Dos espadas perdidas. [PRIVADO: Exodian y Dragunov]

Otra cosa que me ocurrió a los 16 años, aparte de conocer a ese tal Dielf fue el suceso acontecido en el Paso del Pantano. Era una ciénaga bastante maloliente y lo que pasó es que me perdí en el camino.

Muy pocas veces en la vida pasé por la capital de los elfos Erenh y el Jardín de la Paz, pero este lugar nunca en mi vida lo había visto. Inhóspitos ambientes como este debían de contener algún que otro peligro, pero, para mi suerte, llevaba mi espadón, el que mi padre me regaló por mi decimosexto cumple.

El ruido era como una premonición de mi trágico destino. Ante cualquier alerta mía, echaba mano al mandoble. Era un tranquilo atardecer y el sol pronto empezaría a reclinar en el horizonte. Tras varias vueltas, encontré un árbol élfico. Me subí a él para coger algunas frutas y devorar la mitad.

Entre tanto, escuché un ruido cerca de uno de los arbustos y preguntéen voz alta, despidiendo de la boca pequeñas trazas del fruto del árbol:

- ¿Quién anda por allí? ¡Aparece!

No quería desperdiciar la comida, así que esperé un momento antes de empuñar la espada pesada...

poco después de huir de mi aldea a mis 16 años, me dediqué a vagar por el mundo malviviendo de mis dibujos y de algún que otro trabajo sucio, ya no comía bien, ni tampoco dormía, no había gloria en mi historia. Por las noches, la espalda me ardía como si un demonio me estuviese arañando con su garras y en mis pesadillas solo podía observar como mataban a los que me importaban, yo era débil e incapaz de socorrer a nadie-Tengo que buscar ayuda de inmediato, estos tatuajes acabarán consumiéndome- había oído que en el Jardín de la paz había todo tipo de plantas, tal vez alguna podría curarme de esta maldición de la que ningún sabio tenía cura...
Pero para llegar a ese lugar tenía que afrontar un ultimo tramo, el paso del pantano, un lugar oscuro, siniestro y muy peligroso-¿por que no? no tengo nada que perder- me introduje en ese húmedo terreno espada en mano, a mi alrededor escuchaba todo tipo de rugidos y crujidos provocados por las fieras que seguramente ya me estaban acechando, me acerque a uno de los arboles para buscar algo de alimento ¡llevaba mas de un día sin comer!, pero de repente vi que un joven, no mucho mayor que yo se subía a uno de los arboles cercanos, la gran espada que portaba a sus espaldas hizo que de inmediato me pusiera en alerta y me escondiera en uno de los arbustos cercanos-¿un bandido en estas tierras? es poco probable, pero no imposible - traté de pasar desapercibido para evitar una posible lucha pero de repente aquel individuo se giró hacia mi posición y comenzó a gritar algo, no había tiempo para diálogos, ya me habían herido una vez y no iban a volver a hacerlo, agarré una roca cercana-bien, veamos que tal andas de reflejos- lancé la roca contra aquel personaje esperando acertarle y tirarlo de la rama sobre la que estaba. No deseaba pelearme pero ante la duda...

Me respondió con una pedrada el muy... ¡Será...! No pude evitar que me diera en el muslo izquierdo. Yo en aquellos tiempos era muy impulsivo y me dejaba llevar con relativa facilidad. Lentamente, me fui acercando hasta situarme poco más de 5 metros frente al lugar donde había salido la piedra. Podría ser un enemigo, un travieso trasgo, quizá, pero por aquó normalmente los predadores acechaban, atacaban por sorpresa y no tiraban pedruscos.

Me detuve y hablé en voz clara y concisa:

- ¡Muéstrate, cabrón! Aquí tengo una espada con la que hacerte frente. Supongo que no habrás venido aquí desarmado...

Esperé la respuesta, con la mano sujetando al mandoble ceñido a mi lomo...

vale, parece que mi nuevo amigo estaba muy nervioso- después de que alguien te de una pedrada es normal- pensé, pero yo no iba a dar mi brazo a torcer, saque mi daga y se la lancé esta vez en señar de advertencia a unos centímetros antes de los pies, dejándola clavada en el terreno. posteriormente me mostré blandiendo mi fiel espada de una mano-si consigo atemorizar a este tipo con mi aspecto entonces soy el rey del mundo- la verdad es que mi aspecto era deplorable, esta bastante desnutrido y todavía me quedaban muchas cicatrices como recuerdo de mi huida de la aldea, por no hablar de las marcas de mi espalda que intenté ocultar lo mejor que pude, el hambre hacia que tuviera unos temblores terribles...-te lo advierto, solo quiero seguir mi camino, no quiero que hagas tonterías, déjame pasar o tendré que atacarte- por aquel entonces yo necesitaba marcarme unos buenos faroles, pero esta vez.. no estaba tan seguro de conseguirlo.

¿Y ahora una daga? Pero quién es ese tío... Afortunadamente, el arma arrojadiza no llegó a hincarse en mi pie. De repente, de entre los arbustos aparece un joven, casi de mi misma edad, pero con un aspecto lamentable. Habría estado en alguna pelea, puesto que observé varias cicatrices en su canijo cuerpo. En principio, me mostré dubitativo ante semejante situación. ¿Me enfrentaba a un mendigo?

Ah, y otra cosa que no pude pasar por alto fue que ese chaval me había advertido. Tenía unas enormes ganas de descargar el filo de mi espada pesada en su cabeza. Dijo que sólo quería seguir su camino, así que a lo mejor él sí tenía idea de cómo salir de este estercolero. Pero, por si acaso, se lo iba a preguntar:

- Hmmm, ¿entonces sabes cómo salir de aquí? - mi mano seguía sujeta a la empuñadura del espadón, pero yo aún no pensaba en desenfundarlo.

parecía que aquel tipo se estaba conteniendo con todas sus fuerzas, de repente me pregunto si sabía como salir del bosque -sinceramente, creo que la salida aun queda un poco lejos pero creo que se encuentra por allí- señalé con mi brazo izquierdo hacia una espesura de arboles sin bajar el brazo derecho, pues era lo que realmente pensaba no tenía ni fuerzas ni ganas de pelear con un luchador que parecía experimentado. De repente se escucharon unos cuantos crujidos a mi espalda y una especie de gritos guturales y de repente ¡ZAS! algo me golpeó fuertemente en mi costal izquierdo y caí de bruces a los pies del otro chico, me giré rápidamente para poder ver que era lo que me había dado semejante golpe.
Al menos 4 figuras musculosas aguardaban detrás de mi, una dellas empuñaba un mazo de piedra enorme y rugía furiosamente, yo intenté coger la daga que estaba a los pies de mi reciente compañía pero de repente aquella criatura que parecía un orco se abalanzo sobre mi y me ha agarró del brazo que había estirado-ayúdame- fue lo único que se me ocurrió pedir al verme en aquella situación

El extraño parecía abrigar tantas dudas como yo a la hora de encontrar una salida para este sitio. Me señaló una dirección y fue para allá, cuando de repente se oyeron gritos impropios de un humano y algo pareció golpear al joven. Eran 4 asquerosos orcos, uno de ellos iba armado con porra.

El orco armado fue el que golpeó al chico y le dejó magullado. Todo esto sucedió muy rápido y yo elaboré la respuesta cuando aquel desgraciado se aferró al brazo de desconocido. No dudé ni un momento cuando me pidió auxilio... No sé por qué lo hice, creo que fue una de esas situaciones en las que los humanos nos apoyamos mutuamente, seamos amigos o nemigos, contra algo diferente a nosotros...

Como el orco estiró su brazo para coger el del chico, pude dirigir una dura estocada hacia su codo. Le hirió prfundamente y la sangre saltó en un chorro. El orco armado se retiró un breve momento mientras que los otros tres se nos acercaban peligrosamente. Yo, por mi parte, agarré de nuevo el brazo de aquel muchacho y su daga, para pasársela.

Entre los dos nos alejamos y yo ya pude desenvainar mi espadón. La pelea era inminente:

- Soy Dragunov, un gusto conocerte - dije como si intentase cambiar de tema, cuando en realidad permanecíamos los dos atentos a aquellos oponentes...

¿me había ayudado? tal vez estaba equivocado desde un principio, tal vez no era tan malo. Aquel tío se lanzó a la pelea sin mas y me paso mi daga, en cuanto la agarré me incorporé de nuevo y me coloqué al lado de aquel tipo, me dijo que se llamaba Dragunov- Exodian, siento lo de antes... es difícil de explicar- le dije mientras me preparaba para cargar, todavía tenía un terrible dolor en el costado y me costaba ponerme erguido del todo- bueno, vamos a bailar- dije al mismo tiempo que cargaba contra aquella bola musculosa que me había golpeado, volvío a intentar golpearme y se notaba que era un orco pues volvió a apuntar al mismo lado que antes- ya te he cogido el truco- paré la maza como pude con la espada y conseguí clavarle mi daga en el ojo izquierdo, saque mi instrumento de ahí y retrocedí unos pasos, algo me decía que eso no iba a ser suficiente para detener a semejante mole, por su parte, los demás orcos se pusieron en guardia al ver que herían a su compañero, me giré hacia mi nuevo apoyo-cuidado, están muy enfadados tio, no te contengas con esta escoria- no solía ser tan amigable con los desconocidos pero supongo que la situación lo requería. De repente, el conjunto orco se puso a gruñir y cargaron todos ellos a la vez contra nosotros dos.

Mi extraño compañero, dado a concoer como Exodian no tardó en ir a atacar al orco armado. No veía que tuviera muchos problemas, pero entre los dos advertimos que los otros tres se tiraban a por nosotros. Para que Exodian no fuera molestado en su intensa labor de derrotar a aquel orco, me coloqué frente a aquellas tres moles cárnicas. No, en serio, ¿qué posibilidades tenía uno contra tres?

Habría que utilizar alguna piedra. Con un canto rodado, probé puntería al orco más próximo. Se lo lancé e impactó en toda su frente. Con esto conseguí hacerlo desorientar momentaneamente, pero los otros dos ya estaban justo a mi lado. Practicqué un corte horizontal para barrer a los dos orcos, pero sólo conseguí darle a uno, el cual soltó un berrido cuando le produje una brutal raja en el pecho. El otro en cambio, me dio una tremenda embestida y me llevó por delante hasta frenar.

Me revolqué involuntariamente hasta conseguir parar y me incorporé para ver cómo aquel orco reanudaba otra embestida. Fruncí el ceño y lo miré fijamente. ''Ahora verás...'', pensé.

Drag había sido arrollado por aquel monstruo, parecía que el otro estaba bastante dolorido y se puso de rodillas al tener profundos cortes en sus extremidades inferiores, hecho que aproveché para correr hacia su espalda colocar un pie sobre el omoplato de aquella fiera y saltar sobre ella para alcanzar a la criatura que había golpeado a mi compañero, clavé con todas mis fuerzas mi espada en la espalda del gigante tras lo cual el mismo soltó un berrido terrible y comenzó a zarandearse de una forma violenta, de tal forma que no pude sostener la espada y acabé cayendo sobre una de las charcas del pantano y llenándome completamente de lodo-un momento..lodo ¡eso es!- cogí un par de bolas y me coloque cerca de Drag-cuidado, son muy fuertes, si nos siguen golpeando de esa forma acabaremos con los huesos rotos pero... ¡no podrán dar a lo que no ven!- tras decir esto inmediatamente lance una bola de fango a uno de los orcos que corría hacía mi, la bola impacto de lleno en el rostro del bicho tras lo cual comenzó a retorcerse y a dar pasos y golpes torpes contra el aire y algunos arboles.

¿Podía la naturaleza engendrar seresw tan tontos? Decidií imitar la treta de Exodian y eché al otro orco un poco de ese espeso barro. Uno de los tres orcos, el que no estaba supuestamente ciego cargó contra nosotros. Yo fui a por él. En el último segundo, frené la acometida y me tumbé ligeramente si alcanzar ese lodo, mientras que la punta de mi espadon se dirigía a su pecho.

El alarido de aquel monstruo humanoide fue agónico y el orco cayó pesadamente sobre el suelo enfangado. Recuento: Dos orcos cegados maltrechos y quedaba el otro armado y también magullado.

- Vamos a por el de la porra de piedra - sugerí a Exodian. No sé si me hizo caso, pero yo ya inicié mi carga contra el orco...

no sabía explicarlo pero creo que hacíamos un equipo excelente, mientras los otros dos orcos chocaban entre ellos y caían al suelo con un golpe seco-¡claro que si!- corrí junto Dragunov hacía el orco que había dejado tuerto anteriormente, me adelanté a Drag y me tire al suelo hacia las piernas del bicho, produciéndole un buen tajo en la rodilla derecha que casi la seccionó dejando a la mole postrada para que Drag pudiera despacharse a gusto con la parte superior del orco-¡ahora!- exclamé al mismo tiempo que rodaba y me reincorporaba para ver como reaccionaba mi compañero, el cual parecía casi impaciente por lanzarse contra aquella apestosa bestia.

Exodian me sirvió al orco en bandeja de plata. A pesar de su considerable acción, el orco tuvo tiempo de bloquear con su mazo mi tajo horizontal. Con que con esas teníamos eh, sin embargo, el orco la empuñaba con una sola mano y mi fuerza era casi superior a la suya, pues yo portaba el espadón con ambas manos.

La presión que ejercí fue intensa... tanto, que al poco de forzar, el mazo fue bajando inexorablmente y el filo penetraba entre su hombro y su cuello. El orco emitía un fatal gruñido, el cual llegó a su clímax al ejecutar mi último y descomunal esfuerzo, llegando a penetrar la hoja hasta el esternón de aquel desgraciado. De este ya me encargaría yo de matarlo, así que supuse que Exodian no perdería tiempo y mataría a los otros dos desafortunados orcos...

al ver que el pobre orco estaba prácticamente ensartado dejé a Drag hacer lo propio con el y me dirigí hacia las otras dos fieras que ya se había quitado el lodo de la cara parecían volver a centrarse en nosotros dos. cargué contra el orco de la derecha con mi espada, el mismo intento darme un fuerte puñetazo que esquivé pero cuando me disponía a golpearle en el brazo con la espada y un terrible dolor me sacudió de nuevo por toda la espalda!-¡NO, MALDITA SEA!- el orco volvió a pegarme un puñetazo y me envió varios metros atrás, hacia tiempo que no me dolían las "marcas de la vergüenza", eso significaba que debía terminar este combate ya o no aguantaría mucho mas, estaba cansado, cansado de que esta escoria me hiciera frente, cansado de que siempre tuviese que acabar malherido o en condiciones pésimas. me levante y grité con todas mis fuerzas, el cuerpo me esta pidiendo a gritos que me cargara a ese estúpido orco. Cargué de nuevo contra el pero esta vez ni me molesté en atacar, lancé la espada contra el monstruo y la punta de esta se clavó sobre el pectoral del bicho que retrocedió con pasos torpes, salté para agarrar mi espada y la introduje aun mas en su caja torácica, el orco se sacudió violentamente, y calló de espaldas contra el suelo, solté el mango de la espada y comencé a machacar con todas mis fuerzas el cráneo del orco mientras gritaba con todas mis fuerzas, incluso después de haber acabado con el seguí machacando el triturado cráneo sin importarme el hecho de que me estaba abriendo los nudillos. posteriormente me incorporé ¡había olvidado por completo al otro orco! al girarme comprobé que Drag, estaba en guardia y listo para acabar con el último amasijo de carne.

Tras arrancar sin contemplaciones la hoja de aquel cadáver de orco, advertí que quedaba uno último. Este ya se había quitado el lodo del careto y fue a por mí. Me preparé para recibirle...

En el último segundo, coloqué la espada en horizontal. El choque fue bastante potente, ese orco podría haberme barrido como la primera vez que sufrí el embiste de otro orco, pero sólo se limitó a aferrar sus deformes dedos en el filo. Pero afortunadamente, separé bien las piernas y arrecié los hombros. En fin, en vez de concentrar el choque de aquel orco en la fuerza de mis músculos de los brazos, los repartí por lo miembros superiores e inferiores.

Sin embargo, esto no había acabado, pues entre el oponente y yo establecimos un pulso, a ver quién sucumbía ante el otro. Al principio, la hoja de mi arma oscilaba constantemente entre el pecho del orco y mi cuello, pero al final se fue acercando más a mi garganta. El orco, para aplicar todo su esfuerzo, tiró más hasta situarse más cerca de la hoja. Estaba nervioso en aquel momento y debía hacer algo.

Antes de poder llegar a tocarme el filo la nuez, estiré en lo posible mi cuello y propiné un cabezazo a su tosca nariz. No pareció afectarlo demasiado, pero ya al segundo golpe tuvo que retirar a csausa del agudo dolor. Tenía una pequeña hemorragia nasal. Aproveché su retroceso para acabar con él.

De un pequeño salto, giré el mandoble para colocarlo en vertical. Y entonces, descargué con todas mis ganas el arma sobre su cabeza. El filo se incrustó férreamente en su cráneo. No pudo chillar, pues la hoja llegó hasta su sucia lengua.

Arranqué sin miramientos mi arma de auqerl muerto y retrocedí dos zancadas para que se me cayera encima. Me giré a Exodian, el cual ya había finalizado con el otro orco.

- ¿Y bien? ¿Hacia dónde? - pregunté apremiante por nuestro camino para salir de aquel pantano...

despues, de aquella batalla el hedor a orco se me había pegado por todo el cuerpo-¿te apetece una ducha?- señale hacia un cúmulo de arboles y sin mas dilación me precipité a la charca para atravesarlo, estaba casi seguro de que la salida estaba por allí...-siento lo de antes- le dije sin girar la cabeza, no imploraba perdon pero sentía que con aquella lucha había creado un vínculo con aquel chico.
La maleza era espesa y no podía ver muy bien que había al otro lado de la misma.

Empezamos nuestra marcha apestando a orco. Exodian quería quitarse este mal olor y fue hacia una charca. Yo me rehusé a hacerlo y mientras él se limpiaba, yo me mantenía vigilante. El sol se ahogaba entre las montañas y la noche sería peligrosa. Cuando mi compañero salió, le expuse mis planes:

- Como aún desconocemos este lugar, deberíamos pasar la noche aquí, en algún discreto refugio. Podríamos hacer guardia si quieres, aunque eso implicaría que yo confiara en ti y tu en mí...

Tras eso y unas pocas andadas, el cuarto meguante se mostró en el cielo y el ambiente se hizo extrañamente calmado. Exodian y yo llegamos a un amplio árbol, con su tronco abierto formando un hueco. Me giré a mi compañero para preguntar:

- ¿Quién descansa primero?

-duerme un poco si quieres, yo hace tiempo que no puedo dormir como es debido-le contesté, subí a una posición algo mas elevada para coger unos frutos que colgaban de una rama, no tenía muy buena pinta pero sabía que no eran venenosos así que me los comí pues tenía mucha hambre.
Ya bien entrada la noche parecía que Dragunov se había dormido, yo me mantenía mirando la luna fijamente sin poder parar de pensar en todo lo que me había ocurrido, no podía parar de pensar en mi familia y para colmo tampoco me dejaban dormir los dibujos que tenía tatuados a la espalda pues desde que me los hicieron tenía unas terribles pesadillas, me rasque la cara con la mano-¿que es esto?...lagrimas- con tales condiciones ya no me sentía ni vivo y no me acordaba ni de que estaba muy triste por la muerte de mis seres queridos.
Se escuchó un crujido detrás de mi-¡mierda! si me ve llorando pensará que soy demasiado débil... seguro que ni siquiera confiaría en mi para montar guardia-pensé.

Exodian se reservó el derecho a estar en vela, mientras que yo me metí en el tronco y ajusté espalda y culo en la cavidad. Al principio, no quería reposar, pues estaba dando demasiada confianza a Exodian. ¿Y si me apuñalaba con esa daga? Finalmente, entre tanto pensamiento oscilante, el sueño acabó por noquearme y me quedé durmiendo a pierna suelta, reposando de la marcha y la pelea. Ignoraba en esos momentos lo que mi compañero hacía. Lo primero que me contestó fue extraño. ¿Que no podía dormir como era debido? ¿Qué le pasaba?

En fin, me quedé dormido y cuando daba comienzo el principio del fin de la noche, oí un recio crujido, a la izquierda del tronco en el que yo descansaba. Giré lentamente la cabeza y forcé la vista para vislumbrar lo que era aquello...

Un enorme reptil del aspecto de una serpiente se asomó. ¡Era un basilisco! Y Exodian iba a girarse para mirarlo. Aquellas bestias mataban con la vista, así que actué de un modo fugaz.

Como dormía con el espadón abrazándome, no me costó empuñarlo y clavar la punta en uno de los ojos del basilisco. El pinchazo alteró mucho a la bestia y yo salí corriendo en dirección a Exodian, gritando a pleno pulmón:

- ¡No lo mires a la cara! ¡El basilisco mata con la mirada!

¿basilisco? en cuanto escuche esa palabra cerré los ojos y di un mandoble que pareció no darle pues la espada quedó clavada en la corteza del árbol, el enorme reptil abrió su bocaza y ¡zas!...note un dolor intenso a la altura del hombro, el veneno de una basilisco no suele ser mortal pero te deja fuera de juego en cuanto hace efecto cosa que haría en cuestión de minutos.
Comencé a gritar de dolor, era como si mis sangre estuviese ardiendo, aun así desencaje la espada de donde estaba clavada y seguí peleando como podía, el basilisco esta vez me pegó un fuerte cabezazo y me tiro a la rama inferior del arbol.
Era un dolor terrible -¡huye Drag! es demasiado peligroso ¡vete! ¡VETE!- el brazo se me paralizó por completo ahora lo único que podía hacer era rezar a Darhaler para que me socorriera.

¿Pero qué hacía ese loco? La palabra ''valiente'' debía ser su apellido, pero ''inconsciente'' sería su popular mote. Exodian, tratando de no mirar al basilisco directamente al rostro, atacó al monstruo. La bestia le había envenenado. Debía actuar.

Mirando al suelo, pero consiguiendo ubicar a Exodian y al basilisco, me acerqué y descargué en nuestro enemigo un golpe de espadón en diagonal. No le afectó mucho, pues sólo fue un golpe, no un corte notable. Me dio tiempo a coger a Exodian de los brazos para elevarlo a mis espaldas y pretendía salir pitando, pero el monstruo reaccionó antes que nosotros y nos metió un cabezazo que nos tiró más lejos.

Arrollamos medio charco de lodo y el basilisco se disponía a atacarnos de nuevo. Aparté a mi amigo a un lado, cogí un poco de barro y se lo lancé a la bestia para que se centrara en mí. Exodian parecía afectado por el veneno, espero que no fuese a peor... El basilisco cargó contra mí y yo coloqué el espadón para que el golpe no fuera demasiado devastador. Tuvo un éxito parcial, pues sólo consiguió hacerme retroceder. Sin embargo, vi a deshora que uno de sus horrendos colmillos me había alcanzado en el antebrazo izquierdo. El veneno no tardaría mucho en correr por mis venas...

El basilisco volvió a la embestida. Como respuesta, me retiré lateralmente y le hice, esta vez sí, un seco corte en la parte lateral de su tremendo cuello. Retrocedí un par de pasos y comencé a respirar a un ritmo acelerado. Giré la cabeza de un lado a otro, mientras por mi mente saltaban unas tretas, inútiles de momento. A última hora, cuando la luz se hizo en mi dura sesera, grité a Exodian:

- ¡Los basiliscos habitan en ambientes con alta presencia de humedad y agua, Exodian! ¡ Necesitamos fuego para este bicho! Otra vía que tenemos es dejarle ciego...

me pitaba la cabeza, no estaba muerto, Drag no me había abandonado, de repente el dolor comenzo a disminuir, una sustancia viscosa recorría mi hombro ¡era el veneno! me ardía la herida ¿que era esa reaccion? parecía como si el veneno estuviera siendo expulsado de mi cuerpo, un ligero humo ascendía desde la herida, tras unos segundos el veneno parecía haber sido expulsado y ahora mi herida solo chorreaba sangre, no había tiempo para pensar en aquello, aunque no niego que me xtraño muchísimo.
Observé a Drag-¡por todos los demonios- llevaba uno de los colmillos del bichejo clavado en el cuerpo, aquello era grave, me habló del fuego, yo no podía crearlo por aquel entonces, solo manipularlo y tampoco muy bien, lancé mi espada contra el monstruo que impacto en su cuerpo y lo hizo retroceder, tomé la espada de Drag y volví a golpearla contra la mía esta vez-ahi esta-una chispa, solo necesitaba eso... alcé mi brazo y la chispa se convirtió en un fogonazo que hizo que el reptil se retorciera de dolor.
Drag parecía cada vez mas nervioso por la herida, tenía que hacer algo ¿y si...?-no te muevas, tal vez esto funcione ¡no tenemos tiempo!- arranque el colmillo lo mas rapido que pude y rápidamente coloque mi herida junto a la suya, tal como pensaba, al contacto con mi sangre el veneno comenzó a reaccionar de la misma manera-no entiendo muy bien por que ¡pero tal vez esto nos salve la vida!- comenzaba a sentirme mareado pero realmente la herida de Drag estaba hirviendo de una manera muy viva.

Por un momento, tuve la vista borrosa, ¿tendría algo que ver con el veneno? Exodian, afortunadamente, pudo incorporarse y, chocando su arma con mi espadón para crear chispa, dirigirle un chorro de fuego al basilisco, afectándolo de sobremanera, pero sin llegar a matarlo. ¿Era un mago acaso? El veneno que antes le recoorría, pareció esfumrase, pues vi un humano que sobresalía de su herida. Además, Exodian acercó ese fenómeno a mi herida envenenada, y resultó tener el mismo exitoso efecto.

Ahora podíamos volver a encararnos con el basilisco, metafóricamente hablando claro. La bestia estaba realmente molesta y probablemente le serviríamos de alimento una vez que nos matara.

Pero que no suceda tal cosa. Podríamos ir a atacar al basilisco, o bien liarnos a fogonazos para espantarlo y que nos dejara en paz. Esperé aver la reacción de mi ''ígneo'' compañero...

-Drag lo siento pero no estoy en conduciones de luchar y menos aun con un enemigo al que no puedo mirar- alcé el brazo e hice un movimiento horizontal, el fuego que quedaba se convirtió en una pequeña barrera y el basilisco quedo separado al otro lado-creo que deberíamos salir de aqui, el incendio va a propagarse y no quiero asarme en este sitio- estaba furioso yo quería pelear pero era obvio que la mordedura había hecho mella en ambos-tiene gracia, porque ni siquiera ostento el titulo de mago ígneo ¿sabes?- sonreí- mi abuelo me enseño a controlar el fuego, al principio era solo un juego...-me dolía el brazo-en fin, continuaremos con las batallitas luego- hice una seña a Drag y salte al terreno pantanoso, el amanecer tenía que estar cerca...

Al final, descartamos la idea de seguir con la contienda. Además, encima habíamos provocado un incendio que quizá se difundiera y quemara una pequeña parte del pantano. Pero eso ya me importaba poco, pues estaba centrado en salir de este lugar.

Exodian, por el camino, me habló un poco de su vida y me fijé en sus extraños tatuajes. Me levanté un poco la manga de la camiseta negra de lino y le mostré en mi bíceps el Deathbat sellado. Pero esas marcas no eran tan corrientes como mi tatuaje:

- ¿Qué son esos tatuajes alrededor de tu cuerpo? - pregunté distraídamente, mientras contemplaba cómo la luz se hacía más patente.

A ver si salíamos de aquella ciénaga de una vez. Con la luz, el camino sería más fácil y seguro, o al menos eso creí en un principio...