El Bueno, el Malo y el Feo [PRIVADO: Derivol y Dragunov]

Miré fijamente a Dragunov, que había dicho exactamente lo mismo que yo, y observé que su pelea también estaba a punto de acabar. Solo quedaban dos de los integrantes de la banda. El feo me miró impaciente, meneando su maza, a lo que yo respondí sacando mi baraja y arrojándola al suelo mientras le decía: -Por tu culpa me he metido en esta pelea, y por tu culpa he tenido que gastar varias monedas para contratar a este joven mercenario.- aclaré mientras señalaba a Dragunov.- Ahora, estoy enfadado... Esta vez pelearé sin trucos, sin cartas... pero si pierdes esta pelea...- hice una breve pausa.-me llevaré tu vida.- y diciendo eso, me lancé hacía él, agarrando mi látigo y lanzándoselo contra una de sus piernas. Este lo esquivó fácilmente, pero se encontró de pleno con una patada en la espinilla que le hizo agacharse. Se levantó rápidamente e intentó golpearme, pero retrocedí un par de pasos intentando que mi látigo se enrrollase en su cuello. Este agarró el látigo con la mano izquierda, evitando que se le enroscase en el cuello, pero su mano quedó atrapada por él, a lo que respondí estirando fuertemente, tan de golpe que con un crujido su muñeca se partió. El mercenario soltó un alarido de dolor, pero eso solo hizo que viniese a por mi con más furia. Me atrajo hacía él estirando del látigo y, como no me dió tiempo a esquivar, me propinó un puñetazo en el estómago. Escupí un poco de sangre, pero hice que el látigo se desenredara, y aproveché el impulso elástico de este para dar media vuelta sobre mi eje y lanzar el látigo hacía una piedra del tamaño de un puño que estaba cerca. Cuando el feo se acercó a lanzarme un letal mazazo, pero en ese momento, la piedra salió lanzada hacia él, dejandole inconsciente en el suelo, al darle en la nuca. Después me puse bien la chaqueta y miré a ver si Dragunov había acabado su combate mientras ataba al mercenario con el látigo.

A causa del peso del martillo, apenas debía hacer esfuerzos por esquivar sus golpes, lentos pero potentes. Hice un par de bloqueos, pero me dejaban las manos muy tensas, así que quise ser breve con él.

Tras un par de tímidas estocadas, llegué a poner un pie detrás del suyo para hacerle caer. El tajo en vertical no le pilló desprevenido, sino que se produjo un choque metálico y volvíamos a hacer pulso. Lamentablemente, utilizó ambas piernas para hacerme retroceder. Cuando se incorporó, yo ya volvía a la carga. Otro choque, pero esta vez mi rival se anticipó y, haciendo un pequeño giro, arremetió levemente con el martillo. Me haría un morado, pero no llegaría a ser fractura de hueso.

El golpe, además, me hizo perder el espadón de las manos. Como respuesta, me aferré a la cabeza del martillo y acerqué a mi enemigo atacándole con un tremendo cabezazo. No en vano dicen que tengo la cabeza dura, pues el golpe le torció la nariz y la sangre comenzó a brotar de sus agujeros nasales. Con esto, consiguió soltar el mazo y yo lo giré rápidamente para arremeter un testarazo del copón, que tumbó limpiamente a mi rival.

El toque final fue una caída de martillo en su pecho. No lo hice tan fuerte, pero se oyó un buen crujido de costilla rota y el hombre quedó inconsciente. En cuanto a mí, pues dejé el martillo a su lado y recogí mi espadón pensando: ''¿Y estos son mercenarios?''

Parecía ser que Dragunov también había acabado con su mercenario, pero extrañamente no le había matado. Una vez el feo estaba completamente enrrollado en mi látigo, me acerqué a Dragunov, sin dirigirle más palabra que un: -Ya has acabado, dudo que te quieras quedar a ver lo que va a ocurrir aquí. Llevate al otro mercenario que ha sobrevivido, y pagale una cerveza con esto.- concluí mientras le lanzaba tres monedas de oro. A continuación, me acerqué al feo, le arrastré al centro del campo y le desperté con varios bofetones.
- Has perdido, y me has echo enfadar mucho...- dije mientras me paseaba alredor de él y agarrando mi baraja.- te dije que me llevaría tu vida, y lo haré. Aun así, sería incapaz de hacer sufrir a gente tan débil como tu. Esto será rápido.- diciendo esto, lancé una de mis cartas al cielo, y dandome la vuelta me alejé añadiendo: -Adios.-
En ese instante, se escuchó un ruido, como un silbido en el viento, y la sombra que se extendía sobre el feo se agrandó rápidamente. A los pocos segundos, una nube, transformada en hierro, cayó sobre él aplastándole. La carta salió de la nube y volvió a mi mano, haciendo que la nube volviese a su estado original, dispersandose. Me alejé de allí lentamente con la cabeza gacha. Esperé encontrar a Dragunov por los alrededores para agradecerle su ayuda.

Bueno, pues al final fueron ellos los que vinieron a por lana y salieron trasquilados. A regañadientes. me llevé al noqueado por el martillo hasta una de las tabernas. Le di al tabernero las 8 monedas que Derivol me cedió (además de 5 mías) y que se quedara a cuidar de él.

Fue bastante interesante la pelea. Me pregunté cómo acabó con el gGordo Maza mi amigo el Ojos Rojos. El tabernero palideció al ver a ese tipo que le había dado cobijo y me advirtió:

- Ten cuidado, no sólo forman 5 hombres... Creo que he visto su panda, compuesta por una docena de hombres armados y que rondan por estos lares.

Salí con pensamientos oscuros. A lo mejor, tarde o temprano, nos descubrirían, o alo mejor no. Era cuestión de tiempo sí o sí. Dejé esto cuando vi a Derivol llegar hasta mí saludándome. Antes de que Ojos Rojos pudiera decir algo, le correspondí alzando la mano en forma de saludo y le pregunté:

- ¿Adónde irás ahora?

Antes de que pudiese decir nada, Dragunov me dijo que a donde iba a ir ahora. La verdad no lo sabía, ya que por culpa de esa pelea ya no habría gente que picase en mis trucos y puede que esos no fuesen los únicos integrantes de la banda, por lo que no me gustaría quedarme por allí a averiguarlo, por lo que le respondí:
-Pues la verdad, pensaba irme de aquí, ya no tengo mucho más que hacer por estos lares. ¿Y tu Dragunov, continuarás con tu vida de mercenario? Permiteme decirte que tienes talento, llegarás a ser fuerte chaval.
Dicho esto, me quedé mirando fijamente su respuesta, esperando la opinión de Dragunov para ver si podría viajar con él rumbo a otros pueblos.

Aprecié con una pequeña sonrisa el elogio de Derivol, pero rápidamente pasé a contestarle:

- De mercenario ejerceré lo que me quede de vida. Por cierto, Derivol - mencioné recordando una pequeña promesa hecha hace unas pocas semanas y que veía la clara oportunidad de cumplirla - Me estoy dirigiendo a otra taberna, situada a pocas horas de aquí. Los juegos allí son populares y me preguntaba si te vendrías conmigo a ''desplumar'' a más de uno. - enfaticé en gran medida la palabra desplumar.

Realmente, no había pasado nunca (y tampoco tenía planeado pasarme) más por allí porque había un tío que se llamaba Swisky. Una vez le eché una partida y perdí, además de írseme la lengua y decir que había alguien mejor que él... Era bastante ''bueno'' en el póker, y con bueno me refería a que sus trampas pasaban desapercibidas para cualquier ojo humano. Bien podía Ojos Rojos negarse, pero es que en aquella taberna el vicio eran los juegos de cartas. Esperé su respuesta... En caso negativo, saldría en dirección opuesta a la de Derivol.

Parecía que Dragunov me había calado por completo. La palabra desplumar retumbó por mi cabeza, resonando en cada parte de mi ser. Entonces sonreí de par en par y le respondí: -Pues claro que me voy contigo chaval- reí un poco- Pero con un trato, si me meto en algún problema me ayudarás a... ejem... "tranquilizar" a la gente, a cambio yo te daré parte de lo que gane con mis partidas.- me coloqué enfrente de él y quitandome el guate como símbolo de respeto, le tendí la mano- ¿Conforme?- dije con una sonrisa de oreja a oreja mientras un brillo carmesí aparecía en mis iris rojos.

Tras lo que había dicho Derivol, crují los nudillos y asentí con cara sonriente, aceptando términos y condiciones. ¡Swisky se iba a quedar patidifuso con lo que se le venía encima!

- Pues vámonos.

Y entre los dos emprendimos la marcha hacia la próxima taberna. Aún la recordaba, ahí, gloriosa, sedienta e insaciable de bolsillos llenos de monedas. Swisky se estaría forrando en esos momentos. Estaba atardeciendo, cuando me giré a mi amigo de ojos carmesí y le dije:

- Si vamos a este paso, llegaremos a la taberna cerca de la medianoche, cuando hay más ludópatas por aquel antro... - comenté.