fue alucinante combatirlos y esa exaltación aún perdura en mí, por ende, para hacerlo más interesante...

Y al decirle así, extendí mi brazo enviando seis tentáculos a que la aprisionaran desde sus cuatro extremidades, mi método de pelea era a la distancia media, por ende al haber usado mi habilidad psíquica sólo estaba tan cansado como ella. Los Atra Bracchia la intentarían atrapar, el entusiasmo me opacó la presencia del otro infernal aún allí expectante.

Genial, ¡más frentes abiertos! Pero me consideraba como una hormiga, tanto por lo fácil de aplastar como por lo difícil de hacerme mella. La magia que había usado contra uno de los borrachos ahora la pretendía usar conmigo, ¡cobarde! eso era lo único que pensaba. Me aparté, aunque parecía que esas cosas iban teledirigidas.

- ¡Eres un traidor y un cobarde!- dije lanzándole un escupitajo

Daba igual derecha o izquierda, me seguían allá donde fuera. Así que decidí probar a esconderme detrás del que me había intentado apuñalar, ya que el de la katana también venía para acá él también debería evadir esa magia porque estaba por medio, así que tenía a dos "escudos". Cogí el puñal de aquel hombre que estaba cagado veáse por el olor que emanaba su cuerpo y de su cinturón corté un saquito que contenía algunas monedas. Tiré el puñal y salí corriendo entre los callejones más cercanos que estaban plagados de cajas y barriles, además de algún que otro vagabundo o alma en pena, y mujeres de dudosa reputación. Puede que el saquito no tuviera tantas monedas como esperaba, o tal vez sí.
Ahora ponía pies en polvorosa hacia un lugar más verde, siempre me ocultaba bien entre lo verde, no sabía exactamente por qué, a pesar de que los médicos me aconsejaban que no lo hiciera por los sarpullidos que me provocaban esos espacios. Pero eso era lo que ellos decían, porque yo a pesar de esas manchas que sólo me salían en momentos de estrés, me sentía muy fuerte y reconfortada.

Me había quedado un poco confundido, así que probé cerciorarme de la situación. Sin embargo, antes de llegar a formular alguna pregunta, la acción volvió a dar lugar. El demonio pálido de nombre Abysso dijo no sé qué de pagarme, a lo que yo respondí:

- De momento, no me importa el dinero. Dime qué es lo que...

Demasiado tarde, contemplé que aquel demonio usaba magia, lo pude sentir, contra la enana. Sin embargo, esta intentó sortearlos utilizándome para ello y otro cuerpo adicional. Noté que la magia iba a golpearme e interpuse la katana, como si espantase a unas molestas moscardas. La mocosa salía corriendo, bueno, daba igual, pero... ¡Abysso la perseguía! Resoplé pesadamente, ¿de verdad tenía que seguirlos? El demonio pálido se iba alejando cada vez más de mí. En fin, había dos caminos que tomar: regresar a Delork-Kas y hacer como si nada hubiera pasado, o participar en la persecución y averiguar el desaguisado. Aposté por la segunda elección y fui en pos del demonio que antes pretendía pagarme. Por mi cabeza rondaban estas dudas: ¿Qué relación guardaban la niña y Abysso? ¿Qué era eso de los Cazademonios? ¿Dinero en efectivo? y ¿Qué papel se suponía que jugaba yo aquí: el de agravante o el de equilibrador?

El alcoholismo no calaba demasiado profundamente en el organismo de un demonio de hielo, pero tantas dudas que me abigarraban, me estaban haciendo polvo. Mía fue la culpa de meterme en estos malos rollos...

Y no me lo esperaba, aunque la seguí ella fue muy escurridiza y entre los marginales y la basura, sí, la perdí. Le pregunté a la gente que por ahí andaba, pero no me respondían, sólo se asustaban, llegué a quedar en medio de varios caminos los cuales cualquiera de ellos podría haber sido tomado por mi presa... —Bueno, bueno, me parece que se ha ganado mi respeto, alguien con tantas ganas de sobrevivir me ha demostrado todo; ojalá vuelva a verla pronto.

Aunque así lo dije, no me retiré de la búsqueda, sólo que ya sin ánimos de encontrar caminé en una dirección al azar; tal vez me arrepentía de haberle dado la espalda al espadachín, o no, es que entre cazar a una niña y conocer a otro de mi calaña... sí, la emoción de la caza, me deja ciego.

A lo lejos los pastizales eran una madeja de sombras y no se podía ver bien, estaba por comenzar a llover, qué genial, era como los cuentos de terror que me leía mamá... donde yo era el insano asesino con el machete.

Cuando me quise dar cuenta de si me seguían estaba lejos, había sorteado alguna que otra granja y me había acurrucado debajo de un arbusto en el linde del bosque, prefería no entrar, ya era demasiado peligroso de día como para atreverme a adentrarme de noche. Saqué la bolsa y conté...¡bien! cinco monedas de plata... las escondería en un lugar seguro.
Una vez hecho esto, me senté a ver si podía ver algo, pero nada. Probablemente ya no me siguieran. Los pelos se me erizaron, no sólo por el frescor de la noche, más bien tirando a frío. Si no por los escalofríos que me daba recordar toda la persecución. Sería mejor volver, las nubes del cielo a penas dejaban pasar los rayos de luz de la luna y seguro que los demonios veían mil veces mejor que yo en la oscuridad.No quería cavar mi propia tumba.

Me puse de camino de vuelta con mucho cuidado de no hacer ruido ni de exponerme en campo abierto. Justo comenzó a chispear y parecía que iba a apretar más la lluvia. Pude distinguir a lo lejos un cobertizo que parecía abandonado. Así que a pesar de tener que salir corriendo campo abierto en aquella dirección, prefería eso a coger una pulmonía por pasar la noche al raso.

La noche estaba siendo aparentemente calmada. Los nubarrones dominaban el cielo y estaba como para ponerse a diluviar en el momento menos esperado. Bajo esta cúpula de misterio, tres corazones latían a un ritmo abusivo. Mientras que uno mostraba una abyecta tensión por salvarse y escapar, los otros dos latían de un modo diferente: el primero estaba excitado, por decirlo de algún, y constituía el depredador, buscando sin mucho ahínco, pero buscando a su presa. El otro corazón, sin embargo, se normalizaba a medida que la noche oscurecía los alrededores... Era la pequeña historia de un ansioso cazador, un pequeño cervatillo y un desconcertado leñador.

Conforme seguía a Abysso, no me pareció de más preguntarle algo:

- ¿Por qué la buscas? - le interrogué con un tono desinteresado, pero paciente.

Esto de jugar al escondite no iba conmigo, pero qué remedio. Me resigné a seguirle la corriente. El efecto del preciado alcohol disminuía por momentos y me sentía más despejado y serio que antes. Someterle a preguntas era lo único que se me ocurrió mientras andábamos tras la busca de la mocosa. A lo mejor le había robado algo, pero hurtar a un demonio... como que no. ¡Y si tuviera algo que ver con los Cazademonios? Nah, demasiado pequeñaja para semejante magnitud de responsabilidad... Aguardé a la respuesta de Abysso, que en ese momento tenía una mirada poco alentadora.