Contrato de sangre [Dante, Dragunov, Striker, Raven]

Asentí al elfo oscuro y ambos encaminamos la marcha hacia el campamento, dejando a los otros dos en el suelo al lado de un árbol. Conforme avanzábamos, la vegetación se hacía un pocoi más densa de lo normal.

Tras varios metros, escuchamos difusos chismorreos, además de numerosos. ¡Ya habíamos llegado! Antes de lanzarme a por los goblins, esperé a que Striker se volviese invisible. Y fue entonces cuando salté par que toda la atención de aquellos apestosos goblins se centrara en mí. El primer tajo horizontal cobró factura a dos de esos enanos.

Luchaban de modo desorganizado, por lo que yo podría adaptarme durante un rato a su inútil estartegia, la cual se basaba en lanzarse únicamente a por mí. El segundo ataque, un tajo vertical mío, partió por la mitad cabeza y torso de un desventurado goblin. A esto yo le iba a dar cuerda hasta que Striker hubiese hecho lo antes pactado...

Mataba uno y venían dos. Esto era algo así como por donde una puerta se cierra, otra se abre. En cualquier caso, y tomando consejo de Striker, mi defensiva se centraba en no quedar rodeado. Si me acorralaban, podrían hacerme caer y molerme a palos y demás armas que llevaran. Mientras mi espadón repartía cortes y golpes a diestro y siniestro, Striker se dirigía hacia el orco.

La oleada de goblins era vasta, pero me servía de los distintos obstáculos para sortear numeroso grupos, así como despejar el camino mediante tajos y patadas. A uno de ellos se le ocurrió tirarme una piedra por ahí suelta. Me impactó en la barriga y yo respondí al goblin abriéndolo en canal con mi espada pesada. En serio, esto parecía una carnicería, pero una en la que toda esa carne podría enterrarme vivo...

Confié en que el elfo oscuro asesinase al orco lo más rapidamente posible, pues de repente ya sentí los primeros síntomas del cansancio: pulso y respiración acelerasdos.

¡Liándola! Los goblins me perseguían sin descanso, pero algunos empezaron a huir despavoridos. Yo, por mi parte, me limitaba al papel de ''goblin que pille, goblin que traga espadón''. Pero esto no me iba a durar mucho más, pues ya sólo empezaban a quedar grupos numerosos.

Cargué contra uno de estos grupos y me llevé a tres criaturas por delante, mientras que mi espada segaba cabezas, cuerpos y miembros indiscriminadamente. Había perdido la noción del tiempo y del espacio, ahora era el aútentico yo, volcado totalmente a la ofensiva y sin reparar en lo que se me venía por detrás o por los lados.

Pero, por supuesto, no me olvidé de retroceder, pues, aunque eran idiotas, juntos constituían una molesta amenaza. En fin, las magulladuras a causa de los palos llegaron pronto, pero las espadas las conseguía rechazar. Ya quedaban pocos frupos de goblins...

Le estreché la mano, finalizando de estye modo ya nuestro encargo. Striker ya tenía la prueba y podíamos encamanranos de vuelta al Gremio. Sin embargo, antes de salir, aproechamos para registrar la tienda del general orco.

Al entrar, me detuve a contemplar el cadáver. Striker le había cortado la garganta y se establecía un rojizo charco por su alrededor. En fin, me puse manos a la obra. No sacamos más de dos decenas de monedas: diez para el elfo oscuro y diez para mí. En uno de los lados que se me ocurrió fisgonear, descubrí un objeto que tenía cierto brillo plateado. Y, en efecto, era una armónica, bastante limpia y reluciente por cierto. No sé qué hacía allí... o este campamento antes pertenecía a alguien o el orco era músico. De todas formas, este instrumento pasó a ser de mi propiedad...

Entre los dos iniciamos la marcha hacia Rosbasha. Tras unas pocas horas, nos despedimos y yo me fui a mi ''depacho'' en el Gremio. Dejé las armas, me tumbé a la bartóla y comencé a entonar una sencilla sintonía con mi plateada armónica.

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