~ Casa de Alanna ~

Llegamos después de andar un rato y abrí la puerta del jardín, por el caminito de piedra llegué hasta la puerta de mi casa, no sería especialmente grande pero tampoco necesitaba más, pasaba la mayor parte del tiempo o en el palacio o viajando, no es que fuese un hogar, era un sitio donde descansar y olvidarse de los problemas, pero no un hogar, me gustaba la casa pero no solía ir muy a menudo porque estaba vacía y era fría, por suerte una de las criadas de palacio solía ir a mantenerla limpia y arreglada, abrí la puerta y un salón comedor apareció ante mis ojos:

-Pasad y sentaos, estáis en vuestra casa- les dije sonriendo les.

Acababamos de llegar a una casa con aire moderno que Alanna identificó como suya. No estaba muy lejos de la plaza de Erehn ni de mi propia casa, era fácil el camino. Entramos y llegamos a un bonito salón-comedor.
- Me gusta tu casa - dije pasando -.

Al fin llegamos a casa de Alanna, no creo que hubiera podido caminar mucho más. No me fijé demasiado en los detalles de la entrada, pues aunque disimulara bastante bien, apenas me quedaban fuerzas ya; yo solo los seguía. Nos ofreció entrar, abriéndonos la puerta.
Entré después de Eärendil y me asombré por el tamaño del salón. Yo estaba acostumbrado a lugares angostos, húmedos, malolientes o en ocasiones el frío suelo.

-Tienes una gran casa, Alanna, a mí también me gusta.- dije dando una vuelta al salón.

Comprobé que Dante parecía cada vez más cansado y antes de arriesgarme a que se desmallase por inanición corrí a la cocina y preparé algo rápido con lo primero que vi, saqué la fruta y la carne a la mesa del salón y después una jarra de agua y una de cerveza, las solía usar para cocinar pero supongo que valdría para beber también valdría.

Cuando todos estuvimos sentados le señalé a Dante una habitación a un lado de un pasillo donde podría dormir.

Alanna preparó algo rápidamente de comida y lo puso a la mesa junto con agua y vino. Nos sentamos a la mesa y Alanna le señaló a Dante una habitación que podía usar. Me eché agua, no tenía mucha hambre y bebí un poco.
- Alanna, ¿cómo va últimamente la vida en palacio? - pregunté. Quería enterarme de como estaba la cosa antes de que comenzase a hacer uso de mi cargo y mis obligaciones.

Alanna hizo algo para comer y nos sentemos todos en la mesa. Alanna me señaló una habitación en la que podría dormir más tarde. Asentí y me llené el vaso hasta arriba de agua; me lo bebí de un trago. Luego hinqué el diente en la carne, me encantaba. Nada que ver a la comida de las tabernas. Apenas me di cuenta de que me había terminado el plato, así que fui a por la fruta que trajo Alanna.
Mientras yo me dedicaba a tragar y engullir, Alanna y Eärendil conversaban sobre temas que a mí me interesaban bastante poco.

-Perdonad- dije limpiándome los morros con mi servilleta. -Estaba hambriento.-

Ya con el plato vacío y el estómago lleno, me dispuse a levantarme y recoger mi plato. Le pregunté a Alanna por la cocina y fui a dejar mi plato en el fregadero. Volví a la mesa.

-Disculpadme una vez más, con vuestro permiso, creo que me voy a acostar un rato.- dije dirigiéndome al cuarto que me señaló antes. -Hasta luego.- me despedí, cerrando la puerta.

Me tumbé en la cama, sin apartar las sábanas. Hacia tiempo que no dormía en una cama como esa, creo que nunca había estado en una cama como esa. Me descalcé y me estiré tanto como pude, me crujieron huesos que ni sabía que estaban ahí. Solo me quité la camiseta y me metí dentro de la cama, donde concilié el sueño enseguida...

No tardamos en empezar a comer, se notaba que Dante estaba hambriento, por lo que simplemente me concentré en responder a la pregunta de Eärendil:

- Está siendo duro, Cuando Arwen perdió a Nathan todos creíamos que no lo superaría, estuve visitándola durante meses, se negaba a moverse, parecía un fantasma, era yo quien la obligaba a comer y en definitiva a sobrevivir, no quería que se muriese, es como una madre para mi, no podía permitirlo, ahora está mejor, se ha recuperado bastante y vuelve a comer por si misma, en la corte en general ese ha sido el único problema. Los asuntos en general van bien, algunos daños menores en algunos cultivos, pero se han podido solventar y en a ciudad también ha estado todo bastante tranquilo.
Sonreí al terminar y le pregunté por su razón tan repentina para volver a la ciudad. Dante se despidió en ese mismo momento y le dije sonriendo le:

-Buenas noches, que descanses.

Esperé la respuesta de Eärendil mientras pensaba que mañana no despertaría a Dante, que se notaba que necesitaba dormir mucho.

Suspiré y tanteé la posibilidad de no decirle nada, no obstante él era amigo de Arwen, era mejor que lo supiese, no fuese que dijese algo inoportuno cuando fuese a verla:

-Fue atacado por una vampiresa, lo dejó seco, de él apenas quedó nada, lo único que se pudo recuperar fue el símbolo que llevaba con él. Ahora Arwen no se lo quita para nada, es lo único que tiene para recordarlo.- no dije nada del bebe, prefería que eso se quedase dentro de los mayores confidentes de palacio, apenas lo sabíamos 4 personas escasas, no tenía porque saberlo nadie más, al menos hasta que Arwen lo dijese.

Sonreí y alcé la vista al cielo por una gran ventana. Ya era noche entrada. sonreí y dije:

-Es tarde, si quieres tu también puedes quedarte a dormir, hay otro cuarto de sobra, o si lo prefieres te puedo prestar mi caballo para que puedas volver más rápido.

Mientras le decía esto me levanté y recogí los platos, para ponerme a fregarlos en la cocina mientras esperaba una respuesta.

Desperté. Estuve soñando, creo que por primera vez, y fue de las pocas veces que me sentí tan cómodo. No recuerdo el sueño exactamente, solo recuerdo que había el rostro de alguien, alguien que no podía reconocer, pero su dulce voz era como muy cercana, muy cálida, como si me arropase con cada palabra.
Pero desperté.

Me levanté de la cama con algo de jaqueca y bastante entumecimiento, todavía sentía que necesitaba descansar, me había descuidado mucho últimamente. Fui hacia la ventana y vi que todavía era de noche, de modo que calculé haber dormido unas tres o cuatro horas. Presté atención a lo que se escuchaba de abajo, abriendo la puerta del cuarto donde estaba y asomando la cabeza. Eärendil parecía estar despidiéndose, una idea que me atontaba bastante: no me gusta quedarme a solas con nadie, y menos con alguien del sexo opuesto; pero por otra parte, me empezaba a agradar la compañía de aquella elfa.
Cerré la puerta de nuevo y volví a tumbarme en la cama, estaba molido, no tardé en quedarme profundamente dormido de nuevo sobre las sábanas.

Me despedí de Eärendil acompañándole a la puerta y le vi hasta que abandonó mi jardín, luego cerré la puerta con llave y suspiré, me era incomodo pasar la noche sola con alguien del sexo opuesto, pero era un amigo, estaba cansado y además dormido, me dirigí a la cocina para fregar los platos y las jarras, luego me senté en la cocina, no tenía sueño, suspiré y miré hacia el pasillo, la puerta parecía haberse abierto hace poco, aunque tal vez habían sido imaginaciones mías.

De todas formas llené un vaso de agua, y me acerqué silenciosa, me paré frente a la puerta del cuarto donde estaba Dante y dije:

-Dante, ¿puedo entrar?, te traigo un vaso de agua.

No respondió, y no supe que hacer, me quedé de pie un poco hasta que supuse que estaría dormido, así que con mucho cuidado abrí la puerta y entré, la cerré a mis espaldas y me acerqué a la mesilla de noche, dejé allí el vaso y sin darme siquiera cuenta me quedé mirando la cara dormida de mi amigo, un mechón de pelo le caía sobre los ojos, cerrados, relajados. Sonreí sin notarlo, y también sin saber que hacía extendí la mano y le aparté con cuidado el mechón de pelo, era suave. Cuando me di cuenta de lo que hacía quise apartar la mano de golpe, pero lo último que quería era despertarlo, así que despacio aparté la mano y me levanté sonrojada:

-Que duermas bien- susurré saliendo del dormitorio cerrando la puerta.

Me fui a mi dormitorio me metí en la bañera, a pesar de que era ya tarde quería relajarme con el agua caliente, no tardé en salir, me puse un camisón y me acosté en la cama con el pelo mojado esparcido sobre la almohada, quería dormir, algo me decía que no tardaría en suceder algo.

Volví a soñar, volví a notar aquella calidez, aquél... ¿cariño? Era algo tan inusual en mí que me creía incapaz de sentirlo. Pero sin embargo lo notaba, me sentía como en casa, no, mejor aún, me sentía humano.

Y aunque algo me despertó a media noche, seguía sintiéndome igual, algo extraño, pero agradable. Seguía algo entumecido, pero me levanté y me senté en el borde de la cama unos instantes. No tenía ni idea de la hora que era, parecía muy entrada la noche, y aún estando cansado no tenía más sueño. Me percaté de que Alanna me dejó un vaso de agua sobre la mesilla, y me lo bebí de un trago, tenía bastante sed. No me di cuenta hasta un rato largo más tarde de que entonces debió entrar estando yo dormido; no me molestó. Me levanté y di una vuelta a la habitación, asomándome por la ventana. Erenh era un lugar bonito, por la noche habían unas luces blancas muy claras, se estaba en paz. Pero este no es mi lugar, no merezco esto, y no tiene nada que ver con mi misión. No sé qué demonios estoy haciendo aquí, ¿por qué me detuve? Ah, sí, el agotamiento...
Me cansé de mirar por la ventana y decidí salir de la habitación, al pasillo. Cerré la puerta con cuidado, quedándome yo fuera, y podía llegar a ver las escaleras. Antes de bajar vi que la puerta del cuarto de Alanna estaba abierta. Sabía que no debía, pero quise asomarme. Me acerqué a la puerta y entré un poco, lo justo para poderla ver durmiendo. La vi dormida, con el pelo esparcido sobre la almohada, con una cara que transmitía mucha... ternura, me parecía muy frágil. Era extraño, volvía a sentir aquella calidez, me calmaba verla dormir, me despreocupaba en cierto modo, me olvidaba de que yo era un monstruo. Me daba mucho miedo despertarla y lo que me diría si me viera allí, qué pensaría de mí, así que aunque mis deseos fuesen acercarme, me aparté de la puerta y la fui cerrando poco a poco.

Recorrí el pasillo hasta bajar las escaleras y me dirigí a la puerta de la calle, no me agradaba del todo el irme sin decirle nada a Alanna, después de haberse portado tan bien conmigo, pero no quería seguir siendo una molestia. Pero la puerta estaba cerrada con llave, debí imaginarlo...
Volví a subir las escaleras y regresé a mi cuarto, cerré la puerta y me tumbé en la cama, a leer algún libro de los que siempre me acompañaba.

Me parecio escuchar el sonido de alguien bajando las escaleras, pero lo ignoré, tenia el sueño ligero, pero estaba muy calmada, no lo entendia, en esa casa nunca me habia sentido del todo segura, no me desagradaba estar sola, pero tampoco disfrutaba especialmente de ello, simplemente lomsoportaba como un mal menor, pero esa noche, desde lo sucedido con mi familia, y ahora Arwen, eria que estar más atenta, pero habial algo diferente , que me calmaba los nervios, me relajaba, no tenia demasiado claro que podia ser.

En sueños me puse a pensar, no había nada diferente o distinto. Todo esaba igual, excepto.... un rostro encapuchado se aparecio en mi sueño, pero se le cayó su cubierta de tela convirtiendose en el rostro de un joven dormido, un rostro relajado, tranquilo y dulce. Me desperté sobresaltada, que había sido eso? Decidí ir a beber agua para volver a pensar claramente, al volver de la cocina vi un poco de luz en la habitacion de Dante, me paré frente a su puerta, y ppr segunda vez en la noche, llamé pidiendo permiso para entrar .

Escuché a Alanna salir de su habitación y bajar al piso de abajo, pero no le di mucha importancia, supongo que tendría sed.
Al rato subió pero se detuvo ante mi habitación y pidió permiso para entrar.
Dejé el libro sobre la mesilla y me puse la camiseta deprisa y corriendo. Fui hacia la puerta y abrí con prisas.

-¿Ha pasado algo? ¿Estás bien?

Creía que le había pasado algo, o que había entrado alguien, no sabía qué pensar, me extrañó que llamara a mi puerta y pensé que había pasado algo malo.

Cuando abrió la pjerta parecía alterado, tal vez lo había molestado mientras hacia algo importante, bajé la cabeza, algo arrepentida por haber seguido l instinto que me ia llevado a llamar a la su puerta y luego la levanté y le sonreí:

Si, tranquilo, es solo que me ha parecido que estabas despierto y me he preguntado sij te pasaba algo-le contesté tranquila-m... bueno... hablamos un rato? Que con Eärendil aquí no hemos ppdido, además necesitabas descansar- le volví a sonreir tapandome un poco más entre el camisón algo más consciente que antes de que debería haberme puesto un batín o algo para cubrirme con un chico en la casa.

Me explicó que no pasaba nada, solo que le extrañó que estuviera con la luz encendida, y me preguntó si quería que hablásemos un rato.

-Menos mal, creí que te había pasado algo...- Suspiré aliviado. -Solo estaba leyendo un rato.- le dije sonriendo y llevándome una mano detrás de la cabeza. -Y claro, pasa, yo no tengo sueño, pero tú podías seguir durmiendo.- mientras le ofrecía entrar, abriendo del todo la puerta y echándome a un lado.

No podía apartar mi mirada. Creo que nunca la había mirado detenidamente a la cara, a toda ella. Me fascinaba lo que veía, era algo nuevo para mí, nunca me había fijado en chicas, pero con ella no podía hacer otra cosa que fijarme.
Me pareció que estuve mucho rato mirando fijamente, o el tiempo iba más despacio y parecía que no avanzaba, y aparté la vista de golpe, sonrojado, así que eché la cabeza a un lado para que no me viera así.

Pasé dentro del cuarto y me senté sobre unos cojines en el suelo dejando el agua a mi lado y abrazandome las rodillas con la cara medio escondida, nunca habia estado sola con un chico en el mismo cuarto, era raro, me ponia nerviosa, esperé a que el hiciese algo, pero de golpe recordé que no era de hablar mucho y le regunté:

-Qué leias?

Me acerqué un poc a donde estaba el libro para cer si podia leer el titulo, pero aun tenia algo de sueño, y veía algo borroso, me picaban los ojos, perome mantuve despierta, me apetecía hablar con él un rato, hacía mucho que no nos veíamos y hablabamos. Sonreí i esperé la respuesta, a ver si a partir de ahí podíamos hablar de algo.

Se sentó en el suelo sobre unos cojines, abrazada a sus rodillas y con la cara tapada con ellas. Era muy dulce, y seguía sin poder apartarle la mirada.
Pasaron unos segundos de silencio mientras yo cerraba la puerta y entonces me preguntó qué leía. La verdad es que estaba leyendo el libro de magia negra que compré en Rosbasha hace tiempo. No me pareció lo más indicado, así que me inventé cualquier otra cosa.

-No estaba leyendo gran cosa, un libro que encontré en un mercado de baratijas "Danzando a oscuras", de anónimo. Narra las historias de un infame asesino hasta su fatídico final... es entretenido.- lo cierto es que tenía ese libro entre mis pertenencias, pero no era de mis favoritos, ya tenía bastante con ser un asesino en la vida real como para fantasear con ello.

Fui a sentarme en el borde de la cama, ella quedaba a mi derecha. Se la veía con sueño, le brillaban los ojos.

-¿Seguro que no tienes sueño? Se te ve cansada, deberías descansar un poco más, yo no voy a irme aún.- Y una vez terminada la frase me di cuenta de que soné a que quería quedarme, e intenté arreglarlo. -Osea, si tu quieres.- Arreglado. Ironía.

Me respondió a la pregunta i me quedé pensativa, parecía interesante:

- Sabes? Siempre me han gustado esos libros, llamame tonta, pero soy de las que piensa que todo el mundo tiene un trasfondo diferente de lo que muestra, y que suele ser bueno, hasta el asesino más frio puede tener un buen corazón, así que me gusta imaginarme como son en relidad esos protagonistas-observé su reacción, ignorando que me dijo que durmiese, aunque eso de que no fuese a irse me agradaba, volví a esconderme entre mis rodillas i sin mirarle le dije-no tienes que irte si no quieres, a mi me gusta estar contigo muy sonrojada i en voz baja
sin saber si quería o no que me escuchase.

Me sorprendió su respuesta... me sorprendió que hubiera alguien así. Pero cuesta de creer.

-Eso es lo que dicen algunos. Pero yo opino que arrebatar la vida de un inocente es algo que no tiene perdón. En fin...- suspiré y dejé el tema.

Luego añadió que no quería que me fuera, que... ¿le gustaba estar conmigo? No entendía como una chica lista podía decir eso. Mi compañía no suele ser del agrado de nadie, lo sé, por eso me extrañó tanto.
Me quedé confundido un instante, sin cesar en mantener mi mirada sobre ella, que parecía esconderse. No sabía qué debía contestar, me gustó oír que hay alguien que no detesta del todo mi compañía. Alanna siempre se portó muy bien conmigo y sigo sin entender por qué.

-Me quedaré, no te preocupes. Pero tu descansa un poco más, o al menos ponte cómoda, vas a coger dolor de espalda así sentada.- le dije con una media sonrisa, ofreciéndole asiento en la cama. Aunque me di cuenta tarde, como de costumbre, de que volvía a sonar grosero. -Que no te pido ni mucho menos te obligo a tumbarte en la cama conmigo.- vacilé un instante. -Perdón, sentarte.- corregí.
Estaba bastante nervioso, aunque apenas tartamudeaba.

Pareció molesto con lo que había dicho, no lo terminé de entender, pero al igual que el dejé pasar el tema, y cuando me dijo que me sentase en su cama, a su lado me sonrojé, eso era impensable, ya me estaba saltrando todas las reglas al quedarme sola con el en su habitacion, como para sentarme a su lado, con su confusión me sonrojé, ¿acostarme a su lado? No podía hacer eso, en lugar de eso arrastré losmcogines, i losmpse al lado de su cama, eran tan grandes que cabía entera tumbada, me puse boca abajo y le miré:

-Así estoy bien, pero gracias'pormla propuesta-le respondí roja pero apenas distinguible por la luz ue salia de la unica vela del dormitorio encendida. Luego me oculté en el cogin, me sentía timid, y me dusculpé-persón por haberte molestado, seguramente para ti es una forma demasiado infantil de verlo, pero si no hubiese pensado así no podria sonreir, así que en cierta forma me alegro de ser infantil- tras sonreirle mi disculpa pereció una simple explicación sin sentido, pero ya estaba dicho .

No quiso sentarse a mi lado (claro que es comprensible), y prefirió arrastrar sus cojines y acercarse un poco a mí, tumbada boca abajo. Dijo que así estaba bien.
Luego se disculpó por su comentario de antes.

-No estoy molesto, ni considero tu opinión de infantil. Pero hay personas que no tienen consuelo, ni lo merecen, como los asesinos, como el asesino del libro. Mi opinión es que no hay vidas que valgan más que otras, pero la realidad es que tristemente es así.- Intenté explicarme sin ser demasiado brusco, pero este tema me ennegrecía un poco.

Aún así, a solas con ella, estaba cómodo, relajado. Volví a mirarla y le devolví la sonrisa después de mi intento de explicación, que no era más que un esfuerzo involuntario para conversar con alguien que no me detestaba. Le empezaba a coger el gusto a esto de observar, de ver cada gesto al que antes no le daba ninguna importancia. El cómo le caía el pelo, o cuando se tapaba con un cojín haciendo un gesto muy dulce, o no apartar la mirada cuando me sonreía.
No supe como seguir con la conversación, me limité a seguir sonriendo, atontado.

-Tienes razón en parte-le respondí sentandome abrazada a un cogín- ninguna vida vale más que otra, por eso mismo opino que todos merecn segundas oportunidades, los asesinos tambien, porque.... bueno, quién dice que no se sientan mal por hacer lo que hacen- luego lo miré, sonreía, me quedé embobada un momento para luefo sonreir tambien, abiertamente, muy sorprendida- has sonreido!- le dije con una sonrisa abierta- pensaba que no sabias- me reí- no sueles hacerlo mucho, es una lastim- qué pensaba decir?

Me acurruqué en los cogines, se me seguían cerrando los ojos, pero para una vez Dante que sonreía de forma tan abierta .. eso ía que grabarmelo.

-me gusta tu sonrisa, te hace ver de tu edad, además es algo tan raro, me parece que tengo mucha suerte, siento que una de tus sonrisas vale más que el oro - me sonroje con lo que había dicho, me había pasado de sincera, esas cosas no se decían tan abiertamente, me escodí tras el almohadón i espere su reaccion mirando por encima de cogin, seguramente solo se me podían ver los ojos.