~ Encuentro en Erenh ~ [Rol Libre]

Por fin llegue a la capital, necesitaba ir al palació pero una especie de festibal me hizo decidir que mis noticias no eran lo bastante importantes y que no pasaba nada por disfrutar del precioso día, soleado, tranquilo, pacífico, se respiraba bien y mucha gente venía a la ciudad pasé frente a la fuente dedicada al dios Surcan y el chapoteo de sus aguas me hizo acercarme y sentarme en ella, mi vista se fijo en alguien a quien jamás había visto, cosa extraña pues por suerte o por desgracia conocía a todos aquel que vivía en Erenh era mi deber como habitante del palacio real y como consejera de Arwen. Me acerqué a él con la intención de presentarme:

-Hola-dije sonriendo- nunca antes te había visto por aquí, mi nombre es Alanna, y soy parte de la corte de la princesa, encantada de conocerte.

Estaba contemplando el gentío cuando me fijé en una joven elfa. Llevaba poco aquí, pero ya conocía más o menos a los habitantes de Erenh, y a ella no la había visto nunca. Podía ser una extrangera, pero me dio la sensación de que era de aquí. Me miró. Desvié la mirada avergonzado y ví como ella se sentó en un banco cerca de mí. Entonces, se levantó y vino hacia mí.
- Buenos días Alanna - dije levantándome y besándole la mano, como se saluda en la corte - Mi nombre es Eärendil de Lórien, también formo parte de la Corte Real - sonreí - He oído hablar de tí y es un placer conocerte en persona. Seguramente tú también hayas oído hablar de mí, aunque solo haya sido un comentario entre la Corte. - dije - En realidad, pese a ser miembro de la Corte, nunca había vivido aquí, en Erenh, sino en el Jardín de la Paz, donde he sido formado - sonreí - Llevo aquí tan solo dos semanas. - expliqué - Sientaté, por favor - dije sentandome e invitandola a tomar asiento a mi lado.

Dejé atrás el Paso del Este, estaba en la capital del Reino Élfico, Erenh. La ciudad parecía tener vida propia, todo parecía el mismo y único ser. Se oía el típico bullicio de una gran ciudad, pero se respiraba mucha paz y tranquilidad, nada que ver con Rosbasha. Tal vez se debiese a mis orígenes licántropos, pero me sentía como en casa.

Me di un paseo por la ciudad, buscando algún lugar donde poder comer algo, pero me perdía entre las calles. No me gusta llamar la atención, y alguien de oscuros ropajes entre la gente refinada de la ciudad no pasa desapercibido precisamente.
Al final llegué a una gran plaza, con una fuente en el centro rodeada de árboles y bancos. Me senté en uno de esos bancos a descansar un poco los pies, que ya me dolían de tanto viaje sin cesar.

En cuanto giré la vista un instante, distinguí a un par de elfos hablando en otro banco. No les presté demasiada importancia hasta que me fijé en la chica. Podría ser...? Sí, era Alanna! Quería llamarla por su nombre, pero seguía siendo incapaz de levantar la voz para llamar la atención. No sabía como hacer para llamar la atención. Empecé a toser a propósito para ver si se volteaba, pero no surgía efecto. Al final decidí acercarme, por su espalda.

Cuando estuve lo suficientemente cerca intenté saludar, pero no sabía como.
-Hola Alanna.-

¿"Hola Alanna"? ¿Qué clase de saludo era ése? Odiaba esto de no saber entablar conversación... Menos mal que la capucha disimulaba mi sonrojo.

Estaba por sentarme cuando alguien por detrás me toco la espalda y me saludo por mi nombre, al instante reconocí al chico de la capucha y me lancé a darle un gran abrazo, del impulso se le calló la capucha y aun abrazandolo le dije:

-Que alegría Dante, cuanto tiempo sin verte, te he echado en falta, ¿cómo te haido?

Dejé de abrazarlo sonrojada al no recordar que se sentía incomodo con la compañía y aproveché para sonreirle y disculparme, aunque aun seguí roja por mi torpeza:

-Perdón, siempre voy acelerada, ¿cómo estás?-le pregunté más tranquila.

Alanna se me echó encima en cuanto me vio, parecía muy contenta de volverme a ver. Por supuesto que me alegraba yo también, pero me costaba mostrar esas sensaciones. Hacía muchísimo tiempo que nadie me daba un abrazo, añoraba esa sensación de calidez, me hizo sentir... menos monstruo. Se apartó de mí y me pidió disculpas con su peculiar sonrisa.

-No te preocupes, ha estado bien, es solo que no estoy acostumbrado.- dije con una inusual sonrisa y todavía sonrojado. -He estado algo ocupado en la capital del Reino Humano y más tarde decidí poner rumbo al Reino Élfico, a mi lugar de origen.- expliqué. -No esperaba encontrar a nadie conocido por aquí, ¿tú cómo estás?- pregunté con otra sonrisa.

A estas alturas ya me había dado cuenta de que lo poco que sonrío, la gran mayoría de las ocasiones, es con esta chica. Después de pasarme la vida solo, ¿sería posible que tuviera un ser querido?

En ese momento me percaté del hombre elfo que la acompañaba.
-Disculpa mi falta de modales, por favor. Mi nombre es Dante.- le dije. -¿Podría acompañarlos durante mi estancia en la ciudad?-

Me sorprendí al saber que no le había molestado, y aún más al verlo sonreir, era algo tan extraño que cuando lo hacía parecía mágia, le devolví la sonrisa y luego vi como fijaba su vista en Eärendil y se presentaba:

-Perdón, mea culpa, me parece que tanto viaje me ha hecho dejar un poco de lado mis modales, Dante, este el Eärendil de Lorian, un noble miembro de la corte que acaba de llegar a la ciudad.-me giré a dicho elfo y le dije- No le importará que nos acompañe ¿verdad?-pedí más que pregunté con una sonrisa que pretendía hiciese que dijese que no le importaba

Tras unas palabras sobre su reencuentro, el hombre, que se hacía llamar Dante, me habló y se presentó. Me levanté y Alanna me presentó ante él.
- Encantado de conocerle, Dante - le dije - Por supuesto que puede acompañarlos - le dije sonriendo y volviendo a sentarme. Esperé por si alguno de ellos sacaba un tema de conversación.

Me dijeron que no había impedimento alguno en acompañarles. -Gracias.-
Me disponía a tomar asiento, pero entonces me rugieron las entrañas. -Perdonad.- dije con una leve sonrisa mientras cubría mi estómago con las manos. -Llevo bastante tiempo viajando sin cesar y me muero de hambre. Si supierais decirme algún lugar donde poder saciar mi apetito, con mucho gusto os invitaría a comer conmigo.-

Lo cierto es que mis ganas por llegar a mi destino eran tan grandes que me estaba descuidando mucho, creo recordar que ya llevaba dos días de viaje incesante, sin dormir. Un descanso era una auténtica bendición en aquél momento.

Me senté y me reí suavemente suponiendo que se habría olvidado de todo con tal de llegar al lugar al que necesitaba llegar:

-¿Os apetece venir a mi casa? No está del todo lejos, tengo ingredientes de sobra para preparar algo y si quieres descansar tengo dos cuartos de sobra podrás descansar en el que prefieras.- le sonreí dandoke la opción y esperé a que ambos decidiesen.

(Off Rol: Al final no tengo tiempo para gran cosa más. La buena noticia es que al final podré postear mañana, pero a las tantas de la noche. Pido disculpas...)


Alanna nos invitó a comer en su casa. Yo accedí de muy buena gana, no todos los días me invitan a comer ni me tratan tan bien.
-Por mí estupendo, me harías un gran favor.- le dije con otra sonrisa.
Esperé a que Alanna pusiera rumbo a su casa.

Ambos aceptaron el venir a mi casa por lo que les sonreí y emprendí la marcha por el centro de la ciudad hacia las afueras de Erenh esperando que los demás me siguiesen.

Off rol

Dejo post. Sigue en mi casa n.n

Caminé junto a Eärendil siguiendo a Alanna hasta su casa. Por el camino intentaba no perderme detalle de nada, hacía años que no pasaba por Erenh y toda la ciudad era muy bella.
Tenía muchas ganas de llegar cuanto antes, sentía un hambre atroz y en ocasiones hasta me dolían las tripas.

Dejo post.