Labores Lúgubres [semi-LIBRE; Abysso y Azogue]

Me cercioré del entorno para comprobar que nada entorpecía nuestra lucha. Abysso pasaría a luchar con esos dos gañanes, mienras que a mí me tocaba entblar duelo individual a muerte con el tal Gorgório Noséquémás... Su vozarrón dio comienzo la batalla. Me desentendí de Abysso y compañía. Ahora tenía los cinco sentidos posados en mi rival, quien sostenía una espada pesada.

Gorgi (me quedé con ese nick para él) tomó la iniciativa y me atacó descragando un gran golpe sobre mi cabezota. Como respuesta, interpuse la katana, que paró en seco la violenta acometida. A esto Gorgo me miró con ojos parcialmente asombrados. ''El espadón suele ser un arma devastadora, pero lenta en el manejo y...'', no llegué a más pensamiento, pues su patada me pilló por sorpresa.

Otra vez el espadón dando por culo, rodé lateralmente para esquivar su descenso a mi torso. ¡Este Gorgi no me daba cuartel. Pero me fijé en que atacaba más que pensaba. Era uno de estos típicos brutos que creían que con un par de espadazos todos se resolvía. Yo también formaba parte de esa calaña, pero si con esas estábamos, cambiaba de planes y buscaba el toque estrategico.

- No importa tu fuerza, demonio blancucho, esta espada te partirá en dos.. - me intentó intimidar.

El choque de espadas fue estremecedor y hasta saltaron ciertas chispas. Entre Gorgi y yo establecíamos un pulso: yo con la mano diestra sujetando la katana y él con ambas sosteniendo el espadón. Normalmente, siempre usaba la katana con una única mano. La otra era para maniobrar algún contraataque o para defenderse de golpes.

- ¿Intentando superar a un demonio? Ni en tus sueños... - le murmuré.

Y esta vez fui más rápido: le lancé un patadón al muslo que le hizo desequilibrar. Desenchamos armas y le di de propina un cabezazo en su nariz, Se retiró instintivamente y me dijo:

- Bueno, no me voy a contener contigo, mendigo.

- Deja las rimas y lucha, mariposón - le respodí en tono poco serio.

Gorgi sonrió para sus adentros, tan seguro de sí mismo como confiado en la aplicación de sus armas...

El fornido me alejaba de hachazo en hachazo y a cada paso me iba hacia atrás evitando tropezar con algo; a mis tentáculos los deshacía sin problemas con sus robustos choques y terminé alejándome de donde Azogue disputaba su contienda. Parecía ser que tenían muy claro como deseaban pelear, por individual sentía que nos harían trizas.
—Lo tengo pisándome los talones— reflexioné a tanto me balanceaba entre los árboles con mis negruzcas extremidades psicoquinéticas esquivando al membrudo que parecía toro con esas embestidas bestiales.

Ni bien se trancó en un desnivel me puse de regreso a donde había dejado a Azogue, parecía ser que su rival era bastante fuerte para ser humano y sus trucos de mercenario eran una molestia; en los segundos que perdí al contrincante que me escogió intenté entrometerme en el duelo ajeno, para mi mala suerte Vansell'Tarr me notó a tiempo y me apartó arrojándome unas canicas humeantes en el pecho ¡Miér*** que ardían como un infierno! Con ojos entreabiertos logré esquivar a mi oponente que ya me había mermado la distancia otra vez, su hacha se trabó en una roca así que a puñetazos empezó a sacudirme por toda la zona, escudarme en mi habilidad mental no era suficiente para frenar tal despliegue de ira: su berserk me dominaba poco a poco y ya era tiempo de tener otro plan.

Se cruzó el religioso que dejamos con vida para ayudar a mi agresor, la furia del atacante no distinguió blancos y le apagó la existencia con un codazo en la garganta (dudo que haya sido a propósito, es que estaba sediento de pelea y yo no le daba una batalla digna). Usando los lóbregos miembros como resorte salté hasta la desangrada adepta que aún colgaba desnuda en ese arbol... desde allí pude expresarme:
—¡Azoxeroth! ¡Tiene más fuerza éste que el tuyo! ¿No te apetece un cambio!?

Al terminar mi exclamación la soga se rompió y como si fuera un balón me pateó en el aire justo cuando caía frente a él, los cadáveres putrefactos de olor rancio y gusanos hediondos detuvieron el descenso de mi espalda ayudándome a reincorporarme al instante... sólo para ver como se me mandaba nuevamente como rinoceronte hasta mi posición.

Del interior de su capa extrajo algo. ¡Cuchillas! Me lanzó tres y, apesar de usar el método de la esquiva, una se me hincó en el muslo derecho. Acto seguido, partí en su dirección. Con el rostro algre, Gorgi me dirgió un barrido con su espadón, al cual yo sorteé brincando y atacando con la katana. Para mi sorpresa, interpuso el brazo izquierdo. Llevaba armadura y mi ofensiva pretendía cortar más que golpear. Tras parar mi ataque, levantó nuevamente su arma y me dirigió un lento corte. Me retiré para esquivarlo de nuevo.

Al poco rato, apareció Abysso intentando entrometerse entre Gorgi y yo, pero, para su desgracia, este le roció con unos humeantes orbes. Impasible por el ataque a mi aliado, fui en pos de Gorgi. Fue otro choque de espadas, pero yo volví a tomar la iniciativa, consiguiendo desviar su espadón y arremetiéndole un buen puñetazo en su careto:

- ¡ARGH, maldito ser infernal! - me vociferó.

Tras eso, vi que el combate de Abysso no iba por buen camino y él se limitaba a retroceder. Una vez que me dijo que hiciéramos el cambio, esquivé un tajo vertical en descendente de Gorgi y le propiné un rodillazo en el cogote. Retrocedió un poco y yo fui en ese momento a por el del hacha.

Antes llegar a realizar el ataque contra Abysso, lo desvié de su trayectoria con una patada sopresa. Antes de encararme con el del hacha, le dije a mi aliado demoníaco:

- ¡Cambio!

Vansell'Tarr quedó desorientado por dos segundos al ver que Azogue le desvirtuaba el duelo sin remordimientos de honor y esas cosas que tal vez sí afectaban la moral del mercenario.
—¡Si así lo quieres...!— abucheó discrepante, y cuando me vio lanzarme hacia él volvió a arrojarme esas bolas de humo, esta vez se las regresé con mis habilidades mentales dejándole tambaleante entre tos y refunfuños...

—¿No lo esperabas de mí? por subestimarme te haré polvo.
Ni bien lo mencioné con soberbia me impulsé con los tentáculos del piso a su cara y comencé a patear procurando pisotearlo, sus bloqueos no evitaron todos los golpes: su nariz sangrante lo delataba. Soltando su espada pudo usar sus brazos para sacarme de encima de su cabeza y me aprisionó contra el césped con todo su cuerpo; esa sádica sonrisa estaba demasiado cerca de mi nariz.
—¿No te parece muy sospechosa esta llave-marcial?— le dije con sarcasmo tratándolo de homosexual. Mis apéndices mentales imitaban una armazón mientras arriba mío propinaba puñetazos, los golpes que había sembrado en su rostro lo tenían muy exaltado y me estaba ligando uno que otro nudillo; enganchando mis piernas en sus caderas lo volqué a un lado pero, como no me soltaba comenzamos a rodar cuesta abajo hasta un arroyo pequeño...
—¡Te vas a ahogar demonio pálido!— exclamó con bravura haciendo fuerza para hundir mi cabeza, un rodillazo en sus testículos lo alejó rápido y continuamos a las trompadas, ¡no iba a permitirle desenfundar trucos o armas de ese abrigo! su cuerpo en partes estaba recubierto por una ligera armadura y por eso tenía la ventaja defensiva en el duelo desarmado...
En ello un agudo chisto detuvo nuestra pelea, viramos la atención al otro lado del pequeño arroyo ¡Una serpiente! medía como seis metros y estaba ansiosa por atraparnos; nos volvimos a mirar a los ojos con mi enemigo y olvidando nuestro combate a muerte comenzamos a trepar hasta arriba:
—¡Serpiente!— gritamos al mismo tiempo, el que llegara primero tendría la ventaja, de seguro en lo alto aún estaba Azoxeroth bajo escaramuza.

No era tan difícil. Bien que la potencia de su hacha era arrolladora, pero mi agilidad combinada con el buen manejo de mi katana hicieron frente a esta situación. Ambos éramos guerreros puros y duros, pero yo contaba con la ventaja de ser criatura demoníaca, algo superior a un humano convencional.

Tras varios choques, el del hacha comenzó a mostrar leves signos de nerviosismo y deseperación. Aunque recibía sus golpes, su contundencia no era lo suficientemente fuerte como para obligarme a doler en demasía. Además, no era yo el único que tomaba palos, él también ya estaba un tanto mosqueado con mis golpes en su torso y careto (teía cinco o seis moratones repartidos por las zonas anteriores). Tras esquivar una estocada, me coloqé enfrente de él, y le desequilibre con un burdo cabezazo. Cayó de culo y le apunté con la katana. En palabras de Shakkar, pensé: ''Another one bites the dust!''

Para mi sorpresa, el cabrón del hacha agarró un puñado de tierra y me lo tiró al rostro. Me lo despejé y, para cuando lo hice, ya estaba detrás mía, con su arma levantada. Intenté esquivarlo lateralmente, pero no pude evitarlo... El corte en vertical fue limpio y segador.

Solté un grito, no humano ni siquiera un chillido, sino uno propio de un demonio, un atronador rugido de bestia demoníaca herida. Ante mis ojos, contemplé cómo mi brazo izquierdo se amputaba y caía al suelo. Un chorreo de sangre violento saltaba en el aire. Con los dientes rechinando por el dolor, me giré furioso a mi cirujano malhechor:

- ¡Desgraciado! - la sangre manchaba el chaleco y la hemorragia era horrible y profunda. Ignorando el dolor, con la empuñadura volteé dando un certero golpe en su sien, mientras que lanzaba una patada giratoria a sus pies para hacerle caer.

En cunto estuvo de espaldsas sobre el suelo, la punta de la katana se ensartó en su corazón y mi rival escupió sangre y profirió un sonido gutural. Le robé el hacha y la incrsuté en su cráneo.

- Mierda... - le quité además el cinturón e hice un torniquete para frenar la desastrosa fuga sanguínea.

Había perdido de vista a Abysso y Gorgi, pero pronto oí gritar ''serpiente'' colina abajo. Miré hacia allá, pero luego volví a mirar para atrás... La paloma se posaba en mi hombro izuqierdo nuevamente mientras que el dolor de la amputación decrecía en el organismo demoníaco.

El reptil era veloz en su zigzagueo al punto tal que logró alcanzar mi pie, por suerte traía botas y su boca era demasiado grande para alcanzarme con los colmillos al atacar de frente...
—Oye, te espero abajo— le dije en tono gracioso a mi oponente ya que vio que me iba a caer de un tirón con serpiente y todo.
—¡Suerte, fracasado!— vociferó mirándome caer así detuviera su marcha con tal de burlarse.

Intenté aferrarme a una liana pero resultó ser una gorda raíz que brotaba del suelo, al tomarla me frené de golpe y la serpiente siguió de largo hasta el arroyo, ese chapuzón ruidoso me conscientizó del tamaño del animal; mala suerte la mía que comienza a desbaratarse la tierra al tironear de esa rechoncha raíz... todo se empezó a agrietar en esa superficie vertical y otra vez continué la caída, por alguna razón la reacción en cadena bajo la superficie empinada obligó a Vansell'Tarr a caer también entre resbalones.
—Bienvenido Gorgorito, es un placer volverte a encontrar por estos húmedos lugares...
—¡Te maldigo pálido demonio! ¡Eres un dolor de ca...!— no pudo terminarme la oración que allí sentados en el agua muy empapados escuchamos detrás de nosotros al largo depredador reincorporarse, ese susurro ofidio era estremecedor.

—¡¡Ahhh!!— gritamos ambos a la vez haciéndonos para lados opuestos al mismo tiempo para evadir el mordiscón, al movernos así la indecición del monstruo lo obligó a enterrar el hocico en el medio de los dos sin acertarle ni a uno. Uno a la izquiera y otro a la derecha de la sierpe, eramos tres en esas aguas y nos queríamos matar entre todos: cualquier movimiento podría alterar el resultado, y nadie quería morir así que la tensión aumentó.
—Arrójale tus cosas humeantes...
—El agua estropeó mis mecanismos explosivos ¡inútil!

—¿Y qué tal tus navajas y cosas afiladas?
—¡No caeré en ese truco! sólo quieres que se me venga con todo y así te aprovecharás de ello.
—Vaya, éste parece conocerme desde hace siglos.
La alimaña muy fiera estaba indecisa, pero tardaría segundos antes de realizar otro intento.

Alejé de un patada el cadáver que yacía ante mí. Tenía ganas de descuartizarlo y desparramar sus miembros a los cuatro vientos, pero ahora debía buscar el modo de curar mi parte amputada: la solución pasó por el cirujano de Delork-KAs. Él siempre me regeneraba algunas partes cuando perdía mano, pié u otras partes.

Enaviné katana, pero cuando ya quería buscar a Abysso, oí alaridos colina abajo. ''Problemas...'', cavilé. La paloma me abandonó para posarse en el brazo izquierdo amputado, mientras tanto, yo salía corriendo cuesta arriba. En cuanto llegué a la cima, contemplé el panorama: Abysso vs Gorgi vs Gran reptil

No tardé en bajar abajo y, al poco, comencé a derrapar, mientras mi voz cobraba presencia:

- ¡Venga, que el agua refresca, Gorgi! - y le sacudí un patadón en la espalda de Gorgi, para desgracia suya. Este salió proyectado cerca de la enorme serpiente, mientras yo conseguí parar al canalizar mi fuerza en el ataque.

Lo más probable fuera que el reptil se centrara en el mercenario contratado, pues nuestras demoníacas auras podrían achantar a la serpiente. Me quedé eswtático viendo lo que sucedía, mientras que a Abysso no lo tenía a mi alcance...

Aprovechando los chapoteos entre el bicho y el mercenario me acerqué a Azogue que ahora no tenía un brazo, me alcanzó mi daga la que había dejado en la cabeza de Khoro:
—Gracias viejo, y por cierto ¿Tú no tenías dos brazos cuando nos saludamos?
Ni bien estábamos a la par otra vez con Azoxeroth y le comentaba bromista, Vansell'Tarr ya se libraba del reptil despedazándolo con unas cuchillas que salieron de su brazalete...
—...Después charlamos— añadí dando unas palmadas en la espalda de Azogue sin dejarle responderme nada. El oponente se sacó todo su equipo de guerrero y airado de lo irritante que se le hizo combatirnos parecía ser que sólo nos daría guerra con esos filos en sus antebrazos.

—¡Ya fue el colmo! ¡Ésto no es un combate digno de mi status! ¡Conozcan mi poder oculto!— Vansell'Tarr así nos dijo muy gruñón mientras se tragaba unas pastillas raras que lo estaban dejando muy colorado de piel, ¡Ewww...! hasta venoso e inchado, uagh

Me mandé primero y lo aprisioné mentalmente, su fuerza física superó mi concentración psíquica y deshizo mis tentáculos como estiércol, enseguida de ello no tardó en mandar su primer cuchillazo el cual sin poder evadirlo interpuse mi daga y...
—¡¡Ahhh!!
...me abrió a penas un lado del pecho en el mismo giro con el que luego me atinó una patada en la cara, a dos personas de distancia de él caí desangrándome, si no hacía algo pronto me secaría por dentro; como demonio tenía minutos antes de desmayarme así que no desperdiciaría tiempo.
—¡Cuéntame un chiste ahora demonio pálido!
Fue mala idea adelantarme a Azogue así nada más, vaya que tenía sus ventajas ser sangre pura como él: de desangrado no lo veía yo ni agonizar, lástima para él no tener ese brazo justo ahora...
—Volvemos al plan primario ¿te parece? Yo dejo de hacerme el guerrero y te cubro la espalda con mi psicoquinésis de novato.— guturé en lengua infernal para mostrarle que estaba dispuesto a ponerle seriedad a la situación.

¡Este tío era más duro de lo que creíamos! Aunque la serpiente tuviera un aspecto terrible, no tardó en fallecer por la total ofensiva de Gorgi. Esta vez, y como pudimos analizar, estaba armado hasta los dientes. Abysso, que a lo mejor se precipitó un poco, fue el primero en lanzarse a por él.

Sin embargo, Gorgi se mostró en esta ocasión superior (se tomó unas pastillas booster para rendir ''más mejor'') y consiguió herirlo. Tras unos pequeños y agradables intercambios de palabras, pasé a la acción. Lo primero de todo, interponerme entre Abysso y Gorgi. Lo segundo fue blandir la katana.

Gorgi inició la acometida cuesta p'arriba. Ahora que me faltaba un brazo, debía centrarme en dirigir golpes rápidos, fintas y esquivas. El bloqueo sería arriesgar demasiado...

Antes de llegar a nuestra ubicación, fui hacia él, para dar algo de cobertura a Abysso. Uno de sus filos, junto con la hoja de mi katana, retumbaron en el aire con un estruendo metálico. Me quiso atacar con su otra y similar arma, pero yo di una zancada atrás para evitar daños.

Y así, comenzamos un intercambio de golpes, que tenía más de buscar algún momento flaco del rival y asestar un golpe estratégico. En principio, me decanté por la defensiva, pues confié en que, con Abysso, combinara el golpe de gracia. Mientras atnto, le dejé un breve lapso de tiempo para descansar.

Tras los primeros choques, descubrí que su fuerza era más notable y que la mía se redujo a la mitad por la carencia del brazo izquierdo. Sí, lo mejor era distraerlo y defenderse...

Azogue se centró en la ofensiva pues mis habilidades mentales le cubrían la defensa en cortos tramos (mi profunda herida me desconcentraba); como buen espadachín se sincronizó con mis tentáculos usándolos como si fuera uno con ellos, el atosigante frenesí de nuestro rival nos igualaba gracias a esas drogas que ingirió: aunque le colocaba obstáculos bajo sus pasos, en cada caída no le permitía a mi camarada acertar una estocada o corte, estaba hecho un engendro y por suerte mi aliado era un guerrero de su altura ¡y demonio!
—Parece ser que Gorgorito ha entrenado desde que nació, qué esperpento.

Mis ocurrencias no venían fallando, tal vez si mandaba otra idea lo venceríamos... o mejor no, ya por mi último plan Azogue estaba sin el brazo.
—¡Oye Vansell'Tarr! ¡Los que te iban a pagar están muertos ya! ¡ Tregua! — apelé a la oratoria, nunca me patinaba.
—¡Ésto ya es personal! ... ¡Ahrrr! ¡Ahora no quiero la otra mitad! ¡Jiahr! ¡Cobraré sus cabezas!
—Por los cuernos de mi abuelo, estos jóvenes de ahora y sus drogas... tanta violencia, tanta violencia.

Me arriesgué a mandarme en ataque conjunto a Azogue, de lejos no estaba siendo de mucha ayuda aunque lo hacíamos retroceder, él me vio deslizarme en el aire por encima de mi par y con su brazo derecho intentó desviar el último espadazo de Azogue rotando su cuerpo en un salto que culminó en cortarme la pierna por debajo de la rodilla...
¡Dolía como un infierno y medio! Ahora tendría que usar un miembro psíquico para sellar la herida en mi pecho y otro para sellar la pierna, entre el equilibrio que no deseaba perder mas el agotamiento me quedaban cuatro extremidades-chthonicas para usar de patas. Igual se había distraído lo suficiente como para que los ataques de mi camarada comenzaran a rendir, en ello envié mi daga agarrada a una de mis 'muletas espirituales' y se la hundí en la rodilla...
—¡¡En tu cara!!— grité creyendo que la victoria era de Azogue y, no, él seguía de pie frente a mi compañero, su adrenalina le impedía sentir dolor ¡¿O qué mier*** sucedía!?
—Bien, bien, ahora no tengo mi Supercalifragilística Daga de demonio, estoy débil, Azoxeroth tiene un brazo menos y...— mi propio desconsuelo me estaba por desmoronar cuando noté las raíces que sostenían la superficie rocosa sobre el arroyo en el que luchábamos.

Como una araña de cuatro patas (psico-extremidades) subí en busca del Gran Sable que Vansell'Tarr había dejado arriba, si arrojaba esa arma de filo hacia esas raíces ¡sucedería lo mismo que sucedió antes de que bajara Azogue! y la superficie rocosa aplastaría a... ¿a ambos dos? No me caía bien pensar en que tal vez también terminara sepultando a mi estimado Azoxeroth ¡Tengo que reflexionarlo y! ¡Sí...! se lo diré a través del talismán de la Hermandad Oscura combinando mis habilidades psíquicas con la capacidad comunicativa del artefacto... de seguro el Talismán se partiría luego pero, y bueno, de todas maneras era una Hermandad sin compromisos ...

[OFF-Rol]Este inmenso posteo se debe a un descomunal, incalculable, grandioso, infinito, colosal, exorbitante, gigantesco, incontabilizable posible final de hilo... ¿no? x'D [/Off-ROL]

Abysso intentó persuadirlo, pero al cabezón de Gorgi se le había empeñado en asesinarnos a ambos. Además de ofrecer unos ataques veloces y cortantes, el cansancio ya me empezaba a pasar factura.

Otro problema que vino fue el ataque de Abysso, que pretendió auxiliarme, pero como consecuencia, perdió pié y daga. Bueno, al menos la daga impactó en la rodilla de Gorgi:

- ¡Estáis muerrtos! ¡Gyarr! - nos vociferó mientras se arrancaba el arma de mi aliado. Lo que me hacía recordar: miré abajo y seguía ahí clavada en el muslo la cuchilla que antes el mercenario me lanzó. Se me olvidó completamente, pues, como dice el dicho, un dolor expulsa otro dolor...

Me llevé la katana a la boca, agarré la daga y se la arrojé, pero sólo llegó a rozarle. Y volvimos a chocar katana y antebrazo afilado, pero contaba con la ventaja de su rodilla maltrecha.

Sin embargo, no por ello Gorgi dejó de ser amenaza, sino que sus acometidas iban con más furia, desenfreno y desesperación. En varios ataques, sufrí un par de brechas en torso y brazo derecho. Al poco rato, se rió:

- ¡Ja ja ja, tu amiguito te ha abandonado, estúpido!

- ¿En serio, tío? - le dije con el tono más sarcástico que pude. A saber lo que haría... En caso de huida, me aseguraré de imponerle un castigo por abandonarme a mí, a un Señor del Caos.

Pero de pronto, sentí que algo o alguien se comunicaba conmigo. Era... familiar... ¡era Abysso, sin duda! Haciendo alarde de sus poderes síquicos, pero canalizándolo a través de un objeto especial. En mi mente, retumbó su voz alertándome de que iba a provocar un derrumbe. Por sorpresa, Gorgi desvió la katana y me practicó un corte en X en el pecho, con el cual caí al suelo. Iba a rematarme, pero yo le interpuse la pierna y le hice zancadilla, con la que perdió equilibrio y cayó. Como extra, una patada para alejarlo un poco. Envainé katana y recogí la parte inferior amputada de mi compañero demoníaco.

Gorgi se quedó pasmado cuando vio que una amplia sonrisa se perfilaba en mi careto. Grité en demoníaco:

- ¡HAZLO, ABYSSO!

Confié en que todo saliera según lo acordado a mi reciente estratagema. Si no, pues ambos quedaríamos enterrados bajo esos pedruscos... En fin, estos últimos momentos quedaron tensamente estáticos, a la espera de que Abysso provocara la avalancha de piedras.


[OFF-ROL: De acuerdo, Abysso, terminemos esta masacre]

El amuleto que me dio la Hermandad Oscura se hizo pedazos pero Azogue al menos había recibido mi señal; la superficie rocosa tal cual deduje comenzó a desmoronarse por desencadenamiento de las raíces secas que parásitas la fragmentaron.

La ceguera de guerrero que le produjeron las drogas a Vansell'Tarr le impidieron notar el pequeño derrumbe sobre él, sólo se paró a burlarse de Azogue sin entender mucho:
—¡Cobarde! ¡¿Ya te escapas como tu amigo!? ven aquí y deja de buscarlo— chilló exasperado sin interpretar el accionar de mi camarada.

La rocosidad que se desmoronó desde donde provoqué el desprendimiento sepultó el arroyo; Gorgório Vansell'Tarr entre el polvo y la mugre aún se podía oír quejarse, me acerqué y estaba vivo: a la mitad, pero vivo... bueno, muriéndose, sus piernas se machacaron bajo una roca tres veces más grande que mi torso. Agitó sus brazos con rabia escupiendo espuma por la boca, sus ojos inflados enrojecían no sé de qué, ya sus palabras no tenían significado sino que eran como coléricos ladridos de perro.
—Vaya, me da lástima dejarte así con vida, alguien que toda su vida se ha perfeccionado tanto para ser un implacable guerrero como tú, y lo fuiste, nos obligaste a pelear sin honor ¿Ves? no llores, sólo piensa en cómo suicidarte ¿sí?— frente a esos chapoteos de niña quejica así le comenté a tanto él para no escucharme aumentaba su griterío.
—¡Mira Azogue! no te pierdas ésto, es nuestra creación, una obra de arte sin dudas ¿no? es como una cucaracha mutante— proferí al divisar a mi estimado compañero, además le agradecí por devolverme mi pedazo de pierna, muy atento la verdad. Aunque a diferencia de él, mi desangrado era un problema: mis poderes mentales no podían sellar por completo la pérdida; ¡rayos! tenía que ir a un sanatorio, o con un curandero ¡Rayos!
—Creo que esto de combatir guerreros no es lo mío, si no es por aplastamiento no tengo chances... volveré a dedicarme a cazar inocentes e indefensos seres vivos como antes ¡Ayah que duele mi cuerpo físico!.

El enorme pedrusco aplastó en parte a Gorgi, pues prontamente vi a Abysso mofarse delante de las sangrientas narices del mercenario. Sacudí ligeramente la cabeza y, aparte de devolverle el pie a Abysso, volví a coger mi brazo mutilado. La paloma volvió a colgarse en mi hombro.

Fui de nuevo hasta Abysso, que seguía mofándose del cadáver que yacía y de nuestra ''obra de arte''. Dejé a un lado el sabor de gloria y pasé a temas concernientes con la salud demoníaca.

- Quizá deberías acompañarme a Delork-Kas. Allí, esto - dije señalándome el hombro - no es nada que un buen cirujano infernal no pueda reparar.

Me daba igual si me seguía como si no. Yo tenía que volver a ser como el de antes, con dos brazos, para rendir ''más mejor''. De todas formas, volvería a verlo. Si no, pues me despedí de él alzando la mano.

Esta pelea ha estado bien y supongo que, de ahora en adelante, vigilaría más de cerca a los mercenarios, o a los tíos con trajines.

Allí, en Delork-Kas, tendrían que volver a recomponer mi parte segada. Esperé que no hubiera mucha cola, porque los cirujanos de allí se forraban...

Hacía mucho que no visitaba Delork'Kas, desde mi niñez, y bueno.... si allí había gente como Azogue, entonces no me haría nada mal ver qué tal regresar a mis raíces.

De seguro allí habían cirujanos o alquimistas capaces de devolverme mi pierna como a él su brazo.
—Voy a frenar mi leve sangrado ahora, antes de sentir que me desmayo— le comenté antes de que se fuera con mi paloma —...pero te veré luego, Azoxeroth, lo sé— añadí tomando una pastilla de Vansell'Tarr que flotaba en un charco ya casi seco, con esa droga me daría tiempo y fuerza suficiente para llegar a sanarme en alguna parte de la ciudad.

No le agradecí por las emociones de haber estado en un conflicto de guerrero, un pedacito de vida para él; "una aventura la cual presumir" para mí.

[DEJO POST]