Clases matutinas

OFF Rol: Bueno chicos, lo dicho, despues de dejar el anterior tema, postearéis aquí. Hikari y Azogue, esta será vuestra clase. El orden será el de llegada, es decir, Yo, Azogue y Hikari. Este post es solo de Off Rol, le tocaría ahora a Azogue.

Tras el intercambio de nombres, un pajarraco rapaz llegó hasta nuestro odioso maestro. Según lo que dijo de la carta, nos íbamos a dividir porque la llegada de alumnos le iba a exceder el curro a nuestro amigo el vampiro... Joh, ¡venga ya! ¡¿Que me iba a tocar con Hikari?! Iba a mostrar abiertamente mi desagrado cuando el tal Dielf ya estaba marchando hacia los campos de entrenamiento. Detuve mi lengua para seguirlo, pues vi que se dirigía al lugar donde más tiempo gastaría.

El mal genio me estaba dando la tabarra, pues no pensé que la situación llegase a estar tan ''apaciguada''. Nuestro profe me entorpecía un poco la vista hacia el amplio campo. Mis manos estaban todavía en los bolsillos, pero tenía la vaga gana de darle un puñetazo en la nuca en su forma de vampiro, pues el muy se había atrevido a cogerme del chaleco... En fin, este día estaba consagrado a la contención y a la resignación... ¡Qué rabia!

Mientras caminábamos hacia el lugar antes susodicho, miré de reojo al ángel. Era más baja y pálida que yo. Sus ojos verdes, penetrantes como dos buenos puñales, me causaban cierta incomodidad. Normalmente, yo estaba acostumbrado a mirar ojos de seres malvados, sin corazón, aquellos con los que enfrentarme y salir vencedor (o vencido), pero con ella era una sensación muy rara. Dejé los acertijos y me concentré en observar el amplio campo de entrenamiento, donde llegaríamos dentro de nada.

Al perecer la situación, si puede decirse, se había calmado un poco. Después de mi llegada y la amenazante presentación de Haku, llegó un águila hasta posarse en el hombro del profesor. Era un mensaje para él pidiendo dispersar las clases en grupos. Y para mi suerte me tenía que tocar con el demonio. No me agradaba mucho esa idea de tenerlo de compañero, pero, si no quería ganarme esa clase de enemigos debía controlarme. Bueno, tan desagradable... no era. Mientras el profesor nos explicaba la nueva norma y nos conducía hacía el campo de entrenamientos, me fuí relajando.

Al cabo de un rato llegamos al campo. Era bastante espacioso, se podría decir. De todos modos ya lo había visto al estar los últimos tres días rondando por los alrededores. Así que no me sorprendí al verlo. Todavía no conocía los nombres de mis acompañantes, pero me daba lo mismo. Ya los decubriría con el tiempo.

Por el camino sentí que alguien me miraba. Ese alguien era el demonio. Ignoré el que me observara, de todas formas ya lo había echo yo antes con él, así que no tenía nada que curiosearle. Después de colocarnos en el centro del campo, se paró nuestro profesor, y con él, todos. Me quedé mirandole en respuesta a que dijera algo.

Hikari y Azogue me habían seguido. No me hacía mucha ilusión tener a una ángel y a un demonio en la misma clase, pero con la partida de Duna poco más se podía hacer. Cuando llegamos al campo de entrenamiento, me senté en uno de los bancos de piedra que había en las afueras del campo, cerca de la pequeña arena de duelos individuales.
Una vez mis dos alumnos tomaron asiento en el banco de enfrente de mi, un poco distanciados el uno del otro, di comienzo a la clase:
-Bueno chicos, me vuelvo a presentar, mi nombre es Dielf, soy un semisilfo y estoy hibridado con un vampiro, solo que en mi caso ambos tenemos personalidades distintas. Mi parte vampiro se llama Lían. Encantado de conoceros. Me gustaría que a continuación me hicieseis una breve introducción sobre cuales son vuestras intenciones futuras, vuestras aspiraciones, vuestro estilo de lucha y más cosas que consideréis importantes sobre vosotros. Tranquilos que no se os juzgará por si sois buenos o malos, aquí se forman desde paladines de la luz hasta asesinos expertos.-
Les miré de nuevo, eran bastante curiosos. Estuve tentado a ponerme a escribir sobre ellos en mi cuaderno, pero consideré que sería de mala educación. Me ajusté el sombrero y esperé a las respuestas.

Mis ojos no cesaban de moverse contemplando aquella maravilla. ¡Qué campos más buenas para luchar, joder! Mas esto me duró poco, pues nuestro pesado mentor no nos iba a dejar así como así. Tras atravesar el campo, procedimos a sentarnos: Vampirito enfrente de nosotros y yo y el ángel separados, como si de un triángulo equilátero se tratase.

El banco de piedra sobre el que me senté parecía limpio. Dejé reposar mi trasero y saqué las manos para apoyar los brazos y el lomo en el respaldo de banco, mientras que las piernas se quedaban estáticas y separadas entre sí. El inicio de la clase fue el sermón de Dielf, el semisilfo-vampiro-profe-empedernido. Cuando terminó, me observó a mi primero, a lo cual yo resoplé y apoyé la cabeza en el respaldo del banco, con la cara orientada hacia el cielo matutino. Cerré los ojos y comenzó mi perorata:

- Azoxeroth Guetrovikkor, Azogue. Doscientos veintidós años. Ser demoníaco. No tengo más intención y aspiración que llegar a ser poderoso y dueño de Delork-Kas. Mi estilo de lucha se basa en fuerza y resistencia, con un estratégico toque de velocidad. Fin... Ah, sí, se me olvidaba - con los ojos ya abiertos, una gran sonrisa canina se dibujó en mi rostro - Sólo he tratado con seres de la luz en situaciones bélicas, y NO precisamente en la diplomacia...

Nuestro profesor se sentó en un banco de piedra, al igual que él me senté en otro banco de enfrente con el demonio, bastante distanciados. El profesor dió pie a la clase comenzando con su presentación. Se llamaba Dielf y según el era bipolar, su otra mitad se llamaba Lían, y como no, eran completamente distintos. Después de decir su prsentación añadió de que quería saber más sobre nosotros.

Comenzó el demonio, que por fin, pude saber su nombre. Se llamaba: Azogue Azoxeroth Guetrovikkor. Tras decir que era de raza demoníaca (cosa que era obvia con solo mirarle), que quería dominar Derlok-Kas y que tenía doscientos veintidos años, añadió un comentario inprudente y sarcástico. Entonces fué cuando llegó mi turno para mi presentación.

-Me llamo Hikari Luzbel Luminius, tengo ciento cincuenta y tres años, pero aparento dieciocho. Supongo que mi raza ya esta clara, aunque sí es de incumbencia la diré de nuevo: soy un ángel. Estoy aquí para aprender nuevos conocimientos. Mi estilo es la lucha áerea, aunque la de cuerpo a cuerpo también se me da bien. Me encargo del arco y las dagas. Aunque espero hacerme con una espada.- después de esto añadi con un sonrisita sarcástica.- Nunca e peleado con seres demoníacos, pero si lo tengo que hacer, lo haré.

Dicho esto crucé mis piertas y coloqué mis manos en ellas.

Una vez se presentaron los dos, vi que el ambiente seguía caldeado. Fruncí el ceño casi imperceptiblemente y con una sonrisa les dije: -Muy bien, ahora que ya nos conocemos todos podemos comenzar con el entrenamiento. A ver, ¿veis la pequeña arena circular que hay aquí al lado? Mide alrededor de 10 metros de radio. Quiero que entréis ahí y me mostréis de que sois capaces. Lucharéis juntos contra Lían.- diciendo esto me dirigí a la esquina más alejada de la entrada de la arena, y esperé a que ellos entrasen también.
Pensé: -Lían, ¿no les golpees mucho vale?, no queremos quedarnos sin alumnos. Pero tampoco te confíes, no parecen unos novatos, son fuertes.
-Claro jefe, no te preocupes por mi, seré bueno.- me respondió mi voz interior.
Una vez hablado esto, dejé salir a Lían, que inmediatamente se transformó. A continuación les dijo: -Quiero una pelea limpia, los dos contra mi. Esta será una pelea a primera sangre, es decir, el primero que le haga una herida al otro ganará. En mi caso os tengo que herir a los dos. No es una lucha a muerte, asi que no quiero que os excedais.- y diciendo esto se puso a reir con sus carcajadas cascadas con toses en medio. Entonces esperó a que ellos hiciesen el primer ataque.

Mientras Hikari hablaba, la miraba y escuchaba sin apenas alterarme. Veamos: Luzbel, 153, conocimientos, lucha aérea y arcos. Me hizo un poco de gracia cuando me copió mi tipo de comentario. Pero daba igual, ahora atendíamos a nuestro profe, el mascachapas.

¿¡Quería lucha!? De verdad que al fin mereció tener que aguantarlo tanto tiempo (menos de una hora). Me levanté y me dirigí junto con el ángel hacia la arena circular que allí había. En cuanto nos posicionamos, contemplamos cómo se volvía a transformar en esa cosa que se llamaba Lían. ''Cómo la lían Lían y Dielf...'', pensé vagamente. Tras dejar claras ciertas cosas, nos ofreció la posibilidad de que atacásemos primero. Con una leve sonrisa en los labios, dije al ángel:

- Las señoritas primero - Hikari pareció un poco incrédula con lo que dije, pero sólo era una de mis bromas de mal gusto. Para que no creyera que fuera cobarde, me adelanté un par de pasos con el propósito de dar comienzo.

Separé piernas y crují nudillos. La katana se quedaba envainada, pues decidí liarme con Vampirito a la vieja usanza. Antes de salir corriendo a toda leche en dirección de Lían el feo, le susurré al ángel:

- No me gustra perder. Si ves la ocasión, atácale aunque me hieras, blanquita...

Tras haber terminado mi discurso, Dielf dijo que quería una lucha a primera sangre y sin ninguna clase de truco vil. El primero que se hiciese una herida acababa eliminado. Eramos el demonio y yo contra su otra personalidad: Lían. Que supuestamente acababa de intercambiar cuerpo en el momento acabado de decir las normas de la lucha. Quería que nos pusiesemos en un círculo de combate que había en el centro del campo.

Sin rechistar me encaminé hacía ahí con el demonio. Vueno, al fin comenzaban las ``clases´´. Cuando llegué al círculo me detuve ante un comentario que me hizo Azogue. Agradecía su cortesía pero tenía dudas. Entonces el dió el primer paso al interior del círculo, seguro de sí mismo. Seguida de él, entré yo.

Ya en el círculo, para mi sorpresa Azogue no desenvainó su katana a la primera de cambio, sino, que antes de eso, intercambió un comentario conmigo. Con un brillo en mis ojos le contesté:
-Lo tendré en cuenta
Dicho esto, saqué dos dagas de debajo de mi manga y las lancé a los laterales del cuerpo de Lían. Suponiendo que las esquibaría, le lancé una tercera seguida al centro de su cuerpo. Había comenzado la batalla pero todavía quedaba otro movimiento por parte de Azogue y Lían como para alzar el vuelo y empezar mi ataque áereo.

Lían estaba atento a cualquier movimiento de los estudiantes. Aunque pareció que Azogue se adelantaba, no desenfundó la espada. Un poco creído por su parte. En cambio, después de intercambiar unas palabras, Hikari le lanzó dos dagas a Lían, a sus laterales, a lo que Lían respondió sin moverse del sitio, tan solo esquivándolas con un movimiento de cintura. Entonces, una tercera daga apareció, justo en dirección al cuerpo de Lían. Este la vio en el último momento, ya que el sol matutino no resultaba muy bueno para sus ojos de vampiro, pero haciendo alarde de su velocidad, saltó hacia la derecha, dando una voltereta en la arena. A continuación agarró la daga que Hikari le había lanzado al lado derecho del cuerpo, y se puso a correr hacía Azogue. Unos dos metros antes de llegar a este, le lanzó la daga a Hikari, al pecho, y a continuación saltó hacia Azogue con el brazo derecho por delante, del que salían las sucias uñas, dispuesto a herirle en el hombro desde arriba.

¡Y allá que vamos! Hikari tomó la iniciativa lanzando tres dagas que salieron de no sé dónde. Desafortunadamente, el vampiro las esquivó con no mucha dificultad, hasta respondió al ángel arrojando su propia arma. Entre tanto, entre nuestro rival y yo iba a suceder un choque cuerpo a cuerpo. '' No te lo crees ni tú...'',pensé sin mostrar expresión alguna en mi rostro.

A unos pocos metros, a la vez que ejecutaba el lanzamiento de la daga, se me abalanzó con su sucia garra diestra. A esto yo respondí, sin dejar de correr, colocando el antebrazo izquierdo en dirección perpendicular al suelo. Al principio, estaba enfrente mía, pero con un ligero giro conseguí desviar por completo el ataque de aquel chupasangres antes de que las uñas llegaran siquiera a rozarme. Y eso no fue todo, pues mi mano se había cerrado en un puño, dirigiéndose a su careto...

Veamos cómo saldría de esta, aunque en el peor de los casos, también podría echar mano a mi katana. Esperemos que no la líe...

Tenía previsto que esquibara mis dagas, así que me coloqué en posición de alerta a cualquiera de sus movimientos. Lían cogío una de mis dagas y se fué directo hacía Azogue, como si intentará ponerme a Azogue de cebo para distraerme intentó lanzar la daga contra mi pecho. No me resultó difícil esquivarla. Con un leve movimiento hacía abajo resultó. Entonces fué cuando Lían sacó sus uñas negras y afiladas y se dirigió contra Azogue para dañarle el hombro, pero este lo esquivó por las justas y se dispuso a darle un puñetazo.

Fué cuando llego el momento. Alcé el vuelo y me coloqué a unos centímetros por arriba de donde se encontraban ellos, justo para tener al alcance de mi puntería a Lían y que el no pudiera cojerme tan fácilmente. Saqué mi arco, que lo había llevado todo el rato ajustado a mi espalda, y cojí una flecha del carcaj. Coloqué la flecha en el arco y la lancé hacía la espalda de Lían.

Los novatos no se las apañaban nada mal, parecía que tenían bastante potencial. Además su trabajo en equipo era bastante bueno. Pero de momento Lían podía manejarles. Con un giro de cintura, Azogue, esquivó facilmente el golpe de Lían y lanzó un puñetazo hacia su cara. Al mismo tiempo, Hikari, había usado su arco para lanzarle una flecha a la espalda de Lían, que todavía se encontraba cayendo, sin tocar suelo, por lo que le sería más difícil esquivarlo. Lían, que escuchó el sonido del arco al tensarse en su espalda debido a su agudo sentido del oido, y que observó como un puño se le dirigía rapidamente a la cara, esbozó una pequeña sonrisa. A continuación, desplegó su ala izquierda, que aunque no servía para volar, si que ofrecía la suficiente resistencia al aire como para hacer que Lían diese un tirabuzón hacia la derecha, esquivando la flecha. Al mismo tiempo agarró el puño de Azogue con la mano que tenía libre y aprovechando la fuerza centrífuga del tirabuzón, lo desvió. Aun así, cuando llegó al suelo, no había desviado suficiente el puño y este le golpeó en el hombro, echandole hacía atrás. Como única respuesta a esto, Lían realizó un giro completo del cuerpo, agachado, lanzando una patada giratoria a las piernas de Azogue.
-Son buenos, tienes que reconocerlo.- le dije a Lían desde su interior.
No se dignó ni a responderme y continuó atento para ver si su patada surtía efecto. Si no lo hacía habría que cambiar de estrategia.

La pelea no había hecho más que empezar, o eso me pareció a mí en un primer principio. Nuestras ofensivas sirvieron de poco, pues Vampirito controló buenamente la situación. Con esas putrefactas alas consiguió zafarse de las flechas y retener mi ataque parcialmente.

Ya supuse en un primer momento que era igual que yo: siempre buscaba el modo de dar el último toque de un choque. Por esta razón, y aunque hubiese retorcido su cuerpo cual serpiente convulsionada y retrocedido un par de zancadas, utilicé mi pié para detener en seco su patada giratoria. No me costó mucho, puesto que el profe estaba hibridado y no era completamente vampiro, por lo que su fuerza ni merecía ser comparada con la mía. Mis ojos miraron momentánemaente hacia arriba y se encontraron al ángel armado con arco. Bien, muy bien, así no me molestaría en preocuparme por que sangrase...

Volví a encararme con nuestro adversario, dispuesto a recibir su ofensiva. Cerré puños y adopté la posición de combate defensiva, a tope de preparado para cualquier tonería que maquinara. La katana haría pronto su aparición...

Observé como Lían procedía a esquivar mi flecha con su gran ala. Con la mano que le quedaba libre paró el puño de Azogue, y se dispuso a darle una fuerte patada. Cosa que no le sirvió de mucho, ya que Azogue, sin mucho esfuerzo, insterpuso su pierna para evitar el golpe. Después ví como echaba su vista hacia arriba a donde estaba yo. Seguramente para saber de mi posición y arma.

Cogí otra flecha del carcaj y me dispusé a tensarlo. Esta vez la flecha no iría directa hacía su voluminosa espalda, sino, que apuntaba hacia su hombro derecho. Lancé la flecha. Después cogí otra del carcaj, rumbo hacía su otro hombro, el izquierdo. La tercera iría a parar a su pierna derecha y la cuarta seguida hacia su pierna izquierda.

Contando el ataque que ejecutaría después Azogue, me gustaría ver como esquivaría esta invasión de flechas el vampiro. Después miré como Azogue se tocaba ansioso la empuñadura de la katana. Supuse que pronto la sacaría.

Azogué paró la patada de Lían sin dificultad. Era lógico, Lían tan solo estaba utilizando una quinta parte de su fuerza como vampiro, para que los adversarios se confiasen, para pegar después una subida a su fuerza máxima y pillarles desprevenidos. De repente se le vino encima una lluvia de flechas, y en la posición en la que estaba no sería capaz de esquivarlas todas, por lo que se vió obligado a usarlo. Realmente Lían pensaba hacerlo... Eran muy buenos, lo suficiente como para hacer que Lían fuese con todas contra ellos. Entonces, Lían se concentró, saltó hacia atrás y esquivó de esta forma las dos primeras flechas. Entonces, las otras dos, que iban dirigidas hacía sus piernas ya habían sido lanzadas y viajaban a gran velocidad por el aire. En ese momento Lían cerró los ojos y colocó sus manos como si estuviese cogiendo una espada con cada una de ellas, una un poco por delante de la otra, cubriendo sus dos piernas, a donde se dirigían las flechas, con dos espadas imaginarias. Subitamente en sus manos se materializaron dos espadas de madera, adornadas de forma preciosa; la de la derecha empezó a brillar con un suave brillo azul, y la de la izquierda con uno rojo. Se adivinaban en el mango dos flores talladas que brillaban más fuerte en el color de la espada que la portaba. Entonces las flechas chocaron contra la madera. La derecha se congeló, cayendo al suelo en forma de témpano, y la izquierda se convirtió en humo y cenizas. Entonces Lían se alejó de los adversarios con un par de saltos hacia atrás. Una vez alejado, se puso más erguido, colocando la espada derecha por detrás de su cuello y la izquierda por delante de la cintura, ambas en diagonal. Añadió entonces:- Sois más buenos de lo que me esperaba. Creo que va siendo hora de ponerse serios.- Tras una breve pausa y una sonrisa sarcástica, la espada del brillo rojo intensificó su color, hasta aparentar hierro candente, y la azul se volvió más azulada y brillante, condensando el agua en su filo, de lo frio que estaba. Entonces Lían pronunció el hechizo: -Cleddyfau- Miró a los novatos con una mirada penetrante. Lían era horriblemente feo, pero esas espadas eran bellísimas, hermosamente talladas en motivos arbóreos y cuyos colores formaban un baile de calor y frio. Su belleza era deslumbrante hasta para mi, que notaba como si las empuñara, desde dentro de Lían. Entonces Lían salió corriendo hacía Hikari, que todavía estaba volando, y a su paso dejó arrastrar las espadas por el suelo. La de hielo congelaba la arena, cristalizandola y la de fuego la quemaba conviertiendola en cristal fundido de color rojizo por el calor. Un metro antes de llegar debajo de Hikari, Lían saltó y usando sus alas como impulso y para planear, aunque no podía volar si que podía impulsarse, llegó hasta la ángel y giró como un torbellino intentando alcanzarla con alguna de las espadas.

Los flechzos del ángel no dieron gran resultado. Bueno, sí, los proyectiles intimidaron a Vampirito, pues ya se le veía desesperado. Dos de esas flechas las bloqueó con un par de espadas que surgieron de sus manos. Contemplé que dirirgía su ataque hacia el ángel. Como respuesta, salí corriendo también hacia Hikari. Mi mano zurda se posó en la empuñadura de la katana.

- ¡No te olvides de mí! - alcé la voz.

En cuanto dio el impulso el semisilfo-vampiro, yo también brinqué, estirando una patada hacia el brazo derecho, donde estaba una espada azul brillante. En el caso de volverse contra mí, usaría la katana para hacerle frente, por supuesto. No temía esa madera, pero sus recargados adornos y el efecto que tuvieron en las dos anteriores flechas paradas me hicieron sospechar de su auténtico daño...

El vampiro había escapado de mis primeras flechas sin difícultad. Pero cuando no tenía escapatoria de las dos siguientes flechas se vió arrinconado, y fué cuando decidió hacer ademán de sus habilidades. Invocó dos espadas de aspecto hermoso pero mortífero y vino corriendo en mi dirección para atacarme. Justo cuando hizo un impulso con sus alas, intentó alcanzarme con sus espadas. Su impulso hacia a mi funcionó, pero si que no dejaría que me tocara con ``eso´´.

Aún volando impulse las piernas hacía mi tronco para evitar que aquellas espadas chocaran contra mis pies. Gracías a que Azogue saltó hacia Lían, pude usarlo como un cebo. Así que mientras Lían prestaba atención a Azogue le lancé una flecha a su muslo. Por si acaso salía el caso de esquivarla le lancé otra hacia su espalda.

El ataque de Lían no llegó a su objetivo, e inmediatamente después una patada se dirigió hacia el brazo de la espada de hielo. Lían usó de nuevo las alas para nivelarse y esquivar la patada, pero de repente dos nuevas flechas se dirigieron hacía él. Plegó las alas haciendo un tirabuzón en el aire y cayendo hacía el suelo, esquivando ambas. Una vez llegó al suelo, se paró con ambas piernas y esperó a que Azogue cayese para propinarle un doble espadazo ascendente. Lían miró de reojo a Hikari... tendría que hacer algo para hacerla bajar.

¡Ya estoy harto, joder! El chupasangres no cesaba de zafarse cual rata de alcantarilla de nuestros ataques. ¿Cómo demonios llega a hacer tantas cosas con esas alitas de polilla? Fijo que si no las tuviera, sería un vampiro más inútil que un cero a la izquierda... En fin, ya era necesario usar la katana. Pero esta vez, con contraataque incluido...

Al ir cayendo, advertí que nuestro profe me lanzaba con ambas espadas un corte en vertical ascendente. Antes de llegar a los dos metros de altura, desenvainé a tiempo mi arma e hice lo siguiente: con la katana paré la espada roja de su mano izquierda, al mismo tiempo que mi pié izquierdo se posaba limpiamente en la espada azul de su diestra. Bien, fue verdad que recibí un golpe de contusión (pero no sangrante), mas apenas se percataron de que mi pierna derecha estaba ya colocada hacia atrás. Al usar la katana y mi pierna izquierda se separaron un poco las dos espadas de madera, dando acceso hasta el escasamente bello careto de Vampirito. Ni siquiera se me ocurrió el dudar, pues descargué con toda la velocidad y fuerza posibles mi pata diestra hacia su rostro.

Y otra vez que el vampiro había cosenguido desacerse de mi ataque y el de de Azogue. Cuando bajo al suelo observé como me miraba pensativo, así que supuse que estaba planeando algo conmigo. Después de esquivar nuestros ataques, intentó propinarle un espadazo ascendente doble a Azogue. El demonio consiguió mantenerse erguido y con la katana en mano esquivo sus espadas.

Al haber contemplado la mirada de aquel individuo llamado Lían, volé unos cuantos centímetros más alto, a la guardia de algún que otro ataque. Entonces es como se diría: ''se me encendió la bombillita'' y contuve un nuevo plan en mi mente.

Hice caso de mis habilidades y me fusioné con el paisaje. Eso no serviría de mucho contra un vampiro ya que olian la sangre, pero el plan no había terminado. Empece a volar rodeando el círculo. En el norte de este me armé con una flecha y se la lancé al vientre de Lían. Lo mismo ocurrió con el oeste. Dos nuevas flechas provenientes del sur y el este íban derechitas a sus pies. Terminado esto, empece mi nueva lluvia de flechas derechas a su cuerpo, a cuelquiera de sus partes con tal de darle. Y estas provenían del: noreste, noroeste, suroeste y sureste. Así pues deje hacerme visible de nuevo a la espera de ver el movimiento de vampiro. Si esque esta vez podría escapar.

Lían observó defraudado como su ataque fracasaba, pero por lo menos había conseguido algo: Azogue era inmune al hielo, ya que su pie no se había congelado, pero la planta de su zapato si, y Azogue no se había percatado de ello, por lo que era probable que al poner el pie en el suelo se resbalase momentáneamente, lo que le daría un poco de tiempo a Lían para dañarle. Pero antes de eso había que hacer algo con esa patada que venía directa a su cara, aparte de las flechas que venían desde todos los lados. Lían actuó rápidamente, dispuesto de una vez por todas a acabar la lección. Deshizo el hechizo de las espadas, y gracias a esta liberación de sus brazos, pudo colocarlos en cruz entre la pierna de Azogue y su cara, aunque la patada hizo que Lían saliese disparado hacía atrás de la fuerza. Entonces, mientras viajaba hacía el suelo, las flechas se acercaban hacía él a gran velocidad. Entonces Lían usó sus poderes de vampiro para transformarse en polilla, y así se lanzó hacía el suelo. Debido a lo pequeño que era su cuerpo, las flechas pasaron de largo a bastante distancia de él. A continuación se acercó hacía Azogue, dispuesto a aprovechar el momento de desequilibrio de este para lanzar el ataque final.

Y volvía a escaquearse de mis ataques. Tuvo que dejar el método de las espadas de madera para poder parar mi patadón. Realmente, no me di cuenta de que tenía hielo, pero cuando aterricé, sentí la superficie resbaladiza. Para intentar no caer de boca o de espalda, mi pierna derecha retumbó en el suelo, volcando parte de mi equilibrio en ella. Sí, había sido un buen intento de Vampirito, pero estaría loco si estuviera pensando en utilizar hielo contra mí. Supuse que él no tenía ni idea de que pasé más de cien años pisando y repisando zonas heladas... Aun así, tenté unas pocas veces para hacerle creer que estaba desestabilizado.

Bueno, dejando a un lado las tonterías, volví a centrarme en el enemigo... ¿pero qué cojones? No le tenía en frente, sólo había un puñado de flechas clavadas en el suelo. Suspiré brevemente: su aura vampírica estaba cerca. La podía sentir ahí, más retorcida y malvada incluso que la mía... Sonreí y dije:

- Buen intento, alas de polilla.

No había que ser genio para saber que me iba a acometer a traición. Sin embargo, en vez de salir corriendo para evitarle, doblé la rodilla derecha, coloqué la planta del pié izquierdo en paralelo al suelo y me impulsé consecutivamente con la diestra. ¡Rey del patinaje, chaval! Me deslicé varios metros, además de girarme y percibir en frente de mí el halo del feo vampiro. Para cuando ya frené del todo, el hielo de la planta de mi pié izquierdo ya se había desgastado...

Bueno... mi intento había resultado fallido pero al menos Lían me había enseñado otro de sus truquitos. Pensaba esto con una media sonrisa gélida en mi interior, mientras me murmuraba para mis adentros:
''Con que una polilla ¿eh? buen truco''

Recorrí el interior del círculo con la mirada buscando a la escurridiza polilla. Hallé con ella después de varios minutos, pero, no la ataqué, es mas, me contuve. Ya había gastado suficientes flechas por hoy, y creo que mi mente solo me dejaba gastarme unas dos más, y claro esta, no las iba a malgastar. Ya que el darle a una polilla en un enorme círculo es casi como que no.

La polilla en cambio, ajena a todo eso, se acercaba sigilosamente hacia su otro oponente, el demonio, seguramente para propinarle un último ataque. Pero el demonio, devio de darse cuenta de que el vampiro andaba cerca, ya qe hizo otro comentario grosero de los suyos, pero decidió darse por igual e aprovechando el hielo que le quedaba en el pie, se deslizó por el círculo.

Yo en cambio, me quede en el aire, flotando, no me quería permitir el atacar a la desesperada, así que observé el próximo ataque que haría Lían.

De repente Lían, todavía convertido en polilla, se posó justo en el centro del círculo y convirtiéndose en él otra vez, sonrió ampliamente. Yo en su interior también sonreía y le dije para sus adentros: -Bueno, parece que esto ha acabado, ¿verdad? Parece que han aprendido la lección.
Lían asintió también, y cambiamos lugares de nuevo. Después de la transformación, me ajusté el sombrero, y con una gran sonrisa les dije: -Bueno chicos, esto se ha acabado.- Ante la cara de asombro de los dos chicos, empecé a explicarles- ¿Recordáis que Lían os ha dicho que esta era una pelea a primera sangre no? Pues bien, lo primero que habéis pensado es: "Voy a atacarle sin parar, para conseguir que sangre". Pero, en estos últimos momentos, y no se si lo habéis hecho a propósito o inconscientemente, habéis dejado de atacar al ver que sería inútil, y habéis preferido ser cautelosos y esperar. Por ello, habéis aprendido la lección que quería enseñaros: Que muchas veces, la batalla no dependerá de vuestras fuerzas y vuestra destreza, sino también de...-dije señalándome la cabeza con el dedo índice.- saber administrar vuestras fuerzas. A parte de eso, vuestro estilo de combate es bueno. Por ello, estáis aprobados- les dije con una amplia sonrisa y haciendo el símbolo del pulgar hacía arriba esperé su reacción. Para concluir añadí: -Por cierto, dentro de dos días, al atardecer, será la ceremonia de vuestra graduación, tendréis que venir a la escuela para que os de el graduado. - mirándoles fijamente dije- Y es obligatorio llevar traje- les guiñé el ojo y esperé su respuesta.