Encuentro Ardiente [Eärendil, Piro y Alby]

Después de largo tiempo reflexionando había decidido tomarme un tiempo para meditar sobre un asunto, como una especie de viaje espiritual para encontrarme a mí mismo. Hacía mucho tiempo que había alcanzado el mayor grado de magia antes de la prueba que todo mago ha de someterse antes de alcanzar su máximo potencial mágico, pero aún así me sentía inexperto, no había tenido tiempo para combatir o mostrar mis capacidades. Tal vez simplemente fuera débil o tal vez no se me había presentado la ocasión para demostrar mi fuerza.

Los azares del destino habían hecho que una noche fuera atacado por un misterioso enemigo y acabara derrotado por mi propia arma, las palabras de aquel demonio resonaban en mi cabeza: De nada sirve el poder sin entrenamiento.

Después de aquello había conseguido sentirme más cómodo en mi otra forma, pero tras el nacimiento de mi hija, rara vez se me había presentado ocasión de combatir y al final creo que acabé oxidándome, tal vez, solo quizás, una lucha o una prueba pueda devolverme la confianza y en mi fuerza. Llevaba encima lo que siempre había llevado, mi báculo, mi espada al igual que otros objetos en el interior de mi túnica.

Miraba hacia el suelo mientras andaba con un rostro inexpresivo, después de tanto tiempo había terminado de nuevo en los dominios de los dragones, tal vez un paseo me ayudaría a pensar sobre que haría a continuación. No prestaba atención a nada más que a mis propios pensamientos por lo que se podría considerar que me encontraba aislado de lo que ocurría a mi alrededor…

Seguí mirando ese punto del horizonte, pero estaba lejos y tardaría un tiempo en llegar a mí. Pero entonces, otra cosa aclamó mi atención. Oí algo cerca de mí. Rápidamente me escondí tras un pequeño matorral típico de la llanura que había cerca de mi posición. Saqué el arco, cogí una flecha y apunté hacia el ser. Al darme cuenta de que no se había percatado de mi presencia, usé mi magia para hacer crecer un poco el arbusto hasta que me tapase bien. Tardé poco, pero el espacio era limitado. Miré fijamente y ví que era un humano. Esperé con el arco apuntandole hasta que se situó cerca de mí. Entonces, guardé el arco, y saqué la espada. Rápidamente salté hacia él, me conseguí situar en su espalda y le coloqué la espada al cuello. Era de un metal especial y estaba adornada con esmeraldas y otras piedras azules. La empuñadura era de oro.
- Quién eres y cual es el motivo de que te encuentres aquí - le dije con tono amenazador.

Mi camino seguía, avanzaba distraído inmerso en mi meditación y eso había causado que bajara la guardia en el peor de los momentos. En medio de la llanura, territorio de dragones en el que no había muchos asaltadores había acabado topándome con un personaje de dudosas intenciones. Al tener la guardia baja ni había notado su presencia pero ya era demasiado tarde, me amenazaba con una espada sobre mi cuello, aunque su melodiosa voz la reconocí, debía de pertenecer a la raza de los Elfos.

Pero otra vez me encontraba en esta situación, amenazado sin saber siquiera porque, desconocía el motivo de aquella persona solo sabía que parecía preguntarme qué hacia aquí y quien era, también sabía que me amenazaba con una espada y se encontraba tras mí. Cerré los ojos y respiré hondo, si quería librarme de aquello tenía varias opciones pero solo una me parecía la más segura.

Antes siquiera de que mi atacante tuviera tiempo a reaccionar estallé en cientos de luciérnagas blancas que volaron sobre él para agruparse tras su espalda y volver a aparecer. Rápidamente con mi mano izquierda desenfunde a mi espada Tronadora y lo apunté con ella, entonces pude apreciar mejor los rasgos físicos de mi oponente.

¿Quién soy? Pues nadie indefenso, eso te lo aseguro, eres de la raza de los Elfos ¿Por qué me atacas?-pregunté mientras lo miraba con un rostro inexpresivo- Un solo roce de mi espada y podrás probar la experiencia de sentir un rayo en tus carnes, así que no te muevas.

Me quedé asombrado cuando ví como el humano que tenía delante se desintegraba, y más aún cuando se volvió a integrar detrás de mí y a apuntarme con su espada. Magia blanca. No había peligro. Aun así, no quería parecer indefenso, por lo que me convertí en un ratón (uno de los poderes de mago del bosque) me puse enfrente de él. Me retransformé (como soy un mago de nivel mágico, no me puedo transformar en animales poderosos ni estar transformado mucho tiempo). Rápidamente saqué mi arco y le volví a apuntar.
- Buena vista, soy un Elfo - dije con sarcasmo - Me llamo Alderun, de Erenh y tampoco estoy para nada indefenso - sonreí. Había dicho mi nombre de viajero, pues no creía conveniente revelarle mi verdadera identidad a un desconocido. Aun así, Alderun también era mi nombre, no el natal, pero era un nombre. - Y si hubiese querido, ahora ya estarías muerto, pues no fallo un tiro con mi arco. - dije. Pero bajé el arco como símbolo de que no le quiero hacer nada - De todos modos, es normal que intente asegurarme de que aquellos que recorren el mismo camino que yo no me vayan a matar...

Al parecer mi ex captor parecía albergar algún tipo de poder mágico pues al transformarse en un roedor lo había delatado, ahora nos encontrábamos apuntándonos con nuestras respectivas armas hasta que él decidió bajar su arco para entablar una conversación. Se llamaba Alderun, era de Erenh y no estaba indefenso. Según él, si hubiera querido ya estuviera muerto, me explicó que solo se estaba asegurando de aquellos que recorrían su mismo camino.

Pero me parece que saltarle al primero que ves tampoco es muy cortés que se diga-respondí guardando mi espada en su funda, aquel Elfo parecía amigable por lo que de momento no parecía necesitarla.

Mi nombre es Alby, Alby Rocnus, líder de los Buscadores-revelé mi identidad al tiempo en el que me despejaba un poco- Pareces ser por la ropa que llevas de la nobleza elfica, he logrado conocer a gente importante de tu pueblo pero es la segunda vez que me reciben así, aun tengo malos recuerdos de la primera…

Cuando bajé mi arco y se dio cuenta de que mis intenciones no eran malas, me llamó descortés y se presentó. Decía de conocer a más elfos de la Alta Nobleza y según me dijo, solo le habían tratado así una vez atrás.
- Perdone mi descortesía - dije - Es normal que te hayan tratado bien, pues los elfos somos muy corteses, incluso yo, en circustancias normales. La diferencia es, que en este lugar hay muchos bandidos y exiliados, por no hablar de demonios y dragones y además, yo he visto mucho más que muchos elfos pese a mi corta edad, pues he viajado mucho y he conocido seres que ponen los pelos de punta - le dije - Además, en este momento estaba alterado, pues he visto una especie de criatura algo extraña que venía de las montañas - dije dándome la vuelta. Pero me dí cuenta de que la criatura ya no estaba. Mire alrededor, era imposible, pues si hubiese cambiado de rumbo la habríamos visto igualmente - ¡Increíble! ¡Ya no está! - dije perplejo dando vueltas. Entonces, mi oído de elfo captó algo, un mero movimiento cerca, en la superficie. - Ha bajado. - dije - ¡Pero es imposible que esa criatura tan grande haya bajado y se haya escondido aquí! - dije desesperado. Me daba la impresión de que me estaba volviendo loco. Me tiré en el suelo y puse la oreja en la superficie tratando de captar algún sonido proveniente de esa criatura...

Alderun me explicó el motivo de aquella descortesía y era que aunque los Elfos eran muy corteses nos encontrábamos en un lugar en el que habitaban ladrones y bandidos, dragones y demonios, era comprensible que a veces uno se debiera de proteger y no arriesgar. Entonces me informó de que estaba alterado pues había visto una criatura extraña proveniente de las montañas, se giró a todos lados pero parecía asombrado de que allí no hubiera nada.

Yo no había visto nada, tal vez estaba tan concentrado que no me había dado cuenta que había una criatura así volando sobre mí, tal vez incluso haya pasado por mi lado y yo ni me haya enterado. Entonces hizo entrada un tercer individuo, parecía tener algo de sentido del humor algo burlón por la manera en la que había hecho acto de presencia. Un cazador del Reino dragón decía ser, buscaba a un dragón que había causado grandes muertes, lo miré de arriba abajo, no parecía de una edad muy avanzada, parecía más bien joven, si pretendía acabar con un dragón debía de tener más de un as guardado bajo la manga, o en este caso la camisa pues no tenia mangas.

Me temo que no he visto a ningún dragón de momento, solo estaba de paso por esta llanura pero si quiere le puedo echar una mano con el problema, tal vez los conocimientos de un mago blanco le sean de ayuda-ofrecí mi participación al recién llegado.

El cazador parecía extrañado de mi proposición, pero también parecía extrañado por otra cosa lo que hacía parecer al chico que ocultaba algo, o simplemente eran imaginaciones mías. Nos explicó que esta era una zona peligrosa, aunque yo ya lo sabía desde un principio, los Reinos de los Dragones siempre habían sido zonas salvajes en las que los bandidos campaban a sus anchas siempre que no se acercaran a las montañas donde estaba la capital de los dragones.

Entonces el cazador de nombre Sifer nos propuso combatir para así entrenar para cuando tuviera que enfrentarse al dragón, era una proposición algo extraña pero eso también me beneficiaba a mí, ya que estaba oxidado y un combate me vendría bien.

De acuerdo, déjame unos momentos para calentarme, hace mucho que no tengo un duelo y estoy oxidado-dije mientras estiraba un poco mis brazos e iba haciendo algunos tipos de calentamientos rápidos, por ultimo deje mis dedos moverse libremente para asegurarme de que mi cuerpo estaba en completo funcionamiento.

Me alejé un poco de ellos dos y desenfundé mis armas portando mi báculo con la mano derecha mientras mi espada Tronadora la sujetaba con la mano izquierda- Yo ya estoy preparado Sifer, mi nombre es Alby Rocnus, espero que disfrutemos de un justo duelo.

Sifer hablaba como si nos hubiéramos conocido antes, demostró sus dotes controlando el fuego y un brillo que no había experimentado desde hacia tiempo despertaba en mí, tal vez este combate prometía más de lo que me hubiera esperado, pero las palabras del chico eran extrañas, decía que había pasado mucho tiempo desde cuando nos vimos. ¿Acaso era él el demonio que me atacó aquella noche antes de que naciera mi hija?

No, sus formas de actuar eran distintas, el atacaba con una espada y se valía de sus habilidades demoniacas para combatir. Pero este chico usaba el fuego, casi me recordaba a un viejo amigo, pero eso no importaba en este momento, era hora de combatir.

Estire mis manos dejando que mi magia fluyera por mis venas mientras me preparaba para entablar combate, alcé mi báculo y en el cielo se empezaron a acumular nubes tormentosas que bramaban como tambores, respiré hondo y dirigí una mirada hacia Sifer.

Adelante-dije mientras me preparaba para defenderme de los ataques que realizaría mi adversario, quería ver de lo que era capaz aquel muchacho, analizar primero la situación para después encontrar un hechizo con el que atacar.

Mi adversario había empezado el enfrentamiento lanzándome llamaradas a tiempo que notaba que algo extraño ocurría a mí alrededor con la vegetación pero no le di importancia, ahora debía cubrirme de aquel ataque llameante que me había lanzado. Casi instintivamente alcé mi báculo creando un pequeño escudo a mí alrededor para protegerme de las llamas que ahora golpeaban el escudo para después desaparecer dejando un rastro quemado en el suelo.

Cuando vi que el ataque había sido detenido, me confié y baje el escudo al tiempo en el que mi adversario había conseguido avanzar entre las llamas hasta mí para propinarme un puñetazo que me hizo retroceder unos pasos, no había previsto que se me lanzara en medio de su propio ataque pero si tenía la posibilidad de contraatacar. Casi al instante después de recibir el golpe, alcé la espada para después dar un tajo en vertical hacia mi contrincante aprovechando que ahora se encontraba cerca de mí.

Estaba claro que el combate prometía, y esperaba que con él pudiera desoxidarme después de tanto tiempo sin luchar, pero para mi sorpresa, al recibir el tajo mi contrincante se desvaneció, parecía que si guarda algunos ases. Reí un poco y me preparé para ver de dónde vendría el siguiente ataque.

Unos segundos pasaron hasta que mi rival hizo acto de presencia con un gran grito, aquello había hecho que me girara hacia algún lugar donde se había escuchado aquello pero no había nada, algo tramaba y de pronto lo comprendí. Mi enemigo se hizo visible ante mí mientras intentaba preparar algo entre sus manos, debía de actuar rápido o me impactaría de lleno, así que sin pensarlo opte por mi único recurso y era desintegrarme convirtiéndome en cientos de luciérnagas mientras ocurría una explosión.

Había conseguido esquivar el impacto directo pero parte del daño había recibido, ahora contaba con poder ocultarme durante unos segundos mientras la explosión había causado un levantamiento de una nube de tierra, pero aproveche esa oportunidad para volver a unirme sobre su espalda.

Mientras volvía a ser yo alcé mi espada y mi báculo para descargarlo sobre el chico mientras caía. Sin duda el combate se ponía interesante, Sifer tenía fuerza y poderes, hacia mucho que no podía disfrutar de un combate igualado, no iba a dejarme vencer fácilmente, iba a luchar con todo lo que tenía.

Aquel chico se había dado cuenta de mis intenciones, pero comentó algo que me dejo extrañado, al parecer decía ser Piro, hacia mucho que no oía ese nombre, el nombre de un viejo compañero con el que pasé grandes aventuras, ¿acaso me estaba diciendo que ese chico era él? Era muy distinto.

Mientras reflexionaba un poco mi adversario se colocó a mi altura e intentó asestarme un golpe con el canto de su espada llameante pero yo seguía con mi anterior ataque mientras caía por lo que al final mis armas chocaron contras su ataque mientras yo terminaba cayendo al suelo.

Así que dices ser Piros, has cambiado mucho ¿no crees? Pero bueno, hace mucho que nos conocemos y no hemos podido disfrutar de una lucha como esta así que vamos a luchar en serio-respondí mientras me reincorporaba y adoptaba mi forma lupina, así estaría más a gusto para combatir físicamente.

Después de adoptar mi otra forma y caer sobre mis cuatro nuevas patas lupinas me impulse para altar hacia donde estaba él para intentar asestarle con mi brazo estirado, un potente zarpazo.

Me dirigía a la capital después de dejar una misión y mientras pasaba por la llanura de fuego una enorme cúpula se elevó a unoas pocos kilómetros de mi, me acerqué al galope y dejé mi montura atada en un árbol luego me acabé de acercar corriendo, el humo de la lucha había desaparecido, comencé a correr cada vez más despació hasta detenerme apoyada en un árbol, Alby y otra persona se hablaban pareciendo exaustos me acerqué despació y dije:

-em.. Hola... ha pasado algo aquí?

-¿Te sorprende verme?- le dije a Alby con un tono sarcástico. Me transforme en Ray el dragón del rayo (en su nueva forma) y creé un escudo de rayo que me protegió de su ataque. Me des-transforme y segundos después hoy a una chica. -Eh... no, solo entrenamos...- mire mejor y vi quien era-¿Alanna?¿Eres tú?- pregunté extrañado no me reconocería pero fue un acto reflejo. Paré de combatir y me acerqué, me senté en una roca para explicarle quien era y como era posible que estuviera aquí -¿Alby podemos parar un momento? Perdón por parar el combate- le grité. Me acomode y le ofrecí asiento a Alanna para poder contarle lo que había pasado.

OffRol: cambie el titulo de mi post para añadir el nombre de Alanna, empezad a hacer esto cada vez que alguien se una ^^

Después de tanto tiempo había vuelto a encontrar a un viejo amigo, entonces se transformo en un dragón eléctrico para protegerse de mi ataque, por lo que choque contra un escudo de mi mismo elemento por lo que no sufrí ninguna herida que mi poder de licántropo no pudiera sanar. Entonces hizo entrada una cuarta persona, como si no fueramos suficientes ya, otra conocida, era Alanna, una de las elfas que había visto y conocido durante mi estancia en el palacio de Arwen, además de que había estado durante el nacimiento de mi querida hija.

Piros quiso que paráramos un momento el duelo mientras hablaba con la chica, sería un buen momento para tomar un pequeño descanso y por no ser descortés yo también me acerque gateando hacia Alanna.

Hace mucho que no nos vemos, doncella de los bosque, refréscame la memoria ¿Cuándo fue la última vez que nos vimos?-pregunté aun bajo mi forma lupina lo que me habia hecho que mi voz fuera algo más salvaje y grave.

El dragón se transformó en humano, solamente había visto hacer eso a una persona, y cuando se me acerca diciendo que era Piros, no sabía si acabar de fiarme, pero vi que mientras se acercaba un colgante le golpeaba el pecho, y era igual al que yo llevaba al cuello.

-Piro?-pregunté dudosa- ¿Estás vivo?-casi empecé a llorar pero me contuve, me senté en el suelo de rodillas luego me senté y escondí la cabeza entre las rodillas y suspiré aliviada- eres estúpido,-insulté en broma y levanté la cabeza sonriendo- no sabes el susto que me habías dado. ¿qué te ha pasado? estás.... diferente- dije sin encontrar una mejor palabra para expresarlo.