Un cachorro de licántropo [libre]

Acababa de cruzar el portal de vuelta a Gold, se suponía que había venido a socorrer a uno de mis miembros de mi clan, era de noche, la luna casi estaba llena, estaba en un claro en el que solo había hierba y no muy grande, detrás mía estaba un pequeño bosque y en frente mía un barranco en el que abajo del todo se encontraba un rio, no sabía exactamente donde me encontraba pero rápidamente con mi báculo en la mano izquierda empecé a mirar a todos lados. Como líder de clan mi deber era protegerá todos los miembros de mi clan, no iba a abandonar a un compañero malherido, entonces fue cuando oí un crujido detrás de mí, al volverme para ver un demonio había saltado en dirección mía con una gran espada de color gris metálico, iba a matarme si no hacia algo.

Entonces rápidamente agarre mi báculo con las dos manos y lo puse horizontalmente para parar la espada que quedó detenida junto con el báculo sobre mi cabeza, la criatura tenía una fuerza sobrehumana, a simple vista parecía un humano con el pelo blanco, salvo porque tenía unos cuernos de carnero, unos ojos de color amarillento. ¿Por qué me atacas?-dije mientras miraba a los ojos al demonio, desconocía quién era o los motivos para atacarme.

Voy a comprobar si de verdad eres tan poderoso y bueno como líder de clan-dijo con una voz joven, parecía un adolescente, entonces me dio un empujón con el cuerpo que hizo que retrocediera, entonces agarrando mi báculo me prepare para un ataque de su espada, pero de pronto de su espalda salió una gran cola acabada en flecha que de un rápido golpe que no logre interceptar me derribo pues me había golpeado por detrás en las piernas. Ahora estaba tirado en el suelo con el báculo en la mano pero eso acabo pronto pues el demonio corrió hacia mí y le dio una fuerte patada a mi báculo que salió despedido y se perdió entre la hierba.

Desenfunde rápidamente mi espada para protegerme de algún ataque, pare unos cuantos luchando con mi mano derecha mientras con la izquierda me apoyaba en el suelo para poder luchar mejor, pero de pronto la larga cola del demonio me arrebato mi espada, varias chispas eléctricas saltaron de la espada, ahora estaba empuñada por la cola del demonio. Intentando con las manos un hechizo defensivo tarde demasiado y la cola de la bestia me clavo mi propia espada en el abdomen, entonces la propia electricidad de la espada me electrocuto quemándome la ropa y rompiéndomela. La espada se me extrajo limpiamente, no había tocado ningún órgano pero sangraba, entonces la espada cayó a mi lado soltada por la criatura que murmuro mientras desaparecía: De nada sirve el poder sin entrenamiento.

Con la ropa rota, una herida en el abdomen, fui moviendo lentamente las manos hasta la herida y con la poca energía que me quedaba emplee mi magia blanca para cerrarla. Lo había conseguido pero caí inconsciente en el mismo sitio.

Había amanecido ya, la luz bañaba el claro e n el que me encontraba tirado sobre la hierba, malherido, al lado mío reposaba mi espada Tronadora que empezaba a absorber los rayos de luz y a volver a cargarse de electricidad, Lunius, mi báculo había caído bastante alejado del lugar donde reposaba mi cuerpo inconsciente yacía. Aquel enfrentamiento ante los ojos observadores de la luna casi llena había significado un atentado contra la vida de aquel muchacho que ahora se encontraba indefenso a las criaturas que acechasen entre los arboles de aquel bosque alejado del claro.

Entonces fue cuando abrí los ojos poco a poco… mi cuerpo lo sentía todo dolorido, no podía moverme, la piel me escocía, aquella lucha inesperada le pillo por sorpresa después de realizar varios hechizos como un portal de un mundo a otro, eso agotaba energía y había que esperar un tiempo para recuperar las energías, le había pillado en un momento en el que estaba indefenso y ahora estaba casi al borde de la muerte, esperando que una criatura del bosque acabara con su sufrimiento.

Entonces una idea algo arriesgada paso por su cabeza, según lo que había leído de biología sobre los licántropos, estos podían regenerar sus heridas bajo su forma animal, tal vez si adoptaba la forma de licántropo se curaría pero era arriesgado, el proceso hacia que se le estirara la piel y se le desgarrara, en su estado seria puro dolor hacer eso pero era su única posibilidad si se quería salvar, había tantas posibilidades de salvarse como de que así que debía correr el riesgo.

El cambio comenzó, empecé a transformarme dando gritos de puro dolor, la piel se me enrojecía y los ojos se me nublaron pero después, empezó a crecerme el pelo, mi cara se expandió hasta formar la de un lobo, mis ojos volvieron a despejarse, mis patas empezaron a crecer. Después de unos minutos ahora era un gran lobo, tenía heridas, magulladuras y cortes, entonces caí tendido al suelo y estuve descansando dejando actuar a los poderes de licántropo, la piel empezaba a regenerárseme, los órganos afectados empezaban a curarse, algún hueso magullado se reconstruía.

Entonces me di cuenta de que no podía depender siempre de mi forma humana, necesitaba encontrar un maestro, alguien que me enseñase a ser un verdadero licántropo, observe mi espada, la recogí y me la ate a la espalda para después ir en busca del rastro de mi báculo el cual encontré a unos veinte metros de donde me encontraba antes, lo coloque junto a mi espada sobre mi espalda, debía aprender a ser un licántropo y para ello debía encontrar a alguien que me enseñase.

Al volver por el portal fui a parar muy cerca de un pequeño bosque; no me resultó difícil cruzarlo, pero me llevó toda la noche. Al amanecer y salir de aquél bosque me vi en un llano con hierba baja. Aproveché que hacía una bonita mañana y que había terreno de sobras para correr en mi forma lobuna, así lo hice. Me transformé y empecé a correr por la llanura para sentir el viento en la cara y las caricias de la hierba en mis patas. Entonces noté un extraño olor... al parecer se trataba de un licántropo; no estaba demasiado lejos, así que corrí hasta estar algo más cerca de él.

El licántropo yacía en el suelo en estado de shock, además portaba armas en su espalda y parecía fatigado o malherido.
No parecía en condiciones de poder vencer en una pelea, así que me acerqué poco a poco hasta situarme a unos veinte metros de él, estaba de espaldas a mí.
-¿Podría saber que hace una criatura que debería conocer el bosque tan bien como su propia casa, aquí tirado, esperando consuelo tal vez?- le dije en tono un tanto burlesco, pues me parecía insólito ver a un licántropo en ese estado.

Siempre había considerado que mi raza era una de las más valerosas y que su orgullo les impedía caer derrotados. Aunque, hacía mucho tiempo que no veía a ningún licántropo, quizás demasiado. Quizás ahora las cosas habían cambiado, pero eso tampoco me importaba. Lo que tenía claro es que no iba a tolerar que ningún paisano mío se viera en esa situación, si necesitaba ayuda, yo estaba dispuesto a ofrecérsela.

¿A dónde debía ir? ¿Dónde me encontraba? Esas preguntas invadían mi cabeza por lo que no hice más que tumbarme sobre la hiera del claro y bajar la cabeza hacia el suelo, no sabía nada sobre mi cuerpo de licántropo, los momentos en los que me transformaba eran casi como si yo no tuviera manejo sobre mi cuerpo, cuando me había transformado por primera vez la luna me ayudaba a manejar mi cuerpo, la segunda vez estaba en peligro yo y mis compañeros.

La tercera vez estaban intentando llevarse a Free y fue un acto reflejo, por último la cuarta vez fue para salvar mi vida hacia un par de minutos, necesitaba aprender a ser un licántropo, necesitaba un mentor, un maestro que me enseñara. Los libros que había leído sobre esta raza no enseñaban a ser un licántropo, más bien mostraban a los licántropos como se les veía.

Fue entonces cuando observe como se me acercaba un licántropo, yo levante la cabeza para observarlo bien, entonces fue cuando me pregunto qué estaba haciendo aquí si se suponía que este bosque lo debía de conocer como mi propia casa, yo baje las orejas a forma de decepción. Soy nuevo en esto de ser licántropo, no sé qué hacer, no sé cómo moverme, no conozco a nadie que me enseñe-dije con un tono lamentable, seria tristeza y lamentación por parecer tan indefenso.

El licántropo me dijo cabizbajo que era nuevo en esto de ser licántropo, no sabía que hacer ni como debía moverse, necesitaba ayuda. Lo primero que pensé fue que se trataba de un cachorro, pero a juzgar por su tamaño, diría que ya era casi un adulto. Lo más seguro es que se tratara de alguien de Rosbasha, alguien rico o noble que tal vez nunca haya vivido al aire libre.
Me acerqué un poco más hasta situarme a apenas cinco metros y empecé a olfatearlo para conocerlo mejor.
-Dime... ¿Que hace un licántropo tan refinado como tú en un lugar como éste?- le pregunté mientras caminaba en círculos a su alrededor. -¿Te has perdido, cachorrillo?- le dije entre carcajadas, buscando provocar su ira.

-¡Espabila hombre! ¡Eres un licántropo, las criaturas del bosque te temen, no al revés!- le grité de repente. -Vamos, iremos a buscar el desayuno...- y empecé a correr en la dirección de donde vine.

El licántropo me observaba extrañado, parecía sorprenderle que con el tamaño que tenía, que aparentaba casi un adulto no supiera comportarme como un licántropo, la verdad es que visto así sonaba patético por mi parte, entonces él me pregunto qué, que hacia un licántropo tan refinado como yo en este, que si me había perdido y me llamo cachorrito.

Entonces yo me levante cabreado dirigiéndole un largo gruñido seguido de un par de frases entre colmillos: No me he perdido, me tendieron una trampa cuando yo estaba agotado, entonces aprovechando que yo estaba despistado y no me defenderá bien me dejaron herido de gravedad.

Entonces el de repente me grito que espabilara que era un licántropo, las criaturas del bosque me temían y no al revés, entonces me dijo que fuéramos a buscar el desayuno entonces empezó a correr hacia el bosque, dude unos instantes de si seguirlo o no, entonces me decante por lo primero, no sabía a dónde ir y no había más licántropos por ahí… de momento.

Así que me incorpore sobre mis cuatro patas cargando mis armas a la espalda y empecé a correr tras ese licántropo, era mucho más rápido que yo y eso era evidente, aun me faltaba practica, me costaba bastante correr a cuatro patas aunque en algunos momentos me había salido bien ahora no me estaba yendo a las mil maravillas, parecía más lo contrario.

Al joven licántropo no pareció hacerle mucha gracia mi comentario, me contestó que le habían tendido una trampa y lo cogieron desprevenido. El que me respondiera enfadado era bueno, el orgullo típico de un licántropo lo tenía por lo menos.

Cuando empezó a correr detrás de mí pude ver como parecía que tenía cierta dificultad a la hora de correr. Entonces me frené.
-¿Acaso no sabes correr siquiera? ¿Podría saber de donde has salido?- le dije bastante confundido. ¿Como era posible que un licántropo casi adulto no supiera nada de nada? Era muy raro. O se había pasado toda su vida sin moverse apenas, o se trataba de algún tipo de discapacidad/irregularidad. -¿Como se supone que voy a enseñarte a correr, cuando tu ya deberías saber cazar? Lo primero, intenta no tropezar. Luego improvisa, es fácil, primero las patas delanteras y luego las traseras.- le dije con un poco de ironía.

Nunca me había planteado el enseñar a correr, creía que eso se aprendía solo, siendo un cachorro, jugando con los demás niños.

Observe como el licántropo me miraba como corría y se detuvo, parecía extrañarle bastante que ni siquiera supiera correr bien, entonces se giro hacia mí y me dijo que si no sabía correr, que de donde había salido, tenía una mirada confundida, eso sería normal pues mi condición era para reírse. Yo no elegí ser licántropo, un día de luna llena sin venir a cuento me empieza a crecer pelo-dije observando al licántropo mientras me explicaba cómo se suponía que debía anda, empecé a probar con unos sencillos pasos antes de intentar correr.

¿Es la primera vez que enseñas a alguien o me lo parece a mí?-dije con tono burlón, el se había reído de mi antes pues era el momento de vengarme un poco, tras eso me puse a observar a mi alrededor, tantos olores, pero tan pocos colores, tenía un par de dudas por lo que le pregunte al licántropo: ¿Cómo sigo el rastro de alguna criatura?

Si quería aprender a ser un licántropo debía preguntar, ser paciente y entender, no me sería muy difícil aunque claro, eso aun estaba por ver pues estaba empezando y solo conocía a los licántropos de libros por lo que no sabía cómo podría ser un adiestramiento de esta raza que tanto había admirado durante años, de pequeño recordaba que me llevaba algún que otro libro para leerlo en la cama.

Aquél licántropo me dijo que no escogió ser licántropo, que un día de luna llena empezó a crecerle el pelo. Luego me dijo con un tono burlesco que si era la primera vez que enseñaba.
-Obviamente, estas cosas se aprenden sin querer, por así decirlo.- le respondí.

Entonces me preguntó cómo debía seguir el rastro de alguna criatura. Otra cosa extraña, me costaba entender como no sabía hacer cosas básicas de un depredador como era.
-Pues es bien sencillo. Si te cuesta seguir tu instinto, guíate por los olores y te llevaran a los colores, entonces síguelos.-
La verdad era que no tenía ni idea de como debía adiestrar a un licántropo, a mí nunca me enseñó nadie como debía comportarme ni que debía hacer. Simplemente seguía mi instinto.

Se me ocurrió que una buena manera de dominar y perfeccionar sus sentidos era poniéndolos en practica.
-Intenta localizar el rastro de alguna presa, preferiblemente un caballo o algo similar.-

Y ahí me encontraba yo, en medio del bosque, me pregunto cómo habría llegado allí... Recuerdo que decidí irme de mi casa, pues nadie me quería allí, debido a que era semi-demonio. Pero, al no salir apenas del recinto que era en sí la casa, no estaba abierta al mundo, y tenía muy poca orientación... ¡Para mí ese bosque era todo igual! Árboles, arbustos, árboles, arbustos...
Yo simplemente seguía hacia delante, pues no me quedaba ya más remedió, si volvía hacia atrás, me perdería más aún...
De repente, tropecé con una raíz de árbol que sobresalía.-Aghh... ¡Por qué me tiene que pasar esto!-Me di cuenta que tenía una pequeña herida... Y, en esos momentos no podía pararme a curarla, simplemente me levante, sacudí un poco el vestido, y continué por aquel monótono bosque.

Escuche las explicaciones que me daba ese licántropo que no conocía de nada, ni tan siquiera su nombre, solo sabía que era de mi raza y que me estaba enseñando a ser un licántropo, algo me decía que confiara en él, tal vez ese instinto que nos hace confiar en los que son iguales a nosotros, tal vez aprendiera con esto a ser un verdadero licántropo.

Era hora de pasar a la práctica, debía seguir el rastro de una presa, lo primero que hice fue mirar a todos lados, entonces negué con la cabeza, no era así como debía hacerlo, estire la cabeza y empecé a olfatear el aire, varios aromas llenaron mi sentido olfativo pero debía buscar entre esos olores uno y seguirlo. Baje la cabeza hacia el suelo y empecé a olfatear, había captado un olor extraño y era hora de seguir una presa por lo que decidí seguir ese rastro, empecé a dar pequeños pasos hasta que empecé a correr como había corrido aquellos días de luna llena.

Atravesando arbustos sin importar que las ramas golpearan mi piel que en cuestión de segundos se regeneraba, saltaba raíces, arbustos y plantas hasta que de pronto salte cayendo en un camino, el rastro que había seguido me había conducido hasta una chica extraña, parecía mestiza pero me recordaba a alguien… a ese demonio que me había atacado aquella noche, era mestiza de demonio. Entonces me senté en medio del camino con las patas delanteras estiradas y apoyadas delante de las traseras y me dedique a observar a aquella muchacha, parecía herida pues notaba el olor de la sangre, no parecía muy peligroso así que tras unos instantes decidí hablar: Hola ¿Estas herida? ¿Necesitas ayuda?

Empecé a correr detrás del licántropo que pareció encontrar un rastro, parecía entusiasmado siguiendo ese olor. No le importaba darse de morros contra los arbustos ni llenarse de arañazos toda la cara.

Ese rastro lo llevó hasta una chica joven con aspecto demoníaco que parecía estar herida, aunque leve, olía a sangre.
El joven licántropo le preguntó si necesitaba ayuda. Yo me limité a acercarme sin decir nada por el momento, pues resultaría un tanto estúpido realizar la misma pregunta otra vez.

Continué mi camino, pero, una voz tras de mí hizo que me sobresaltara.
Se trataba nada más y nada menos de un licántropo, y en su forma lobo. Me preguntó si estaba bien, aunque, tardé en responder, por la primera impresión. Momentos después, llegó otro licántropo, pero, este no comentó nada al respecto.
-N-No tienes por qué preocuparte por mí. Ya soy bastante mayor para cuidarme yo sola, además, sí, estoy bien.- Otra vez lo hice, volví a mentir... Me dolía a rabiar, pero no permitiría quedar mal.
¿Por qué me pondría así de nerviosa? Seguramente sería porque no estoy acostumbrada a hablar con gente...

El licántropo que se suponía que me estaba adiestrando había seguido mis pasos para llegar hasta mi y hasta la chica que ahora se encontraba delante nuestra, el olor a sangre provenía de su pierna, tal vez se había herido al tropezar o tal vez cayendo o tal vez por el ataque de algún animal, había muchas formas de resultar herido en un sitio como este…

El licántropo no hizo ningún comentario ni dijo nada hacia la chica mientras esta hablaba yo escuchaba a través de mis sentidos agudizados, las veces que me transforme no me había para a sentir que oía diferentes cosas entre mis dos formas, aun me quedaba mucho por aprender, pero era el momento de probar si mi magia funcionaba bajo mi forma de lobo, así que me acerque lentamente hacia la chica hasta colocarme a su lado, mirándola a la cara me concentre para recitar un conjuro de sanación.

Sin dejar que pudiera intervenir acabe el hechizo y una luz iluminó la herida para después curarla por completo, vale, había comprobado que funcionaba, ahora mirando a la chica a los ojos le dije: Parece que no conoces bien este bosque, déjanos acompañarte o tu acompañarnos para asegurarnos que estas bien… Ah, que malos modales los míos, mi nombre es Alby, Alby Rocnus ¿Podría saber yo el vuestro?

Ese chico se me quedó mirando a los ojos. Esos ojos ambarinos eran tan profundos, que me quedé paralizada.
Vi como se iba acercando lentamente hacia mí. Estuve a punto de exigirle algo, pero se me hizo un nudo en la garganta. No podía hacer nada para defenderme.
Entonces comprobé, que se disponía a curarme, algo que me sorprendió mucho...
Me dijo que se llamaba Alby, y, también preguntaba por mi nombre. Titubeé durante un instante, pero finalmente se lo dije.-Me llamo Hikari. Algo extraño, ¿verdad?.-Les ofrecí una de mis medias sonrisas.
Me preguntó si los acompañaba a los dos por el bosque, ya que no sabía nada sobre la zona. -No necesito vuestra ayuda. No soy tan torpe.- Me disponía a marcharme, cuando de repente, me paré en seco.
-¿No os importa que sea semi-demonio...?-

El joven licántropo sanó la herida de la chica con un conjuro, imaginé que se trataba de magia blanca.También le dijo su nombre, Alby. Es curioso, llevaba ya unos minutos con él y no me lo había dicho, sin embargo apenas ha tardado nada en presentarse a la chica.
También le ofreció nuestra compañía para atravesar el bosque, pero la chica se negó. Entonces dijo que se llamaba Hikari, un nombre un tanto peculiar. Añadió si nos era importante el que fuese semi-demonio.

No quería parecer distante, pero por alguna razón estaba nervioso, parecía que no estaba hecho para entablar conversaciones con chicas.
-M-mi-mi nombre es Da-Dante, y no me importa en absoluto la raza a la que pertenezcas.- tras decir eso pensé que mis palabras pudieron sonar un tanto groseras, "no me importa en absoluto"... -Qui-Quiero decir, no me supone ningún problema...-

En aquél momento mi cabeza era un tremendo caos, no entendía por qué me puse nervioso. ¿Tanto tiempo había pasado que me resultaba nuevo entablar conversación con una chica? Se trataba de una chica más, pero por algún motivo me ponía nervioso su mirada. Se me estaba empezando a erizar el pelaje como muestra de mi nerviosismo y un escalofrío recorría todo mi cuerpo.
No sabía que hacer para calmar todos aquellos sentimientos, solo se me ocurría permanecer callado, pero eso podría empeorar la situación. En ese tema no tenía ningún tipo de experiencia, me sentía tan torpe, tonto, inútil y demás sinónimos, por no saber como reaccionar...

Sin embargo, seguía estando callado.

Observe que la chica sentía miedo con mi mirada, parecía que iba a decirme algo cuando me acercaba pero se lo callo, entonces tras dar a conocer mi nombre ella mirándome me contesto que se llamaba Hikari y añadió que era extraño y me pregunto que si verdad, era un nombre extraño pues era la primera vez que lo oía pero tampoco había conocido a muchos Alby por lo que mi nombre también era extraño.

Entonces ella dije que no le hacía falta nuestra ayuda, que no era tan torpe, aun así no iba a dejar a alguien así sola en el bosque, entonces fue cuando nos pregunto si no nos importaba que fuera semi-demonio. A mí no me importa que seas mestiza o semi-demonio, he conocido bastantes mestizos, hasta estoy casada con una… en cambio a demonios al primero que conocí me dejo malherido sin venir a cuento… tu no me pareces que vayas a dañarnos o atacarnos-dije mientras me giraba a mi compañero licántropo que parecía no saber cómo tratar con una chica.

Durante los años de instrucción había conocido y entablado conversación con muchísimas personas, magos, mestizos, nobles, plebeyos… hablar no era uno de mis defectos pero tampoco uno de mis fuertes.

Me quedé mirando a aquel licántropo llamado Dante. Lentamente fui acercándome a él hasta mirarlo desde muy cerca.
En ese momento no pude evitar reírme, aunque no me gustase.
-Sois realmente graciosos.-Tras una breve pausa, comente: -Supongo que, sí sería buena idea. ... Os acompañaré.- Era la primera vez que me decían que no les importaban que fuera semi-demonio... ¿Podría ser... Que ellos me comprendieran?
Después, me aleje un poco, y, con una sonrisa dije:
-Encantada, pero... No sé como es vuestra forma humana...-

La chica soltó una carcajada en cuanto se acercó a mí, gesto que yo correspondí bajando la mirada avergonzado. Dijo que aceptaba acompañarnos, que sería buena idea, aunque no conocía nuestra forma humana.

Volví a mi forma humana ipsofacto, esta vez me cubrí con mi capucha para evitar mostrar mi sonrojado rostro. Aunque, tras meditarlo, intenté calmarme y serenarme, después de todo no había para tanto. Así que alcé la vista, dejando ver parte de mi rostro y mirando a los ojos de la chica.
-Pues... aquí me tienes.- dije en un principio serio, pero mi cara se iba tornando roja de la vergüenza que sentía.
Aparté la mirada de inmediato mientras agarraba con fuerza mi báculo.

-Entonces, seguimos con la cacería?-

La chica fue acercándose hacia el licántropo hasta colocarse muy cerca del para después reírse añadiendo que éramos muy graciosos, tras una pausa añadió que si sería buena idea acompañarnos, entonces se alejo un poco para decirnos que encantada pero aun no sabía cómo era nuestra forma humana. Mi compañero el cual desconocía su nombre se transformo volviendo a la forma de un humano encapuchado, ahora solo faltaba yo pero había un problema…

Chicos… yo tengo un problema con mi forma humana… ayer sufrí un ataque e intente curarme adoptando esta forma por ello desconozco como de presentable puede estar mi forma humana-dije mientras intentaba volver a mi forma humana… a ver que aparecía. Tras unos segundos regrese al aspecto de un muchacho de diecisiete años salvo que mi ropa estaba completamente destrozada, las mangas de la túnica estaban rotas a la altura de los codos y faltaba el resto de la manga así que tenia ahora las mangas que solo me llegaban a los codos. Mi túnica, la especie de capa que tenia estaba rota a la altura de la cintura, las piernas del pantalón estaban rotas un poco más arriba del tobillo, lo más alarmante es el agujero quemado que había en el centro de mi camiseta, ahí era donde me habían apuñalado con mi propia espada.

Yo estaba curado pero mi ropa necesitaría un sastre, no podía ir de viaje con la ropa que parecía que había saltado por un barranco rodando, entonces un extraño cansancio me invadió, intente dar un par de pasos hacia mi compañeros pero de pronto tropecé con una raíz de un árbol y caí al suelo pero estirando las manos me agarre a una especie de cola… perteneciente a la chica. Vale… no estoy acostumbrado a cambiar de formas-dije desde el suelo aun con la cola de la chica agarrada sin darme cuenta de que la estaba agarrando.

El chico más callado, Dante, se transformó en humano muy rápido, y, nunca imaginaría que tuviese esos ojos tan azules. Aunque al principio no lo viera muy bien por su capucha, después se dejó mostrar.
Alby, sin embargo titubeó un momento, diciendo que la noche anterior le habían atacado. Pero finalmente se mostró en su apariencia humana.
-Dios... ¿Qué te han hecho? ¡No puedes ir así! Vamos, dame esa túnica, tal vez pueda hacer algo con ella.- Empezó a andar, pero de repente tropezó, y, sin poder esquivar, se aferró a mi cola.
-N-no... La cola no...- No pude evitar un leve gemido, y caí al suelo, perdiendo las fuerzas en las piernas.-Ah... ¡S-Sueltala! Hmg...-

Alby advirtió de que su aspecto humano podría ser maltrecho debido a su anterior batalla, por lo visto tenía la túnica desgarrada y llena de golpes, en la zona del estómago tenía un agujero y la ropa estaba quemada. La chica se ofreció a reparar sus ropas. Tras transformarse, Alby parecía estar mareado o algo similar y tropezó con una raíz. Por suerte pudo agarrarse a la cola de Hikari, entonces ella lanzó un gemido y cayó al suelo diciendo que la soltase...

Parecía ser que el agarrarle la cola le hacía perder las fuerzas; mientras, yo, observaba todo lo ocurrido sin terminar de entenderlo.

Hikari al ver como había quedado después del ataque parecía bastante sorprendida, ella dijo que queme habían hecho que así no podía ir, entonces me dijo que le diera mi túnica a ver si podía hacer algo, entonces fue cuando paso lo ocurrido. Ella al yo agarrar su cola cayó al casi parecía que sin fuerzas, entonces ella dijo que la cola no para después añadir que la soltara, en ese momento me di cuenta que me había agarrado a su cola, aquella chica tenia cola.

Rápidamente la solté para después apoyándome en el suelo intentar reincorporarme pero no con mucho éxito por lo que termine sentado en el suelo, mirando a la chica dije: Lo siento… no sabía que me había agarrado a tu cola, de todas formas no sabía que iba a ocurrir esto. Te pido disculpas, si hay algo que pueda hacer por ti…-dije mientras me intentaba volver a poner en pie, aquella caída había ensuciado mi ropa y ahora estaba sacudiéndome la ropa. Entonces ayude a Hikari a reincorporar (en el caso de que aun continúe en el suelo)

Cuando estaba en pie hice una reverencia todavía pidiendo disculpas, entonces dirigí una leve mirada para ver la reacción de aquel licántropo que me había enseñado algún par de cosas sobre mi forma animal.

Vi como aquel chico me pedía perdón, y, me ayudaba a levantarme, aunque me temblaran las piernas en aquel entonces...
-N-No pasa nada, fue culpa mía, por no advertiros de que si me tocabais la cola, pasaría esto.-
Miré de reojo a Dante, pues estaba mirando toda esa escena, extrañado, así que me fui, y le empecé a explicarle.
-Al ser semi-demonio, tengo mi cola-obvio...-pero, extrañamente, soy la única que le pasa eso si se la agarran, o un brusco roce. Supongo que ahora sí que no querréis que os acompañe, haha.- Me reía, sí. Pero, ¿por qué me pasaba sólo a mí lo de la cola?
Alce la mano, desviando la mirada, dije: -¿A que esperas? ¡Dame la túnica!-

Parecía que ya había perdido mis nervios.
Alby soltó la cola de la chica y pidió disculpas mientras terminaba sentado en el suelo, se levantó y sacudió su ropa.
La chica respondió que no pasaba nada, que era culpa suya por no avisar. Entonces me miró y me dijo que al ser semi-demonio tenía cola y que parecía ser la única a la que le pasaba esto si se la agarraban o un brusco roce. Luego añadió que ahora seguramente no querríamos su compañía, mientras reía.

-No digas sandeces chica! ¿Como te vamos a rechazar por semejante tontería?- le dije mientras daba un paso hacia ella.

Acto seguido se volteó y pidió las ropas del licántropo, que evidentemente necesitaban de un sastre.