Paseo Por El Desierto Rol Privado[Eärendil-DeathAlquemist-Dragunov-Alywen]

La chica, Alywen, pareció extrañarse de que me pusiese a escribir a su alrededor y me hizo una pregunta un tanto rara, que si nunca había visto a una humana. Claro que los había visto, a miles, pero notaba cosas bastante extrañas en ella: Primero estaba el hecho de la espalda, que después de mirar la posición en la que estaba y que no movía prácticamente los hombros, supuse que realmente le dolía, pero bueno, eso no era asunto mio. Segundo, estaba el detalle de que esos ojos no parecían humanos en absoluto: verdes y grandes, aun cuando su pelo no era claro. Además estaba la baja estatura, que aunque podía ser perfectamente posible en una humana, estaba demasiado bien proporcionada, es decir, si se tratara de solo una humana, se notarían las piernas más cortas y el torso un poco más alto. Me dispuse a responder a la pregunta con una amplia sonrisa:
-Pues si que he visto humanos, pero a ti te encuentro un poco peculiar, no te lo tomes a mal.- Dicho esto, le miré a los pies, parecían como los míos, curtidos de viajar, ya que sus botas estaban bastante desgastadas. Bueno, ya se resolverían todas mis dudas. De momento me giré hacía Eärendil:
-Parece que tienes sueño, hasta creo que te están saliendo ojeras... Bueno, decidido Dragunov y Alywe se quedan en la tienda. - Dicho esto agarré a Dragunov y a Alywe del brazo estirando, suavemente hacía la tienda, procurando no hacerle daño a Alywe en la espalda.

Me crucé de brazos ante la conversación de los demás. Para la pregunta que me hizo la joven, respondí:

- Le gusta escribir cosas... - tras eso la humana llamada como una tal Alywe me volvió a interrogar sobre mi nombre - Puedes llamarme Drag.

Posteriormente, noté que el elfo Alderun parecía cansado, dado que bostezó y Dielf no dudó en acogernos sin preguntarnos siquiera. Sí, consiguió que mi brazo se extendiese un poco, pero no me moví de ahí. Aparté mi brazo del tío de las flores diciendo:

- ¿Y si no quiero? - le espeté sin ningún tono en concreto.

Tenía en mente salir de Desierto del Pesar en menos de 3 días y me gustaba atravesar lugares inhóspitos por las noches.

El tipo que no paraba de tomar notas dijo que era peculiar, no sé a qué se refería. Yo me consideraba bastante normal. Luego el otro chico dijo que podía llamarle Drag, no sé si era un mote suyo o su verdadero nombre. En cualquier caso era algo para no tener que llamarle "tú!".
El elfo nos ofreció pasar la noche en su tienda, la verdad que estaba cansada pero no conocía en nada a ninguno de los tres como para meterme en el interior de una tienda rodeada de desconocidos.
Drag se detuvo cuando sin yo quererlo el tipo llamado Dielf me cogió del brazo para que fuéramos todos tan alegremente a dormir. Yo solté el brazo cuando había caminado unos diez pasos

- ¡Ey!- dije con indignación- que no nos conocemos de nada

Luego miré al elfo y le dije

- No quiero ser descortés, pero debéis entender que esta situación es cuanto menos rara

No pude evitar esta vez pasarme la mano por encima de los hombros y darme un pequeño masaje para relajarme. Suspiré. Estaba cansada y me tentaba mucho pasar la noche en un lugar más o menos protegido, pero debía ser cauta

Los dos se detuvieron cuando les agarré de los brazos. De Alywe me lo esperaba, pero Dragunov me sorprendió. Les solté rápidamente y me detuve a pensar el por qué de esta reacción: Alywe parecía que desconfiaba bastante de los desconocidos, pero en cambio se sentía a gusto con Dragunov, ya que este era más callado. Por su parte Dragunov había echo hacía ella un gesto muy raro, decirle que le llamara "Drag", cosa que no había hecho conmigo en todo el tiempo que llevábamos juntos. De repente mi mente conectó. En mi cara apareció una enorme sonrisa y empecé a escribir de nuevo en el cuaderno. Propuse la siguiente idea para desesperación de Eärendil:
-¿Qué os parece si viajamos juntos pero de noche?, quiero decir, descansamos durante el dia, por que yo por lo menos no puedo con tanto sol.- Esperé una respuesta positiva mientras me acercaba a Eärendil y le daba un golpecito amistoso en el hombro, siempre con una gran sonrisa en la cara.

Al parecer, íbamos a deambular por la noche. La verdad era que a mí eso me daba totalmente igual, pues había unos pocos días seguidos en los que apenas dormía/descansaba debido a la urgencia o diligencia que un encargo precisaba.

Por supuesto, la idea de mi ''querido'' amigo la tomé sin mucha oposición. Sin embargo, nos tendríamos que estancar durante la etapa diurna y eso me mosqueó una pizca... Resumiendo, asentí en silecio a la propuesta del semisilfo, que dijo no se qué de no poder resistir con tanto sol.

Ya éramos dos apoyando la idea del paseo nocturno, faltaba a ver lo que tenían Alywe y Alderun planeado. Mi rostro, casi desde que nos encontramos los cuatro, mostraba claros signos de pasividad y despreocupación... por ahora.

Yo había pasado parte del día paseando, bueno, más bien deambulando sin un rumbo fijo por el desierto y el sol me había agotado, necesitaría descansar aunque fuera un par de horas, pero estaba de acuerdo en pasar las horas más largas de sol protegida bajo la sombra de algo que muriéndome de sed y calor.

- Necesitaré descansar un par de horas, pero la idea de ir por la noche me parece bien- le dije a Dielf- y la de llegar a esa aldea donde puedan darnos un trago de algo, cualquier cosa- dije mirando al elfo.

Estaba derretida, me pasé las manos por la frente y me dejé caer en el suelo con las piernas cruzadas y comencé a dibujar círculos en la arena con los dedos

- ¡Cómo echo de menos el verde!- suspiré en voz baja. Las plantas daban frescor y vitalidad al ambiente... en cambio, ¿qué ofrecía la arena? Nada. Sólo un mar amarillo anaranjado que se metamorfosea solamente para engañar al viajero y matarlo lentamente.

Miré a Eärendil que ya parecía listo para marcharnos. Alywen seguía sentada en la arena, dibujando circulos en la arena. Dragunov por su parte parecía que pasaba de todo lo que dijesemos. Parecía que dentro de unos minutos estaríamos preparados para salir, pero yo seguía mareado por la falta de vegetación, y dudaba que aguantara mucho incluso siendo de noche, por lo que ideé una solución a esto, que aunque estrambótica, sería bastante efectiva. Agarré mi varita, que me la había traido Eärendil de la tienda, y dandole las gracias, me enfoqué con ella a la cabeza, colocandola apuntando hacía abajo por encima de mi pelo. A continuación usé su poder para mojarme de arriba a abajo, y con las ropas chorreando hice lo mismo con la tinta, llenandome con ella el pelo y la parte de arriba de la camiseta. Por último usé mi Blodau para que la tinta se llenase de hierba, con algunas amapolas muy bonitas y unas margaritas blancas. Ahora parecía que mi sombrero, mi pelo y los hombros de mi camisa fuesen verdes de la hierba corta que había crecido en ellos. Por fín empecé a recuperar las fuerzas, y aunque todos me miraban con cara de pensar que estaba loco, yo me sentía mucho más enérgico y con ganas de continuar con el viaje.
-Yo ya estoy listo- les dije sonriendo, aunque seguramente seguirían alucinando con lo que acababa de hacer.

Y así iniciamos nuestro trayecto nocturno. Entre todos nos habíamos preparado para iniciar la marcha. Alderun recogió su tienda de campaña y fue en dirección norteña. Si no recordaba mal, la aldea a la que iba era Tar-Desae.

El semisilfo, sin embargo, estaba hecho polvo a causa de la aridez y convocó un par de flores en su cabeza. Me llevé la mano a la boca, estaba intentando por todos los medios evitar explotar en carcajadas ante aquel espectáculo vegetal. Ni los desfiles por las calles de Rosbasha me hacían tanta gracia como el tío de las flores en aquel momento.

En fin, seguí al elfo Alderun y procuré no mirar al semisilfo. Su imagen, sin embargo, se quedó grabada en mi mente y la risa podría traicionarme en cualquier momento. A lo mejor pensarían algo raro al tener oculta mi boca con la mano, así que me subí un poco más el pasamontañas que hacía de conexión entre la capa y la capucha con el propósito de ocultar la parte inferior de mi careto.

El viento se levantaba poco a poco y las estrellas comenzaban a contemplar nuestro viaje por Desierto del Pesar. ''Hmmm, dormir de día...'', pensé. La idea, en un principio, me parecía absurda, puesto que los mercenarios nunca habíamos dormido a la luz del sol...

¿Pero qué? Aquello parecía una fiesta de la primavera, una cosa era el color verde y otra muy distinta ver a un hombre con amapolas floreciéndole. Cuando empezó a realizar toda la parafernalia del hechizo creí que haría algo distinto. Pero me sorprendí más de lo que me hubiera gustado. Sólo se me ocurrió decir

- Tienes que estar fresquito- quería reír pero decidí en simplemente sonreír y le di una explicación de lo que podía pasar- ejem- me aclaré la garganta- espero que nadie sea alérgico, o lo pasará mal, no te ofendas si me rio, tienes que reconocer que es extraño.

Me adelanté un poco, puede que fuera eso lo que necesitaba, algo de buen humor, aunque fuera a costa de un desconocido. Pero me sentía mucho mejor ahora, el viaje tenía una nueva cara, más sonriente al menos para mí. Me fijé en que habíamos molestado al elfo, le habíamos roto su merecido descanso después de una buena jornada de sol.

Después de las pertinentes risas sobre mi aspecto, sobre todo por parte de Alywe, decidimos emprender la marcha. Eärendil no dijo nada, quizás debido a que la bebida no le había hecho efecto todavía y estaba medio dormido. Empecé a caminar en linea recta hacía el oeste, esperando que me siguieran. A los tres o cuatro pasos me di la vuelta y mirando a Dragunov y a Alywe añadí: -¿Vamos?, por cierto Alywe, ¿no quieres tu un poco de vegetación también?- le dije con aire inocente, esperando confirmar mi teoría, para que pareciese un poco menos sospechosa la pregunta añadí, con una gran sonrisa: - Seguro que unas pocas florecitas te quedarían genial-. Esperé su respuesta mientras me colocaba las manos en la espalda y silvaba felizmente. El viento fresco de la noche en el desierto me arremolinaba el pelo verdoso, y me daba un aspecto más juvenil de lo que aparentaba normalmente. Me sentaba bien, y la vegetación me hacia sentirme muy feliz y dispuesto a la aventura.

Bueno, al parecer Alderun se desentendió de nosotros momentáneamente y se limitó a seguir el camino hasta Tar-Dessae. En fin, entre los cuatro, remontamos hacia el camino oeste, mientras yo, por mi parte, iba el segundo y procuraba no mirar a Dielf, el aflorado. Probablemente, el semisilfo estuviera yendo junto con Alywe. Hmmm, parecía muy interesado en ella...

En mi opinión, intentaba ligársela, hasta le sugirió llevar flores. La idea en un principio, me parecía un poco provocativa, pues yo me reía que un hombre llevase adornos vegetativos, pero claro, si lo hacía una mujer, entonces era diferente y no me hubiera importado observar a Alywe...

Me abstuve de comentarios ante el ofrecimiento de crear flores del semisilfo para la joven. Según algunos mapas que tenía en mi ''despacho'' del Gremio, nos toparíamos con un oasis si caminábamos a este paso toda la noche y llegaríamos allí en torno a la mañana...

Continué el camino siguiendo a Dielf que rebosaba de alegría después de haber provocado una floración en su ser. Estaba muchísimo más animado que cuando apareció medio zombie por la cuesta de la duna. Y la verdad es que yo también, hacía mucho que no me reía. Y aunque no me gustaba reírme de nadie, era muy difícil no hacerlo. Luego me sugirió la idea de que a mi me hiciera lo mismo

- No, lo siento- rechacé su oferta- soy jardinera, no florero. Pero si quieres puedo podarte el remolino- añadí señalando parte de su...¿pelo?

¿Para qué demonios quería echarme flores? Y nunca mejor dicho "a saber si eso se va o me convertiré en una especie de ent o musgo parlante" pensé para mi misma.
La ruta seguía hacia el oeste y tenía pinta de que quedaba mucho para encontrarnos con la civilización. Allá donde íbamos el paisaje siempre era el mismo, arena y más arena.

Miré extrañado a Eärendil, que todavía seguia caminando como un zombie sin soltar palabra. Parecía que no le había sentado muy bien que le quitasemos horas de sueño. A continuación me giré hacia Alywe, que seguía bromeando por mi aspecto, lo que añadía un punto de alegría al viaje, pero había rechazado mi proposición... Eso podía significar dos cosas: Uno, que no sabía que por sus venas corría sangre de hada; dos, que no quería que los demás lo notasemos. Bueno, no iba a ser yo el que dijese nada...
Decidí que abrir un tema de conversación sería lo más adecuado para entretenernos en este oscuro mar de dunas, por lo que pregunté alegremente: - Dragunov, Alywe, antes de encontrarnos, ¿estuvisteis mucho tiempo viajando juntos?- pregunté para ver si Dragunov empezaba a darle a la lengua. Le conocía, y si acertabas en el tema correcto no paraba de hablar, pero si no, callaba más que las tumbas. Me recoloqué un poco el pelo, que estaba empezando a tomar un toque salvaje, e hice crecer en mi hombro una flor Lilin, muy pequeña, para que no nos pudiesen detectar los posibles peligros, pero suficiente como para iluminarme mientras sacaba de nuevo mi cuaderno y mi pluma y me disponía a escribir.

El anochecer atraía a las dunas peligros indescriptibles y la monotonía podía dar una falsa apariencia de tranquilidad. En fin, siempre había que ceñirse a la regla número uno del código de honor mercenario: La desconfianza de un mercenario es algo tan natural com respirar...

En fin, proseguí mi camino junto con los otro tres. Para que el aburrimiento no hiciera acto de presencia, el aflorado decidió inmiscuirnos tanto a Alywe como a mí en una agradable charla. Nos preguntó si viajábmos juntos. Como respuesta para Dielf, sinteticé:

- Nah, me topé con ella tras pasar una duna y, poco después, apareciste como un fantasma...

Se interesaba por conocerla... Hmmm, parecía querer estudiarla bien a fondo, pero eso a mí me importaba poco. O demasiado poco... ¿Es que acaso yo sentía envidia porque no paraba de charlar con ella? ¿Envidia o celos? Mis conjeturas apestaban y quería mantenerme al margen de las deducciones. Dejé que el río siguiera su curso y me limité a caminar y mirar hacia el horizonte, sin pronunciar comentario alguno.

Había estado mirando al pobre elfo, lamentaba enormemente haberle fastidiado su noche de descanso. La verdad que yo tambien estaba muy cansada, pero era un esfuerzo que merecía la pena, además ahora que por la noche se podía caminar más a gusto sin tener que soportar ese sofocante calor.
Después de haberle dado la respuesta a Dielf, parecía haberse desanimado. Y digo que parecía porque poco después hizo surgir otra flor y yo ya no sabía si eso acababa de pasar o estaba demasiado cansada. Y además, intentó dar conversación.
Ya de por sí los lugares tranquilos me ponían los pelos de punta, aunque en un desierto la verdad que hay que andar con cuidado porque o estás muerto o la mínima pisada que hagas se escuchará a cientos de leguas.
Respondiendo a la pregunta de Dielf que era como si no quisiera ningún tipo de silencio (cosa que agradecía porque si no me caería de bruces al suelopara dormir) dije - No, nos hemos topado antes de que tú le llamaras a voces- intenté vocalizar todo lo posible, porque los bostezos casi no me dejaban hablar con claridad y con el cansancio tendía a arrastrar las palabras.
- No sé a vosotros... pero a mi este silencio me está enervando- les confesé- es imposible que no haya ningún tipo de ruido... no me da buena espina- dije haciendo gala de mi desconfianza hacia todo, paisaje incluido. Me toqué los hombros "¡maldito dolor de espalda!", esto me estaba provocando muy, pero que muy mal genio. Pero no podía pagarlo con ellos que no tenían culpa de nada, así que respiré hondo. Puestos a continuar con la charla les pregunté
- ¿Vosotros de qué os conocéis?

La respuesta de Alywe me sorprendió bastante, pero la cara que puso Dragunov ante mi pregunta fue todavía mejor. Me entró un poco la risa. La verdad, me alegre de que Alywe continuase la conversación, por tanto silencio a mi también me ponía de los nervios. Sonriendo de par en par respondí a su pregunta: -Pues nos conocimos ya hace mucho tiempo, cuando yo viajaba buscando ideas para una historia de aventuras, y el me dejó que le acompañase. Después, desde hace poco tiempo me he encontrado con él en varios sitios: En una taberna en la que estuve, en un duelo contra el líder de los buscadores, estuvimos en el mismo clan... y ahora aquí. Vamos que le veo por todos los lados. - Concluí riéndome. Eärendil no respondía, y me estaba empezando a preocupar por él, pero mientras siguiese caminando no pasaba nada. Por el horizonte ya despuntaban los primeros rayos de Sol, pero ni eso despertaba el más mínimo ruido en las muertas dunas.

Era una de esas desérticas albadas, cuando cuatro peregrinos atravesaban el Desierto. El semisilfo respondió a Alywe dando un pequeño resumen de las peripecias que pasamos juntos. Yo, como siempre, me mantenía al margen, únicamente dispuesto a seguir y seguir el camino hasta encontrar a algún peligro por entre las dunas.

A lo lejos avisté unas palmeras. Faltaba poco para llegar al oasis y estaba amaneciendo. La temperatura comenzaría a subir de un momento a otro. Sin dejar de caminar, hablé sin dirigirme a nadie en especial:

- ¿Descansaremos donde el oasis? - mis párpados me pesaban ligeramente, pues no había dormido la noche anterior. Aun así, ocultaba esa carencia de descanso bajo la capucha... En el caso afirmativo, podría reposar y refrescarme para la siguiente caminata.

Era bonito encontrarse con gente tan alegre en un lugar tan desolado... estaba tan casi desolado como el elfo. Estuve a punto de sugerir a Dielf que le hiciera brotar también plantas, a lo mejor se ponía de mejor carácter, ya que con el propio Dielf había funcionado. Pero prefería no hacer bromas, bastante le habíamos molestado por esa noche. Drag, preguntó si haríamos una parada en el oasis...
- ¡Sí por favor!- dije con entusiasmo y casi de manera inmediata- necesito parar, beber y descansar un poco...- luego caí en la cuenta de que probablemente hubiera más gente ahí y que a lo mejor no eran tan amistosos, puesto que un oasis en medio de la arena es como un cofre del tesoro, con trampas incluidas.
Afiné la vista, pero no llegué a apreciar nada en condiciones a causa del cansancio.
- Deberemos acercarnos con cuidado- les dije bajando la voz y volviendo a mi desconfianza- muchas veces hay... mmmm... cómo decirlo... peajes- concluí

Sin saber cómo, cuando ya parecía que me estaba acercando más y más al lugar donde me refrescaría y bebería... apreté el paso y pasé por delante de Dielf y de Drag. Maldita fue la suerte cuando una mala pisada hizo que la arena se hundiera bajo mi pie y por la inercia de mi cuerpo yo caí abajo, golpeándome la cabeza y quedándome inconsciente..

[OFF: he editado el final para que me podais saltar, volveré el lunes por la noche, pasadlo bien]

Alywe parece que se había quedado inconsciente. Eärendil cargaba con ella, y parecía que le había dado algo ilegal, pero que parecía hacer buen efecto curativo. A continuación nos explicó sobre el Oasis Fantasma, pero quizás un poco tarde, ya que en ese momento sentí dos presencias detrás nuestro. Entonces por fin hizo su aparición, y escuché una voz en mi cabeza: -¡Salta!
Hice lo que me ordenó la voz y con un impulso salté hacia delante, inmediatamente antes de que en mi anterior posición segase el aire una guadaña. - Gracias Lían- pensé diciendoselo al vampiro de mi interior. Me giré hacía las dos extrañas criaturas, y me quedé helado por su horrible aspecto: Eran como calaveras vestidas con una túnica y con una guadaña, pero con trozos de carne y deformes. Retrocedí un par de pasos y me puse en guardia. Dragunov desenfundó las predators también. Pero en ese momento, un aura oscura estremeció nuestras almas, y un tipo encapuchado apareció detrás de Dragunov, agarrándole por la espalda. Dragunov no tuvo tiempo de escaparse, y el encapuchado nos dijo: -Lo siento, pero tu pareces el más fuerte, por ello me acompañarás.- Cuando acabó la frase, tanto él como Dragunov se desvanecieron en el aire dejando tan solo un fétido olor. Grité su nombre en alto, pero ya se había esfumado sin dejar rastro. Recé para que estuviese bien, pero ahora nos aguardaba un pelea propia, en la que solo nos encontrabamos el elfo y yo, contra esas horribles criaturas. Teníamos que proteger a Alywe y después ir a rescatar a Dragunov de donde quisiera que estuviese.

(OFF Rol: He posteado esto por que Dragunov se ha ido y no se sabe si volverá a rolear... por ello es un final abierto, si vuelve a rolear pues ponemos que le volvemos a encontrar en otro sitio, y si no pues desaparecido en el tiempo.)

En medio de la encarnizada batalla contra la criatura, Eärendil me lanzó una daga de plata mientras distraía a la bestia. Enpomé la daga al vuelo, pero de repente la criatura se giró hacía mi, y me propinó una patada enviándome contra las dunas a unos tres metros. Me levanté dolorido y observe como la bestia y el elfo luchaban. Agarré la daga y apunté. Solo habría una oportunidad, y no era fácil, ya que si fallaba podía perder la daga o incluso darle a Eärendil. Me relajé la musculatura y suspiré. Ya casi le tenía, un poco más y... lancé la daga, que se clavó limpia en lo que parecían las sienes de la criatura, la cual se puso a gritar de manera muy desagradable mientras moría por la daga que le atravesaba la cabeza. Respiré de nuevo con normalidad... Me dirigí hacía Eärendil y le dije:
- ¿Y ahora que hacemos? Deberíamos intentar despertar a Alywe ¿no?- dije mientras me secaba el sudor, ya que empezaba a dar el sol.- Además no podremos descansar en el oasis, será mejor buscar otro sitio, o por lo menos una sombra.- añadí mientras esperaba a Eärendil y me alejaba un poco del oasis. Entonces se me ocurrió una idea para descansar.
-Eärendil, si nos alejamos un poco del oasis, tengo una idea para descansar- y diciendo eso esperé la respuesta del elfo. Todavía sentía que teníamos que ir a buscar a Dragunov, sabía que no habría sido tan fácil derrotarle, pero de momento no podíamos hacer nada.

Después de todo, no fue el oasis que estaba ubicado en mis mapas. La próxima vez compraría rollos a un lobo de mar, no a un guiri de mierda...

Según el elfo, era un oasis fantasmal y para cuando me di cuenta, ya estábamos rodeados, en clara desventaja ya que además, Alywe había quedado inconsciente. En cuanto noté el estado de amenaza, no tardé ni un segundo a la hora de pillarme las Predators. Sin embargo, alguien me agarró por detrás diciendo que parecía el más fuerte. Mientras me llevaba y yo me esforzaba por resistirle, gritaba:

- ¡Es que soy el más fuerte!

Sin embargo, el intento fue en vano, pues me alejé de mis compis perdiéndome entre las dunas, mientras oía el difuminado sonido de la voz de Dielf evocándome. El encapuchado vio que forzaba demasiado y, de repente, en un descuido suyo conseguí liberarme y liarme a espadazos con aquel desgraciado. Las esquivaba como si de una escurridiza serpiente se tratara. También descuidé mi defensa, por lo que pudo dañarme en parte con una pequeña guadaña.

Me quedé sorprendido al ver que las estocadas que le daba no le afectaban tanto, pero pronto empezó a reirarse más y más. Fruncí el ceño y me lancé a por él. Y ahí fue donde acabó todo, pues súbitamente me disparó un potente somnífero. Di un par de torpes zancadas antes de caer sobre la arena del desierto. Todo se volvió oscuro y yo ya creía estar muerto... pero en realidad aquello sólo era el principio de otro suplicio...

[DEJO POST]