Misión: Ángel guardían (parte 2)

Durante el vuelo por encima de las montañas y zonas rocosas que formaban la Montaña del Golem, una tormenta de nieve había aparecido, la nieve caía fuertemente como si una lluvia de flechas se tratara, los vientos arrastraban al dragón en el vuelo mientras que sus pasajeros no es que estuvieran muy bien, de continuar volando solo conseguirían perderse o sufrir lesiones pues parecía que iba a peor. ¡Dragón, por favor, desciende o terminaremos mal, refugiémonos en una cueva hasta que pase la tormenta!-se pudo escuchar la voz de uno de los acólitos pero casi era como un susurro entre el ruido de la tormenta.

En tierra solo se podía ver un enorme manto blanco que cubría todas las rocas y no se avistaba ningún refugio ni nada parecido hasta que a un par de metros de vuestra posición se apreciaba una irregularidad en la roca, era una cueva un poco grande, parecía perfecta para que entrara el dragón y los demás, además parecía ser un túnel que daba a algún sitio, tal vez un atajo…

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Podéis decidir si continuar el vuelo con la tormenta o acampar en aquella cueva hasta que pase la tormenta y de paso explorarla durante lo que tardara la tormenta en terminarse.

El grupo estaba casi congelándose durante este viaje, no se sabía si había sido la mejor opción tomar este camino, tal vez por el otro camino la tormenta no hubiera sido tan intensa o se hubiera desviado a otra parte más apartada pero aun así una vez escogido este camino no se podía cambiar ya que habría que atravesar las montañas que separaban estas dos zonas.

El grupo había optado por refugiarse en aquella cueva, los acólitos tiritando se acercaban y contemplaban el fuego que ahora iluminaba parte del interior de aquella cueva cavernosa, al parecer el interior conducía a alguna parte y mas precia un túnel excavado en la piedra que una cueva formada así por que si por la propia piedra, lo que hizo confirmar esto fue que un viento ligero hizo levemente hacerse el fuego hacia el interior de la cueva iluminando lo que parecía unas pinturas rupestres.

El líder de los acólitos se levanto del suelo ayudado por uno de los otros que parecía el más joven del grupo, estos dos avanzaron un poco y el líder murmuro algo en un idioma incomprensible o demasiado antiguo. Entonces se volvió hacia los demás y en vos más alta dijo: Esto parece una antigua mina, un túnel para pasar de un lado a otro de esta zona, es una suerte haberse encontrado uno de estos lugares, será más fácil avanzar que con la tormenta, pero lo extraño es que esta abandonada… tal vez mas adelante encontremos el porqué de este abandono.

Así fue como los que debían proteger a los acólitos habían tomado la decisión de explorar aquella cueva de la que había denominado el líder de los acólitos como una mina abandonada, a lo mejor si se exploraba la cueva se descubriría el porqué de que estaba abandonada ya que a simple vista no parecía tener ningún problema.

El camino estaba siendo iluminado por las llamas del poder de aquel demonio, en las paredes había más pinturas rupestres al igual que alguna piedra preciosa incrustada en un estado bruto, parecía que esta parte de la mina no había sido muy excavado pues en algún momento el camino se hacía estrecho por lo que parecía que solo podían avanzar de uno en uno. Entonces fue cuando tras varios minutos avanzando los aventureros se toparon con un cruce de caminos, había un total de tres opciones, volver junto a los otros para asegurarse que están bien y traerlo aquí. Seguir explorando y tomar el camino de la izquierda, un camino que estaba iluminado por varias vetas pequeñas de Mirendil que reflejaban la luz de la llama.

La tercera opción era coger el camino de la derecha, extrañamente comenzaban en las paredes como muros de piedra lisa típicos de la cultura enana, pero extrañamente solo eran un par de metros de suelo con baldosas y mampostería a la par que las paredes y el techo, parecía un intento de construir en la mina como un pequeño pueblo pero había sido abandonado ese proyecto pues no había ni rastro de mas bloques de piedra para continuar construyendo aquel pasillo en mitad de la cueva.

En la cueva reina un inquietante silencio aunque venia una ligera brisa proveniente el camino por el que habían venido los aventureros, normal, había una tormenta ahí fuera al igual que una inmensa entrada por la que podía colarse gran cantidad de aire.

Los aventureros habían optado por ir por el camino en el que se encontraban las vetas de Mirendil, el camino de la izquierda, los chicos habían avanzado por un camino en el que seguramente se había excavado para abastecer la necesidades de Mirendil, este estaba en las paredes y de vez en cuando algunas piedrecitas menores en el techo, la mayoría se concentraban en las paredes donde parecía crecer mejor formando tubos de cristal de a veces cuatro o cinco caras.

Tras un rato caminando el camino empezaba escasear de Mirendil que ya no se veía con tanta frecuencia, tras unos pocos pasos una abertura a una sala mayor se veía delante, dicha sala era grande, con lo que parecía un hoyo excavado en un lateral, era inmenso y no se veía el fondo, entonces en un lateral parecía estar sentado uno de los guardias enanos, la armadura que llevaba no les permitía ver su interior.

Tal vez era algún superviviente o algún enano extraviado en aquel laberinto, cuando los aventureros se acercaron este no se movió y cuando, para ver si estaba consciente, se le toco la armadura el casco cayó al suelo, contenía algo, era el cráneo huesudo del enano, parecía que había pasado tanto tiempo ahí que hasta la carne le había desaparecido y solo quedaban los huesos, el casco siguió rodando hasta que repentinamente tras avanzar uno o dos metros cayo al agujero produciendo un gran escándalo a causa del eco, si había algo ahí abajo debía haberse enterado de que había algo arriba porque no es natural que se caiga algo que lleva años mantenido en la misma posición y sin ningún desperfecto.

El ruido había hecho que si hubiera algo ahí abajo aparte de sufrir un gran escándalo y ruido producido por el casco metálico aun en su interior la calavera del enano, hasta que se oyó por fin que tocaba fondo, parecía bastante profundo el agujero inmenso que había en la sala. Entonces fue cuando el tercer miembro de la escolta hizo entrada en escena, bajo el manto de la oscuridad de la cueva observaba desde la entrada a sus compañeros, de este modo no era visible excepto por sus ojos rojos que brillaban en la oscuridad.

Entonces fue cuando algo sonó en el fondo del agujero, un ruido extraño, tal vez de algún insecto, si había silencio se podían escuchar varias patas clavándose en la piedra, entonces por la pared que estaba alzada sobre el agujero empezaron a trepar criaturas de ocho patas. Arañas, de gran tamaño, casi del tamaño de perros y gatos y algunas hasta el de enanos u leones, entonces fue cuando se pararon cuando llegaron al techo, eran cientos, casi no había pared visible en donde se encontraban las arañas.

Entonces unas largas patas empezaron a subir por el borde del agujero cerca de donde estabais vosotros, eran patas enormes casi de la anchura de un niño pequeño, en total eran ocho, cuando subió el resto de la criatura se vio que era una tarántula gigante, pero tenía una peculiaridad, donde debería encontrarse la cabeza de la araña, se formaba el torso de una mujer tapada con unas pieles que parecían de lobos o de alimañas de las montañas. Era una mujer de cabellos largos que le llegaban a la cintura, de color negro como la oscuridad, sus ojos eran amarillos y tenían un brillo especial, la mujer aparentaba unos veinte o menos años.

Parecía observar con curiosidad a los miembros del grupo, de pronto en sus labios apareció una sonrisa y sonaron unos ruidos guturales que se asemejaban a una risa. Bienvenidos… Pequeños, a mi morada ¿Os habéis perdido? ¿Necesitáis que os indique la salida de mi cueva?-dijo la araña que seguramente sería una Aracne, parecía amable aunque su aspecto no inspiraba confianza y menos los miles de ojos que tras ella os observaban.

La Aracne observaba con interés las respuestas de Piros, parecía confiar un poco en este pues sus palabras parecían sinceras, se fue girando poco a poco, clavando sus patas con cuidado en la roca para después observar a la ángel que parecía asustada de aquellas criaturas y de la misma Aracne. ¡Oh, pequeña, no te preocupes, mis arañas son inofensivas, a menos que las ataques o yo lo ordene, pero sois mis invitados por lo que no os harán nada!-dijo la Aracne con una ligera risa burlona.

Entonces fue cuando el tercer integrante del grupo, el cual parecía haber pasado desapercibido de la Aracne de pronto adopto una forma lobuna para después saltar para masacrar a las arañas sin un motivo de sus acciones. Un grito terrible se escucho por toda la sala, la Aracne no podía creerse la masacre que estaba viendo, las arañas mientras tanto empezaban a caminar y a caer del techo encima de aquel licántropo o cerca de él para atacarle, entonces fue cuando la Aracne se acerco al licántropo y de un ataque con una pata lo lanzo contra un muro. Entonces allí aprovechando el despiste de este las arañas se acercaban mas a él para empezar a tejer una tela sobre él, mientras tanto la Aracne salto para caer delante del licántropo. Sin que nadie pudiera impedirlo, alzo su aguijón para clavarlo en una de las piernas del licántropo y poco a poco se extendió un veneno que mantendría paralizado a este, aunque podría seguir viendo y hablando el cuerpo no lo podría mover.

Tienes suerte de que no comamos carne, preferimos los insectos, ahora estate quietecito ahí mientras reflexionas sobre lo que has hecho-dijo la Aracne con voz acusadora, para después darse la vuelta y volver a conversar con los aventureros.

Las arañas despistadas no se esperaban que de pronto les sorprendiera una luz, tampoco la Aracne se lo esperaba y menos que fuera de una de sus invitados, al ser criaturas que viven en la oscuridad total aunque a veces hubiera algo de luz, el destello las cejo bastante casi dejándolas ciegas por un buen rato, en el que los aventureros aprovecharon para intentar escapar. Entonces fue cuando nuevas arañas empezaron a ascender por el agujero que con una orden de la tambaleante Aracne se lanzaron en persecución de los aventureros pero ya a mitad de camino se detuvieron pues al final del camino, en la entrada ya había parado la tormenta hacía rato y brillaba la luz del sol por lo que no podían seguir avanzando pues no veían bien.

Pero aun así algunas se lanzaron hacia delante a seguir corriendo sin mirar la luz o completamente a ciegas, entonces fue cuando los acólitos tras recibir la orden de Piro se subieron encima del dragón para abandonar aquel lugar y escapar de las arañas.
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